Si uno busca Wikipedia y chequea cuáles son las características de lo que se llama un “Estado fallido”, encuentra las siguientes:

Salvo dos o tres calificamos en todas. No nos estamos percatando del profundo deterioro social, económico, político e institucional por el que transita el país, producto de habernos conformado con solo haber hecho algunas reformas de primera generación en los 90, habernos congelado allí, y haber permitido que la realidad desborde el “modelo”, tornándolo inservible e ineficiente.

Lo grave de esta situación es que nos coloca en el abismo de una toma de decisiones electorales tremenda el 2026, con fuerzas radicales de izquierda cosechando el descontento masivo de la población con ese Estado funesto que nos rige. Los antiestablishment tienen razones fundadas para entusiasmar a quienes quieren patear el tablero.

 

 

 

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[MIGRANTE DE PASO]  Ningún presagio de muerte, epifanía de vida o expectativa alguna parece relevante ante semejante brutalidad y ferocidad de la naturaleza cruda. La Garganta del Diablo. No se me podría ocurrir mejor nombre. Situada en la punta de la grieta donde se forma todo el complejo de las cataratas de Iguazú, la más caudalosa del mundo, acumula la mayor cantidad de agua, con caídas de hasta 80 metros. Genera un rugido que se puede escuchar a cientos de metros de distancia. Parece que una criatura colosal estuviera tragando tu diminuto ser. Te sientes encogido y reducido a un poco de polvo contemplativo.

Iguazú, considerado entre las siete maravillas del mundo natural, está situado entre las fronteras de Argentina, Brasil y Paraguay; las cataratas, compartidas entre las dos primeras. A lo largo del viaje tienes que cruzar la frontera entre Argentina, que contiene el 80% de cataratas, y Brasil, para conocer todo lo que se ofrece en este paraíso selvático. Doble aduana y migraciones cada vez que cruzas. Portar tu pasaporte es esencial en esta aventura. Me hospedé en la parte brasileña. En los alrededores no había nada, solo los fantasmas de ríos, jaguares y cascadas que sabes que existen no muy lejos de donde estas parado. A 1300 kilómetros de Buenos Aires y 1500 de Brasilia.

En la zona argentina, el tercer día, luego de un pequeño tramo recorrido en un tren rústico, de poca velocidad y ecológico, llegas a las pasarelas del recorrido superior. El medio de transporte está hecho para no ser disruptivo con el ambiente casi tropical. Todo es verde: frondosos helechos, troncos de palmera, orquídeas en su hábitat natural, begonias rojas y musgo que invade lo construido por lo humano. Despierta el pulso de muerte junto con la exploración, tentándote a desaparecer entre las paredes arbóreas y perderte en un laberinto desconocido y salvaje.

Desde el inicio del recorrido te acompañan decenas de coatíes, pequeños mamíferos, que se asemejan a ositos peludos y divertidos que juegan con el entorno. No tenerles respeto seria una falta de sabiduría ya que sin problemas podrían morderte y como consecuencia atraer alguna enfermedad contagiosa como la rabia. En el camino, pasando por encima del rio Iguazú, se ven restos de antiguas pasarelas arrasadas por temporadas de caudal muy alto. Solo quedan trozos de metal arrimados y consumidos por el paisaje mismo. Esta zona ha sido cerrada y reabierta múltiples veces por posibles peligros.

Solo ese día, en el trayecto de 15 minutos hacia la Garganta del Diablo, cuatro mariposas se posaron en mis manos y se quedaron ahí un buen rato. Es como estar alineado con todo lo que te rodea. Para ese momento ya era como un árbol caminando en su propia selva. En mi situación de humano no me atrevería a llamar a un lugar con esa potencia como algo propio. Cuando se posó sobre mí la famosa mariposa del 88, por la pigmentación que diseña algo semejante al número en sus alas, fue la primera vez que pensé en algo que no me agradaba. Inevitablemente pensé en el 88 como famoso símbolo neonazi: La octava letra del abecedario, HH y ya todos sabemos lo que significa. Felizmente, los pensamientos o recuerdos amargos y problemáticos son aspirados por la flora que te rodea.

