Juan Carlos Tafur

Contramarchas

“Si en Lima, que el 85% desaprueba a Castillo, solo van cuatro gatos a las marchas es que algo se está haciendo mal”

Está probado que las marchas que convoca la derecha tradicional, llenas de políticos desgastados y desprestigiados, no solo no ayuda a acumular fuerzas de movilización, sino que, más bien, desmoviliza a la población, que cada vez acude en menor medida (la de ayer ha sido un fiasco total: con algo así no se provoca la salida ni de un ministro).

No es solo un problema de tema de convocatoria. El lema de la vacancia de Castillo solo va a agarrar carne si se le acompaña del pedido de que se vayan todos, pero, claro, eso no lo van a decir políticos ligados a bancadas en el Congreso. Mucho menos convocante es, pues, la cansera del No a la Constituyente o del No al comunismo, que la mayoría de pancartas de los asistentes enarbola.

También es un problema de convocantes. Y estamos ante un acto que lo único que parece buscar es volver a poner sobre el tapete a políticos que de otro modo no merecerían ni un segundo de atención de los medios de comunicación. Se están queriendo reciclar a costa de un esfuerzo que debe emprenderse, sin lugar a dudas, como es la convocatoria a protestas callejeras que presionen al Congreso a tomar las decisiones que corresponden.

Si el gobierno de Castillo cae, será por la conjunción de actos de corrupción, la movilización callejera y la fragmentación de las izquierdas en el gobierno, pero no cabe duda que con picnics como el de anoche no va a ser que se derrumbe el régimen.

Mejor es dejar que sea la propia ciudadanía, los jóvenes universitarios, los colectivos civiles, los nuevos rostros del Parlamento, etc., los que coordinen, agrupen fuerzas, coordinen logística y establezcan una estrategia, y sean los que, en adelante, convoquen estas marchas. Solo así se garantizará una convocatoria mayor.

Si al menos tuvieran un rol acumulativo, de ir despertando consciencias y activando de a pocos a la ciudadanía, bienvenidas sean, pero actos políticos presididos por rostros como los de Lourdes Flores o Raúl Diez Canseco, no tienen futuro alguno y, más bien, generan paulatino rechazo y desgano de la población, que no va a encontrar en estos actos un canal de genuina expresión de indignación respecto de las tropelías de un régimen infame como el de Castillo. Si en Lima, que el 85% desaprueba a Castillo, solo van cuatro gatos a las marchas es que algo se está haciendo mal. Ojalá lo entiendan los organizadores.

-La del estribo: dos libros a leer: Treinta kilómetros a la medianoche, de Gustavo Rodríguez, y Mariposas y Murciélagos, una compilación de crónicas de Julio Villanueva Chang. Hay que saludar la profusión editorial del mercado peruano, tanto en ficción como en no ficción. La pandemia, al parecer, no ha afectado el ánimo de nuestros escritores.

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Encuestas, Marchas, Pedro Casrtillo

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