Juan Carlos Guerrero

Todo va a estar bien

“Nicolás no se encuentra bien. La tristeza y la apatía lo embargan. Por momentos, está irascible. Nada lo motiva, nada lo distrae, nada lo alegra. Lleva meses sin ir al colegio. Se refugia en su soledad”.

“Todo va a estar bien” le dicen Pedro y Ana a Nicolás, su hijo adolescente para tratar de aliviar su dolor y sufrimiento. Los tres son personajes de “El hijo” del dramaturgo francés Florian Zeller que se viene presentando en el Teatro de Lucía con los actores Ismael La Rosa (Pedro), Brando Gallesi (Nicolás), Marisa Minetti (Ana), Fiorella Luna (Sofía), José Miguel Arbulú (Dr. Rodríguez) y Brian Savitzky (Vincent) dirigidos por Rodrigo Falla. 

Luego del divorcio de sus padres, Nicolás queda bajo el cuidado de su madre. Él no se encuentra bien. La tristeza y la apatía lo embargan. Por momentos, está irascible. Nada lo motiva, nada lo distrae, nada lo alegra. Lleva meses sin ir al colegio. Se refugia en su soledad. Sin embargo, se da cuenta del mal momento que pasa e intenta cambiarla. Le dice a su madre que quiere irse con su padre, quien vive con su pareja y su medio hermano recién nacido. 

En el nuevo hogar, la convivencia entre Nicolás, Pedro y su esposa Sofía no será fácil. Seremos testigos del aumento de las tensiones entre ellos y de la agudización de la depresión de Nicolás. Pedro no entiende lo que le ocurre a su hijo, si bien se conduele con su padecimiento, no sabe qué hacer, cómo responder ante ello. Siente que su situación lo interpela como padre, que lo desafía, que lo amenaza. Por momentos, el desconcierto lo paraliza, lo aturde. Trata de sobreponerse y estrechar su relación con él para sobrellevar la situación. Se imagina que, alentándolo, apapachándolo, consistiéndolo, mejorará su estado de ánimo y no es así, no es suficiente.

Como bien señala Florian Zeller “ante una situación como la de la depresión de un hijo adolescente, la terrible experiencia de los padres se debe, precisamente, a que hay preguntas que no tienen respuesta. Sin embargo, no hay nada más doloroso que ver sufrir a un ser querido sin poder ayudarlo… A través de esta obra, nos acercamos a ese momento en el que algo se desgarra: el niño que hemos ayudado a crecer deja de ser el que conocemos para convertirse en un ser autónomo e inquietante que se nos escapa. Esta obra cuenta la historia de un padre que intenta salvar a su hijo, y de un hijo que no sabe quién puede salvarle”.

“El hijo” conmueve profundamente. Gracias a esta obra contemplamos con pena y desasosiego la vida de un adolescente deprimido, su dolor y sufrimiento, su desgano y sus pocas ganas de seguir con vida. Asimismo, a los padres y su desconcierto frente a lo que le ocurre y, en consecuencia, de no encontrar el camino para aproximarse y proteger a su hijo del modo en el que él lo necesita. La obra es, además, una alerta para poner atención al estado de ánimo y el comportamiento cotidiano de nuestros hijos adolescentes, quienes soportaron a duras penas el distanciamiento social durante la pandemia privados del afecto y compañerismo de sus pares. Finalmente, una vez más, ratifica nuestro convencimiento de que la salud mental debe ser el eje central de nuestro bienestar personal y colectivo.

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