Todo el último tramo ya se escucha la caída violenta de agua y la enorme nube blanca originada por el rebote. Para estas alturas los arcoíris ya no deberían sorprenderte, pero aparentemente nunca pierden ese factor que los caracteriza. Por su naturaleza misma, abundan en el corazón o garganta del gran templo acuático. La pequeña terraza repleta de personas disfrutando de la vista da indicio de la obsesión humana por lo inconmensurable.

Me instalé en tres sitios diferentes, apoyado en la baranda que me protegía de una muerte segura. Si te caes ahí probablemente no quede rastro de tu existencia. No se puede visualizar el fondo, después de ver el agua caer se pierde registro alguno de las profundidades. “Cuando miras largo tiempo el abismo, el abismo también mira dentro de ti”, el aforismo de Nietzsche estuvo presente en cada instante que pasé ante la Garganta del Diablo. Un abismo blanco. Las reflexiones más recónditas y sentimientos ponzoñosos respiran mientras ves el agua. ¿Quién soy? ¿Existe un dios o la verdad? ¿Vale la pena sufrir? ¿La culpa persecutora es necesaria? Todo eso y más fueron las incógnitas despertadas ante mis ojos impactados. Me sigo preguntando a qué conclusiones hubiera llegado si pasara mucho tiempo ahí. Si hubiera habido más tiempo, jamás me hubiera alejado. Mientras me iba, sentía que dejaba atrás a un titan mitológico que efectivamente se había apoderado de una parte mía, quién sabe hasta cuándo.

Finalizada la parte inicial del tour existencial regresamos al circuito inferior para dirigirnos a lo botes que te hacen un recorrido por las cataratas, sin adentrarse en las más peligrosas. Más selva. Pude identificar a una familia de “monos caí” sobre mí, saltaban de rama en rama. Era una locura. Ya estaba por completo sumergido en una novela de ficción. Lagartijas, hormigas y arañas de tamaños poco comunes en lugares urbanos donde la mayoría de nosotros creció. Eres un visitante en un lugar totalmente ajeno. Este terreno les pertenece a ellos: animales y plantas. Lamentablemente, algunos, al no seguir simples reglas, pasan de visitantes a invasores en un pestañar. Otra característica humana sacada a flote: creer que tenemos derecho sobre todo y que nos pertenece.

Llegué al pequeño puerto para embarcar luego de unos kilómetros a pie y el resto en buses estilo safari. Para mi sorpresa, los demás turistas estaban con ponchos impermeables y ropa de cambio; yo solo tenía mi casaca ligera. Antes de subir te dan una bolsa para poner todo lo que no quieres que se moje. Zapatillas, medias, casaca, billetera, dinero y documentos a la bolsa. Durante la navegación provocaba tirar el pasaporte y DNI al olvido. La sensación de libertad era tan grande que borrar cualquier resto del numero que soy en la enorme red humana parecía coherente.

Éramos aproximadamente 25 personas en el bote. Los pilotos conocían el rio perfectamente. Luego de ver desde abajo las enormes cascadas quedas perplejo. Se te dibuja una sonrisa de manera casi indeleble. Todo esto antes de comenzar la parte lúdica. Te vas acercando de a pocos a dos de las caídas. Escuchas gritos eufóricos y la algarabía predomina en el vehículo. Los ruidos vocales se van silenciando por el sonido del agua. Casi debajo de la catarata, sólo escuchas millones de impactos como un nido incesante de pájaros. La risa se te escapa hasta por las orejas. Sólo recuerdo no poder ver nada por mis lentes empañados y la neblina generada; la felicidad y cómo escuchaba mis propias carcajadas desde el interior. Lo mismo sucedió dos veces. No quedaba ni un milímetro de mi cuerpo seco. Hasta la ropa interior queda totalmente mojada. La risa permaneció en lo que resta del día. Me quité el polo y me puse la casaca. Remangué mi buzo y regresé secándome al sol.

