Desde el día uno de la Revolución Francesa, cuando uno de los campesinos alzados en armas encontró en la prisión de la Bastilla el texto del Marqués de Sade titulado ‘120 días de Sodoma’, un escrito sobre el sexo con violencia extrema, sobre las pasiones humanas más denigrantes y, además, sobre la historia del ascenso y la caída de una empresa de la época que compraba piezas artísticas baratas y títulos nobiliarios falsos y los vendía como si fueran auténticos y piezas de arte finísimas, se ha escrito muchísimo sobre las estafas y, sobre todo, sobre aquellas que ofrecen alta rentabilidad al dinero a cambio de conseguir una base de incautos que sostengan dicha rentabilidad: las estafas piramidales.
A comienzos de junio pasado, es decir, hace más de once meses, Sudaca advirtió a la opinión pública sobre la existencia de una empresa llamada Omega Pro que escondida bajo la fachada de una red de mercadeo operaba en forma ilegal en nuestro país, adueñándose del dinero de miles de personas a cambio de ofrecerles grandes ganancias en poco tiempo y con ellas llevarlas a la independencia financiera sin el menor esfuerzo. Como esa posibilidad solamente existe en las fantasías televisivas como ‘Mi bella genio’, la empresa llamada Omega Pro era evidentemente una fábrica de estafas y de estafados.
Omega Pro alardeaba de tener casi tres millones de afiliados en cien países, a los cuales les triplicaba el dinero en un periodo de 16 meses y si eras un poquito más ambicioso y reclutabas más personas para este negocio que no generaba ningún esfuerzo podías ganar una renta equivalente al 7% del dinero que entregaban. A raíz de la denuncia, tímidamente la SBS advirtió al público mediante un comunicado que Omega Pro tenía un esquema de negocio que no contaba con su autorización para captar dinero, por lo que pedía a los que hubieran leído dicho comunicado que tomaran precauciones al momento de invertir sus ahorros en dicha empresa, más aún, sabiendo que Omega Pro no contaba con oficinas en el Perú, ni con un Registro Único del Contribuyente (RUC), ni un número telefónico por el cual reclamar, ni un mail a donde escribir, o sea no había nada, absolutamente nada, sólo el nombre del arequipeño Juan Carlos Reynoso gerente general para Latinoamérica de Omega Pro, acompañado de sus “diamantes azules” y de vez en cuando junto a algunos futbolistas en retiro que invitaba a cada vez más ingenuos a caer en esta estafa.
La caída en desgracia de Omega Pro llega en octubre del año pasado con un supuesto hackeo a su página web. “Vinieron a dañarnos el negocio agentes externos, estamos trabajando en habilitar nuevamente la página”, decía Juan Carlos Reynoso en un video dirigido a sus afiliados de altos rangos. A partir de entonces, la plataforma de Omega Pro nunca más funcionó, hubo cientos de miles de personas que reclamaron su dinero, pero en las redes sociales de Omega Pro colgaban videos de gente agradeciendo que les hayan devuelto su plata; sin embargo, los verdaderos estafados Juan Carlos Reynoso – o podemos decir Juan Carlos Tramposo – aseguraron y siguen asegurando no conocerlos ni haberlos visto jamás. Todos los actores de los videos contratados por Reynoso terminan el discurso diciendo: “no pierdan la fe, Omega pro sí cumple”, como cualquier político de medio pelo.
Una historia que rompe el corazón
Mirian Campos se dedicaba a vender desayunos en una concurrida esquina de la capital hasta marzo de 2020 cuando el Gobierno decretó la cuarentena por la llegada del Covid-19. Madre soltera con dos niños pequeños y sin poder salir a trabajar, Mirian fue invitada un día fue invitada por un amigo de Facebook a una reunión por Zoom para que conociera esta nueva forma de negocio que venía cambiando muchísimas vidas alrededor del mundo.
“Ingresé a la reunión por Zoom más por desesperación que por curiosidad, sobre todo para seguir consiguiendo ingresos para mi familia. En esa reunión unos hombres muy bien hablados nos mostraron los testimonios de cómo las personas ocupadas o desocupadas dejaban de trabajar, dejaban todo para dedicarse por completo al negocio de Omega Pro, y cómo sus vidas habían cambiado pues ahora vivían en grandes mansiones, con autos lujosos en las cocheras y podían viajar a lugares hermosos que yo solo había visto en revistas que compraba en la cachina.
