Juan Carlos Guerrero

El moribundo que no podía dejar de candidatear

“Postular a Alberto Fujimori (…) permitiría a Fuerza Popular mantener su presencia en el escenario político nacional, pretendiendo unificar al "pueblo fujimorista" en torno a la figura del ex presidente y movilizar la base electoral "albertista".

[La columna deca(n)dente] La decisión de Keiko Fujimori de proponer a su padre, Alberto Fujimori, como candidato presidencial de Fuerza Popular para las elecciones de 2026 se inscribe dentro de una estrategia política cuidadosamente orquestada. Varios factores son relevantes a tener en cuenta.

Fujimori fue presidente entre 1990 y 2000, un período caracterizado por cierta estabilidad política, económica y social. A pesar de haber sido condenado por delitos de corrupción y tipificados como de lesa humanidad, aún cuenta con un significativo apoyo entre ciertos sectores de la ciudadanía, especialmente aquellos que valoran su «mano dura» contra el terrorismo y su capacidad para estabilizar la economía tras el desastroso gobierno de Alan García (1985-1990). Keiko Fujimori busca aprovechar este legado y la imagen de su padre como un líder «fuerte y efectivo», apelando a la nostalgia de aquellos que añoran la estabilidad de su gobierno y de quienes recibieron beneficios durante su mandato.

Con la candidatura de Fujimori, Keiko Fujimori busca revertir la imagen negativa que rodea a su familia debido a la corrupción y violaciones de derechos humanos durante el gobierno de su padre. Esto le permitiría posicionar a los Fujimori nuevamente como una opción política viable, apelando a aquellos que aún creen en el «fujimorismo» como una alternativa política. La intención es crear una narrativa que subraye los logros de su gestión mientras se minimizan o justifican sus delitos.

Postular a Alberto Fujimori, creador del «pensamiento Fujimori», como lo resalta la congresista Rosangella Barbarán, permitiría a Fuerza Popular mantener su presencia en el escenario político nacional, pretendiendo unificar al «pueblo fujimorista» en torno a la figura del ex presidente y movilizar la base electoral «albertista». Esta estrategia busca consolidar a los seguidores más leales y, al mismo tiempo, atraer a nuevos votantes que se identifican con la narrativa de un liderazgo fuerte y eficaz.

Tras la excarcelación de Alberto Fujimori en diciembre de 2023 por «razones humanitarias», Keiko ha estado preparando el terreno para su regreso a la política. A pesar de saber que su postulación es inconstitucional, no duda en anunciarlo, buscando distraer a la opinión pública del juicio que enfrenta, pautar la agenda política nacional y reafirmar la identidad de Fuerza Popular en torno al legado de Fujimori. La candidatura también puede ser vista como una forma de consolidar su liderazgo dentro de Fuerza Popular, su desprendimiento y generosidad al comunicar la declinación de su candidatura presidencial a favor de su padre.  

Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos. La candidatura de Alberto Fujimori podría movilizar no solo a sus seguidores, sino también a una oposición antifujimorista decidida y vehemente. La memoria de las violaciones de derechos humanos y la corrupción de su gobierno sigue siendo un punto de conflicto significativo. Además, en la actual coyuntura, oponerse al fujimorismo implica también hacer oposición al gobierno de Dina Boluarte y a sus aliados en el congreso. Estos aliados tienen muy poco de partidos políticos y se asemejan más a unas organizaciones criminales.

Mas artículos del autor:

"O hacemos política o nos la hacen"
"Estatizar Pataz"
"Partidos de papel"
x