La primera mañana, salí del hospedaje y caminé al costado de la carretera con selva a los dos lados. Carteles de peligro por jaguares en la zona que feliz y lamentablemente no pude ver. Son animales nocturnos. Ver uno y que no me ataque sería un sueño cumplido. Al llegar a la cumbre de una pendiente llegas a la zona del parque nacional. Tomas un bus de media hora y llegas a las cataratas. La parte brasilera es más pequeña, pero de una belleza sin igual. Al bajar del bus te diriges a las pasarelas mucho más cortas que las del lado argentino. Tras pasar una cortina de árboles visualicé las cataratas acompañadas de incontables arcoíris, en algunos podías incluso cruzar por debajo. Bajas un ascensor mirador para llegar a una terraza intermedia entre la parte más alta y el río abajo. El salpicar del agua te empapaba el alma. Tras pasar unas horas ahí me di cuenta de que el júbilo marcaría todo el viaje.

Ya conocidas las zonas de ambas naciones, luego de ver las cataratas desde la altura donde cae el agua en las pasarelas y desde abajo en bote, sólo faltaba verlas desde arriba. La opción existía. Contra todo pronóstico, debido a mi pánico por las alturas, hice un recorrido en helicóptero. La primera vez que me subía a uno. Entrábamos seis contando al piloto. El viento de las hélices me tomó por sorpresa y me empujó hacia atrás, lo había visto en películas, pero no pensé que fuera tan fuerte. Me aproximé y subí mudo de miedo.

Ya todos sentados y asegurados, despegó. El miedo se diluía en cada metro de altura. Desde la ventana se veía como la selva se apoderaba de todo el terreno, mires el horizonte que mires. Las cataratas desprendían una nebulosa blanca y los arcoíris se veían desde cientos metros en el aire. Parece que vuelas dando vueltas hipnotizado por la belleza. Se logra ver la enorme grieta en su máximo esplendor. Si por casualidad el helicóptero se acercara a la Garganta del Diablo seria destruido en cuestión de segundos. Fueron solo 10 minutos, pero parecieron 30. Volando completé la apreciación total de la maravilla natural. Aunque estoy seguro de que cuando vuelva encontraré algo nuevo. Recuperaré mi parte engullida a cambio de otra que será devorada por la naturaleza y la tentación que despierta: regresar a nuestra oscura naturaleza. Entendí por qué Iguazú viene de la palabra guaraní de “grande” y “agua”.

El ultimo día enrumbé por casi tres horas en la provincia argentina de Misiones. El destino: las ruinas de la reducción San Ignacio. A inicios del siglo XVII, los jesuitas en sus llamadas misiones evangelizadoras, se asentaron en este lugar para trabajar con la población guaraní. Es asombroso y aterrador lo que una religión hizo para propagar su doctrina. Al igual que medidas extremas, llegaron a lugares extremos. Si en esta época da la impresión de estar en mitad de la nada, hace 4 siglos la jungla debe haber estado más vívida, más frondosa y temible. Lo más asombroso es el portón que permanece erguido. Queda la estructura base de todo el recinto.

A pesar de haber presenciado los paisajes más impresionantes en los días anteriores, las ruinas me sorprendieron igual. Los restos arqueológicos vienen impregnados de magia e imaginación. Documentación de la historia de la humanidad. Todo esto tan cerca de las cataratas que simbolizan lo indomable. La falta de control y la introspección que desata lo inmenso permite dar cuenta de quiénes somos. Algo diminuto en el ciclo del uno y el todo. Todos parecemos nacer de él para regresar cuando nos liberemos de lo corpóreo o cuando nuestros sueños mueran.

 

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El “chalequeo express” de la JNJ a Zoraida Ávalos

Uno de los aspectos de más ingrato recuerdo en la historia judicial reciente del país es el trato especial y la protección legal que la Junta Nacional de Justicia ha brindado en los últimos años a la exfiscal de la Nación Zoraida Ávalos, algo que no tiene antecedentes en la historia judicial del país.

Hay hechos que considerados en conjunto y en contexto revisten gravedad y que no pueden ser pasados por alto.

En primer lugar, resalta el hecho de que en la entrevista del 3 de noviembre del 2022 para ser ratificada o no en el cargo de Fiscal Suprema los miembros de la Junta Nacional de Justicia no hicieron una sola pregunta a Zoraida Ávalos acerca de los certificados falsos que habría utilizado para acceder al cargo de Fiscal Suprema en el año 2013, pese a que ella tocó el tema. Ningún miembro de la JNJ siquiera se molestó en realizar una pregunta tangencial, de refilón o para salvar la vergüenza sobre un asunto tan delicado, serio y que revestía extrema gravedad a lo largo de los 65 minutos que duró la entrevista.

