la maquina de hacer historia

La máquina de hacer historia(s)

"El narrador José Güich, habitual cultor de géneros como la ciencia ficción, el relato fantástico o el policial, interviene ahora en una especie de ficción historiográfica, pero escrita desde un mecanismo próximo al delirio: un encuentro personal con Velasco Alvarado en un vehículo que va recorriendo diversas partes de Lima."

[EN UN LUGAR DE LA MANCHA] Juan Velasco Alvarado es uno de esos personajes singulares que tiene la historia del Perú. Amado y odiado, resistido y ensalzado desde diversas tribunas, inscrito en cierto imaginario como luchador social nato y “revolucionario”, es uno de los fantasmas recurrentes cuya evocación parece cobrar nuevos bríos cuando asoma cualquier radicalismo que intente quebrar cualquier zona del orden establecido. Lo cierto es que sus propuestas, una que otra razonable, fueron malamente implementadas y a ese factor, acaso, les debe su fracaso.

El narrador José Güich, habitual cultor de géneros como la ciencia ficción, el relato fantástico o el policial, interviene ahora en una especie de ficción historiográfica, pero escrita desde un mecanismo próximo al delirio: un encuentro personal con Velasco Alvarado en un vehículo (o una máquina que simula serlo) que va recorriendo diversas partes de Lima y es, además, el escenario de un largo diálogo entre el improbable autor inmiscuido en su ficción y el hacedor del golpe de estado que derrocó a Belaunde en octubre de 1968.

Como sabemos, en la ficción historiográfica latinoamericana, independientemente que se trate de una narración convencionalmente realista o no, hay la mayor parte del tiempo un ánimo crítico y desmitificador. En estas narraciones las figuras históricas alcanzan estatura humana porque son mostradas en sus días de luz y en los de sombra, en sus días de cordura y de locura, humanos al fin y no mitos: Piénsese en el Bolívar crepuscular de El general en su laberinto de García Márquez o en Malinche, de Laura Esquivel.

En Güich, el general Velasco parece quedar suspendido en una especie de limbo, quizá porque le deja a los lectores la tarea de completar la imagen del personaje. ¿Eso es así, realmente? Por otro lado, la narración no muestra un tono celebratorio del personaje, sino más bien indagatorio: las preguntas por las leyendas formadas a su alrededor aclaran más de un enredo. Pero hay algo más interesante aún: la actitud del narrador parece de fascinación, porque el encuentro con el militar es el encuentro con un personaje que ha rondado su cabeza a lo largo de toda su infancia, de manera que el diálogo es matizado con segmentos en los que el narrador recuerda su propia biografía y la de su familia.

Es un viaje al pasado que ocurre en el futuro. Una máquina que dispara recuerdos como si fueran proyectiles. La representación del tiempo en la narración es problemática: “El enigma continuaba: ¿era ese hombre el mismo que había decretado la Reforma Agraria en 1969 y había confiscado los medios de prensa en 1974? ¿Estábamos en 1978 gracias a un caprichoso giro de la continuidad del tiempo? El general, quien se preciaba de haber inventado aquel prototipo, estaba sereno, en paralelo a lo intrigante que me parecía toda la situación (…) No sabría decirlo con exactitud. Solo puedo dar fe de todo lo que veía a mi alrededor. Por ejemplo, el automóvil llamado Hugo no correspondía a 2017” (pp.52-53).

Resulta revelador incorporar a un personaje como Velasco en la ficción. Más revelador todavía, el efecto de los discursos históricos sobre la percepción de la propia historia. Güich ha logrado con esta breve novela hacernos pensar en la actualidad crispada –y hasta hoy irremediable– del país.

José Güich Rodríguez. El general y la máquina. Lima: Maquinaciones, 2023.

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El general y la máquina, ficción historiográfica, José Güich, Juan Velasco, Literatura peruana

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