Este columnista, como saben, lleva casi una década viviendo en la ciudad bautizada por el legendario vocalista de Soda Stereo, Gustavo Cerati, como la “Ciudad de la Furia”. Y esta es la siempre enigmática Buenos Aires. Capital de la nación que ahora ha arrasado con los Premios The Best de la FIFA. Logrando así, ser el primer país en que ganaran los principales y distinguidos premios todos los integrantes del mismo país. Ante este panorama social tan desalentador, y con una negligencia congresal tan abrumadora que los ha llevado a esos sátrapas individuos a unos miserables 6% de aprobación, el peor en los últimos lustros, nunca está mal sumergirse en el mundo de la literatura o del deporte, aficiones sanas que de alguna manera empujan a sobrellevar el carrito de los días con cierta sonrisa.
Y como no podía ser, las cámaras por enésima vez reflejaban al rosarino, que para muchos es el mejor jugador de la historia, Lionel Messi, como baluarte que, en suma, recibiría la estatuilla al mejor jugador del año luego de haber logrado la mayor satisfacción como jugador, y como él mismo diría: “El mundial fue lo más hermoso que me pasó”. Con esto, añade a su vasta vitrina su trofeo número 53 a número personal, sumando su segundo galardón de este distinguido premio. Y así consagrándose como el jugador con más premios personales en la historia del fútbol. Y es que claro, después de haber llevado el Mundial y la Copa América en un partido histórico en el mítico Maracaná ante una siempre complicada selección brasileña, ya está entre los históricos jugadores que alguna vez ha pateado la pelotita de este hermoso deporte. Y esto, ante el mundial, según muchos especialista, más emocionante de la historia.
Pero no solo él saldría victorioso, sino también el efervescente “Dibu” Martínez, que se llevaría la presea a mejor Arquero, y de alguna forma de manera contradictoria, ya que el “Dibu” -el primer arquero argentino en lograrlo- no está incluido en el once ideal. Y es que ese premio era el más enigmático de saber quien sería el ganador hasta el último momento y que ha generado con su veredicto una polémica sustantiva. Ante esto, el histórico arquero Español del Real Madrid, y también campeón del mundo, Iker Casillas, se mandaría con un picante tweet: “Yo hay cosas que no entiendo de esto de los premios del fútbol…». Pero eso no opaca el reflexivo discurso que diera: “Siempre me preguntan quiénes son mis ídolos o a quiénes miraba cuando era chico… Ver a mi mamá limpiar edificios 8 o 9 horas y ver a mi papá trabajar. Mis ídolos son ellos”. Diría con casi unas lágrimas en los ojos.
Otro punto en cuenta es la elección de Lionel Scaloni como mejor DT. Al que nadie en un inicio daba un granito de esperanza, y que muchas veces pedían a gritos para su reemplazo al mejor técnico de la historia de River, Marcelo Gallardo, para que sea su sucesor, cuando las papas quemaban. Pero en esta si acertó el presidente de la AFA, “Chiqui” Tapia, quien, a su vez, anunciaría el mismo día su continuidad para la alegría de un pueblo que no para de celebrar desde finales del año pasado, en una navidad que parece eterna de premios, consagraciones y carnaval. Y en eso la estatuilla como la mejor hinchada del mundo, -nosotros lo tuvimos por el mundial de Rusia 2018-, después de haber invadido Doha, dándole un calor de 100 grados de pasión y un color celeste y blanco fulgurante a este mundial que quedará en nuestras retinas.
Y en representación a ellos estaría Carlos Pascual, más conocido como “Tula”, de 82 años, y quien en su haber están los 3 mundiales que Argentina llevaría la codiciada copa del mundo a casa. En sí, 13 mundiales ha presenciado, desde Alemania 74 hasta este último, e hincha de Rosario Central, fue el que, con las letras de una clásica canción del repertorio de la hinchada albiceleste: “Vamos, vamos, Argentina, vamos, vamos a ganar, que esta banda quilombera no te deja, no te deja de alentar”. Le dio ese toque especial a una noche de ensueño para el país del tango y el asado.
Con el dólar casi rozando los 400 pesos, pero aún con la voz de la La Mosca Tsé-Tsé en las eternizadas letras de “muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”, y por toda aquella gente que vendería hasta sus casas, autos y que incluso perderían hasta sus noviazgos por emprender aquella odisea de viaje desde Argentina a Qatar. De un pueblo quien dijera alguna vez, Juan Domingo Perón sobre esa música extraordinaria que llevan en sus entrañas: “Llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”. Es que lo tienen bien merecido. Esa música dentro de su inexplicable pasión vibró una vez más en el país de la furia que también, sin duda, es el país de la pasión.
