El test de Bechdel es un test informal que apareció por primera vez en 1985 en una tira cómica de la escritora y dibujante estadounidense Alison Bechdel.
El propósito del test es resaltar la falta de representación femenina en las películas. El test es bien sencillo. Para pasarlo, una película debe tener: (1) Al menos dos personajes femeninos, (2) que hablen entre ellas en algún momento de la película, (3) acerca de algo que no sea un hombre.
Parece ser una valla bien baja, pero es increíble la cantidad de películas que no consigue superarla. Por ejemplo: las tres de El Señor de los Anillos, Avatar, El Rey León, Luca, Shrek, las tres originales de Star Wars, Regreso al Futuro, Iron Man, Avengers, Doctor Strange, Thor Ragnarok, y un largo etcétera.
En sentido estricto, el test tiene obvias limitaciones. Pasarlo no garantiza que la representación femenina sea significativa, ni mucho menos positiva. Por ejemplo, La Bella y la Bestia pasa el test, a pesar de que la historia circula alrededor de un hombre que rapta-a-una-mujer-le-grita-la-insulta-pero-en-el-fondo-es-bueno-y-ella-se-enamora-del-él-y-lo-salva. Asimismo, no pasar el test no necesariamente implica que la representación femenina sea negativa. La película Gravity, por ejemplo, no pasa el test, pero, a mi entender, el personaje de Sandra Bullock brinda un ejemplo positivo de representación.
En ese sentido, el test no debe usarse para catalogar películas individualmente. Una película no es ‘feminista’ simplemente por haber pasado el test, ni deja de serlo por no haberlo pasado. El test tampoco sirve (esto también es obvio) para medir la calidad artística de una película en general.
Una pasada rápida por Internet muestra que hay mucha gente que sí se toma este test bien en serio, pero en casi ningún caso se trata de especialistas en temas de género. Cuando las especialistas mencionan el test, lo hacen resaltando también sus limitaciones. Lo que sí he visto, bastante, son hordas de machitos heridos que se sienten ofendidos por cualquier mención del test, y critican cualquier uso del mismo, señalando, como si hubieran descubierto la pólvora, problemas con el test que saltan fácilmente a la vista de cualquiera que piense dos segundos sobre el tema.
A mi entender, la importancia del test de Bechdel reside en que, cuando se aplica masivamente a un grupo grande de películas, es posible llamar la atención del público en general sobre ciertos patrones relacionados con la poca representación femenina en el cine. ¿Esto qué significa exactamente? Bueno, que muchas de las películas que dominan nuestras conversaciones cotidianas presentan un mundo diferenciado, en el cual la participación en diálogos significativos es desproporcionadamente masculina, en un nivel mayor del que ocurre en el mundo real. Porque, está de más decirlo, a pesar de que somos una sociedad profundamente machista, en nuestro entorno cotidiano vemos muchísimas mujeres conversando entre ellas sobre cosas que no son un hombre: esto podría indicar que en cierto sentido muchas películas muestran un mundo con menos participación femenina que el mundo real.
Los especialistas tal vez no necesiten de una herramienta tan inexacta como el test de Bechdel. Pero, como padre de dos niñas, a mí el test me hizo pensar en el tipo de películas y series que consumen mis hijas. Y no es que solo les muestre las que pasan el test (si se ha entendido bien lo que he escrito líneas arriba, no considero adecuado usar el test de ese modo: es más, ¡no veo la hora de que mis hijas crezcan para poder ver juntos El Señor de los Anillos!). Pero sí estoy más atento a que lo que consumen tenga roles femeninos positivos. Conocer el test de Bechdel me hizo pensar mucho sobre ese tema. Espero que hoy, 8 de marzo, les haga pensar en ese tema también.
[Nota: Dos buenos videos, cortos, con subtítulos en español, que introducen al tema son este de Anita Sarkeesian:https://www.youtube.com/watch?v=bLF6sAAMb4s; y este de Colin Stokes: https://www.ted.com/talks/colin_stokes_how_movies_teach_manhood/transcript
