Walter Tawanama-El opio del Pueblo

Invertir en educar

"En 2019 había señales en estudios internacionales de que empezaban a mejorar los resultados educativos del Perú, al menos en pruebas estándar del estilo PISA, pero es probable que la pandemia nos haya devuelto a nuestra anterior situación de pobreza educativa, liquidando la incipiente mejora."

Desde 1823 las constituciones peruanas, incluyendo la actual, reconocen el derecho a la educación y las obligaciones del Estado en ese campo. Una ejecución deficiente ha acompañado esas buenas intenciones.

Pero hay una Época de Oro de la educación pública, en que se inauguraban buenos colegios y los docentes y funcionarios eran bien pagados. Esta Arcadia existió entre 1950 y 1967: un crecimiento constante de recursos se tradujo en infraestructura, bibliotecas y salarios, produciéndose una fuerte mejora en la apreciación del sistema educativo que aún se mantiene en la memoria de los profesores más antiguos. En ese periodo el presupuesto público en educación prácticamente se multiplicó por 9, pasando de poco menos de 850 millones a 7 mil 340 millones (medidos en soles constantes de 2016); la inversión por estudiante, indicador tan o más importante que el volumen total del presupuesto, creció de 831 a 3 161 soles por año, mostrando que hay una asociación entre inversión sostenida en educación y mejora efectiva de esta.

Y ¿qué pasó después? En un largo proceso que va de 1968 a 1992, la inversión por estudiante en términos reales regresa al nivel de 1950. En otras palabras, todo el crecimiento de la inversión educativa ganados entre 1950 y 1967, se pierde en el periodo 1968-1992.

A este proceso siguió una lenta recuperación que ganó velocidad con la llegada del nuevo milenio, periodo en el que la necesidad de incrementar recursos en educación se vio espoleada por los malos resultados obtenidos en pruebas internacionales. En la actualidad tanto el presupuesto en educación (35 mil millones de soles, efectivamente, 35,000,000,000; con todos sus ceros, una fortuna anual) como el nivel de inversión por estudiante (4 000 soles por estudiante por año) son los más altos de nuestra historia. Sin embargo, por múltiples razones el sentimiento de optimismo frente a nuestra educación no ha renacido.

En 2019 había señales en estudios internacionales de que empezaban a mejorar los resultados educativos del Perú, al menos en pruebas estándar del estilo PISA, pero es probable que la pandemia nos haya devuelto a nuestra anterior situación de pobreza educativa, liquidando la incipiente mejora.  En todo caso, dado ese contexto, vale la pena preguntarse ¿cuánto más debemos aumentar la asignación presupuestal a la educación para obtener buenos resultados?  Y ¿en cuánto tiempo veremos ese cambio?

No hay estudio internacional que diga cuánto se debe gastar en educación ni en números absolutos ni relativos. Lo que sí muestran algunos estudios, basados en PISA, es que hay un tramo de inversión que es bastante seguro, va de los 0 a los 4 000 dólares por alumno al año. Cada dólar adicional invertido en ese tramo se correlaciona positivamente con la mejora en los aprendizajes; esto no es tan seguro pasados los 4 000 dólares por estudiante. La buena noticia es que en el Perú tenemos todavía mucho techo para invertir en infraestructura, saneamiento, conectividad, capacitación de los docentes, etc., pues estamos aún muy por debajo de esa cifra.

Y aquí llego a la parte sorprendente de este relato:  si cualquier persona o familia fuera a invertir una suma muy importante de dinero en un bien, buscaría conocer costos y calcular plazos para la operación, pero nadie en el Perú sabe a ciencia cierta cuánto cuesta la mejora global y significativa del sistema educativo, y el ministerio desde hace mucho trabaja con presupuestos calcados de años anteriores, con un incremento porcentual y alguna innovación ocasional. 

No tendrá la urgencia del regreso de la pandemia, pero conocer costos y plazos tiene la misma importancia, porque para cambiar el sistema educativo no basta saber qué se quiere (hay un Proyecto Educativo Nacional al 2036) sino cuánto cuesta y en qué plazos puede la economía del país cubrir esa inversión. Y por supuesto usar bien el dinero. Dada nuestra diversidad, esto implica un trabajo coordinado, darle educación de calidad a una niña ashaninka en un poblado en el Perené requiere sin duda más inversión que ofrecerla a un adolescente que acude a un colegio emblemático en Lince. 

No sé trata de pedir todo para el día siguiente, error repetido, pero tampoco se puede ignorar costos y plazos; o dejarlos en la nebulosa y echarse a andar a paso ligero, pero a ciegas. 

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educación en el Perú, inversión educativa, Ministerio de educación, Perú, PISA, presupuesto anual

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