Para los miembros de la JNJ no había nada de interés público y de relevancia en el hecho de que se afirmara que una Fiscal de la Nación habría utilizado documentos falsos para participar y pasar con las justas el examen curricular cuando postuló al cargo de Fiscal Supremo y salió nombrada. El hecho es sumamente extraño y revelador debido a que diversos medios de comunicación se habían ocupado del tema con evidencias fílmicas contundentes acerca de la fábrica de documentos falsos a la que habría acudido Zoraida Ávalos y otros magistrados para tratar de mejorar su curriculum.

La total inercia, ni siquiera pasividad, de los miembros de la Junta Nacional de Justicia para tratar el cuestionamiento más grave que tenía Zoraida Ávalos alrededor de los certificados falsos de LIBREJUR es verdaderamente aleccionador en lo jurídico y en lo ético tanto para todos los jueces y fiscales como para todos los estudiantes de derecho del Perú, pues nos enseña que se puede acusar a una persona de haber matado, robado o violado y se puede llegar a absolverla, frente a la gravedad de los cargos y el peso de la evidencia, sin preguntarle al sospechoso si efectivamente mató, robó o violó.

Incluso, un miembro de la JNJ, en el colmo de su simpatía y apoyo a Zoraida Ávalos en la entrevista le preguntó acerca de las “expectativas a futuro en lo personal e institucional” en el Ministerio Público, sellando por anticipado lo que se veía cantado: su segura ratificación por unanimidad. No se le preguntó sobre los hechos pasados extremadamente graves que se la atribuía, sino sobre su cómodo futuro en la Fiscalía que ya tenía asegurado con una pregunta de regalo. Otro miembro de la JNJ en la entrevista resaltó el “coraje” de Zoraida Ávalos, además, de enaltecer la figura personal de la entrevistada como si el acto de ratificación fuera una reunión de amigos o una charla de café.

Para los incrédulos acerca de la entrevista de Zoraida Ávalos por la Junta Nacional de Justicia se puede ver el enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=ApCeGuDV4BA

En segundo lugar, la JNJ, el 23 de mayo del 2023 emitió un comunicado público en la que mostraba su total respaldo a Zoraida Ávalos en el trámite de la acusación constitucional que se vería al día siguiente en el Congreso de la República. Tal fue el grado de apoyo de la JNJ que se permitió “invocar respetuosamente, a las señoras y señores representantes en el Congreso de la República, la mayor reflexión en torno de la acusación constitucional que se tramita contra la exfiscal de la Nación, Zoraida Ávalos”.

La JNJ de la manera más descarada hizo suyo el principal argumento de defensa de Zoraida Ávalos y lo dejó en claro en su comunicado que no se puede pretender sancionar a un fiscal por “el criterio jurídico adoptado en el ejercicio legítimo de la función fiscal, como expresión de su propia independencia”. Se debe resaltar que la JNJ en ningún otro caso distinto al de Zoraida Ávalos emitió un comunicado o pronunciamiento a favor de la defensa de un magistrado (del Poder Judicial o del Ministerio Público) cuya independencia o autonomía se podía ver amenazada como puede ser, por ejemplo, el caso de los fiscales José Domingo Pérez y Rafael Vela Vargas, que son objeto de campañas mediáticas de demolición.

La JNJ dejó sentado en su comunicado que lo importante para sus miembros no era tanto la preservación de la independencia de los jueces y fiscales, sino garantizar que Zoraida Ávalos no sea removida de su cargo como Fiscal Suprema titular por el Congreso de la República. ¿En los cuatro años que viene funcionando la JNJ el único caso en el que se amenazaba la independencia de un Fiscal era el de Zoraida Ávalos? Para la JNJ vivimos en un país de ensueños en cuanto al sistema de justicia, ya que en el único caso que se consideró que se amenazaba la independencia de un Fiscal era en la investigación que se seguía en el Congreso contra Zoraida Ávalos.

