Jeff Beck (1944-2023): El padre de la guitarra eléctrica moderna

"La muerte de Jeff Beck -nacido como Geoffrey Arnold Beck en Surrey, al sur de Londres, un 24 de junio de 1944- conmociona al mundo del rock y a los fanáticos de la guitarra eléctrica moderna"

“Él nos llevó por primera vez a los Estados Unidos como cantante de su banda y desde entonces no hemos mirado atrás, lo extrañaré mucho” (Rod Stewart). “El guerrero de las seis cuerdas ya no está con nosotros” (Jimmy Page). “Hemos perdido a un hombre maravilloso y uno de los mejores guitarristas del mundo” (Mick Jagger). “Un hombre adorable que produjo algunas de las mejores interpretaciones para guitarra que hayan salido de Inglaterra” (Paul McCartney). “Estoy devastado tras escuchar las noticias de la muerte de mi amigo y héroe” (David Gilmour). “Estaba en muy buena forma, no lo entiendo, no tiene sentido” (Dave Davies). “Jeff era una excelente persona y un genio icónico de la guitarra” (Tony Iommi). “Él era inimitable, irreemplazable, el pináculo absoluto de la guitarra eléctrica” (Brian May). Son solo algunas de las luminarias del rock mundial que despidieron a Jeff Beck, fallecido el martes 10 de enero, de un momento a otro, tras contraer de manera sorpresiva una extraña meningitis bacteriana, a los 78 años.

La muerte de Jeff Beck -nacido como Geoffrey Arnold Beck en Surrey, al sur de Londres, un 24 de junio de 1944- conmociona al mundo del rock y a los fanáticos de la guitarra eléctrica moderna. Por supuesto, desde la tarde/noche en que se anunció, las páginas web especializadas y grupos temáticos en redes sociales reventaron con mensajes, fotos, videos y semblanzas respecto de este extraordinario músico. Formado en la rica escena del blues-rock británico que acompañó a la Beatlemanía, casi como el hermano marginal que arrastraba sus poderosas propuestas a la sombra del brillo pop de los Fab Four, su nombre está asociado a los mejores de su tiempo, en una época de efervescencia artística de la que él fue protagonista y forjador indiscutible.

Junto a sus camaradas Eric Clapton y Jimmy Page, Jeff Beck dio forma a todo lo que pasó en el blues-rock mundial desde la segunda mitad de los sesenta. Sin embargo, su importancia no alcanzó a las masas como sí pasó luego con los otros dos, inmortales a través de sus trabajos grupales -Cream y Led Zeppelin- y, en el caso de alias “Slowhand”, por su megaexitosa carrera como solista que se extendió durante las cuatro décadas siguientes. En muchos aspectos -sentido de la experimentación, emotividad, dominio y creación de técnicas, fusión de estilos, influencia- Beck es tan o más importante que sus amigos y colegas con quienes cruzó caminos más de una vez. Sin haberse emocionado escuchándolo, no habrían existido Ritchie Blackmore (Deep Purple), Steve Vai (Frank Zappa, Whitesnake), Adrian Belew (FZ, Talking Heads, King Crimson), Johnny Marr (The Smiths) o Tom Morello (Rage Against The Machine). 

Su carrera comenzó en una de las bandas más famosas de los años sesenta, The Yardbirds. Entre 1963 y 1965, el quinteto había alcanzado mucho éxito gracias a las manos prodigiosas de Eric Clapton. Sin embargo, a medida que comenzaron a alejarse del blues, el guitarrista decidió emigrar hacia la escuelita bluesera de John Mayall y, para cubrirlo, sugirió a otro músico de sesiones, Jimmy Page. Sin embargo, el futuro líder de Led Zeppelin declinó la oferta pues le iba muy bien trabajando en estudios de grabación, por lo que recomendó a su amigo Jeff. En ese tiempo los tres tenían apenas veinte años de edad. Con Beck, el grupo generó una nueva forma de entender el blues, incorporando elementos de psicodelia y hard-rock. Temas como Heart full of soul (1965) o Shapes of things (1966) mantuvieron a The Yardbirds en primera línea. La flamígera guitarra de Beck fue pretendida por bandas como The Rolling Stones y Pink Floyd. “Quisimos llamarlo para reemplazar a Syd Barrett, pero nadie se atrevió”, contó alguna vez Nick Mason, baterista de los autores de álbumes como Dark side of the moon (1973) o The Wall (1979).

