Larry Summers es un destacado economista estadounidense que fue secretario del tesoro (equivalente a ministro de economía) en EE. UU., economista en jefe del Banco Mundial, presidente de la universidad de Harvard, entre otras posiciones prestigiosas.
En el último año ha venido advirtiendo que el riesgo de inflación es mucho mayor que lo que la mayoría de economistas esperaba. A continuación, resumo los puntos principales de una entrevista que Summers dio a fines de marzo del 2022 al New York Times.
Durante el 2021 Summers advirtió que la inflación no iba a ser transitoria, que los problemas de la cadena logística no se iban a resolver, que no solo era un tema de autos y energía, que los mercados, expertos y la reserva federal norteamericana (el banco central estadounidense, también conocido como Fed) estaban equivocados y que se iba a dar una situación inflacionaria muy seria.
El tiempo le ha dado la razón, está claro ya que la inflación no es transitoria como se esperaba y que está afectando a la mayoría de sectores económicos. La Fed ha reaccionado incrementando la tasa de interés para controlar la inflación, pero Summers considera que este incremento es tardío e insuficiente.
El escenario optimista que manejaban los expertos era que el desbalance que genera la inflación, al haber una demanda superior a la oferta, se iría resolviendo a medida que la pandemia desapareciera. Pero lo que sucedió fue que Rusia invadió Ucrania y la variante Omicron comenzó a afectar duramente a China implicando una reducción de oferta adicional que implico una subida de precios adicional.
Summers considera que el consenso económico se equivocó al usar un escenario optimista como escenario base. La realidad demostró que las cosas podían salir mal y que estos riesgos no estaban debidamente considerados en el análisis.
Summers considera que la situación actual se asemeja a la de los años 70 (crisis en la cual la inflación llego hasta el 14% en 1980), época en la cual se dieron políticas que expandieron la demanda al punto de generar un escenario inflacionario, a lo cual se sumó la mala suerte de que ocurran shocks de reducción de oferta en el mercado petrolero, desencadenando un desastre macroeconómico.
La sobre expansión económica del 2021 ha creado problemas similares a los de los setenta, que también se han complicado con shocks de oferta fruto de la invasión rusa y las complicaciones de la pandemia en China. El resultado es la situación actual de inflación elevada, que se tiene claro, no se va a reducir de manera espontánea.
La discusión que Summers tuvo con varios economistas a lo largo del año pasado fue si la inflación del 2021 provenía de un exceso de demanda fruto de los estímulos (cheques para la población entre otros) o de falta de oferta proveniente de los problemas logísticos de la pandemia.
Summers considera que la oferta es un hecho de la realidad que ni la política monetaria o la fiscal van a poder modificar, por lo cual el trabajo de la Fed (principal administrador de la demanda) es calibrar la demanda apropiadamente. La falta de oferta no debe ser una excusa, el trabajo de la Fed es identificar los signos de sobrecalentamiento del mercado y aplicar las medidas restrictivas necesarias.
Antes de que se dé la guerra en Ucrania y los problemas en China, la inflación de los sueldos en EE.UU. ya estaba arriba del 6% anual. A pesar de que el gobierno norteamericano ya no está estimulando la economía y la Fed ya está incrementando la tasa de interés (enfriando la economía), Summers presenta tres razones por las cuales los problemas inflacionarios no van a mejorar sino empeorar:
Primero, los efectos de los estímulos van a ser de largo plazo dado que alrededor del 70% de los cheques entregados en EE.UU. no han sido gastados aún. Segundo, dado que la tasa de la FED aun es baja y la inflación es alta, la tasa de interés real es negativa (la tasa de interés real es la tasa de interés nominal menos la inflación), lo cual continúa estimulando la economía. Tercero, los estímulos han generado un ciclo de reactivación que se retroalimenta a si mismo, dado que produjo contratación de personal, este recibió sueldo, el sueldo fue gastado, esto genero mayor inversión en las empresas, contratando mayor personal y así sucesivamente fortaleciendo la demanda en la economía.
Esto implica que las proyecciones actuales de la economía estadounidense sean de un crecimiento mayor a su potencial, reducción de la tasa de desempleo y un incremento de la demanda mayor al de la oferta, por lo cual la presión inflacionaria va a continuar.
El gran riesgo en este momento es que la inflación del 2022 se convierta en un fenómeno de expectativa de inflación que retroalimente el incremento de precios en los siguientes años. La clave para controlar este riesgo es la credibilidad, es necesario que el mercado considere que los bancos centrales van a tomar las medidas necesarias para controlar la inflación, por más duras que estas sean.
Este fue el gran aprendizaje de los años 70 y la razón por la cual en los últimos cuarenta años no ha habido problemas inflacionarios similares. Entre 1979 y 1982, Paul Volcker, el presidente de la Fed de la época, tuvo que incrementar la tasa de interés al 19%, lo cual genero una recesión que finalmente logro controlar la inflación, pero a un fuerte costo para la economía.
A pesar de que la Fed ha comenzado a incrementar su tasa de interés, indicando que llegaría hasta el 2%, Summers considera que este incremento es insuficiente y que debería llegar más bien al 4 o 5% dentro de los próximos dos años, lo cual lograría que la tasa de interés real sea positiva.
Mientras la tasa de interés real sea negativa (como es el caso actual), la gente preferirá gastar en vez de ahorrar y la economía continuara estimulada. Por esta razón Summers considera que para poder retornar a los niveles de 2% anual de inflación, previos a la pandemia, muy probablemente se necesitara tener una recesión. Esta es una advertencia de que se viene un enfriamiento importante de la economía en algún momento de los próximos dos años.