Pedro lidera con su inteligencia, la que le dice que puede suceder y que debe hacer al respecto. La inteligencia de Pedro le dijo, por ejemplo, que había un gran riesgo de que la capital fuera presa de hordas de saqueadores y vándalos en horas de la madrugada y durante todo el día siguiente. La inteligencia de Pedro, sin embargo, no le dijo quienes, cómo ni dónde sucedería todo esto, pues la inteligencia de Pedro no es claramente, muy inteligente.
Así que Pedro decidió que la mejor forma de que no salgan las hordas era que no salga nadie y decretó que todos en la capital se queden dentro de sus casas. Fue tal la inteligencia de Pedro, que con esta medida dejó por 24 horas a todos los emprendedores de la capital sin trabajo, sin sustento y sin herramientas para llegar al siguiente día. Les puso el rompemuelle más grande que yo recuerde. Fue tal la inteligencia de Pedro, que lo único que logró fue que todos salgamos, pero no a trabajar, sino a protestar en su contra. Y fueron estas protestas pacíficas el espacio perfecto para que las hordas de las que Pedro nos quería proteger encerrándonos vieran una oportunidad mejor aún para infiltrarse, destruir y saquear el centro de la capital. Y a Pedro lo llamaron al “primer poder” para explicar cómo así su inteligencia le aconsejó tal medida, además para que diga que está haciendo su equipo de inteligentes para resolver la cada día más profunda crisis que atraviesan todos los emprendedores a los que Pedro insiste en llamar pueblo.
Y Pedro entonces explicó que los precios suben por la guerra, que no gobierna porque el “primer poder” no le aprueba sus leyes y que se necesita diálogo porque el pueblo eligió al maestro y no lo dejan trabajar.
Lo que Pedro no dice es que nadie ha necesitado leyes extraordinarias ni bolas de cristal para prever y actuar sobre la base de lo que se veía venir. La guerra iba a, evidentemente, generar un aumento en los combustibles y en los productos importados afectados por ella. El paro de transportistas tenía semanas anunciado. En general, existe hoy una coyuntura que solo es consecuencia de lo que ya se veía venir y contra lo que no se hizo NADA. Es aquí donde se ven afectados TODOS los emprendedores, desde el emprendedor del campo que ve malograrse su trabajo de todo el año al no tener como transportar para vender, hasta el que logró llegar al mercado, pero tiene que poner precios muy elevados y claro, el ama de casa que compra menos con lo mismo. Pedro nos pone a todos el peor rompemuelle posible: LA INACCIÓN.
Pedro está rodeado de un equipo de inteligentes que tienen todas las respuestas y ofrecen todas las soluciones. Gracias a ellos, el emprendedor del pollo sabe que tiene hoy un nicho nuevo de mercado en el pescado. Esa es la clase de inteligencia que rodea a Pedro y con la que se siente cómodo, seguro y confiado. La clase de inteligencia que sube el sueldo mínimo, pero no fomenta el crecimiento empresarial, ahorcando al emprendedor de la microempresa que lucha contra la tentación de ser informal, pero al que Pedro le mete otro rompemuelle, le rompe el último eje y lo empuja hacia allá.
Lo cierto es que todos se lo hemos dicho, se lo seguimos diciendo y lo seguiremos haciendo. Pero Pedro no quiere escuchar, él piensa que es más inteligente y que necesita rodearse de un equipo a su nivel de inteligencia. O, dicho de otra forma, a su nivel de intereses y objetivos.
Pedro es hoy el líder poniéndole rompemuelles al emprendedor, pero con lo que Pedro no cuenta, es con que el emprendedor, a diferencia de Pedro se mueve por intereses sanos, solidarios y constructivos. El emprendedor, a diferencia de Pedro, no agacha la cabeza ante el primer problema y no acata lo que le dicen sin cuestionar. Emprender es una forma de vida, no solo una forma de ganar dinero así que sigamos emprendiendo por más rompemuelles que Pedro nos ponga, que cuando Pedro y su inteligencia ya no estén, los emprendedores seguiremos aquí, en pie y con la frente en alto.
Hoy cuando pases un rompemuelle, piensa en tu rol en la sociedad para hacerlo desaparecer.