En tercer lugar, una de las muestras de mayor protección e incondicionalidad de la JNJ con Zoraida Ávalos es su absoluta indiferencia y total desconexión con la realidad respecto a los hechos relatados en las publicaciones de Sudaca que se han presentado contra Zoraida Ávalos y que han generado cero investigaciones de oficio por parte de la JNJ, pese a la gravedad de las publicaciones, lo que difiere de otros casos en los que por hechos menos graves se abrió investigación inmediatamente a jueces y fiscales supremos.

Una sanción con sabor a impunidad

Algunos defensores de Zoraida Ávalos advertirán que ella fue sancionada por la JNJ con un mes de suspensión del cargo por el indebido nombramiento como Fiscal Superior adjunta de la hija de su comadre María Zavala Valladares (Carla Estefanía Bourdieu Zavala), miembro de la JNJ, en el distrito Judicial de Piura y que, por tanto, no se puede hablar de que ella fue favorecida indebidamente o recibió un trato especial.

Sin embargo, basta revisar la resolución de la JNJ para advertir que se dio por probado “el vínculo de amistad y comadrazgo entre la investigada y la madre de Bourdieu Zavala” al considerar que “María Zavala Valladares y Zoraida Ávalos Rivera han coincidido en señalar que tienen una relación de amistad desde que estudiaron la carrera de derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, relación que se ha mantenido en el tiempo, incluso la investigada es madrina de la hija menor de aquella; así consta en la declaración testimonial de esta última obrante a fs. 1855, y en las declaraciones de Zoraida Ávalos Rivera de fs. 1003 y 1201”.

Zoraida Ávalos, inclusive, en sus descargos, lejos de reconocer su falta llegó a sostener que: “no existe ningún impedimento legal que configure tal relación de amistad para la aludida designación”, es decir, admitió expresamente que podía manejar al Ministerio Público como si fuera su empresa privada, o algo suyo, y que podía nombrar a los hijos de sus amigos, de sus compadres y comadres como fiscales sin ningún problema.

La gravedad del caso es que Zoraida Ávalos con su puño y letra llegó a firmar la resolución de la Fiscalía de la Nación N.º 2929-2019-MP-FN del 21 de octubre de 2019 en la que designaba como Fiscal adjunta superior de Piura a: Carla Estefanía Bourdieu Zavala, hija de su comadre y amiga íntima, miembro de la JNJ: María Zavala Valladares.

Se ha consultado a especialistas en temas penales y administrativos sobre el tema y formulan dos observaciones a la decisión de la JNJ de solo imponer la sanción de 30 días de suspensión en el ejercicio del cargo. Un primer cuestionamiento reside en la proporcionalidad de la sanción, ya que en un caso semejante de nombramiento de una juez supernumeraria de la Corte del Callao, la JNJ impuso la sanción de destitución al juez supremo Aldo Figueroa Navarro, pese a que se acreditó que él solo recomendó a que se nombrara como juez a una persona que ya había ocupado cargos semejantes en la Corte de Justicia de Lima y tenía un mejor currículum que la hija de María Zavala; mientras que Zoraida Ávalos nombró directamente, sin rubor y abusando de su cargo, a la hija de su comadre. No es que Ávalos pidió que un tercero la nombrara en el cargo de Fiscal superior adjunta, sino que ella misma firmó la resolución.

Un segundo cuestionamiento, es que la JNJ no deriva ni remite copias al Congreso de la República o a la Fiscalía de la Nación para que se investigue penalmente a Zoraida Ávalos por la comisión del delito de aprovechamiento indebido del cargo y por el delito de patrocinio ilegal, dado el manifiesto conflicto de intereses en los que había incurrido, lo que, según los entendidos, supone cometer el delito de omisión de deberes funcionales.

Resulta grave que la JNJ luego de dar por probada la relación de amistad íntima, de comadrazgo entre Zoraida Ávalos y María Zavala como el claro conflicto de intereses no haya derivado el caso a las autoridades competentes por la probable comisión de por los menos dos delitos.

La Junta Nacional de Justicia no cancela el título de Fiscal Suprema a Zoraida Ávalos

La ex fiscal de la Nación Zoraida Ávalos fue inhabilita por el Congreso de la República mediante la Resolución Legislativa del Congreso número 024-2022-2023-CR que fue publicada en el diario oficial “El Peruano” el 23 de junio del 2023 y en el que se ordena “INHABILITAR por cinco años para el ejercicio de la función pública a la señora Zoraida Ávalos Rivera”.

