Desde los viajes cientológicos de Return To Forever hasta versiones aflamencadas de canciones de los Beatles, desde los arrebatados intercambios acústicos con Paco de Lucía y John McLaughlin hasta sus intensas composiciones basadas en diversas formas de música latina, Al Di Meola (New Jersey, 1954) ha construido un universo entero de sonoridades y emociones a través de su virtuosa guitarra, considerada en diversas ocasiones como “la mejor del mundo”, en una época en que los listados eran confiables, no como los mamotretos que nos regalan las últimas ediciones de Rolling Stone, ese panfleto que hoy nos dice que Freddie Mercury no es lo suficientemente bueno como para estar entre los mejores diez cantantes de la historia.
Cuando se supo que existían grabaciones de Al Di Meola tocando en vivo con Frank Zappa, las comunidades guitarrísticas enloquecieron de emoción. El hecho se produjo en noviembre de 1981, cuando Frank lo llamó para unirse a su banda en el legendario local neoyorquino The Ritz, casa de conciertos que los nostálgicos de la MTV ochentera/noventera recuerdan muy bien. “He escrito una nueva canción pensando en ti, ¿por qué no vienes a ensayarla con nosotros?”, le dijo por teléfono. Di Meola, fanático del genio de Baltimore, aceptó de inmediato. Como era su costumbre, Zappa tuvo la intención de lanzar al mercado tan espectacular encuentro pero diversos problemas técnicos lo impidieron, además de que Al consideraba que sus solos “no habían salido del todo bien”.
“Yo nunca lo había escuchado antes -diría Frank en una entrevista para Guitar Magazine-, solo la imitación que hacía Warren (Cuccurullo, otro de sus guitarristas, famoso posteriormente como integrante de Missing Persons y Duran Duran) de su forma de apagar las notas mientras las tocaba a toda velocidad”. Muchos años después, en el 2014, aparecería un LP doble -bootleg- titulado Puttin’ on The Ritz en que se pudieron escuchar, por primera vez, las dos canciones que hicieron en el escenario estos dos monstruos de la guitarra eléctrica, Clownz on velvet, composición original de Frank Zappa; y un imperdible cover de Ride like the wind, clásico del álbum debut de Christopher Cross (1979).
Para ese entonces, Al Di Meola ya era una superestrella de la música por derecho propio, merced de una carrera que inició apenas a los 19 años, cuando el mago de los teclados Chick Corea lo reclutó, por recomendación de un amigo en común, para integrarse a Return To Forever, el extraordinario combo de jazz-rock que el tecladista había formado tras su trabajo en la escuelita de Miles Davis, entre 1969 y 1971. En un inicio, Return To Forever fue planificado como una fusión de jazz con elementos de música brasileña y española; pero luego de tres álbumes en esa línea, Corea decidió dar un giro de 180° a su proyecto, asociándolo más al rock progresivo británico. Para cuando Al Di Meola se unió al grupo, para reemplazar a Earl Klugh -quien, a su vez, había cubierto la plaza dejada por Bill Connors-, el sonido de Return To Forever se convirtió en una afiebrada combinación de The Mahavishnu Orchestra, Emerson, Lake & Palmer, Genesis y los Headhunters de Herbie Hancock.
