La entrega de Bruno Pacheco, el exsecretario general de Palacio y su sometimiento al equipo especial de fiscales que preside Marita Barreto, deberá ayudar a esclarecer la participación del susodicho en los casos de la licitación del puente Tarata, los irregulares ascensos policiales y militares, los 20 mil dólares encontrados en su baño palaciego, pero, además, si recibió algún tipo de ayuda en su fuga y clandestinidad (por lo pronto, el Ministerio Público ha acusado al Ministerio del Interior de desidia).
Y, por supuesto, sobre lo que hay más expectativa, es si en tales andanzas, tuvo alguna participación delictiva el presidente Castillo. Si Pacheco entrega pruebas de ello y se acoge a la colaboración eficaz, los días de Castillo en Palacio pueden estar contados.
Difícil que su aparato de blindaje (todas las izquierdas y algunos topos de Acción Popular, Podemos y Somos Perú), se mantengan firmes en su sometimiento a Palacio si las pruebas que aporta Pacheco son contundentes respecto de hechos de corrupción presidencial.
Y se esperaría que, en el peor de los casos, en caso ello ocurriera, esta vez sí la sociedad civil salga a las calles a ejercer presión contra el Congreso para que proceda a ejecutar la correspondiente vacancia presidencial por incapacidad moral permanente, lo que pondría fin a la pesadilla política que supone tener sentado en la cúspide del poder a un inepto y mendaz personaje como el Atila chotano.
Si el Congreso no actúa con solvencia moral, deberá hacerlo por la presión popular. Cien mil personas en la calle se tumban un gobierno y más fácil aún, uno tan precario y desaprobado como el de Castillo.
Ojalá siga el ejemplo de Pacheco, el exministro de Transportes, Juan Silva, y de esa manera se cierre el círculo y se termine de desentrañar la red de la organización criminal que precozmente se instaló en los pasillos palaciegos, respecto de la cual, resulta difícil de creer que el presidente fuera ajeno.
Puede cambiar pronto, muy rápidamente, la escena política peruana. La implosión del gobierno puede ser muy acelerada y ojalá en el Congreso haya la madurez y valentía suficiente para administrar la gran crisis política venidera y proceda dentro de los marcos constitucionales a darle continuidad democrática al país. Es lo mínimo que se espera de la nueva Mesa Directiva y la correlación de fuerzas opositoras.