Perú

Por la mañana, en la plaza de armas del distrito de Tacabamba (provincia de Chota, Cajamarca), las canciones al ritmo de huayno y cumbia salen disparadas desde un parlante ubicado en el balcón de una antigua casona. En medio de las melodías, se escuchan las frases de campaña: «Este 6 de junio, marca el lápiz. No más pobres en un país rico».

 

Sudaca llegó el pasado miércoles a este distrito, lugar de nacimiento de Pedro Castillo y donde el pasado 11 de abril arrasó en las urnas. Según los resultados electorales de la ONPE, en la primera vuelta, el 79,51% de los electores tacabambinos votó a favor del candidato del lápiz; es decir, 7.338 personas de las 12.560 habilitadas. Su contendora de segunda vuelta, Keiko Fujimori, obtuvo el cuarto lugar con el 2.32%, o sea solo 137 votos.

El profesor Jorge Bocanegra conoce al candidato presidencial y a su esposa, Lilia Paredes, hace más de 30 años, cuando ambos estudiaban pedagogía en el instituto ‘Octavio Matta Contreras’, situado en el distrito también cajamarquino de Cutervo. Bocanegra cuenta que, tras conocer la decisión de su colega de candidatear a la Presidencia de la República, en octubre del año pasado, un grupo de docentes decidió realizar aportes económicos para su campaña. Señala que hubo profesores que mensualmente han hecho colaboraciones de entre S/50 y S/100. En Tacabamba, una amiga de ellos ha puesto su casa para que funcione como local del partido. 

«El profesor Castillo ha trabajado en escuelitas muy alejadas. Y, finalmente, ha llegado a ser profesor en Puña [una localidad del distrito de Tacabamba], la tierra donde ha nacido. Qué oportunidad y qué orgullo que, como hijo de esa comunidad y como niño que esa comunidad ha visto crecer, llegue allí [a la Presidencia] como profesor, como docente al servicio de la niñez», dice Bocanegra emocionado.

El profesor Luis Arturo Díaz es otro viejo amigo de Pedro Castillo. Dice a Sudaca que se conocieron en los años 90, cuando ambos trabajaban en la escuela N°10449 ‘Genoveva Díaz Loayza’, donde el candidato presidencial fue entrenador de la selección de fútbol y vóley de los estudiantes de primaria.

 

 

Equipos de futbol de Pedro Castillo
El profesor Pedro Castillo aparece junto al excapitán de la selección de fútbol, Roberto «El Chorri» Palacios, vistiendo la camiseta de la selección de fútbol de Tacabamba. Fue en el 2017. En la foto de abajo, un recuerdo de cuando fue entrenador del equipo de vóley de la escuela N° 10449 ‘Genoveva Díaz’, también de ese distrito. Las fotografías son del profesor Luis Arturo Díaz, quien aparece en las mismas imágenes.

Díaz aparece junto al candidato presidencial en una fotografía tomada el 12 de septiembre de 2017, durante un partido de fútbol en el que enfrentaron los equipos de profesores de Tacabamba y sus pares de Anguía, un distrito vecino donde tiene su residencia Castillo. «Aquella vez, Pedro jugó de delantero y metió un gol», recuerda Díaz. El resultado terminó en empate, 3 a 3, y el invitado especial al encuentro fue el excapitán de nuestra selección de fútbol, Roberto «El Chorri» Palacios, quien anotó dos veces.

El partido de confraternidad se realizó una semana después de haber acabado la huelga magisterial, desarrollada a nivel nacional y liderada por el profesor Pedro Castillo entre junio y la primera semana de septiembre de 2017. Luego de paralizar al sector educación, los huelguistas consiguieron que el piso del salario mensual del magisterio se incremente a S/2.000 (ahora es de S/2400).

La mañana del jueves nos dirigimos a Chugur, en el distrito de Anguía. Según el censo de población del año 2018 del INEI, es uno de los 20 distritos más pobres del país. Allí tiene su casa Pedro Castillo. Al frente del inmueble, hay una sede de la evangélica ‘Iglesia del Nazareno’ y en el mismo frontis de su vivienda, un lema en inglés: «Jehova is my shepherd (Jehová es mi pastor)».