Poco tiempo después, Jimmy Page volvió a ser invitado a integrarse a The Yardbirds, lo cual aceptó, en principio como bajista pero, en un afortunado giro de acontecimientos, la banda decidió rearmar sus piezas de tal manera que Beck y Page se hicieran cargo de las guitarras, dejando el bajo en manos del segundo guitarrista original, Chris Dreja. Así las cosas, el grupo tuvo un glorioso periodo de seis meses, entre mayo y noviembre de 1966, con dos de los mejores guitarristas de todos los tiempos tocando juntos. 

Lamentablemente, ese breve tiempo no permitió que quedaran muchos registros grabados de aquella alineación de los Yardbirds -que completaban sus fundadores Keith Relf (voz, armónica) y Jim McCarty (batería)-, salvo temas como Happenings ten years time ago o Psycho daisies, canciones en las que se ya se siente la predisposición de Beck hacia sonidos menos convencionales. El grupo fue invitado por el director Michelangelo Antonioni a participar en una escena de su extraordinaria película Blow-up (1966) -el italiano era conocido por asociarse con bandas famosas de rock, como hizo con Pink Floyd y Grateful Dead para otro de sus títulos fundamentales, Zabriskie Point (1970). En la escena, en que vemos a Jeff Beck haciendo añicos su guitarra y lanzando las partes al enloquecido público, The Yardbirds aparecen tocando una nueva versión de Train kept a-rollin’, estándar bluesero de 1951 que ya habían grabado para su tercer LP Having a rave up with The Yardbirds (1965). Jeff Beck, de carácter iracundo e impredecible, terminó su relación con The Yardbirds de manera abrupta a finales de 1966 dejando a Jimmy Page al frente, en lo que fue el inicio de Led Zeppelin, una historia aparte.

Beck retomó su carrera musical en 1968 con la primera versión de The Jeff Beck Group, combo que dio a conocer a dos futuras superestrellas, Rod Stewart y Ronnie Wood. El primero, uno de los cantantes más importantes de toda la historia del rock y el segundo, conocido mundialmente como integrante de los Rolling Stones, desde 1976 hasta nuestros días. Los álbumes Truth (1968) y Beck-Ola (1969) son dos obras maestras de blues-rock y muchos los consideran pioneros del hard-rock y el heavy metal, al mismo nivel que las primeras producciones de Jimi Hendrix, Cream, Led Zeppelin, Deep Purple o Black Sabbath. El trabajo vocal de Stewart en temas como Shapes of things (nueva versión), Blues deluxe -ambas del primero- o en los covers de clásicos de Elvis Presley como All shook up o Jailhouse rock es notable. Por su parte, el despliegue de Ronnie Wood como bajista es simplemente impresionante en ambos discos que, de no haber sido por la negativa de Beck, habrían resonado en el Festival de Woodstock. Años más tarde, el guitarrista lamentó aquella decisión de no participar en aquel histórico evento artístico de agosto de 1969.

Pero lo más sorprendente de estos dos discos es, por supuesto, la fluidez e inventiva de la guitarra de Jeff Beck, en especial en temas instrumentales como Greensleeves -en guitarra acústica- o Beck’s Bolero, una composición que durante años se atribuyó a Jimmy Page pero que en realidad fue escrita por ambos, durante su tiempo juntos en The Yardbirds. Esta canción, que toma su título de la famosa composición de 1928 del francés Maurice Ravel, había sido grabada y lanzada como single en 1967 por Beck en guitarra, con el acompañamiento de Jimmy Page (guitarra), John Paul Jones (bajo) y Nicky Hopkins (teclados), en una especie de supergrupo previo a la formación oficial de Zeppelin, pero fue incluida finalmente en Truth. La misma línea instrumental sigue en canciones como Rice pudding o Girl from Mill Valley, compuesta por Hopkins, conocido por su trabajo junto a los Rolling Stones que, para ese entonces, se hizo miembro estable de The Jeff Beck Group. Esta formación se quebró al poco tiempo. 

Con Rod Stewart y Ronnie Wood embarcados en Faces, otra importante agrupación de blues-rock, Jeff Beck se vio en la necesidad de recomponer su banda, aliándose con Max Middleton (teclados), Cozy Powell (batería), Bobby Tench (voz, guitarra) y Clive Chaman (bajo), extraordinarios músicos británicos que le dieron ocasión para expandir su lenguaje musical hacia terrenos más asociados al jazz-rock y la fusión, producto del impacto que tuvo sobre él el trabajo de John McLaughlin, líder de The Mahavishnu Orchestra, a quien Beck consideró hace poco “el mejor guitarrista vivo”. Con su segunda alineación, The Jeff Beck Group lanzó dos álbumes cargados de intensos cruces entre rock, jazz y funk, Rough and ready (1971) y Jeff Beck Group (1972), con algunas de sus composiciones más emblemáticas como New ways/Train train o Definitely maybe, antes de iniciar su camino en solitario, con producciones tan esporádicas como excelentes.  