La formación clásica de Return To Forever -Chick Corea (piano, teclados, sintetizadores), Al Di Meola (guitarras eléctricas y acústicas), Stanley Clarke (bajos, contrabajos) y Lenny White (batería, percusiones)- produjo una tríada fantástica de álbumes, de extensas composiciones instrumentales y vertiginosos solos. El guitarrista, apenas egresado de la prestigiosa Escuela de Música de Berklee (Boston, EE.UU.), debutó en Return To Forever para su cuarto LP, Where have I known you before (1974), que contiene la espectacular Song to the Pharaoh Kings, más de catorce minutos de volcánicos intercambios de virtuosismo; la breve pero sustanciosa descarga rockera Earth juice; y una sutil pieza del baterista Lenny White, The shadow of Lo, en que la guitarra de Di Meola nos recuerda un poco a Robert Fripp. Luego vino el disco No mystery (1975), fuertemente influenciado por el funk, en que Al estrena su primera composición, en esa clave, Flight of the newborn. Sus rapidísimas líneas acústicas en Interplay o la explosiva descarga rockera de Excerpt from the first movement of Heavy Metal, apoyado por el descomunal bajo de Stanley Clarke, van definiendo su estilo, como en las dos partes de Celebration suite, trece minutos de pura inventiva instrumental de la que se nutrirían, años después, bandas como Primus o Snarky Puppy. Una de mis favoritas de este disco es Sofistifunk, con un solo disparado con arrebatada velocidad, en medio de la cascada de clavinets funky de Corea.
Pero si hay un disco que realmente identifica esta etapa de Return To Forever es el tercero y último, Romantic warrior (1976), una maravilla musical de principio a fin. Aquí, el cuarteto exhibe sin pudores sus destrezas, las cuales intercalan con momentos de sublime musicalidad, demostrando que manejan los silencios, las notas largas y las síncopas, tanto como los frenéticos solos y progresiones imposibles para un músico promedio. Desde los tintes soul/funk de Sorceress -escrita por White, cuya introducción con esas notas dobles de Clarke fue usada en múltiples comerciales en la televisión peruana de los ochenta- o los ataques rockeros de Di Meola en su composición Majestic dance, cortando el aire con su afilada Gibson, al estilo de su colega John Scofield, se nota en este disco una mezcla muy inteligente de virtuosismo y sentido melódico, haciendo accesibles estos juegos expertos en estructuras e improvisaciones. El disco, que Chick Corea dedicó al creador y líder de la Cientología, L. Ron Hubbard, incluye piezas de su autoría como The romantic warrior, Medieval overture o The magician (esta última escrita por Stanley Clarke), todos impresionantes ejercicios de extremada habilidad de cuatro músicos en estado de gracia.
Cuando Corea, en otro movimiento inesperado, decidió desarmar al cuarteto en 1976, Al Di Meola -entonces de 22 años- encontró el tiempo y espacio perfectos para dar rienda suelta a su propia voz como compositor y guitarrista. Desde ese mismo año, acompañado por grandes músicos como Steve Gadd (batería), Alphonso Johnson (bajo), Barry Miles, Jan Hammer (teclados) y Mingo Lewis (percusiones), Di Meola convirtió los estudios de grabación de Columbia Records en un crisol en el que volcó todas sus influencias e innovaciones. Al jazz-rock que había desarrollado en Return To Forever le añadió su irrefrenable pasión por géneros hispanoamericanos como flamenco español, tango argentino y bossa nova brasileña, edificando un repertorio brillante y multiforme, pero siempre con ese frenético y articulado estilo que desenvuelve con limpieza y precisión.
Su debut como solista, Land of the midnight sun (1976), tiene además una sorpresa, la participación de Jaco Pastorius (Weather Report) en un extenso jam, Suite Golden Dawn, que -según cuenta el mismo Al- fue la primera vez que el extraordinario bajista entró a un estudio de grabación. La sociedad con el tecladista checo-norteamericano Jan Hammer (The Mahavishnu Orchestra) generó clásicos del jazz moderno como Cruisin’ del disco Electric rendezvous (1982) o Elegant Gypsy Suite de su segundo LP, Elegant gypsy (1977), disco en el que además encontramos una vertiginosa pieza flamenca, Mediterranean sundance, la más conocida de su amplio catálogo, grabada junto a Paco de Lucía, nada menos. En 1982 aparecería su primer larga duración en vivo, Tour de force y al año siguiente lanzó Scenario, álbum en que Di Meola y Hammer experimentan con elementos electrónicos y un acercamiento más elástico hacia el pop-rock vigente en esos años. En ese disco participaron tres megaestrellas del prog-rock, el bajista Tony Levin y los bateristas Phil Collins y Bill Bruford. En medio, Casino (1978, con carátula que recuerda a Al Pacino en Scarface) y Splendido Hotel (1980), dos extraordinarios discos de jazz-rock y fusión latina, confirmaron su estatura musical.