Raúl Oblitas -hijo de Lelis, la hermana de su esposa- cuenta que a su tío lo mueve una fe inquebrantable que proviene de su adhesión a esta iglesia. En el desayuno electoral del pasado 11 de abril, esta quedó evidenciada ante las cámaras de televisión, cuando junto a su esposa y a sus tres hijos se tomaron de las manos y realizaron una oración.

 El sobrino de Pedro Castillo, Raúl Oblitas, aparece en el patio de la casa de su tío, en la localidad de Chugur. Se puede ver la frase: «Jehová es mi pastor» (fotos: Juan Carlos Chamorro)

 

«La iglesia tiene un promedio entre 40 y 50 años [de fundación]. Hay templos en todo el país. El profesor Castillo llega [a la iglesia] por medio de su esposa. Mi mamá ha sido profesora aquí [se refiere a que ha sido instructora del evangelio]. Su hermana, también, como asistente. Sus hijos [del profesor] se han criado acá. Es un tema de formación personal», señala Raúl, que estudia ingeniería civil. Si bien no es militante de Perú Libre, en algunas ocasiones ha acompañado a su tío a Chota durante la campaña electoral. 

 

Iglesia del Nazareno-Chugur
La ‘Iglesia del Nazareno’ de Chugur se levanta frente a la casa del candidato de Perú Libre (foto: Juan C. Chamorro).

Los preparativos en Tacabamba

Pasan las horas y varias personas que se alejaron de Tacabamba, principalmente por trabajo, van retornando a este distrito para emitir su voto. Es el caso de Geiser Olivera, quien se dedica a la venta de caballos y toros. «Voy a votar por Pedro Castillo, porque es un líder humanista y porque, además, es campesino», apunta.

 

Los distritos de Tacabamba y Chota están separados por solo una hora y media de distancia (infografía: Leyla López).

 

La tarde del jueves, un nutrido grupo de profesores y amigos del candidato presidencial, entre los que está Jorge Bocanegra, se reúne en la base de campaña del partido del lápiz. Alistan los últimos detalles para recibir los resultados electorales del domingo. Aún no está confirmado si el profesor Castillo retornará hoy, viernes, o mañana a Cajamarca, luego de su cierre de campaña en la capital.

Cuando Castillo retorne, se detendrá en Tacabamba, donde recibirá los resultados electorales. La mayoría de los docentes de este distrito estuvo con el candidato presidencial de Perú Libre el pasado 11 de abril en el local de campaña ubicado a tres cuadras de la plaza de armas, esperando los resultados de la primera vuelta, en la que obtuvo el primer lugar y su pase a la instancia final junto a Keiko Fujimori.

 

La plaza de armas de Tacabamba será el escenario de la celebración en caso el profesor Castillo gane las elecciones este domingo (fotos: Juan C. Chamorro).

 

El sobrino del profesor Castillo, Raúl Oblitas, confirma a Sudaca que, a las siete de la mañana, según la agenda programada, el profesor Castillo tomará el desayuno junto a su familia y la prensa. El menú estará compuesto por una clásica sopa verde y tamales. Después, acompañará a su esposa Lilia Paredes a votar al colegio ‘Arturo Osores Carrera’, en el distrito de Anguía. Antes del mediodía, emitirá su voto en el colegio N° 10446 ‘Salomón Díaz’ de Tacabamba. Y, por la tarde, esperará los resultados en el local de campaña de este distrito.

«Hay un apoyo decidido [de los profesores]. Estamos hartos de la corrupción. Todo se ha centralizado en Lima. El profesor [Pedro Castillo] va a ser el Presidente y esperemos que gobierne para el pueblo» asegura el profesor Almansor García Delgado, que conoce al candidato presidencial hace más de 15 años, cuando ambos trabajaban en la escuela N° 10475 de Chugur. Mientras, sus colegas cargan una pancarta que será colgada en la entrada del distrito: «Pedro Castillo, Presidente del Perú, con justicia y con verdad».

