Usted fue uno de los pocos analistas que vio el fenómeno Castillo, y advirtió su crecimiento antes que las encuestas. Calificó en algún momento su campaña como exitosa. ¿Cómo califica su carrera en la segunda vuelta?
La de segunda vuelta tuvo varias etapas. Una de efervescencia, cuando se presentó al país por una semana y la gente conoció un Castillo campesino. Dio una imagen hogareña, de pueblo, entrañable. Pero se sabía que este margen de 20 puntos no iba a durar. Era una cosa irregular del voto derechista que no se había animado por Keiko. Luego, vino una etapa de gran descoordinación en la campaña de Castillo. Inmediatamente Keiko implementó un plan bien hecho de provocación: entendían que la única forma de ganar era confrontarlo y mostrarlo en su precariedad. De ahí viene el debate de Chota, que fue un error. Castillo cayó en el juego de dar la iniciativa a la rival. Al profesor le va bien la plaza pública, pero no está en su ambiente en la parte más meditada. Sí hubo descoordinación, pero ha tenido suerte, porque Keiko también ha cometido muchos errores. No se ha moderado. Ha presentado un equipo técnico que no era el que necesitaba para ganar el centro. Me imagino que es lo mejor que ha podido conseguir. Si hubiese presentado gente un poco más centrista, Castillo estaría en problemas. El centro se lo ha ganado él.
También ha dicho que un gobierno de Fujimori será un gobierno “débil, represivo, corrupto, continuista y sujeto a conflictos sociales”. Al margen del entusiasmo que pueda presentarle la candidatura de Perú Libre, ¿qué nos asegura que un gobierno de Castillo vaya a ser todo lo contrario?
Sí, he sido bien duro con Keiko Fujimori. No es que el fujimorismo no lo pueda hacer. El fujimorismo podría plantear algo que sea interesante para el país, que vaya a sectores centristas, pero no está ocurriendo. Y yo sé que Juan Carlos Tafur ha intentado o deseado, como mucha gente, que el fujimorismo tenga una imagen un poquito más centrista. Por el lado de Castillo, usted ha empezado diciendo que tengo mi entusiasmo, sí, desde la primera vuelta incluso. Creo que ha habido un esfuerzo de establecer alianzas que no se quedan en la izquierda, sino que van más allá. Y este diálogo con Hernando de Soto o Miguel del Castillo, que son personajes derechistas, han sido intentos interesantes en ambos lados.
¿No es una traición como algunos seguidores de Castillo manifestaron?
Y yo mismo. Es que depende de los términos. Si vamos a agarrar el plan de Hernando de Soto y vamos a hacerlo pasar por un plan de izquierda eso no es viable. Pero si usted conversa, manifiesta su posición y van a entenderse, [sí]. Por ejemplo, estatizar todo no tiene ningún sentido. Y esto se ha ajustado, se ha corregido. En el plan de segunda vuelta no se habla de estatizaciones masivas, como sí decía el plan de Perú Libre con la portada de Cerrón. Son avances en la dirección correcta que no han sido bien enfatizados, vendidos y promovidos. Creo que estas señales son interesantes, como la suma de personajes que han venido al equipo técnico, que aún no ha mostrado todas sus cartas. Creo que hay pequeños avances hacia el centro. Yo no abogo por mantenerse en el programa de primera vuelta y gobernar con eso. Eso no es viable.
Pero usted sí se entusiasmó con el programa de primera vuelta, usted lo apoyó desde el inicio.
Bueno. Sí y no. Yo siempre fui consciente de que se necesitaban ajustes. Y el programa de primera vuelta tenía tres problemas: estatizaciones masivas, libertad de prensa y uno más por ahí. Eran los puntos más vulnerables. Además de estas referencias a Venezuela, Fidel Castro, Lenin, toda esa simbología que había. Pero en medidas concretas había tres puntos que han desaparecido.
