Daniel Parodi

El futbolista peruano confiable

"Ricardo Gareca, en su última conferencia de prensa, señaló algo que me dejó pensando. Dijo que el futbolista peruano es confiable. El futbolista peruano no era confiable en lo absoluto, él lo ha vuelto confiable y esa es otra clave fundamental de la revolución de nuestro fútbol a nivel selección

Todos sabemos que nuestra selección no tiene estrellas, nos lo recordó un comentarista extranjero, en tono crítico y picón, recién tras nuestra segunda clasificación consecutiva al repechaje que nos acerca a la Copa del Mundo Qatar 2022. Hasta hace poco nuestras estrellas eran Paolo Guerrero y Jefferson Farfán, pero ya se encuentran en los descuentos de sus carreras. No soy de descartar a nadie si hace los méritos, el profesor Ricardo Gareca tampoco, pero el equipo que revirtió la eliminatoria fue el de Christian Cueva y Gianluca Lapadula, para decirlo en pocas palabras. 

Esta selección, sin embargo, me parece inferior a la que llegó al mundial 2018 en lo que toca a su producción futbolística. Recuerdo lo increíble que era verlos tocar y tocar desde el propio campo y armar jugadas hasta llegar al área contraria sabiendo que, básicamente, no la iban a perder. Este equipo sí pierde pelotas en salida, tiene más dificultades para hilvanar el juego y, al igual que la anterior, tiene, en general, dificultades para generar peligro en el área rival. Sé que el Perú-Paraguay podría modificar este último concepto, pero trato de hacer un balance general del rendimiento del equipo en la eliminatoria. 

Lo que mantiene este equipo, cómo el anterior, es la solidaridad, no solo en la actitud, sino en la concentración absoluta, en hacer de la escuadra un bloque compacto que fuerza la marca desde los delanteros hasta el defensa más rezagado y es capaz, o de presionar o de resistir al rival, según el caso y la necesidad, como no lo han hecho antes los equipos peruanos, esa es la clave del éxito. Y le llamo éxito por los varios peldaños que hemos escalado en el exigente fútbol sudamericano. La clasificación pasada alcanzamos la repesca con las justas, por goles. Esta vez la hemos alcanzado limpiamente, tapándole la boca a los críticos que también hay en el medio. No olvidemos que veníamos de ser, durante varios procesos eliminatorios consecutivos, los últimos y penúltimos en el fútbol subcontinental.

Ricardo Gareca, en su última conferencia de prensa, señaló algo que me dejó pensando. Dijo que el futbolista peruano es confiable. El futbolista peruano no era confiable en lo absoluto, él lo ha vuelto confiable y esa es otra clave fundamental de la revolución de nuestro fútbol a nivel selección, sólo para ver los partidos con Colombia, Uruguay y Paraguay. Fueron equipos durísimos que no nos regalaron nada. A los dos primeros les jugamos de igual a igual y al tercero lo superamos ampliamente en el juego. Este jugador, con su selección, es comprometido, disciplinado, solidario, responsable, por eso somos un equipo sin estrellas capaz de plantarle cara, venciéndolo o no, a cualquier seleccionado del mundo.

Ya sé que los defensores de Claudio Pizarro señalan, entre otros argumentos, que un jugador solo no hace al equipo. Independientemente de juergas en las cuales el video del hotel desapareció misteriosamente, mi parecer es que Pizarro era una influencia negativa para el grupo, perniciosa pues impedía precisamente que se constituya el equipo solidario y confiable que hoy nos ha brindado una nueva alegría.

La feliz decisión de apartarlo del equipo, o la gota que derramó el vaso, provino del comando técnico en marzo de 2016, tras la juerga de Luis Advíncula en una discoteca, luego de un partido eliminatorio, que generó escándalo y sanción por parte del comando técnico (Advíncula no volvió a ser titular hasta el partido definitorio del primer repechaje ante Nueva Zelanda en Lima). Pero Pizarro alzó la voz y declaró que el futbolista en su día libre podía hacer lo que quería. Esa era la lógica, pues, que había imperado los últimos procesos eliminatorios y “el bombardero” la propagaba a los cuatro vientos. Gareca, sin embargo, pensaba distinto y había comprendido perfectamente la naturaleza del problema con la selección. El partido siguiente, contra Venezuela, que Pizarro fue reemplazado con el marcador 2 a 0 abajo y que los entrantes Raúl Rui Díaz y Edison “el Orejas” Flores revirtieron, fue el último del excapitán con la bicolor. 

A Pizarro no parecieron afectarle mucho sus desconvocatorias al equipo de todos hasta que percibió que el nuevo team del profesor Gareca podía clasificar a Rusia 2018, entonces desde algunos medios de comunicación, periodistas amigos y hasta alguno futbolistas de la selección, se metió mucha presión para llamar al jugador del Bremen, la que continuó casi hasta la justa mundialista, generando continuas controversias, pero no se logró desconcentrar al grupo, y Pizarro nunca más fue convocado. Así fue como realmente comenzó la era Gareca en el fútbol peruano. 

Ahora viene la repesca, yo creo en la victoria infalible si se repite la actitud del equipo, su altísimo nivel de concentración, su solidaridad en la marca y su acierto en la definición que vimos contra Paraguay, pero es un partido y puedo ocurrir cualquier cosa, tengámoslo presente. Independientemente de ello, ojalá que el profe continúe al frente hasta 2026, este es el momento de consolidar el recambio con los jugadores nuevos que vienen apareciendo. 

Cuando ya no esté, Ricardo Gareca nos habrá dejado al “futbolista peruano confiable”, ese que nunca tuvimos en realidad, y nos habrá enseñado la manera de mantener una selección permanente profesional y competitiva. Dependerá de la plana dirigencial del presente y futuro tomar las mejores decisiones para que el proceso se torne indefinido y nuestra selección sea siempre competitiva en el plano internacional. 

 

 

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Fútbol, Ricardo Gareca

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