 

La base principal de campaña de Perú Libre de Tacabamba está ubicada a dos cuadras de la plaza de armas (foto: Juan C. Chamorro)

 

(*) Foto de portada: Juan Carlos Chamorro

Los profesores y colegas de Pedro Castillo, Almansor García Delgado, Óscar Guevara, Wilson Carranza, Juan Chamaya, Jorge Bocanegra y Tomás Gálvez, aparecen en el local de campaña de Perú Libre de Tacabamba. Allí, el candidato presidencial recibirá los resultados del domingo 6 de junio.

 

 

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Perú, Profesores de Tacabamba, Segunda vuelta, Tacabamba

En caso de ganar Castillo su gobierno estará signado por la zozobra política, lo que sumado a su pasmosa improvisación (no tiene idea de cómo funciona el Estado), asegura un periodo de inestabilidad y mediocridad gubernativa.

En el escenario de que Castillo llegue al poder y se modere, y decida gobernar con los cuadros técnicos de Juntos por el Perú, podría ampliar su capacidad de convocatoria a partidos como Alianza para el Progreso, Morados, Somos Perú, Acción Popular, pero perderá de sus 37 congresistas a 22 cerronistas que no aceptarán esa moderación. En el mejor de los casos, Castillo logrará 55 congresistas, evitaría que lo vaquen de arranque, pero se despediría de la Asamblea Constituyente y de toda reforma importante.

Lo más probable en ese escenario es que las huestes radicales desengañadas por ese giro castillista, se dediquen a desestabilizarlo desde las calles y bajo ese escenario de presión social -por la decepción popular producida por las enormes sobreexpectativas que existen alrededor de Castillo-, lo más probable que la frágil coalición congresal que lo ampararía termine por disolverse y se conduciría así en una situación de absoluta orfandad y precariedad.

En el otro escenario, el más probable, que mantenga en ristre su agenda radical, sólo sumaría 42 congresistas -menos que en el escenario moderado- sumando solo los 37 propios más los cinco de Juntos por el Perú. Si con esa debilidad política se decide a romper fuegos constitucionales yendo hacia una convocatoria de facto de un referéndum y que lleve a una Asamblea Constituyente, o si busca disolver el Congreso, estará inerme frente a la posibilidad de ser vacado en el cargo.

Y si mediante la presión popular, quizás aupada por medidas efectistas de corto plazo, logra atarantar al Congreso e intenta llevarnos a la deriva inconstitucional, es altamente probable que ocurra una interrupción militar del proceso, de sectores castrenses a quienes no podría cooptar en el intento de llevarnos a la margen chavista o nicaraguense.

Castillo no solo asegura un desastre económico. También nos garantiza un caos político, signado por un autoritarismo creciente y manotazos de ahogado para tratar de resolver una crisis que desborda sus posibilidades de solución.

A ese empeño sería suicida sumarse. Allá con su conciencia la izquierda más moderna y progresista que ha decidido soslayar mínimas aprehensiones políticas y éticas (el silencio sepulcral sobre las barbaridades misóginas y transfóbicas que ha expresado el candidato hace pocas horas, es de espanto) para sumarse a un proyecto que llevaría al país al desastre seguro.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Perú

Que la corrupción siempre ha existido en el Perú, eso es indiscutible. Un país que desde la colonia siempre ha vivido del extractivismo y la exportación, ha tenido que aprender de buena o mala manera a lo largo de sus dos siglos de república, a combatirla y rebajarla lo que fuera posible. Sin duda, si las prácticas de abuso y corrupción como las del siglo XIX (cuando antes y después de la guerra del Pacífico un puñado de familias peruanas y extranjeras se repartió tierras, ganado y minas con todo y población para enriquecer sus bolsillos) siguieran vigentes hoy en día, seríamos un serio motivo de preocupación internacional. Sin embargo, aunque los criterios éticos mundiales contemporáneos de buen gobierno y nuestra dolorosa lucha interna por los derechos humanos se han encargado de ir cerrando el paso a los descalabros de angurria política que busca regresar a aquellos tiempos de leyes con apellidos, las actuales cabezas de redes de clientelaje regional, agroexportación, minería, y narcotráfico han encontrado una vía inesperada que nos ha resultado terriblemente amenazante: han descubierto que pueden perpetuarse en el Congreso y en el Poder Judicial mediante una simple reforma constitucional que les permita perpetuarse en su curul.

