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Las cosas por su nombre

"Pero si queremos lograr una verdadera reconciliación debemos llamar a las cosas por su nombre. Lo que vivimos en los 80’s y 90’s no fue conflicto armado, fue terrorismo… Solo diciendo las cosas por su nombre, sembraremos las bases para una verdadera reconciliación."

La campaña previa a las elecciones generales del 2021 fue, sin duda, una de las más polarizadas de los últimos tiempos y donde fuimos testigos, de una agresividad verbal y de mentiras flagrantes, nunca antes vistas.

Al llegar la segunda vuelta, con Pedro Castillo y Keiko Fujimori de finalistas, las etiquetas e insultos se incrementaron, tanto así que por un lado” terruqueaban “ a Castillo y sus aliados; y por el otro, llamaban hija de dictador o criminal a Keiko Fujimori. Comunistas, filoterroristas, radicales, ultraderechistas, neoliberales, entre otros, fueron etiquetas y estereotipos que en la mayoría de casos eran injustificados, pero que, en otros, si no se le acertaba al 100%, chocaba en el palo.

Desde el primer gabinete de Pedro Castillo con Guido Bellido en el premierato, debió haberse eliminado cualquier duda de que esta opción política tenía vinculaciones con radicales de izquierda y con la versión política de Sendero Luminoso, como lo es el Modavef.

Se nombró Canciller a un guerrillero condenado por asesinato como Héctor Béjar y como ministro de Trabajo a Iber Maraví, un hombre vinculado al Conare-Modavef, lo que debería haber sido suficiente para que las alarmas sonaran, pero éstas fueron solo timbres tenues nacidos de la incredulidad o quizá, de la indolencia ciudadana.

Ante las críticas y como un intento de suavizar el régimen radical de Castillo, llega el gabinete de Mirtha Vásquez y sus aliados de izquierda, pero rápidamente salieron despedidos con picor en el ojo y el hígado reventado, para dar pase a la verdadera cara radical de Perú Libre, primero con Aníbal Torres de Premier, sí, aquel admirador de Hitler que nos enfrentó a los peruanos con un discurso excluyente y racista, y luego con Betssy Chávez, que nos trajo el recuerdo de una Elena Iparraguirre reencauchada.

Y como por contumacia, el golpe llegó un 7 de diciembre, día que en realidad fue nuestra salvación ante tamaña estupidez que cometió el aspirante a dictador de Castillo, influenciado por sus asesores radicales y sus colaboradores políticos en el Congreso.

Luego del fallido golpe, rápidamente la maquinaria extremista sacó las garras y un cúmulo de mentiras, para no solamente minimizar el golpe de estado, sino, además, para azuzar a la población activando a sus huestes violentas con la consecuencia de más de 25 conciudadanos fallecidos, muchos de ellos jóvenes y hasta menores de edad.

Ellos son los responsables de exponer a los manifestantes a la muerte y lo que hicieron fue terrorismo al ejecutar un plan bien dirigido para tomar objetivos estratégicos de la nación con violencia como aeropuertos, carreteras y plantas de energía, utilizando armas de fuego hechizas y quizá armamento regular.

La actuación de las Fuerzas Armadas y Policiales estuvo enmarcada en la Constitución y la ley. Será finalmente la fiscalía quien tendrá que determinar si hubo exceso individual en el uso de las armas por parte de ellos, así como también de los delitos que tanto azuzadores como violentos realizaron.  

Pero si queremos lograr una verdadera reconciliación debemos llamar a las cosas por su nombre. Lo que vivimos en los 80’s y 90s’ no fue conflicto armado, fue terrorismo. Lo que hicieron estos violentistas infiltrados en las manifestaciones ciudadanas en diciembre pasado ( que son completamente entendibles ), no fueron protestas, fue terrorismo.

Separemos bien las cosas para entendernos entre peruanos, las protestas de conciudadanos por reivindicaciones sociales son válidas y tienen que ser entendidas en un marco de paz y de diálogo. 

Pero a los violentistas que quieren sembrar el terror se les enfrenta con un estado firme pero respetuoso de los derechos humanos de todos y con un esfuerzo comunicacional vasto e inteligente para combatir la narrativa de la mentira y de la infamia que la izquierda radical predica con sus aliados del Socialismo del Siglo XXI.

Solo diciendo las cosas por su nombre, sembraremos las bases para una verdadera reconciliación.


  1. Real Academia Española define Terrorismo como : 1. m. Dominación por el terror. 2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. 3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos. https://dle.rae.es/terrorismo 

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