De acuerdo a la reciente encuesta de Ipsos Apoyo, podemos apreciar que las tres preocupaciones que tiene el país -a nivel general- son las siguientes: corrupción (54%), delincuencia (44%) y costo de vida (32%). Si de ellas se desagrega a nivel personal, los datos cambian de posición rotundamente, siendo el alza de costo de vida lo que más preocupa a todos los peruanos.
Este indicador es realmente revelador, porque nos permite apreciar que el país actualmente pasa por una situación que ni el gobierno central ni la oposición política se están encargando de ver. El alza en los precios de los alimentos de primera necesidad y lo que esto representa para las familias peruanas, el cual durará mucho tiempo según organismos internacionales, necesita de un plan de contingencia para mitigar su impacto.
Sin embargo, aún seguimos enfrascados en ciertas reyertas que lo único que genera es que la gente se sienta distante de lo que hace la oferta política. No encontramos estrategia alguna del Ejecutivo (sino miremos la designación el día de ayer del ministro de Agricultura que no tiene ninguna experiencia sobre su sector) ni del legislativo por llevar adelante fiscalización en los sectores más urgentes que tiene el Perú.
Precisamos en estos momentos que -desde la opinión pública- se haga sentir el camino que deben tomar tanto el presidente y sus ministros, como los congresistas de la República. El país necesita -mientras se lleva adelante las investigaciones sobre presuntos delitos que gente cercana a Castillo viene teniendo- diálogo y propuestas sobre los problemas urgentes que aquejan a millones de familias peruanas. Propuestas que generen paquetes de reactivación económica y social para el corto y mediano plazo.
Las crisis de toda índole constituyen una posibilidad siempre que haya madurez y sensatez de parte de los actores involucrados. Si bien predomina el amateurismo en nuestra clase política, hay voces sensatas que pueden generar eco para construir un plan de acción. Si el Ejecutivo va en búsqueda de proponer Asamblea Constituyente, tan nefasto para la situación en la que estamos, la oposición debe sensatamente dirigir el discurso hacia este Plan que necesitamos. Para ello es importante hacer de la opinión pública un agente que permita que se convierta en sentido común estos problemas urgentes y sus soluciones.
La historia nos ha demostrado que se puede ir hacia ese camino cuando hay voluntad organizada. La situación amerita este tipo de estrategia para que más voces pongan atención en lo que realmente aqueja al país para proponer soluciones.