 

Esa potestad que tenían los congresistas de poder reelegirse indefinidamente gracias a la Constitución de 1993, las peruanas y los peruanos la habíamos logrado eliminar con el referéndum del año 2018. Como en el referéndum también se planteó la bicameralidad, quisieron los congresistas dárselas de criollos y utilizar esta otra reforma solicitada como un recurso para que el Poder Ejecutivo no pudiera disolver el Congreso tras haber negado la confianza a dos gabinetes ministeriales. Su jugarreta consistió en poner en el proyecto que, si tanto la cámara de Senado como la de Diputados se oponía a esta decisión, esta orden de disolver quedaba anulada. ¡Así de simple! No nos quedó más remedio que tener que abandonar la bicameralidad para que no la utilizaran a su favor. Pero no les dimos el gusto.

 

Ahora bien, sin rendirse, y sacando provecho de la circunstancia electoral presidencial que en estas últimas semanas ha copado nuestra preocupación, y escondiéndose detrás de la campaña acordada por los propietarios de los principales medios de comunicación para no hablar de otra cosa que no sea la que provoque el miedo al comunismo, la mayoría del Congreso, de manera aún más burda, nuevamente ha conseguido cómo cambiar la Constitución para recuperar su posibilidad de reelegirse. Incansables, sabiendo estos congresistas que con una sola legislatura ya no podían modificar nada, porque los cambios a la Constitución solo pueden darse si consiguen la votación favorable en dos legislaturas ordinarias consecutivas o la aprobación en una legislatura y la ratificación en un referéndum, de pronto, de manera tan sorprendente como desconcertante, ¡aprobaron dividir la última legislatura en dos! Aunque usted no lo crea, como en un truco de sombrero o en un momento irónico de Lewis Carroll, consiguieron las dos legislaturas necesarias. El plazo entre la primera y la segunda, la que permite discutir sus propuestas de reformas antes de que cesen sus funciones, durará solo un mes. Un mes tendrán para aprobar la bicameralidad, de tal manera que pasar del cargo de senador a diputado y viceversa, elimine el impedimento para conseguir la reelección indefinida perfecta.

 

Como bien les señaló la presidenta del Congreso, Mirtha Vásquez, puede que sea legal, pero indudablemente, no haberse inventado la posibilidad de crear una legislatura de esa manera no puede ser legítima. De decretarse esta reelección, los congresistas de las 10 bancadas del parlamento que entrará en funciones el 28 de junio (6 de las cuales están vinculadas a Fuerza Popular y otras agrupaciones con congresistas investigados por corrupción) podrán reelegirse una y otra y otra vez. Lo ha leído correctamente. Y si además, usted no vota por la candidata de Fuerza Popular para la presidencia de la República (ya se lo deben haber dicho por la televisión o la radio). perderá su canon familiar y se hundirá en la peor miseria comunista.

 

¿Hasta dónde podrán llegar los engaños y cortinas de humo de las cabezas de las redes de corrupción nacional? Quizá ya deberíamos ser un serio motivo de preocupación internacional.

 

1 de junio de 2021

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Congreso, corrupción, Perú

Esa es la cifra hasta el 22 de mayo, ya oficial y actualizada, del número de fallecidos por covid en el Perú desde el inicio de la pandemia. Un número de espanto que nos convierte en el país con el mayor número de muertos per capita de acuerdo a su población, del mundo.

Mucho de responsabilidad en los gobiernos, sin duda. La mediocridad e indolencia lindante con la corrupción de Vizcarra para la compra de vacunas y la provisión de oxígeno y camas UCI, y la tardía reacción de Sagasti ante la segunda ola (él mismo ha reconocido que los tomó por sorpresa), explican en cierta medida el desastre.

Pero lo que más debería llamar a reflexión es que ese resultado lo que pone en evidencia es el fracaso del Estado peruano, en este caso con el tema de la salud pública, pero la misma situación la veríamos sin nos referimos a otros dos aspectos esenciales del sector público, como son la educación y la seguridad interna.

