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Las paradojas del candidato Castillo | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad
David Roca

Las paradojas del candidato Castillo

El debate político se está reduciendo a terruqueo y susto por el lado keikista, y proclamas y consignas sin mayor contenido por el lado castillista. Un debate pobre, propio de extremos que no ven más allá de sus miedos o de sus demandas urgentes. El problema para unos y otros es que Keiko baja de sus promedios de 31% a 21%, y Castillo se estanca en 41%. El distanciamiento en intención de voto se da porque Fujimori baja, no porque Castillo suba. Y la distancia se incrementa – a costa de la candidata de Fuerza Popular – porque aumentan los blancos y en duda. 

En tal situación, Castillo – al parecer dormido en sus laureles – se mantiene atrincherado en sus posiciones duras, hasta ahora al menos. Mientras que el fujimorismo y sus aliados agudizan su estrategia de llamar “al lobo, al lobo”, de mil maneras, desbarrancando cada vez más su credibilidad. Pero también de manera peligrosa, porque como en el cuento, si de verdad aparece el lobo no les van a creer. Y podría aparecer, invocado por los mismos que ahora insisten exageradamente en que allí está. 

El aporte de alguien como López Aliaga a la campaña de Fujimori, y el de algunos militares duros, en este contexto, solo puede favorecer a los extremos. A ambos extremos, tanto al de la derecha dura y sus aliados del fundamentalismo religioso, ávidos por un enfrentamiento a veces racista, como al de la izquierda también fundamentalista, que esta vez tiene el rostro agazapado de Perú Libre. 

Dilemas del profesor Castillo

No debemos olvidar un detalle que no se suele mencionar. Pedro Castillo no es militante de Perú Libre, fue invitado a presidir la plancha presidencial para reemplazar a Vladimir Cerrón, condenado por la justicia y por ello prohibido de postular a cargo público. Y fue invitado sin otra pretensión que ayudar a Perú Libre a superar la valla electoral. El éxito electoral de Castillo no solo fue una sorpresa para la mayoría de los peruanos, también para aquellos que militan en Perú Libre que no estaba listo para este evento. Que es lo que explica que presentaran como plan de gobierno un documento del año pasado sin mayor relevancia con la idea de gobernar. 

Pedro Castillo, como ya es de público conocimiento, ha sido militante de Perú Posible durante doce años, hasta la extinción del registro de ese grupo político. Intentó, como ya conocemos, ser empresario, sin éxito, pero ese era su objetivo. Y también quiso ser alcalde, con el mismo grupo político. Proviene de una región de campesinos con tierras sobre todo ganaderas, no pobres por lo general pero tampoco ricos ni muy prósperos. La tradición de las rondas campesinas es propia de esas zonas y allí no prosperó el terrorismo porque no se lo permitieron esas mismas rondas. Castillo es también docente, como sabemos, dedicado a esa labor, su involucramiento con las rondas fue colaborativo y no integrado como sí fue el de su padre y otros familiares. Su tradición es, pues, rondera, campesina, sin dudas.

Como docente es sindicalista, muy activo en las luchas de su gremio, lo que lo llevó a ser la cabeza visible de una gran movilización de docentes que no solo se levantó contra el gobierno central, sino también contra la dirigencia del SUTEP (Sindicato Unitario de Trabajadores de la Educación del Perú), el sempiterno y poderoso gremio magisterial que dirige Patria Roja. Esa dirigencia del SUTEP era señalada por la movilización de docentes, que así se independizaban del sindicato mayor, de mal administrar la cooperativa del gremio, la Derrama Magisterial, y de colusión con los gobiernos. 

Se ha creado un mito acerca de este movimiento de maestros liderado por Castillo, que es también masivo, y que devino en la creación del FENATE (Federación Nacional de Trabajadores de la Educación). Suponer que el FENATE es “terrorista” equivale a decir que la gran mayoría de maestros son terroristas, lo que es un abuso. Así como Castillo militaba en Perú Posible, los maestros como cualquier conjunto de ciudadanos tienen tantas sensibilidades como las hay en el país. La unidad en un gremio, o en una lucha, solo los identifica con ese gremio y esa lucha. 

En un medio escrito que se considera el más antiguo e importante, un articulista usaba indistinta y tendenciosamente FENATE y CONARE (Comité Nacional de Reorientación de la Educación) como si fueran sinónimos. CONARE es un grupo muy minoritario que agita en lo que hoy es FENATE y tiene vínculos bastante claros con MOVADEF. Pero es, pues, un grupo minoritario que logra destacar en asambleas porque está bien organizado y sincroniza sus acciones y consignas como no puede hacerlo la más democrática, plural y dispersa FENATE, en la que se alojan. 

