En 2019 alcanzamos el cuarto lugar con mayor intención para emprender de América Latina. El 72 % de los peruanos siente que se encuentra preparado para ser emprendedor.
Por Samanta Alva
El emprendimiento es una constante en nuestro país. Según una encuesta de Activa Perú, hacia octubre del año pasado, el 35,9% de personas señaló haber puesto un emprendimiento en marcha. Esto ante la falta de empleo e ingresos provocados por la llegada de la pandemia.
Igualmente, previo a ello, los peruanos ya se caracterizaban por ser emprendedores. Según el último informe detallado del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) y ESAN, publicado en 2019, Perú ocupa el cuarto lugar con mayor intención para emprender de América Latina y el octavo lugar en el mundo. En ese momento, se proyectaba que el 43% de los peruanos estaban dispuestos a iniciar un negocio en los próximos tres años, y la cifra estimada se encuentra bastante cerca a la real en la actualidad.
Otro resultado notable que el estudio muestra es que los peruanos tienen una percepción favorable sobre sus capacidades para encaminar un emprendimiento y afrontar los riesgos que puede traer. El 72 % de los peruanos siente que se encuentra preparado para ser emprendedor.
Emprendimiento en tiempos de COVID-19
El más reciente reporte del GEM sobre el impacto del COVID-19 en el emprendimiento a nivel mundial reveló que en nuestro país ha habido impactos mixtos en la actividad empresarial. Algunas empresas han sido fuertemente afectadas, mientras que otras se han visto beneficiadas. “Como resultado de la cuarentena obligatoria y la posterior reapertura progresiva de operaciones, empresarios han visto sus ingresos reducidos sin cambios en los costos fijos. Esta situación les ha dejado sin fondos, lo que ha obligado a muchos de ellos a cerrar sus negocios”, menciona el reporte.
Uno de los problemas que destaca es la informalidad que aumentó durante el encierro. “Emprendedores que han visto disminuir sus márgenes de ganancia, eligieron convertirse en informales para no arriesgar su supervivencia”, añade el reporte.
En el lado positivo, una gran cantidad de empresas de los sectores más afectados por la pandemia han innovado como respuesta a la situación. Por ejemplo, restaurantes, cafés y panaderías migraron hacia la venta de productos básicos bienes. Además, empresas que previamente se dedicaban a la fabricación de ropa o productos de plástico ahora producen equipos de protección personal como mascarillas.
El GEM destaca que otro impacto positivo de la pandemia ha sido la aceleración de la transformación digital en nuestro país. Muchas empresas han comenzado a vender en línea, haciendo que el comercio electrónico crezca exponencialmente. Encontramos allí un punto importante por potenciar y lograr que la intención de emprendimiento se convierta en acciones reales y formales.