Sin embargo, la Junta Nacional de Justicia, pese a la decisión del poder Legislativo de ordenar la inhabilitación de Zoraida Ávalos por cinco años no ha cumplido, luego de más de 70 días, con cancelar el título profesional de Fiscal Suprema, tal como lo ordena el artículo 2 inciso h de la Ley N.º 30916 que regula la Ley Orgánica de la Junta Nacional de Justicia.

En la elaboración de esta nota se ha consultado a dos destacados constitucionalistas quienes al tiempo que pedían reserva de su nombre nos señalaban que la consecuencia inmediata de la inhabilitación efectuada por el Congreso de la República lleva consigo que cualquier funcionario público no solo no pueda seguir ejerciendo la función pública, sino que en el caso de funcionarios nombrados en la administración pública, especialmente, en el caso de fiscales y jueces, se les debe cancelar su título profesional.

Los especialistas consultados nos hicieron ver que el artículo 4 inciso 2 de la ley de la carrera fiscal establece como un requisito general para el ingreso y permanencia en el cargo de Fiscal de cualquier nivel el “Tener el pleno ejercicio de la ciudadanía y los derechos civiles”, situación que se pierde de manera irremediable al ser alguien inhabilitado “para el ejercicio de la función pública”. La inhabilitación implica que a persona se le suspende el ejercicio de poder ingresar o permanecer en el ejercicio de cualquier actividad de la función pública, entre los que se cuenta el cargo de Fiscal Supremo.

Se nos hizo ver que el Tribunal Constitucional peruano tiene zanjada la cuestión en la sentencia del EXP. N° 3760-2004-AA/TC del 18 de febrero del 2005 que tiene efectos jurídicos vinculantes para todos los poderes y organismos públicos. En dicha sentencia se señaló que del artículo 100° de la Constitución como del artículo 89° del Reglamento del Congreso se infiere que el Congreso de la República puede imponer, luego de realizado el procedimiento de acusación constitucional, sanciones políticas que pueden manifestarse de tres formas: 1) la suspensión, 2) la inhabilitación o 3) la destitución del funcionario público. Y que la inhabilitación política es una sanción política discrecional y que es distinta a una inhabilitación administrativa y a la inhabilitación penal. Ella es una sanción política que impone el Congreso de la República a los más altos funcionarios del Estado comprendidos en el artículo 99º de la Constitución por infracción a la Constitución y por los delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones, los mismos que sólo comportan una restricción en el ejercicio de los derechos políticos del funcionario que sea sancionado.

Por su parte, SERVIR (la Autoridad Nacional del Servicio Civil) en el Informe Técnico N° -2022-SERVIR-GPGSC ha señalado, sobre la inhabilitación política, que “tiene como efecto la restricción al derecho de acceso a los cargos públicos derivados de elección, acceso mediante concurso público o de designación; por lo que, el sujeto infractor queda inhabilitado para postular, concursar, ejercer y/o acceder a cualquier cargo o realizar función pública durante el período en que se encuentra vigente la mencionada inhabilitación”.

Los constitucionalistas consultados nos refieren que el funcionario público inhabilitado que no puede ejercer cargo público alguno, ya sea de elección popular o de otro orden, se distingue del caso en que el funcionario recibe una sanción política de suspensión en el ejercicio del cargo en la que luego de cumplida la sanción puede regresar sin problemas a ejercer su cargo anterior. El funcionario público inhabilitado políticamente debe salir, o ser retirado de la función pública, y puede postular a cualquier cargo de la función pública, luego de cumplido su tiempo de inhabilitación.

La Junta Nacional de Justicia parece haber entendido que Zoraida Ávalos ha sido suspendida (y no inhabilitada) en el ejercicio del cargo, ya que solo así se puede explicar su decisión de mantenerla en el Ministerio Público a cualquier costo cuando la decisión correcta es proceder a cancelar su título como Fiscal Suprema.