Durante la huelga de docentes que hizo conocido a Pedro Castillo, en 2019, algunas figuras cercanas a CONARE efectivamente rodearon a Castillo. No eran los únicos, pero estaban visiblemente presentes, lo que generó las acusaciones contra Castillo. Éste, sin embargo, se valía de todos los que le eran útiles en el momento, incluyendo la ya célebre alianza con el fujimorismo para enfrentar al ejecutivo.

Personalmente, tratando de cubrir la huelga magisterial de 2019, me cupo conversar con muchísimos maestros incómodos y disgustados por el intento de CONARE de acaparar espacios en la movilización. Y no era extraño que, cuando se identificaba a algún activista de ese grupo, se le hiciera de inmediato vacío y se le señalara casi como apestado.

Como anécdota, puede relatarse que Pedro Castillo tuvo un acercamiento con el Frente Amplio, aspiraba a ser candidato al congreso por el partido que preside Marco Arana. Pero, a pesar del apoyo a Castillo de muchos en ese partido, Marco Arana y sus allegados más cercanos se opusieron, y lo hicieron precisamente porque creyeron en las acusaciones forjadas por el pésimo servicio de inteligencia o la mala fe del entonces ministro Basombrío. Mala decisión de Arana que, por lo que vemos ahora, hubiera asegurado un congresista más a su agrupación política.

¿Qué liga a Castillo con Perú Libre? Nada. Solo la oportunidad de la candidatura. Ocurre simplemente que el pragmatismo maoísta de Perú Libre le permite, para avanzar en su larga marcha, presentar como candidato a alguien como Ricardo Belmont, o también a Pedro Castillo.

Perú Libre 

¿Qué es Perú Libre? Es un pequeño partido político de base regional, con presencia en Junín y departamentos vecinos, sobre todo. El núcleo original de PL era una agrupación local denominada Movimiento Político Regional Perú Libre, que había sido fundado por militantes remanentes de un viejo grupo escindido hacia la izquierda de Patria Roja, que se llamaba Puka Llajta (Pueblo Rojo o Patria Roja, en quechua).  

Puka Llajta, que había nacido en Puno y se extendió algo más, había intentado disputarle el espacio a Sendero Luminoso durante los 80. Perdieron la apuesta, pues Sendero Luminoso asesinó a sus principales cuadros. 

Es al concluir el conflicto, que algunos ex militantes, ya arrepentidos de su incursión anterior, crean en Junín el Movimiento Político Regional Perú Libre. Unidos aún por la ideología maoísta, es a este movimiento regional que se integran los padres de Vladimir Cerrón, Jaime Cerrón Palomino y su esposa Berta Rojas. Con el tiempo, la ascendencia de los esposos Cerrón Rojas y de sus allegados, les permitió tomar el timón del movimiento, e incluso hacer renunciar a los viejos fundadores. 

Al doctor Jaime Cerrón Palomino, que era catedrático y Vice-Rector Académico de la Universidad Nacional del Centro, muy respetado en Junín, se le señalaba también como ideólogo de Sendero Luminoso dentro de la Universidad del Centro. Fue asesinado de manera no esclarecida en 1990. Todo conduce a suponer que el crimen fue obra del Comando Rodrigo Franco, aquel brazo armado paramilitar generado durante el gobierno aprista.  

El movimiento regional, posteriormente, se uniría al Partido Libertario, este con registro nacional, fundado por Vladimir Cerrón, para fundar el partido Perú Libre, que es el que está detrás de la improvisada candidatura de Pedro Castillo, y que es fundamentalmente, un feudo familiar. Hay mucha movilización entre su militancia sobre todo de Junín y alguna otra región del centro, pero al timón siempre los mismos. Y así, sostuvo las candidaturas de Vladimir Cerrón al gobierno regional de Junín, de manera victoriosa, en dos ocasiones.  

Su discurso es totalmente marxista leninista maoísta, como se estilaba en los años 70 entre algunos grupos marxistas. Parecen aletargados en el tiempo, en una visión de la realidad que brota de los manuales y que resulta complicado entender cómo encaja con la vida en la que transcurren. Definitivamente, no son terroristas, pero sí complacientes con aquellos a los que declaran como compañeros equivocados. 

