Raúl León Thorne

El ejemplo de Velarde

 

Escribo hoy en una linda tarde soleada de verano. La ciudad semivacía y muy tranquila por la migración de muchos limeños a las playas. Vuelvo a leer que en el 2021 rompimos el récord histórico de superávit comercial y el de inversión pública. Leo que el 2021 la inversión privada creció 34 % y que el dólar regresó al nivel pre-Castillo. Tenemos una moneda muy estable.

Estamos dejando atrás una crisis sanitaria inmensa, tal vez la mas grande de la historia republicana. Y la estamos dejando atrás con mucha fuerza. La actividad económica en TODAS las regiones está creciendo. Siento optimismo.

En las últimas semanas hemos visto cómo se descubre que el secretario de palacio es un corrupto. Que ni bien había entrado en el cargo ya tenía juntado 20,000 dólares en el baño, que se había gastado otros tantos en una fiesta para su hija, que cobraba por gestiones ante la Sunat , que cobraba por ascensos en la policía, etc. ¿Cuánto habrá llegado a cobrar en esos pocos días en el cargo? ¿cien mil, doscientos mil, quinientos mil dólares?

Yo me alegro que el sistema lo haya descubierto tan pronto!

Que pena que el sistema no descubrió (o no quiso descubrir…) a todos los anteriores secretarios y cónyuges que actuaron como secretarios de palacio que cobraron por gestiones en decenas de instituciones estatales y que se robaron miles de millones de dólares en los últimos 35 años.

Es cierto que algunos de esos secretarios están siendo hoy procesados. Muy bien. Pero ahora los agarran “in fraganti”, mejor aún.

Lo mismo sucede en otras latitudes. En Petroperú, por ejemplo, fuente de tanta corrupción, ahora se descubren procesos corruptos a tiempo para cancelarlos. ¡Qué pena que no se descubrió a tiempo la corrupción multimillonaria de la refinería de Talara, que ya nos viene costando más de cuatro mil millones de dólares!

Yo pienso que aquí también hemos mejorado.

Por supuesto que no defiendo a Castillo, a su total incapacidad, a su entorno, para nada. Pero eso es lo que hay y no hay que desesperarse y perder todo de vista, incluyendo nuestro sistema democrático por ello.

 

Cuando Castillo ganó las elecciones, porque la mayoría no quería que la corrupción fujimorista regresara al poder, ya sabíamos lo que se venía.

¿Qué hizo entonces Julio Velarde? ¿Se retiró después de 15 años como exitoso presidente de BCRP para aceptar los magníficos puestos que le ofrecía la burocracia dorada internacional y las grandes empresas privadas? No, todo lo contrario, hizo lo que le tocaba hacer a cualquier patriota, hacer lo correcto desde su esquina y continuar al mando del BCRP.

¡Y vaya lo que le costó! No solo renunció a grandes riquezas y comodidades sino además tuvo casi que humillarse para poder quedarse. El no solo lo logró, sino además logró armar un directorio que hoy nos regala a todos una moneda estable a pesar de Castillo.

Ese es el ejemplo Velarde. Deberíamos convertirlo en el efecto Velarde e imitarlo. Cada uno desde su esquina debe tirar para adelante.  Y hay muchos motivos objetivos para hacerlo. No se trata de sacrificarse en vano, se trata sopesar las cosas objetivamente.

Castillo ya nombró un excelente directorio del BCRP, el cual no puede remover por 5 años. Castillo ya rompió con Cerrón, y así se amiste de nuevo es muy limitado el daño que puede hacer sí el resto de Estado y de la sociedad civil responde adecuadamente, legalmente, desde su esquina.

¡Que la primera ministra anuncia que va a cerrar 3 minas… pues ella sola NO PUEDE! El sistema legal bajo el cual vivimos no se lo permite sin la anuencia de muchos otros estamentos.

Que el Presidente va a regalar costa a Bolivia… pues él solo No Puede!

Lo mismo sucede con gran parte de las barbaridades que dicen ministros y congresistas de todos los sectores. Vivimos en un estado de derecho que ya estableció candados legales para que los cambios realmente importantes requieran de la aprobación de muchas instituciones del Estado y de la sociedad civil.

Ayer mismo Castillo tuvo que dar marcha atrás en el nombramiento de alguien impresentable como primer ministro. Que mejor muestra que no puede hacer lo que le da la gana, como sí lo hacían anteriores Presidentes hoy procesados por la Justicia.

¿Tenemos motivos para estar optimistas en nuestro futuro económico? Pues claro que sí.

Vivimos en un estado de derecho, en una democracia, con un pueblo marcadamente trabajador y emprendedor, con una población no solo de propietarios dispuestos a defender sus propiedades, sino con un perfil de la pirámide de edad que nos permite esperar muchos años de crecimiento.

Vivimos en un país maravilloso que tiene muchísimos recursos naturales que el mundo demanda constantemente. Tenemos hoy, como nunca antes en nuestra historia, una infraestructura que nos permite seguir desarrollándonos. Tenemos mucha inversión privada, nacional y extranjera que quiere seguir invirtiendo en el Perú (o alguien cree que los grandes conglomerados que están pagando sus deudas tributarias atrasadas y judicializadas lo hacen porque piensan abandonar el país).

Continuemos trabajando, desde nuestras esquinas, con un optimismo basado en la razón y no bajemos la guardia en el control, denuncia y sanción contra los corruptos, públicos y privados,

 

 

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