Di Meola se unió a otros dos gigantes del instrumento, el británico John McLaughlin y el español Paco de Lucía, para hacer una gira que quedó registrada en el disco Friday night in San Francisco (1981), un clásico del flamenco moderno que, el año pasado, se reactualizó con grabaciones nuevas de aquel tour que Di Meola rescató bajo el título Saturday night in San Francisco. La química entre ellos fue tal que ingresaron a los estudios para grabar Passion, grace and fire (1983) y luego, doce años después, repitieron la experiencia en el extraordinario CD The Guitar Trio (1995). Un año después, en uno de los shows benéficos organizados por el tenor italiano Luciano Pavarotti, en Bosnia, hicieron una versión relampagueante de Mediterranean sundance, una competencia sana entre tres guitarristas superdotados, que podemos ver en este enlace. En ese mismo tiempo, se reunió con su ex compañero en Return To Forever, el bajista Stanley Clarke, y el violinista francés Jean-Luc Ponty para una gira titulada The rite of strings que, a su vez, generó un álbum en estudio del mismo nombre. En el 2007, Di Meola, Ponty y Clarke se reunieron para varios festivales de jazz y llegaron a tocar en Sudamérica, concretamente en Chile, Brasil y Argentina. Y en el 2008 se produjo el esperado reencuentro de Di Meola con Lenny White, Stanley Clarke y Chick Corea, en el Festival de Jazz de Montreaux.
Su camino musical prosiguió durante la década de los noventa y las siguientes, con más de veinte lanzamientos en las que explora su evolución como compositor y las fusiones con el tango -incluso grabó dos álbumes tributo a Astor Piazzolla, en 1996 y 2007-, y la música del Medio Oriente, a través de su proyecto World Sinfonia, una formación cambiante que incluye músicos de Turquía, Argentina, Cuba, Italia, Puerto Rico, Estados Unidos, entre otros, con quienes ha producido brillantes álbumes como Heart of the immigrants (1993), Orange and blue (1994), Morocco Fantasía (2011), concierto en un festival de jazz en la ciudad de Rabat, Marruecos; Pursuit of radical rhapsody (2012) o el extraordinario Elysium (2015) donde escuchamos cajones peruanos, bandoneones argentinos y progresiones que van del jazz a la música árabe, con la fluidez armónica y riqueza melódica propias de Di Meola, quien creció admirando a Larry Coryell y a los Beatles.
Precisamente, la música del Fab Four es una de sus más recientes inspiraciones. Los álbumes All your life (2013) y Across the universe (2020) contienen, cada uno, catorce clásicos de los Beatles, tocados por Al Di Meola en guitarra acústica, con arreglos que les dan vida nueva, como por ejemplo en Because, Dear Prudence, Being for the Benefit of Mr. Kite, Strawberry fields forever o Norwegian wood. En una reciente entrevista reconoció que los Beatles son los principales responsables de su decisión de querer convertirse en guitarrista y que hacer esas adaptaciones fue muy complicado para él, por el respeto que siente hacia el espíritu de esas entrañables canciones.
Al Di Meola (68), la leyenda del jazz-rock, estará tocando en Lima, por primera vez, este 9 de marzo en el Gran Teatro Nacional, gracias a la productora de Jorge Fernández, a quien le debemos también la inolvidable tocada que hizo Pat Metheny hace unos meses. Y llega con una banda multinacional integrada por algunos de sus colaboradores más estables en los últimos años: Mario Parmisano (piano, Argentina), Paolo Alfonsi (guitarra acústica, Italia) y Sergio Martínez (percusión, España). Una cita imperdible para los amantes de la buena guitarra.