JJ MARTHANS SUDACA

Economía peruana: no podemos seguir como hoy

"No tenemos partidos políticos. Sin verdaderos partidos políticos es imposible construir institucionalidad, todo se traduce en demagogia y asimetrías en el trato a la población. Sin institucionalidad no se puede construir una economía solida y sostenible."

Es correcto concluir que nuestra vida republicana no siempre ha sabido encontrar el camino para que el proceso de creación de riqueza se amplíe, se sostenga y se distribuya correctamente. Hemos vivido estos últimos 201 años entre dos modelos igualmente fracasado: el modelos primario exportados y el modelo de sustitución de importaciones.

Estos últimos 30 años fueron algo distintos: surtió un efecto positivo el proceso de liberalidad de precio, apertura de mercado y redimensionamiento del sector publico dado que logramos crecer como nunca acompañados de una pequeña inflación. Aunque la brecha social aun es importante nuestra macroeconomía avanzó bastante. Sin embargo, hoy en día la ignorancia y oscurantismo con el que se gobierna debilitará el frente fiscal, desaprovechó lo excepcional que hemos vivido con precios récords de nuestros minerales, acentuará la rigidez de nuestro mercado laboral, desalentará la inversión privada y, como si fuera poco, corromperá más nuestro sector público. La vuelta al modelo del fracaso del primer gobierno del señor Alan García, es la bandera de la propuesta económica del actual desgobierno. Increíble.

Lo mas lamentable es que, nuestra democracia  y nuestra clase política no han previsto los mecanismos adecuados para evitar semejante insania económica. Parece que nuestra democracia es sólo el resultado de un proceso electoral que otorga carta blanca para que el gobernante de turno asuma que puede hacer lo que desee durante cinco años. De otro lado,  nuestro Congreso muestra característica perversas: dependiente del liderazgo de personas, consistente con la necesidad de fortalecer negocios particulares a costa de los interesas nacionales, una muy pobre calificación profesional acompañada de una pobre institucionalidad.

Claro está, la escasa institucionalidad sigue campeando en todos los frentes del sector publico. Tenemos un Congreso administrado por lideres a perpetuidad, por personas que han construido su presencia en función de negocios donde la estafa es el común denominador, donde ciertos partidos políticos han sido tomados por cúpulas que nada tiene que hacer con los principios que les dieron vida, donde la izquierda ha demostrado que la corrupción va más allá de las ideologías.  No tenemos partidos políticos. Sin verdaderos partidos políticos es imposible construir institucionalidad, todo se traduce en demagogia y asimetrías en el trato a la población. Sin institucionalidad no se puede construir una economía solida y sostenible.

Para decirlo de otra forma, cuando la carencia de institucionalidad parte de los mismos partidos políticos, las leyes y las entidades públicas disponen de partidas de nacimiento viciadas. Las leyes se acomodan a ciertos grupos económicos a costa del maltrato al mercado y a los usuarios del mismo. Cuando mas pobre y vulnerable son estos, mayor es la asimetría en su contra.

De allí que aparecen las “leyes cascaron” aquellas que pretenden propiciar descentralización, cuando en verdad acentúan la centralización acompañada de corrupción e ineficiencia; leyes que pretenden generar competencia en el mercado, cuando en realidad protegen la posición de dominio de ciertos grupos; leyes que buscan luchar contra la informalidad laboral, cuando en verdad, fomentan la inflexibilidad del mercado a favor de ciertos sindicatos y sus administraciones perennes; leyes que dicen promover la inversión privada formal y, en contraste, satanizan camufladamente el apoyo soterrado a la actividad informal.

¿Cómo se perenniza todo esto? Muy simple. Todo parte también por la presencia de marcos legales que limitan la presencia de verdaderos partidos políticos, que impiden la presencia de una verdadera democracia dentro de los pseudo-partidos vigentes, que se circunscriben a cúpulas con un fuerte sesgo mercantilista. No todo queda allí, cuando un congresista no tiene la obligación a rendir cuentas periódicas a los electores, amplían su capacidad de generar resultados en contra de sus electores. Mas aún cuando son casi inamovibles por cinco años. En resumen, nuestro entorno político esta viciado y no dispone de las condiciones para generar la promoción y aprobaciones de normas que vayan, realmente, en favor de las mayorías.

Las empresas  y los cientos de miles de empresarios honestos y correctos, hoy disponen de dos enemigos. De un lado, la ignorancia e ideologías obsoletas al interior de las ideologías de nuestros políticos; cosa que vivimos hoy con claridad. De otro lado, parte de los mismos empresarios ligados a la corrupción y el mercantilismo. No hay peor enemigo de un empresario, que un empresario corrupto.

El empresario corrupto, por ejemplo, no entiende en la necesidad de crear un ecosistema a favor de sus colaboradores donde pueda compartir el valor creado por su empresa.  “Compartir valor” no es caridad, ni responsabilidad social. “Compartir valor” es darle sostenibilidad a los negocios generando un ecosistema donde el compromiso y lealtad de los colaboradores de la empresa se consolide día a día. Esto es aún más necesario en economías que no disponen de institucionalidad y donde el Estado se acompaña también de corrupción e ineficiencias. No basta con pagarle un sueldo a un trabajador, se debe explorar la posibilidad de otorgárselo, en parte, garantizando un mínimo de calidad de atención a su familia en materia de salud y educación, por ejemplo. Algunos dirán que para eso se paga impuestos y de ello se debe encargar exclusivamente el Estado; eso no es cierto cuando no hay institucionalidad.

Otros dirán que esto es costoso, pero la verdad es que si un esquema mínimo en favor de la necesidad de compartir valor operara en nuestro país, la sostenibilidad de los resultados de los negocios se validarían en el mediano y largo plazo. A veces sacrificar algo del Ebitda empresarial a corto plazo, genera la sostenibilidad de mejores resultados del negocio en el mediano y largos plazo. No hay mejor manera de construir fidelidad laboral, paz social y bienestar empresarial que compartiendo valor.

Ahora, imaginémonos una nueva realidad en Perú, donde su frente político se institucionaliza realmente, donde el frente publico se hace eficiente y donde el frente empresarial busca alternativas de compartimiento de valor; esos son los elementos que requerimos para que el modelo económico que puso nuestra macroeconomía como una de las destacadas del mundo por dos décadas, pueda alcanzar el estado de generar realmente mayor bienestar para todos los peruanos.

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Economía, finanzas

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