En el entramado político actual, se está gestando un escenario que parece haber sido escrito por un dramaturgo del absurdo. Los personajes (presidenta, primer ministro, ministros, gobernadores regionales y congresistas), enredados en una madeja de contradicciones y mentiras, se contorsionan en un grotesco baile de marionetas. Desde las controvertidas declaraciones de la presidenta Dina Boluarte ante la fiscalía sobre el origen de los Rolex y otras joyas, hasta las peculiares respuestas de Gustavo Adrianzén a la prensa nacional y extranjera, pasando por las respuestas de algunos ministros y ministras en defensa de la mandataria, la escena política nacional se asemeja cada vez más a un circo de variedades.
Vivimos una tragicomedia donde la risa se transforma en una mueca amarga al darnos cuenta de que quienes ostentan el poder no son más que una caricatura de líderes, una farsa de gestores públicos, un amago de legisladores sin los conocimientos ni las competencias necesarias para legislar y gobernar bien. Es desalentador ver cómo la democracia es socavada por grupos de ineptos que difícilmente serían considerados aptos para actuar como extras en una producción de muy bajo presupuesto.
Tarde o temprano, el gobierno de Dina Boluarte implosionará. Mientras implosiona es importante que los partidos políticos democráticos, no los que la defienden a rajatabla, se preparen para enfrentar tal situación. Esta debacle no será simplemente el resultado de la incompetencia y los indicios razonables de corrupción durante su administración, sino también un reflejo del deterioro generalizado de las instituciones democráticas en nuestro país producto del asedio de fuerzas anti democráticas. Las fisuras en el sistema político se han vuelto demasiado evidentes como para ignorarlas, y la ciudadanía está cada vez más desencantada y desconfiada de aquellos políticos y partidos que supuestamente deberían representar sus intereses.
En medio de esta crisis, es fundamental que los partidos políticos se unan en un frente común para restaurar la confianza en el sistema democrático y ofrecer una alternativa creíble y responsable al caos que dejará el gobierno de Boluarte. Esto implica no solo la articulación de propuestas y políticas coherentes, sino también el compromiso de reconstruir las instituciones desde cero si es necesario y retomar las reformas que fueron dejadas de lado. Además de un desprendimiento de aquellos dirigentes y dirigentes políticas casi nunca visto en la política nacional. La tarea no será fácil ni rápida, pero es imperativa si queremos evitar que el país caiga en un abismo de autoritarismo y despotismo. ¿Se imaginan una coalición democrática integrada por Jorge Nieto, Susel Paredes, Alfonso López Chau e Indira Huilca?
Por último, en tiempos de crisis política, la prensa juega un papel fundamental: ser vigilante y comprometida con la verdad. Informar y cuestionar al poder son tareas esenciales para fortalecer la democracia y promover la responsabilidad y transparencia en la sociedad. A esta crucial tarea se suma, desde hoy y desde su Bunker, Juliana Oxenford. ¡Bienvenida!