Brechas de representación

"En el Perú tenemos varias líneas de división, pero creo que la más representativa es la que ha estado detrás de la protesta post golpe de fines de 2022 y comienzo de 2023."

[EL CANCERBERO] Un reciente artículo de Joan C. Williams, analizando la política norteamericana mencionaba que “la forma en que tratas a la «no élite» (clases medias y bajas) es clave para vencer al populismo”.

En su análisis explica que en EE.UU. hay una «brecha de representación» entre las preocupaciones de los votantes de élite y los votantes de clase media.

En EE.UU. la mayoría de la población está compuesta por la clase media, la cual vive principalmente en ciudades medianas y pequeñas a lo largo de todo su territorio. Por otro lado, la “élite” está compuesta por votantes con altos niveles educativos, que viven en las grandes ciudades de EE.UU., principalmente ubicadas en la costa.

Hasta la década de 1970, los partidos de centroizquierda y los intelectuales progresistas eran aliados de los obreros en cuestiones económicas. Los objetivos eran conseguir buenos empleos y una jubilación estable.

Desde los ochenta en adelante, la centroizquierda comenzó a desviar su atención de los problemas económicos a las preocupaciones culturales respecto al género, el racismo y el ambientalismo.

A esta corriente se le llama «post-materialismo». Algunos consideran que el movimiento post-materialista fue un cambio generacional, sin embargo, este no se dio a todo nivel, se concentró en las élites con educación universitaria.

A medida que las prioridades del Partido Demócrata (la centro izquierda en EE.UU.) pasaron de los problemas económicos a los post-materialistas, la clases medias y bajas se quedaron sin representación, dado que sus posiciones tienden a ser conservadoras en temas sociales pero progresistas en economía.

Los politólogos llaman a esto la «brecha de representación» y en EE.UU. este vacío es aprovechado por los populistas económicos de extrema derecha como Donald Trump o Ron de Santis.

La extrema derecha aprovecha este vacío para defender los valores culturales de las clases medias, convirtiendo la inmigración, el aborto y el cambio climático, entre otros temas, en el escenario de una guerra cultural en EE.UU.

Cuando Trump se postuló para presidente en 2016, ofreció empleos (progresismo económico) y aprobar el derecho al aborto (conservadurismo). Los votantes que permitieron que Trump sea elegido, no son ni pobres ni ricos, son parte de una clase media frágil y en lento deterioro.

Los científicos sociales consideran que la clase media es más conservadora y cautelosa que la clase baja (que puede permitirse correr riesgos porque tiene muy poco que perder) y que las élites (cuyo privilegio les permite recuperarse de los fracasos).

En EE.UU., pero sobre todo en Europa, la brecha se expresa en la línea de división entre globalización y patriotismo. Las élites apoyan la globalización mientras que la clase media y clase trabajadora al nacionalismo. Esta fue una de las razones principales que impulsaron que el Reino Unido dejara la Unión Europea (proceso que se conoce como “Brexit”).

Esta línea de división también refleja diferencias de clase. Los estudios etnográficos muestran que las clases medias y bajas son más patrióticas que las élites. Esto sucede porque ser inglés, noruego o estadounidense, es una de las pocas categorías de alto estatus que las personas de clase media y baja pueden mostrar a su favor. Dado que la élite puede apelar al estatus que le da su nivel de riqueza o sus estudios universitarios, no necesita apelar al nacionalismo.

¿Cuáles la mejor manera de cerrar la brecha de representación?

En EE.UU. la respuesta es combinando políticas económicas progresistas, que satisfagan la demanda por buenos empleos y mejoras económicas, con un simbolismo cultural que muestre respeto por los valores de la clase trabajadora.

El elitismo que es condescendiente hacia la clase obrera ha sido motivo de rechazo a candidatos que exhibían ese comportamiento (recuerdo la mención de Hillary Clinton respecto a los “deplorables”). Es indispensable no insultar la inteligencia y los valores de las clases medias y bajas, porque eso solo los lleva aún más a los brazos de la extrema derecha.

¿Cuáles son las brechas de representación en el caso del Perú?

En el Perú tenemos varias líneas de división, pero creo que la más representativa es la que ha estado detrás de la protesta post golpe de fines de 2022 y comienzo de 2023.

Los principales elementos de esa línea de división son la diferencia entre la visión de los pobladores de la costa versus los de la sierra, conectada con la diferencia de la visión entre los que viven en grandes ciudades y los que viven en el campo, conectada con la dinámica de poder entre la capital y las provincias y finalmente, conectada con la diferencia de la visión de las culturas y razas andinas versus la cultura criolla y mestiza de la costa.

Esa es la gran línea de división que atraviesa al Perú en este momento y que lo ha atravesado toda su historia. En el Perú esta diferencia es más relevante que la diferencia entre la élite y la clase media y la clase baja.

Sin embargo, en el Peru también hay una división entre valores progresistas y conservadores, temas como los derechos LGTBQ, el derecho al aborto, el uso de lenguaje inclusivo, la lucha contra la discriminación racial y de género, forman parte también de una guerra cultural en la que participan la izquierda, el centro y la derecha.

Es interesante que, en el Perú, la extrema izquierda y la extrema derecha utilizan la misma estrategia de defensa de valores conservadores. Por otro lado, nuestra élite intelectual peruana, representada por la centro izquierda y centro derecha, suele coincidir con los valores post-materialistas, lo cual la pone en desventaja frente a una población mayoritariamente conservadora.

¿Cuál es la mejor manera de cerrar la brecha de representación en el Perú?

En el caso del Perú, sin duda, combinar una propuesta económica que satisfaga la demanda por buenos empleos y mejoras económicas, con un simbolismo cultural que muestre respeto por la cultura y valores de las clases medias y bajas, tanto andinas como costeñas.  A lo cual añadiría, plantear una posición de valores culturales más conservadores que post-materialistas, sintonizando con el sentir de las mayorías en el Perú.

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