Y no es sólo ineficiencia o corrupción, lo que explica el desastre. Es verdad que el sector público es un paquidermo que no funciona si no es a las patadas y si no hay funcionarios públicos que se juegan el pellejo judicial haciendo que algunas cosas funcionen nada se mueve, y es cierto también que la corrupción campea en todo el aparato estatal haciendo que la poca inversión pública existente termine en bolsillos privados y no en los beneficiarios finales, como debiera ser.

También es preciso construir un nuevo Estado, de hecho no sólo más eficiente y menos corrupto, sino más grande. Suena a tirar los evangelios liberales por los suelos y seguramente escandalizará a algunos fundamentalistas ingenuos, pero el Perú necesita un Estado más grande. Somos el país con menor tasa de presupuesto público respecto del PBI de la región, y ya nuestra región es una de las que peores índices muestra al respecto en comparación al resto del planeta.

El Estado debe invertir y gastar más en esos tres aspectos esenciales: salud y educación públicas y seguridad interna. Es la única manera de construir un Estado equitativo e inclusive, que haga que la ciudadanía no voltee irritada cada cinco años a buscar un candidato antisistema que ofrezca patear el tablero, como sucede ahora con Castillo y seguramente el 2026 con Antauro Humala si no se hace nada al respecto.

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Perú, Salud pública

Me pasó algo muy curioso el fin de semana. Entre la subida del dólar y, por defecto, del aceite, del pollo, de la papa y del pan, me percaté que mis mascotas, dos perros que en principio pertenecían a mi hermana pero que hace un buen tiempo decidí cuidar, se quedaban sin comida. Hasta aquí nada extraño. Todo en orden. Cada dos meses hago el pedido de su alimento. La última vez fue en marzo. Ya tocaba.

La tienda donde siempre hago esa compra queda muy cerca de mi casa y como allí me conocen y yo al dueño del negocio, paso la tarjeta de débito por el POS sin mirar más detalles, recibo el producto, con él la boleta de venta, y regreso a casa. Ya en casa, dejo las cosas en su lugar y las llaves en la barra de la cocina, recibo una llamada y por alguna razón necesitaba un papel para anotar algo que en estos momentos no recuerdo qué era. Meto las manos en los bolsillos y lo único que encuentro es la boleta que me dieron en la tienda de comida para perros. Escribo lo que tenía que escribir y mientras lo hacía vi la cifra que había pagado hacía unos minutos. Me causa sorpresa. ¿La comida del perro también subió de precio? Termino de hablar por teléfono y de escribir sobre la boleta. Llamo al dueño del negocio y lo primero que le digo es si tal vez se equivocaron al cobrarme no unos soles más sino varios soles más. ¿Quizá el cajero digitó en el POS donde pasé mi tarjeta la cuenta de otro cliente? No hay equivocación, me responde. La comida del perro también subió de precio. Pero estrepitosamente.

El dueño de la tienda me cuenta que hay alimentos importados y otros fabricados en el país pero que hasta esos necesitan insumos del extranjero. Lógicamente la producción se tenía que ver afectada por la subida del dólar. Además, me explica que cada año, por la inflación, las empresas que le proveen a su negocio suelen subir sus precios pero que nunca como ahora. Dice que tiene que ver con la incertidumbre asociada a la coyuntura política y que si Castillo ganara las elecciones los perros también se morirían de hambre.

Sin duda. Los animales también la verían verde o, mejor dicho, no la verían. Quizá Pedro Castillo deba ir pensando, de aquí a una próxima campaña electoral, en unos 20 ó 30 años, en proponer un programa para la pobreza perruna. Esa de “barriga llena, corazón contento” caería bien también para nuestros amiguitos perritos. Claro, si de aquí a 20 ó 30 años Vladimir Cerrón le permite ser el candidato a la presidencia.