Al finalizar la reunión, mientras mis hijos dormían me puse a pensar que yo no había podido estudiar por falta de dinero y ahora quería que ellos la mejor educación del mundo para que no pasen por lo mismo. En la reunión con los hombres bien hablados, ellos nos describieron los paquetes de inversión cuyos montos mínimos eran de cien dólares, dólares que se triplicaban al cabo de un año. Es más, en dicha reunión los expositores nos explicaban que si no teníamos el dinero podíamos solicitar un préstamo al banco y que ellos nos asesorarían para poder pagar las cuotas mensuales, pues Omega Pro no era una pirámide, sino un vehículo de inversión que hacía trading en Forex: una plataforma digital donde se negocian todas las monedas del mundo, criptomonedas y acciones durante las 24 horas del día. Una fábrica de dinero que no paraba nunca: de ahí salían las ganancias para todos.
Motivada por dicha charla y confiada en la seguridad con que contaban las cosas, decidí invertir mis primeros seiscientos dólares, y como nos dijeron de las ganancias inmediatas por invitar a más personas al negocio, inscribí a 15 personas, que depositaron sus dineros inmediatamente. “Mis ganancias llegaban puntualmente, podía cubrir los gastos de casa, salir a pasear con mis hijos; entonces comencé a reinvertir mis ganancias y me convertí en líderesa de ese grupo. En ese punto, yo creía ciegamente lo que decía Juan Carlos Reynoso y en lo que decían los líderes de Omega Pro, y hasta el año pasado pensaba que tenía el futuro asegurado: el mío y el de mi familia, porque el dinero llegaba puntualmente mes tras mes, hasta que en octubre del año pasado la página de Omega Pro comenzó a tener problemas por un supuesto hackeo. Preguntando por aquí y por allá, me enteré que Juan Carlos Reynoso les había comunicado a los líderes de mayor rango que estaban limpiando la página y que tuvieran un poco de paciencia pues pronto comenzarían a pagar las cuotas atrasadas. Pero en mi caso y en el de las personas que yo había integrado a Omega Pro no fue así pues al contrario Omega Pro canceló mis cuentas y las de mis allegados, y cuando quisimos solicitar la devolución del capital no nos me dieron ni una nueva contraseña ni una nueva cuenta, nos convertimos en unos fantasmas como si nunca hubiéramos existido, como si nunca hubiéramos estado en Omega Pro. Es mentira lo que dice Reynoso en redes sociales, Omega Pro no cumple, es una red de estafadores que sólo utilizó nuestra necesidad y nuestra fe”.
En el video se puede escuchar como fecha 23 de mayo, pero en la imagen se puede ver 23 de abril y la cancelación tiene fecha de febrero, parece que la señora no se aprendió bien el guion o le dieron los mails equivocados.
Ultimas noticias de un canalla
Hace unas semanas, Juan Carlos Reynoso fue detenido en la ciudad de México por los presuntos delitos de lavado de activos y de tráfico ilícito de drogas, durante un operativo conjunto de varias agencias mexicanas y extranjeras que se realizó en las oficinas de la financiera Black Wallstreet Capital, que, según medios del país norteamericano tendría una larga relación con esta empresa y, probablemente, con el jefe del Cartel de Jalisco Nueva Generación alias El Mencho. En relación a esta noticia policial, Juan Carlos Reynoso junior hijo del dueño de Omega ha salido a decir que su padre estuvo en el lugar equivocado a la hora equivocada y que esa detención no tiene que ver nada con lo que viene sucediendo con los reclamos que vienen realizando los afiliados de Omega Pro, es más, Reynoso hijo dijo que su padre es solo un simple vendedor de dicha empresa y que él también tiene dinero invertido en Omega Pro. Pese a que la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP alertó sobre Omega Pro, las autoridades judiciales y fiscales de nuestro país no han condenado los actos que contravienen a la ley; hoy se sabe que Omega Pro ahora se llama Go Global y que Reynoso antes tuvo Icomtech que desapareció, luego que muchos de sus integrantes fueron detenidos por presunta estafa. Hasta ahora no sabemos nada de los futbolistas de élite que prestaron sus imágenes para avalar a esta moledora de carne humana, que transforma a los necesitados en menesterosos y los sepulta bajo toneladas de deudas imposibles de pagar.
Hace unos años, un periodista especializado en romper mitos, en aclarar conceptos y en divulgar conocimientos dijo que la forma más fácil de ponerle fin a una estafa piramidal era preguntando qué pasaría si cada uno de los treinta millones de peruanos le diéramos un sol a cada connacional, pues este sería multimillonario al instante, pero ese ejercicio no podría hacerse con el resto de peruanos, porque para eso cada hombre, mujer y niño nacido en este país tendría que aportar treinta millones de soles menos uno a cada compatriota. “¿Y por qué treinta millones menos uno?”, preguntó alguien. “Porque ese uno eres tú”, contestó el periodista.
Piensen en eso cuando aparezca el sucesor de Juan Carlos Reynoso.