Durante los setenta solo lanzó Blow by blow (1975) y Wired (1976), extraordinarios álbumes de jazz-rock instrumental, siempre con el tecladista Max Middleton como su principal colaborador y alternando con otros nombres grandes como el checo Jan Hammer -ex tecladista de The Mahavishnu Orchestra y recordado compositor del tema central de la serie ochentera de televisión Miami Vice-, el bajista Phil Chen, el baterista Narada Michael Walden y hasta Stevie Wonder, quien le cedió un par de temas de su autoría, Thelonious y Cause we’ve ended as lovers, acaso una de sus grabaciones más conocidas. Aquí una versión del año 2007, en vivo en el legendario Ronnies Scott’s de Londres, acompañado por el fenomenal baterista norteamericano Vinnie Colaiuta y la joven bajista australiana Tal Wilkenfeld, dos de los músicos con quienes más interactuó durante las últimas dos décadas. Wilkenfeld, de 36 años, fue prácticamente adoptada por Beck. En sus redes sociales escribió, tras enterarse de su muerte: “Jeff, gracias por creer en mí antes que nadie. Te pusiste detrás de mí y les dijiste a todos que me tomaran en serio. Me trataste como una hija hasta el punto en que Wikipedia pensó que eso era cierto. Yo también lo creí”.

En Blow by blow destacan también You know what I mean y Scatterbrain, compuestas a dúo con Middleton y un cover del clásico She’s a woman de Lennon y McCartney, con arreglos espaciales y Jeff Beck cantando la melodía vocal a través de una talk box, artilugio que después fue marca registrada de famosos guitarristas de otras épocas como Peter Frampton o Richie Sambora. Pero antes de eso, no podemos olvidar el disco Beck, Bogert & Appice, cuarenta minutos de tremebundo hard-rock, blues-funk y psicodelia, publicado en 1973 junto a Tim Bogert y Carmine Appice, bajista y baterista de dos legendarias bandas de rock clásico, Vanilla Fudge y Cactus. En este álbum, que tuvo una subestimada segunda parte en vivo en Osaka, Japón – un terremoto musical de grado ocho-, destacan Superstition -tema original de Stevie Wonder-, Why should I care y la espectacular Lady.

Las décadas siguientes, Jeff Beck mantuvo su alto estatus como uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos, refinando al máximo su digitación, que alternaba el uso de sus dedos con uñas o plectros de plástico, efectos y pedaleras, distorsiones y demás técnicas para lograr fraseos líquidos, potentes riffs y electrizantes solos capaces de ponerle los pelos de punta a cualquiera, siempre desde sus icónicas Fender Stratocaster, Fender Telecaster y Gibson Les Paul, que usó con más frecuencia en sus primeros años. Aun cuando sus producciones musicales no fueron abundantes -destacamos aquí los álbumes There and back (1980), Jeff Beck’s Guitar Shop (1989), los experimentos con la electrónica de Who else! (1999) o You had it coming (2000) o Emotion and commotion (2010), un disco en el que incluye covers de composiciones atemporales como Over the rainbow o Nessun dorma– la presencia de su incendiaria guitarra en diversos conciertos colectivos, desde ceremonias del Rock and Roll Hall Of Fame o Amnistía Internacional hasta colaboraciones con otros artistas, como Jon Bon Jovi (Blaze of glory, 1990), Kate Bush (You’re the one, 1993) o Roger Waters (Amused to death, 1992), le aseguraron vigencia y admiración entre el público y sus colegas, quienes hoy lamentan su partida.

En julio del 2022, hace apenas medio año, Jeff Beck lanzó 18, un álbum en el cual unió fuerzas con su amigo, el actor Johnny Depp, para rendir homenaje a clásicos del soul y el pop como Marvin Gaye, The Velvet Underground, Smokey Robinson, The Beach Boys, entre otros. Tanto en el disco como en los conciertos que ofrecieron para presentar ese disco, Jeff Beck, el padre de la guitarra eléctrica moderna, sonó extremadamente fresca y vital, como en sus mejores tiempos.

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Blues-Rock, Guitarra eléctrica, Jeff Beck, rock clásico, The Yardbirds

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