1 DE JUNIO DEL 2021 

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Dólar, Elecciones 2021, Perú

En época de elecciones, sobre todo en las segundas vueltas, las discusiones políticas se salen de control: basta que una persona haya escogido a un candidato distinto al de la mayoría para que el grupo de WhatsApp se vuelva un solo de ofensas, la reunión familiar se convierta en gritos, y los extraños en Facebook se sientan con derecho a proferir insultos. En este contexto un cliché se repite con mucha frecuencia: “No destruya amistades por simples diferencias políticas”. Yo no estoy seguro de que este consejo, tomado en sentido literal, sea muy saludable. Ciertamente habría que pensarlo dos veces antes de guardar amistad, por ejemplo, con un neonazi. Pero más allá de casos extremos, yo creo que uno debe romper con algunas personas dependiendo de la forma en que estas suelan encarar las discusiones políticas.

Mi idea es que, si su amigo o familiar es una bestia para discutir, lo mejor es alejarse de esa persona.

El presupuesto básico para una discusión es que ambas personas se presenten con un cierto grado de vulnerabilidad. Ambas aceptan que desconocen la verdad sobre un punto, o que no poseen la imaginación suficiente para concebir argumentos que los hagan dudar sobre algo que creen verdadero. Una buena discusión es como un juego de Jenga. Para pasar un buen rato jugando Jenga no importa tanto quién sea el ganador, sino qué tan alta es la torre que alcanzan a construir juntos. Un buen jugador de Jenga no espera que su contrincante se equivoque y bote la torre, sino más bien desea que el otro consiga colocar una pieza más, para así enfrentar un reto mayor y poner a prueba sus propias capacidades. Ahora bien, imagine que una persona insiste en jugar Jenga con usted, usted accede, pero al cabo de un rato, cuando le toca a usted su turno, la persona le mete un patadón a la mesa para que la torre se desmorone a pedazos, y luego se levanta vociferando ¡gané, gané! Si al cabo de unos días la misma persona se le acerca y le pide jugar de nuevo (y es más, ¡le dice que le encanta jugar con usted!), lo aconsejable, evidentemente, es rechazar la invitación.

En el caso de una discusión, si mi interés es encontrar la verdad, entonces lo que más me conviene es que mi interlocutor articule sus ideas con la mayor claridad posible, para así poder evaluarlas con cuidado. Y si mi interés es poner a prueba algo que yo considero como verdadero, debo también esperar con paciencia, y sobre todo, interpretar los argumentos de mi oponente de la mejor manera posible. Pues cuando interpreto un argumento o idea de manera tendenciosa lo único que hecho es crear una versión distorsionada que es mucho más fácil de refutar, lo cual me da la falsa ilusión de que he ganado la discusión – esto es equivalente a patear la mesa cuando mi oponente de Jenga está intentando poner su pieza, quedándome así con la sensación idiota de que soy un gran jugador.

Si en discusiones previas una persona le ha mentido, se ha burlado de sus ideas, lo ha interrumpido constantemente, lo ha interpretado tendenciosamente, levanta la voz, se irrita, etc., entonces no hay vínculo de amistad o filial que lo obligue a aceptar una invitación para discutir, ni disculpa o excusa que valga. ¿Mi consejo? Evite a toda costa a esa persona. Y si esa persona le pregunta por qué no quiere discutir, evite explicárselo, porque ese intento de explicación también conlleva una discusión.

En elecciones hay que distinguir claramente entre aquellos amigos o familiares que buscan una discusión con usted como instrumento para manipularlo y que vote por un determinado candidato (y para ello usarán mentiras, buscarán asustarlo, infundirle vergüenza, etc.), y aquellos que realmente quieren tener un intercambio de ideas; entre aquellos que quieren patear la torre, y los que buscan construirla más alto. Un votante realmente convencido de que su opción es la mejor no tendría por qué mentir para defenderla, o tergiversar las posiciones contrarias. Al contrario. Su posición se solidificaría aún más si consiguiera rebatir los mejores contraargumentos, no los peores. Y si usted genuinamente no sabe por quién votar, qué mejor que buscar conversación con aquellos que realmente la van a ayudar a construir una alta torre de ideas. Lo que se debe evitar a toda costa es jugar Jenga con Chewbacca.

* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. Obtuvo su doctorado y maestría en filosofía en la Universidad de Virginia, y su bachillerato y licenciatura en la PUCP.

