Liz Meléndez - Sudaca.Pe

Un país fragmentado, pero sin fraude

No hay fraude, lo que tenemos es el resultado de un proceso electoral extremadamente polarizado y agresivo que ha dejado graves heridas y afianzado temores en la población.

Estas elecciones serán recordadas no sólo por lo ajustado de los resultados, sino  fundamentalmente- por haber escindido mucho más a un país fuertemente afectado por el racismo y el clasismo, por haber mostrado esas taras sociales profundas y coloniales que – 200 años después de la “independencia”- se encuentran en nuestros imaginarios guiando no sólo el voto sino las narrativas de una parte importante de la población, que ha demostrado tener la capacidad de justificar prácticas corruptas y nocivas si se trata de bloquear, impedir y silenciar a esos otros/as que considera una amenaza.

Contradictoriamente, en nombre de la “la democracia”, se viene vulnerando sus principios fundamentales. Prácticas como: los insultos o descalificaciones racistas, la coacción del voto, el control de medios y la vulneración a la libertad de expresión, el despido de periodistas, la confluencia de poderes económicos hacia una misma candidata, la estigmatización de quienes comulgan con el pensamiento del opositor, el terruqueo impune y la invención de un supuesto fraude; nos colocan en un escenario de riesgo. Los intentos por deslegitimar el sistema electoral deben generar una alerta. Hay límites que no se pueden pasar.

A más del 98% de las actas contabilizadas sigue siendo el ganador Pedro Castillo, quién al parecer será el próximo presidente del Bicentenario, en un contexto preocupante de polarización y odios que afectará la gobernabilidad democrática. Es necesario que los diversos actores sociales y políticos – con responsabilidad- reconozcan el triunfo cuando este se haga oficial, bloqueando los intentos de poner en entredicho el trabajo de la ONPE y del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), rechazando narrativas como “el fraude en mesa”, que solo generan violencia, avivan los miedos y resentimientos que escinden mucho más al país.

Es muy irresponsable avivar las voces de un fraude electoral; si realmente los sectores opositores son coherentes con sus discursos de defensa de la democracia e interés por el país, deberán reconocer el trabajo realizado por las instituciones que son parte del sistema electoral y brindar la legitimidad que corresponde al ganador (elegido por voto popular y en el marco de elecciones libres).

Un presidente no puede gobernar solo, para garantizar la estabilidad democrática, para vigilar, para que este país siga adelante será necesaria la confluencia de actores con espíritu democrático de lo contrario asistiremos a nuevos periodos de crisis (como los vividos los últimos 5 años, gracias a la imposibilidad de un sector de la política de aceptar la derrota), pero esta vez en medio de una las peores crisis sanitarias, políticas y éticas de nuestra historia, lo cual agrava el escenario.

No hay fraude, lo que hay es preocupación e inconformidad de casi la mitad de la población, lo cual deberá ser tomado en cuenta por el próximo gobierno, para generar puentes de diálogo y encuentro. Sin embargo, también tenemos una gran “pataleta” del partido y la candidata opositora, actitud que ya se conoce y que debe ser rechazada. Si realmente la clase política quiere sumar esfuerzos a la reconstrucción de un país fuertemente golpeado por la tragedia, esta es su oportunidad.

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Elecciones 2021, Fraude, Polarización

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