En relación a la inhabilitación impuesta por el Congreso en la historia política y judicial se tiene el caso de las ex congresistas Luz Salgado y Martha Chávez quienes recibieron una sanción política de inhabilitación de cinco años (tiempo semejante por la que se inhabilitó a la ex Fiscal de la Nación) y que generó que el Congreso de la República mediante la Resolución Legislativa Nº 051-2001-P/CR, publicada en el diario oficial El Peruano el 18 de agosto de 2001, se declaró la vacancia del cargo de Congresistas de la República. Dicha inhabilitación se discutió en la justicia constitucional y el Tribunal Constitucional declaró infundada la demanda presentada en el EXP. N.° 3593-2006-AA/TC del 4 de diciembre del 2006.

En un blindaje reiterado y escandaloso con Zoraida Ávalos, la JNJ ha decidido hacerse de la vista gorda y mirar a otro lado para no remover y sacar del Ministerio Público a la exfiscal de la Nación. Según los especialistas consultados se ha incurrido en el delito de omisión de funciones.

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La propia Contraloría ha advertido que la adenda que le permite a Innova Ambiental seguir operando el recojo de residuos sólidos en Lima Cercado, es un despropósito y que el contrato con dicha empresa (ex Relima, sí, la del escándalo Comunicore), que se extendió por una adenda irregular, debe llegar a su fin y convocarse a una licitación pública internacional para brindar ese servicio.

Así se lo ha hecho saber a la propia autoridad municipal en reiteradas ocasiones y, sin embargo, el alcalde limeño, Rafael López Aliaga, supuesto adalid de la moralidad pública, se zurra en la noticia, con él no es, y mantiene vigente un contrato a todas luces irregular.

La lógica administrativa ordena que el manejo de los residuos sólidos (su recojo y depósito en rellenos sanitarios) sea hecho con la mayor pulcritud no solo en su proceso mismo (sobre lo segundo, el vigente contrato también tiene serios cuestionamientos) sino en la transparencia que debe tener el proceso legal correspondiente.

A López Aliaga no le está yendo bien en su tarea de gestor municipal. En la práctica, no ha hecho nada de lo que prometió, no tiene una política pública municipal coherente, y el resultado se aprecia en las encuestas, donde ya la mayoría de limeños lo desaprueba. Según la última encuesta de Ipsos, 53% lo desaprueba y 39% lo aprueba. Un fracaso por donde se le mire.

Las propias expectativas presidenciales que López Aliaga alberga se están yendo por el desague por su mala y controvertida gestión al mando del municipio limeño. Si no es capaz de romper un contrato cuestionado por la propia Contraloría, que sugiere una licitación internacional, como la propia adenda firmada lo establece, algo huele mal ya también en términos de ética en la gestión edil.

Lo que sucede en el municipio capitalino debiera servirnos de lección a la hora de pensar el voto presidencial del 2026. Falsos tecnócratas se venden ante la opinión pública como grandes gestores y a la hora de la hora no son capaces de gestionar nada. Y encima, como es el caso que citamos en esta columna y que es parte de una contínua campaña de Sudaca, se cometen actos, o se dejan de ejecutar, con claro olor a corrupción.

-La del estribo: notable la puesta en escena de La Barragana. Escrita por Luis Alberto León y dirigida por Chela De Ferrari, cierra la trilogía de obras conformada por La Cautiva y Savia, sobre tres momentos de gran violencia alrededor de la historia del Perú. Va hasta el 9 de octubre en el teatro La Plaza (se compran las entradas a través de su web).

 

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Comunicore, contraloria, gestión edil, municipio limeño, Rafael Lopez Aliaga

[INFORMES] A fines de los años sesenta del increíble siglo veinte peruano, un general de ojos inyectados de odio y de voz aguardentosa decidió confiscar todas las tierras, todas las minas, todas las empresas de servicios y todo lo que tenía algún valor en el Perú de mis abuelos, creando un imperio de ineficiencia productiva y miles de puestos de trabajo que no servían para nada. Veinte años después, un joven muy alto y de rostro cargado de soberbia confiscó los ahorros en dólares, primero, y un año más tarde intentó apoderarse de toda la banca nacional y extranjera para ponerla en manos de sus seguidores, intentando crear una nueva clase dominante repleta de militantes de su partido. Así, a la mala, la generación de mis abuelos y la generación de mis padres aprendieron a detestar a la burocracia abusiva, repudiar sus actos y desconfiar de los políticos aventureros, ya sean estos velascos prepotentes o garcías iluminados. En respuesta a la mezcla de miedo, de aversión y de desconfianza por la burocracia, los peruanos volcaron durante varios años su confianza a la empresa privada: bastión de la defensa de los derechos de los ciudadanos contra el poder.