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Elecciones 2021, Jenga, Perú

Estamos en empate, con Keiko subiendo y Castillo aferrándose a ese primer lugar que no ha soltado desde que empezó esta carrera. Empate que deja una expectativa de terror para esta semana que queda, donde cada día van a tener que evitar los errores al máximo. Anoche fue el debate y creemos que no hubo claro ganador. Así que enfrentamos seis días más de mucha adrenalina electoral.

Pero uno de los elementos más interesantes para iniciar esta semana era -haciendo un flashback a abril- conocer cómo estaban los perfiles de los votantes de ambos candidatos y ver cómo los coge en la semana definitoria. Así que veamos cómo se han movido estos perfiles y qué puede significar esto para la semana definitiva.

Mucho de la convicción de los indecisos pasa por ver cómo se adecúan a estos perfiles. Es de suponer que los candidatos que más se acercan a ellos, mayores probabilidades tienen.

En abril, en la última encuesta publicada antes del silencio electoral, Castillo apenas aparecía de manera relevante en las encuestas y Fujimori aparecía en tercera o cuarta opción. Pero tenían perfiles de votantes conocidos que reseñamos en el siguiente cuadro:

 

Fuente: IEP

Algunos detalles para precisar. Antes de la primera vuelta y a una semana, esta misma encuesta les daba a Castillo y Fujimori 7% y 10% de intención de voto respectivamente. Al final Castillo logró repuntar y Fujimori quedó aproximadamente con esa votación final.

¿Detalles? Muchos y para todos los gustos. Ninguno de los dos candidatos tenía arraigo entre los jóvenes. Si estos representan el 16% de la población electoral, apenas representaban un 10% de la intención de voto de ambos candidatos. En género sí veíamos una diferencia que hoy se mantiene, Castillo con un votante mucho más masculino, mientras que Fujimori captando más voto femenino.

En NSE, tanto Fujimori como como Castillo eran vistas como alternativas populares, con mucha carga de los NSE DE. Pero claramente no era ninguno de los dos el “candidato de los ricos”. Sin embargo, en cuanto a nivel educativo alcanzado, Fujimori se nutría significativamente de votantes menos instruidos que Castillo, interesante contraste.

Por regiones, teníamos un panorama similar al que hemos notado toda la campaña: Votantes de Fujimori más fuertes proporcionalmente en Lima y el norte, mientras que de cada 10 votantes de Castillo, 5 eran del sur y 2 del centro del país.

La campaña de la segunda vuelta ha modificado ese panorama y cada candidato ha logrado incorporar una masa crítica de votantes que cambió el mapa de sus perfiles. Lo graficamos en el siguiente cuadro:

 

Fuente: IEP

Elaboración propia

Cambios en el perfil del votante de Castillo:

Con respecto a la primera vuelta, el perfil del votante del candidato de Perú Libre logra atraer, de manera proporcional 8% más de jóvenes, pero pierde similar voto de edad media. Gana jóvenes con la promesa de ingreso libre a las universidades, pierde la edad más trabajadora con el susto de las AFPs y con un discurso más llevado en materia económica.

Mantiene su preferencia en el NSE DE, pero cae fuertemente en el NSE C. Creo que se relaciona en buena medida con lo que mencionamos líneas arriba, con una propuesta económica con mucho susto que puede generar una progresiva pérdida crítica en la clase media baja peruana, que puede sentir muy amenazado su futuro inmediato. Lo relevante es que gana una cantidad relevante de porcentaje de votantes en el AB. Asumimos que es el despertar del antifujimorismo el que lo logra.

En cuanto al perfil geográfico, Castillo ha ganado algunos votantes en Lima y el norte, acá incluso llegando a amenazar seriamente la preferencia por Fujimori. Eso equilibra más el cuadro. De cada 10 votantes de Castillo, 3 son del sur, 3 del norte, 2 de Lima, 1 del oriente  y 1 del centro. Aun desproporcionados con respecto a la distribución real.