¿Y eso no se puede reinterpretar como que hay una agenda autoritaria que se está edulcorando para esta segunda vuelta?
Hay gente que lo ve así, porque estamos en campaña. Yo creo que hay la voluntad incluso de Cerrón y de los sectores más estigmatizados, más impresentables…
Lo digo justamente por Cerrón. Por las declaraciones de Cerrón o Bermejo del año pasado o de hace algunos meses, que apuntan a ese camino.
A ver, después de la primera vuelta, al día siguiente, Cerrón fue entrevistado y ya se veía un ajuste. No era el Cerrón de hace seis meses que hablaba de quedarse en el poder y todo eso, pero eso no ha sido muy notado porque estamos en campaña electoral. Obviamente que hay un interés por tergiversar y vender las cosas de cierta manera. Si usted toma las señales y trata de interpretarlas, va a ver que sí ha habido un cambio. Proyectos autoritarios creo que no los hay porque no se puede. Supongamos que usted tiene un proyecto autoritario, ¿quién lo va a apoyar? Usted no tiene Congreso, no tiene fuerzas armadas, no tiene al clero, acaba de firmar un compromiso. Que hay gente que quisiera hacer [un proyecto autoritario], tal vez, pero la realidad les va a indicar otra cosa. Y la mayoría de gente que quiere un cambio, incluso dentro de la gente que apoya a Perú Libre, va por un cambio un poquito más atemperado.
¿Usted descartaría entonces que una rama autoritaria en Perú Libre pueda secuestrar un eventual gobierno de Pedro Castillo?
No veo cómo. Usted va a tener tendencias. Dentro de la izquierda [hay tendencias], por ejemplo en Latinoamérica: Mujica, Evo Morales, Correa, Lula incluso, por hablar de los más democráticos. Usted va a ver que en la izquierda siempre ha habido [tendencias]. Y en la derecha también es así. La idea de que hay un proyecto autoritario, un plan guiado por el Foro de Sao Paulo porque no han podido llegar al poder por la lucha armada, esto que están diciendo en Willax, es campaña electoral. Yo lo veo así y no le doy mucha credibilidad.
En todo caso, ¿no cree que las expresiones de Bermejo y Cerrón equiparan el temor que tiene la gente de Perú Libre al que le tienen a Fuerza Popular?
Un poco. O sea, de un lado usted tiene una voz bien bajita, pero con un amplificador gigante y obviamente suena a mucho. Pero es lo que dijo Bermejo hace un año, lo que dijo en una reunión y lo chuponearon, lo que por ahí se le chispoteó a Castillo, lo que dijo Cerrón en tal lugar. Tenemos que buscar con lupa estas cosas, pero es con lo que se dan las primeras planas. Si usted lee los grandes mensajes, lee el plan de segunda vuelta, va a ver al equipo, escucha a la vicepesidenta, va a ver que en este juego hay cada vez más fichas que se ponen en acción y van coordinando mejor. Y ve mensajes un poquito mejores. Igual hay errores garrafales: perseguir a la prensa, atacarla, atacar al JNE. Todo esto está fuera de lugar. Pero también usted ve que, luego de eso, hay la condena, ve el rechazo, el distanciamiento.
Más bien son desmarques muy débiles. Pienso en dos ejemplos: la defensa de Bermejo diciendo simplemente que fueron frases del año pasado y las declaraciones de Castillo condenando los ataques a la prensa, pero inmediatamente diciendo, con razón o no, “prensa basura”.
¿Es que cuál sería el desmarque fuerte? ¿Expulsar a Bermejo? No lo va a hacer. Es un cuadro importante que tiene su representatividad.
Habrá procesos internos en el partido.
