UNO
Tanto tiempo metido en el fútbol me ha llevado a la conclusión de que a cada cual le parece que el mejor fue el primero al que vio con sus ojos adolescentes y la capacidad de asombro intacta – Alfredo Relaño periodista español.
Lo vi, por primera vez, en mayo de 1976. Tenía 36 años y ya era un exjugador. Formó parte del Team America (junto a Chinaglia y Bobby Moore) que disputó la Copa Bicentenario junto a Brasil, Italia e Inglaterra.
Mi generación sintió su influencia en todos los ámbitos del universo futbol. Llegó incluso a tener programas deportivos, hasta firmaba una columna, donde analizaba –concienzudamente- los partidos de los Mundiales de aquellos años. También, actuó en una decorosa peli llamada Escape a la Victoria.
Era el paradigma del futbol. Esto es, políticamente correcto y con una sonrisa dibujada en su rostro, atendiendo amablemente los pedidos de los fans, donde quiera que se encontrase.
Siempre se alineó con la FIFA. Havelange lo apoyó en los momentos difíciles. En los setenta, sus malas inversiones, lo obligaron a ser la cara visible de los más variopintos productos. Había que sostener el ritmo de vida.
Tuvo 3 esposas y 7 hijos. Eso sí, amantes por doquier.
Ante la multitud, se dibujaba una sonrisa en el rostro de ébano. Siempre.
DOS
Se eliminó lo prosaico en favor de lo irreal. Hay imágenes que pasaron al imaginario colectivo del futbol: el tiro -desde la medialuna- ante Viktor, el cabezazo, contra el piso, que salvó milagrosamente Banks y el jugadón ante Mazurkieviz. Dichas acciones se asumen como goles – Santiago Segurola prestigioso periodista español.
El Génesis dirá que llegó -al Mundial de Suecia- lesionado. Ante las pálidas actuaciones, los caciques de la selección le indican a Feola – El técnico- que debe dar ingreso a Pelé y Garrincha, Los jóvenes del equipo. Ahí comenzó la magia. La URSS lo sufrió y perdió. Ante Gales –sin su estrella John Charles- fue el partido más difícil. Incluso pudo adelantarse el seleccionado británico. Apareció el mozalbete e hizo un gol de antología.
Ante Francia y Suecia fueron goleadas grandilocuentes. Y el Rey dejó su huella indeleble en ambos partidos. Solo tenía diecisiete años.
En 1959, los dirigentes del Santos –unos vivazos- se dieron cuenta del potencial del negro. Salían de gira en febrero y marzo por Latinoamérica; en junio y julio el destino era Europa. Ganaban la suma de 25 mil dólares por partido (un billetón para la época). Tal es así, que cuando Pelé se lesiona -en pleno Mundial del 62- es por la acumulación de partidos.
Santos gana -de forma brillante- 5 torneos brasileños consecutivos, 2 Copas Libertadores y 2 Copas Intercontinentales (62 y 63). Uno de los partidos perfectos del Rey fue ante Benfica, que se jugó en el Estadio da Luz (Lisboa). Marcó tres goles de antología y el Santos ganó 5-2. Consiguiendo, de esa manera, la Copa Intercontinental de 1962.
MI viejo me contaba que el team paulista jugaba de memoria. En plenos años sesenta -sin wifi y ni siquiera vía satélite- el Santos viajaba alrededor del mundo. Los partidos ante los mejores de cada país, que no tenían nada de amistoso. Muy por el contrario. Eso sí, eran partidos en cámara lenta. Tal cual, era la característica de la época.
La violencia munida a la permisividad arbitral y la ausencia de antidoping en la Copa, hace que el Santos decida dejar de lado la Libertadores. Por ende, se concentra en los partidos amistosos, que le brindaban mayores divisas.
El mundial de Inglaterra es un punto de inflexión para Sudamérica. Los europeos corren con ventaja en la preparación física y se deja sentir. Tampoco existían las tarjetas amarillas. Para 1969, si bien Pelé convirtió su gol mil, era cuestionado. Su nivel se resintió y Joel Saldanha, técnico del Scratch, dió a entender que podía ser suplente. Esto hizo que moviera sus influencias y cesara al prestigioso periodista, devenido en técnico. Era marzo de 1970. Al asumir Zagalo, simplemente, dejó que los jugadores decidieran. Hubo otra reunión de los caciques -como en el 58- y se estableció que ingresara Rivelino, el único que no era titular en el tiempo de Saldanha.
- Jugaron con 5 números diez: Pelé, Tostao, Gerson, Rivelino y Jairzinho.
- Fue una revolución táctica.
- Brasil 70. No se necesita añadir más, para saber que se habla del equipo más glorioso de todos los tiempos.
Ah, y lo pudo ver todo el mundo. El mundial fue televisado.
Ergo, todos vieron la MAGIA.
TRES
Pelé Jugaba de Pelé. Imposible de encasillarlo. Parecía que él la manejaba hablando a la pelota… la llamaba, la traía. Su físico privilegiado es lo que lo diferenciaba de otros grandes jugadores. Como saltaba, frenaba… vuelvo a repetir: no hubo, no hay ni habrá un jugador como Pelé…tenía un juego que era 50 años adelantado y que todavía hay cosas de Pelé que habría que ponérselo a los jugadores de ahora – Cesar Luis Menotti.
Es ridículo comparar épocas distintas. No tiene sentido. En los tiempos de Pele no existían las amarillas. Los réferis expulsaban a un jugador cuando creían conveniente. Si no salía sangre, no era foul. Incluso, después del Mundial del 70, eran reacios a sacar amarillas.
En aquellos años, no se televisaban los partidos. Si lo hacían había poquísimas cámaras. En la misma línea era offside, ahora no lo es. Hasta los balones eran pesadísimos, en comparación con las actuales. Las Copas Libertadores de aquellos tiempos eran terribles. En un encuentro entre Universitario y Estudiantes de la Plata, en pleno entretiempo. Un exboxeador argentino –contratado por los pincharratas- se acercó a Ángel Uribe y le aplicó un trompis que lo dejó nocaut. Todo valía.
De ahí, que Pele se defendía. Esto es, devolvía los golpes. El reglamento no lo protegía. En ese futbol reinó.
El ahora técnico argentino Mauro Camoranesi, dedujo inteligentemente, que, si O Rei hubiera jugado en estos tiempos, también hubiera sido Crack. Porque el negro era un atleta en aquellos tiempos pretéritos. No hubiera tenido problemas en adaptarse a los nuevos tiempos.
- Y tiene razón.
Edson Arantes Do Nascimiento nos dejó físicamente. La leyenda de O Rei Pelé perdurará.