Los cambios en el perfil del votante de Fujimori

La candidata fujimorista ha logrado capturar más voto femenino en su perfil (6 de cada 10 votantes son mujeres), por ello su necesidad de recurrir a la llamada a su voto en el debate de esta noche.

En rangos de edad mantiene a los jóvenes y a los de edad intermedia, pero pierde 5 puntos de votantes de 40 a más años. Enfocar parte de la campaña en el voto de los abuelitos como se ha hecho esta semana no parece ser lo más adecuado o tal vez se desea reencausarlo.

Pero es en NSE donde la candidata obtiene mayor movimiento. Hoy, 3 de cada 10 de sus votantes son de NSE AB, 3 de NSE C y solo 4 de NSE DE. Si bien ha recuperado terreno en el NSE D según otras encuestas, a nivel de perfil del votante se ha quedado un poco.

En geografías, ha ganado proporción de votantes en Lima, pero los ha perdido en el norte, el campo de batalla de estas elecciones. Lo que ha perdido en esta zona lo ha ganado Castillo. Gran parte de las probabilidades de Keiko Fujimori están en la recuperación del norte como bastión electoral.

El perfil educativo también se modificó en los que ahora son los votantes fujimoristas. Los que cuentan con educación superior se incrementan 17% con respecto a la primera vuelta, pasando de 24% a 41%

En resumen

El votante fujimorista y el votante castillista son diferentes con respecto a los que fue la primera vuelta. ¿Esto es normal? Por supuesto que lo es, ya el votante no se enfrenta a 18 opciones sino a 2, eso hace que su voto se vaya decantando por alguno de ellos. ¿Por qué esto es importante? Porque hay que entender estos perfiles a la luz de a quiénes pueden convencer los candidatos en este tramo final. Los indecisos, más que los que hoy señalan que votarán blanco o viciado son en su mayoría del interior, de NSE DE y más mujeres. Quien logre impactarlos más podrá asegurar más temprano la elección.

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Elecciones 2021, Perú, Segunda vuelta

Keiko Fujimori ha terminado por alcanzar a Pedro Castillo en el simulacro de votación y encuesta efectuados por Ipsos este domingo y en la encuesta del IEP, si bien mostrando una diferencia aún favorable a Castillo, dentro del margen de error.

En el simulacro de Ipsos la diferencia es de 2 puntos, cuando en la anterior medición era de 4.3. En la encuesta de la propia Ipsos, la diferencia era de 3 puntos, ahora es de 2. Pero lo más significativo se aprecia en la encuesta del IEP, según la cual hace una semana había una distancia a favor de Castillo de 10.4 puntos y ahora se ha reducido a 2.

Claramente, el punto de inflexión ha sido el debate técnico del pasado domingo, pero sería ingenuo creer que su sola realización bastó como parteaguas. Detrás ha habido un cambio estratégico en el mensaje keikista. Pasó del “Perú versus el comunismo” (sin soslayarlo: es una fórmula potente y movilizadora de los sectores altos y medios derechistas, un porcentaje importante de los cuales no se inclina aún por la candidata de Fuerza Popular), al “Salud, comida y trabajo”, que colocó la narrativa de la campaña en la profusión de efectivos programas sociales y mensajes críticos del statu quo.

Castillo, en cambio, ha estado prisionero de sus inconsistencias y de jaloneos al interior de su comando de campaña, entre el grupo de familiares del candidato, el grupo partidario de Cerrón, y los desairados técnicos de Juntos por el Perú. Y todo ello en medio de declaraciones confusas, marchas y contramarchas, moderaciones inocuas del candidato mezcladas con radicalidades de sus voceros (y también al revés).

El debate de hoy será decisivo, pero Castillo. A diferencia de lo que se pensaba hace unos días, es quien necesita ganarlo contundentemente para remontar las tendencias. De ocurrir lo previsto, es decir que descolle Keiko en la jornada, la diferencia ajustada, como señalamos apenas comenzó la segunda vuelta, podría terminar por inclinarse a favor de la candidata de Fuerza Popular el 6 de junio.

Queda claro que el eventual triunfo de la derecha en esta elección se debería a sus propios méritos, sin duda, pero también a los gruesos errores cometidos por la izquierda.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú
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