Esto significa que comparten la ideología, pero no la táctica que consideran no adecuada, al menos para la larga coyuntura. José Carlos Mariátegui es solo un adorno para esta versión del marxismo. Basta con escuchar a José Lora Cam, fallecido hace poco, ideólogo arequipeño del maoísmo más radical, que estuvo buen tiempo en Junín asesorando a funcionarios y militantes de Perú Libre durante la gestión de Cerrón, y del que hay abundantes vídeos en YouTube, para identificar este sesgo. 

Fue, precisamente, durante la estancia de Lora Cam en Junín, que surgió el impase entre Cerrón y el Ministerio de Educación, pues aquel intentaba implementar un diseño curricular prácticamente alternativo al del MINEDU, contraviniendo las normas que establecen que los gobiernos regionales aportan con componentes regionales al diseño curricular nacional pero no lo pueden contradecir, ni menos suplantar. De hecho, se imprimieron algunos manuales con lenguaje marxista que debieron ser retirados de circulación ante el escándalo suscitado.

Mencionemos aquí, al paso, las muchas acusaciones, alguna con sentencia firme, que recaen sobre Vladimir Cerrón, sus relaciones con Chinalco, la enorme empresa minera china y los compromisos que eso conlleva, para redondear en la idea de cierto maoísmo versión, precisamente, China a lo Deng Xiaoping, capaz de enfeudar al país, como hizo Rafael Correa en Ecuador, a ese imperialismo chino que no parece molestar tanto a algunos izquierdistas, como les molesta el norteamericano.  

Debilidad y superpoderes de Castillo

Está clarísimo que la altísima intención de voto del candidato Castillo, al igual que vimos que ocurre con la pluralidad de los profesores de la FENATE, no significa que de pronto tantos millones de peruanos se volvieron marxistas leninistas maoístas. Es decir, son los votos del docente, del campesino, del dirigente sindical Pedro Castillo, y para nada del minúsculo partido Perú Libre y sus sueños de opio maoístas. 

Me aventuré a declararlo y han coincidido varios: la votación de Castillo se parece a la de Fujimori en 1990 y su “un peruano como tú” del hombre con terno sencillo, parecido al bodeguero del barrio y su aura de japonés trabajador; y también a la de Toledo, el lustrabotas, campesino de origen también, con un rostro que era por sí solo un programa como se encargaba de explicitar él mismo; o el nacionalismo de Humala, lleno de banderas, patriotería y recuerdo del velasquismo que, guste a quien guste o no, sea cierto o falso, persiste en la memoria popular como un periodo venturoso. 

Ese voto identitario, sin embargo, no se ha depositado esta vez en un ingeniero taimado y ladino que podía calcular lo que iba a hacer y con quién; ni en un economista con experiencia de mundo que podía convocar a variados colaboradores y sabía lo que quería; ni en un ex militar capaz de renunciar a sus banderas para tomar otras con asegurado apoyo técnico; sino en un modesto maestro de una lejana provincia cajamarquina que no parece, hasta ahora, tener claro hacia dónde va. 

El problema con Castillo no es que sea comunista, chavista o el apelativo que se le quiera dar, el problema es que no parece tener consciencia de la enorme responsabilidad y capacidad técnica necesaria, que implica hacerse cargo del aparato de Estado de un país. Si su proyecto es socialista, comunista, o socialdemócrata, el que fuere, no se está dotando de los instrumentos para avanzar en tal o cual sentido y con la compañía indispensable que necesita. Y por eso pareciera, hasta ahora al menos, una comparsa triunfante e incontrolable, hacia algún abismo. 

Sostenida, eso sí, por una fuerza que ni repatriando todo el dinero que su padre se llevó, podría comprar Keiko Fujimori: al contrario del 5% que hace campaña anticomunista a ojos cerrados, y que considera a los maestros como de una profesión con escasa consideración – o, como decía Constantino Carvallo de los maestros de colegio particular, una prolongación del servicio doméstico –, en todos los pueblos del Perú, en cada comunidad de nuestro país, el docente es un personaje respetable, al que se escucha con atención. 

Y en esta etapa de la campaña, el viejo SUTEP ha hecho migas con la FENTAPE, y Patria Roja con el profesor Castillo. Y hoy, en cada rincón del país, en cada localidad, cientos de miles de activos militantes por la candidatura del hombre del sombrero, del campesino sin programa, a los que todos escuchan, se movilizan por él. Esos docentes que se movilizaron en 2019 por sus demandas, y los que no lo hicieron, hoy toman su revancha. Y, junto a millones más que sienten que – dígase lo que se diga – no van a perder nada, están mostrando su fuerza. 

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Pedro Castillo, Perú Libre

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