Renzo Leon Velarde

Romper para ¿construir?

En nuestra sociedad, nos hemos acostumbrado a que las autoridades tomen decisiones facilistas y de corto plazo, que parece que solucionan el problema pero que solo esconden los síntomas. Y nos seguimos enfermando.

Llevo años viendo como en nuestra sociedad se ha instalado esa forma lamentable de creer que resolvemos los problemas poniendo para todo un rompemuelle.

Desde lo más elemental y evidente, que es el propio montículo que interfiere con el libre tránsito y perjudica a todos los que tenemos cualquier vehículo con ruedas, hasta las formas más retorcidas de persecución y castigo para emprendedores y ciudadanos en general. Nuestro día a día está plagado de saltos que nos rompen poco a poco las ganas, el coraje, el ímpetu y el vehículo con el que tratamos, con todas nuestras fuerzas, de llegar a alguna parte, de salir de donde estamos, de AVANZAR.

Y es que la lógica detrás de un rompemuelle no es otra que la de obligarnos a reducir la velocidad para no cometer una infracción y, por lo tanto, para no poner a la sociedad (y a nosotros mismos) en riesgo de un accidente que tengamos que lamentar. Pero lo cierto es que el rompemuelle no soluciona el problema de fondo, pues el que quiere cometer la falta, la comete pasando por el costadito o acelerando en calles sin rompemuelle. Entonces, me pregunto yo, ¿llenamos las calles de esos horribles bloques rompe todo? ¿dos por cuadra?. Ciertamente no, pero… ¿qué hacer y por qué no se hace?.  La respuesta es dolorosamente simple. Hoy me centraré en una visión general de las razones por las que nos llenamos de rompemuelles y de cuales serían los caminos alternativos para solucionar este entrampamiento de marcha, freno y golpe que no nos ha llevado a ninguna parte (excepto al taller más de la cuenta).

En nuestra sociedad, nos hemos acostumbrado a que las autoridades tomen decisiones facilistas y de corto plazo, que parece que solucionan el problema pero que solo esconden los síntomas. Y nos seguimos enfermando. Es más fácil para una autoridad exagerar sanciones al más pequeño, recolocar malos funcionarios aquí y allá, perseguir al emprendedor ante el menor error y/o acosar al que destaca un poco y le puede hacer “sombra”, en vez de generar las condiciones para que no se necesite poner sanciones, para que no ingresen funcionarios que no tengan las condiciones necesarias, para que los emprendedores transiten el cumplimiento de las normas sin que eso signifique quebrar antes de empezar. Y de ese modo, surjan cada día más y mejores ciudadanos que eleven el nivel de la sociedad en su conjunto. En resumen, no necesitemos poner rompemuelles.

Suena muy obvio, hasta diría que fácil, pero no se hace. Al preguntarnos por qué, nos damos cuenta de que todo eso se logra con educación, esfuerzo, con la búsqueda de generar un cambio que no solo sea para la foto, sino que realmente revierta el deseo de acelerar en pista libre. Que provoque de forma natural la formalidad en los negocios, que haga que valoremos el hecho de tributar y no el destino de los tributos, que como ciudadanos entendamos que el bien común se logra cuando todos hacemos esa parte que nos toca. En resumen, con autoridades que hagan su trabajo y no destruyan el de los demás.

Se necesita empezar a enseñarle a nuestra sociedad que no debemos frenar ante el rompemuelle, sino que debemos hacerlo porque es lo correcto. Porque hay un límite de velocidad y no debemos superarlo. Que no debemos pagar multas cuando nos “ampayan en falta”, sino que hacer negocios limpios, formales y claros debería ser la piedra angular por la que se muevan nuestros mercados. Tenemos que aprender que también se puede así, y si nuestras autoridades de turno no quieren comprarse el pleito, pues nos lo compramos nosotros.

En cada columna iremos intentando que un rompemuelle se vuelva innecesario. Desde el uso de la tecnología, el fortalecimiento de la familia emprendedora, el uso de la formalidad como aliado estratégico, los beneficios de cuidar el medio ambiente, hasta la forma correcta de tributar para crecer, de facturar para ganar, de construir y no de romper.

Vamos a intentar pasito a paso que los rompemuelles desaparezcan y podamos ir libres, cumpliendo las reglas y creciendo como sociedad. El último rompemuelle (y el más duro) va a ser elegir buenas autoridades. Pero hoy toca empezar, así que para allá vamos.

Hoy cuando pases un rompemuelle, piensa en tu rol en la sociedad para hacerlo desaparecer.

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Renzo León Velarde, Rompemuelle, Romper para construir

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