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Viviana Rodríguez - Secretos del golpe castillista

Secretos del golpe castillista

Con Pedro Castillo condenado a vivir en la vecindad de Alberto Fujimori por el próximo año y medio, diversos medios escritos han comenzado a indagar en los factores internos y externos que condujeron al sindicalista chotano a anunciar la disolución del Congreso sin apoyo militar.

Según una fuente citada por la revista ‘Caretas’, a mediados de agosto del año pasado, un psicólogo clínico adscrito a la Dirección de Inteligencia evaluó al novísimo presidente y diagnosticó “graves limitaciones en su capacidad de retención mental”. Aunque un especialista consultado por este medio nos dijo que ese diagnóstico no era muy claro, dejaba entrever que había más de una persona en el entorno del poder que tenía serias dudas sobre las capacidades intelectuales del primer mandatario. 

Un día después de publicado el artículo mencionado, el semanario ‘Hildebrandt en sus trece’ reveló que ex funcionarios de altísimo nivel del finado régimen, como la expresidente del Consejo de Ministros Mirtha Vásquez y el ex ministro del Interior Mariano González, habían declarado que el maestro cajamarquino era una persona proclive al engaño, a la mentira y a la duda, pero, sobre todo, a escuchar a sus incondicionales y creerles cualquier dicho, sobre todo los que coincidían con su escaso criterio. Si a esas opiniones le sumamos la revelación de que una de las principales causas de la remoción del ex comandante general del Ejército José Alberto Vizcarra fue porque éste se demoró en entregarle a Castillo un avión para su uso personal, tal como le había ofrecido Bruno Pacheco, a la sazón secretario general de la Presidencia de la República. 

Escasa capacidad intelectual, proclividad a vivir en una burbuja de mentiras y comportamiento infantil conforman una mixtura que podía conducir a unos seres taimados e intelectualmente superiores al exgobernante a llevarlo de las narices a sus perversos objetivos.

¿Qué quería Aníbal, qué ambicionaba Betssy, a dónde quería llegar Roberto Helbert Sánchez Palomino?

Visto a través del espejo retrovisor, el auto golpe de Pedro Castillo nos deja ver a una Betssy Chávez susurrándole frases engañosas a Castillo, a un Aníbal Torres diciéndole que el pueblo estaba de su lado y que los militares obedecerían sus órdenes, y a un Sánchez Palomino para convencerlo que si no cerraba el Congreso los congresistas lo sacarían de Palacio esa misma tarde.

Asustado, incapaz de entender que si iba a dar un auto golpe y pedir asilo, lo más inteligente era grabar el mensaje, correr a la embajada mexicana con atas y petacas y, luego de recibir la bienvenida de los diplomáticos aztecas, soltar el mensaje, José Pedro Castillo Terrones leyó el discurso anti democrático en vivo. Y se suicidó políticamente.

Antes de realizar la autopsia del suicida, detengámonos en ver en el mismo retrovisor cómo estaban preparando sus movimientos tácticos y estratégicos los dos actores principales del actual drama nacional: los extremistas de izquierda y los militares. Los primeros, quienes saben que es imposible ganarle una guerra convencional a la Fuerza Armada, pero que si quieren hacerse con el poder es necesario crear las condiciones para que el pueblo exija una asamblea constituyente, la cual les daría la oportunidad de insertarse en el poder para no soltarlo en años. ¿Cómo así? Sucede que la clave de la creación de una nueva constitución o del regreso a una vieja que contemple el control o la presencia mayoritaria del Estado en la actividad productiva industrial, agraria y comercial, consiste en tener la dirección de cientos de empresas públicas, el manejo de decenas de miles de puestos de trabajo y el disfrute de miles de millones de dólares del presupuesto anual. Todo a cambio de nada.

Para que una sociedad acepte el cambio del pacto constitucional, sobre todo en países con economías sólidas, como eran Venezuela antes de Chávez y Chile hasta octubre de 2019, los extremistas tienen que sembrar el caos y el terror, obligando a las autoridades civiles a aceptar el cambio constitucional, mientras mantienen a los militares en sus cuarteles. Eso lo tenían clarito Cerrón, Bermejo y Bellido, quienes habían obtenido unas grandes parcelas de poder durante la administración caótica de Pedro Castillo.

Viviana Rodriguez - Secretos del golpe castillista
Se dispuso ampliar la investigación preliminar a Roberto Helbert Sánchez Palomino, (Ministro de Comercio Exterior y Turismo), como presunto coautor del delito de rebelión y conspiración.

En el extremo opuesto del extremismo izquierdista, las fuerzas del orden nacionales, vencedoras en un mismo tiempo y en un mismo lugar de los dos principales grupos terroristas de América Latina, sabían qué hacer en cada lugar del país apenas los ultra izquierdistas dieran el primer paso. Como bien lo explicó la mañana del sábado el director de Inteligencia del Comando Conjunto, era importantísimo tomar el control militar de los aeropuertos del sur andino del país, sobre todo del aeropuerto de Huamanga, Ayacucho, punto estratégico para controlar todo el movimiento de tropas en la sierra sur. Como es lógico, los militares saben eso como parte del manual de la defensa integral del territorio, pero, ¿cómo lo saben Cerrón, Bermejo y Bellido? Por eso, para algunos expertos, cobra actualidad el papel cumplido por estrategas extranjeros y, sobre todo, el rol cumplido por la inteligencia militar boliviana, subsede de la inteligencia cubana, la más activa de América Latina.

Por eso es necesarísimo que Aníbal, Betssy y, sobre todo, Roberto Helbert Sánchez Palomino nos digan a nombre de quién obligaron a Pedro Castillo a disparar la crisis social que hoy estamos viviendo.

Tags:

autogolpe, golpe, Pedro Castillo

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