Por una cosa que dijo el año pasado y la prensa filtró. Tampoco está clara la acción disciplinaria. Siempre va a ser débil. Si usted es un partido que quería pasar la valla y ahora está en segunda vuelta, usted no tiene el aparataje ni la influencia política que tiene el adversario. Es una batalla perdida. Nunca va a haber un desmarque suficientemente convincente cuando estamos en campaña electoral con una desproporción de fuerzas mediáticas. Y lo de Castillo es una precariedad. No es que tenga él un comando de campaña como tiene Keiko con asesores ecuatorianos y estrategas. Él tiene gente que lo asesora artesanalmente. No es que haya un control, una disciplina férrea. Dentro de esa precariedad, las cosas no van a hacerse mucho mejor. Lamentablemente.
Ha dicho también que debe haber un núcleo duro irrenunciable de medidas de un eventual gobierno de Pedro Castillo (Asamblea Constituyente, nacionalización de hidrocarburos, Conga no va), ¿está seguro de que Castillo no va a patear el tablero como lo hizo Ollanta Humala?
Bueno, ¿quién puede estar seguro de los políticos? El pueblo peruano ha sido tan maltratado por promesas incumplidas. Castillo como que ha traído esa esperanza, pero yo no puedo estar seguro. Sí hay señales alentadoras. Después del tema con Miguel del Castillo, se retrocedió y ahí yo especulo que jugó un rol importante Vladimir Cerrón para mantener el izquierdismo. Porque si Perú Libre se derechiza, como Humala, pierde la elección, pierde el sur. El mal menor sería viciar el voto. Sería un gran error. Por lo que yo abogo es por una gran coalición de izquierda y de centro.
¿Cómo analiza la última encuesta de Datum*? ¿Han llegado los dos a su techo?
Lo que ha pasado es que ha habido un contraataque del profesor Castillo. Ha subido dos puntos en simulacro y algo así en la encuesta. Se ha agotado la convergencia de Keiko. Así como dijeron “La distancia se acorta”, el titular de hoy (viernes) debería ser “La distancia se agranda”. Eso dice mucho de la campaña de Keiko. El terruqueo no está funcionando, ha sido desbordado. La gente se harta del terruqueo. Mírelo usted al profesor: ¿usted ve un terruco? No lo ve, pues. Como que no calza, la imagen no se refuerza. Algunos medios están yendo por su cuenta, están insistiendo en el terruqueo y es una inercia de la cual no van a salir, cuando eso no es lo que le conviene a Keiko. A Keiko lo que le conviene es decir: ‘yo tengo un mejor plan’, ‘una economía seria’, ‘el país va a tener estabilidad’. Eso no lo está haciendo.
Usted no cree en las proclamas, ni en las firmas de compromisos, al menos no en las organizadas por ciertas ONG. ¿A qué se aferran quienes miramos esta segunda vuelta con desesperanza?
Es que a mí no me gusta que el Perú sea tutelado ni por la iglesia ni por ONG internacionales. Yo creo en un Estado laico o instituciones sólidas y democráticas que tengan otras jerarquías. Entonces no me gusta que se diga: si no firmas, te vamos a hacer la marcha de los 4 suyos, te hacemos la de Merino, vamos a salir a las calles. Quien ha transmitido más claramente esa idea es Gorriti cuando dijo lo de no regalar el voto. No me parece bien. Por ejemplo, ¿qué es Transparencia? Usted mira el directorio y dice: ¿por qué esta gente va a ser la que determine? A mí me parecían mejor los compromisos unilaterales. Castillo ya había firmado uno y eso debería valer. Pero ya firmaron los dos, ¿y ahora qué? ¿Por quién va a votar Gorriti? ¿Cuál es el siguiente paso? El Perú necesita una institucionalidad de otro tipo y eso me gustó del debate en Chota, que fue una cosa desde abajo, con moderadores que venían del Perú no limeño. Se veía otra imagen, no los de siempre.
*Esta entrevista se realizó el pasado viernes 21 de mayo, el mismo día que se publicó una encuesta de Datum que le daba a Castillo 45.5% de intención de voto y a Fujimori, 40.1%.