Años más tarde, unos hechos aislados comenzaron a resquebrajar el sólido apoyo de la gente a los empresarios privados, sobre todo cuando estos, abusando de posiciones dominantes que manejaba a su antojo el mercado, a pesar de las constantes campañas periodísticas contra ese oprobioso mercantilismo. Poco después, descubrimos que algunos ejecutivos encargados de dar soluciones de pago a los clientes con créditos hipotecarios comprometidos hacían uso y abuso de su posición para obligar a los clientes a vender sus activos a precios de incendio para permitir que sus parientes o sus amigos se adjudicaran los predios, permitiendo que ventanilleros o supervisores de medio pelo ‘adquirieran’ departamentos de lujo en San Isidro. Tal cual.

Y esa práctica se ha vuelto costumbre, como veremos a continuación:

“Tengo con el Banco de Crédito una deuda aproximada de 4 millones 700 mil soles, garantizada por dos propiedades que a precio de mercado están valorizadas en 8 millones de soles y mi tasa promedio es de 4.5 por ciento anual. Hace 45 días hablé con mi sectorista para que reprogramara esa deuda con un cronograma un poco más largo, basándome en un historial de más de 20 años de pago puntual de todas mis obligaciones, explicándole que los meses de julio, agosto y septiembre iban a ser muy complicados por una serie de motivos que expuse. Como al banco le pago alrededor de 120 mil soles mensuales, y no quería comprometer mi historial crediticio, le pedí a esa señorita que gestione la reprogramación de dichos pagos. Patricia me puso en una ‘mecedora’ por una semana, y luego de eso me contacto con su jefe Paul García, gerente de Soluciones de Pago, quien me escuchó, pero no dio ninguna respuesta a mi pedido después de 45 días aproximadamente, él junto al Comité de Riesgos, me han puesto en aprietos porque no dieron solución alguna a un tema que requiere menos de 15 días para arreglarlo. Como es lógico suponer, estoy atrasado en algunos de mis créditos y expuesto a que mi deuda en lugar de estar en proceso de reprogramación pase por propuesta del BCP a un proceso de refinanciación, con el consecuente aumento de la tasa de interés anual y reclasificación financiera. Estoy seguro que lo que quieren los Paul García del Banco de Crédito, el banco del Cuy Mágico, es que la deuda aumente. Entonces, yo pregunto: ¿cuánto ganan los Paul García del BCP, transformando una deuda manejable por el cliente en una inmanejable?, ¿a cuánto asciende el bono de éxito que los Paul García del BCP reciben por realizar esa maniobra a todas luces tramposa y mañosa?

Acá, solo cabe preguntar: ¿dónde está la regulación, dónde está la Superintendencia de Banca y Seguros, pero, sobre todo, dónde están los sistemas regulatorios del banco que no permiten detectar a los Paul García que deben abundar en la institución?”

Para que Paul García nos dé respuestas a esas y otras interrogantes, lo llamamos y le hicimos las preguntas pertinentes. García, quien debe alucinarse el hijo negado del dueño del banco me dijo: “Estoy ocupado y si quieres me llamas el lunes al final del día”.

Un malcriado de tomo y lomo, sin lugar a dudas.

Desde Sudaca seguiremos investigando más casos de abusos a los clientes a ver si es una política tramposa del banco.

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Le llegada de Dina Boluarte al poder, pese a que no estuvo impulsada por ella sino por la actitud golpista de su predecesor Pedro Castillo, careció de popularidad desde el primer día en que se puso la banda presidencial. La falta de una rápida respuesta política a las manifestaciones que se realizaron en diciembre así como el respaldo de un Legislativo que ya en ese entonces contaba con el rechazo de un considerable sector de la población llevaron a que la primera mujer en asumir la presidencia del Perú cuente con una desaprobación casi inmediata.

Meses después, el blindaje a las fuerzas del orden que cometieron excesos en las marchas así como la elección de ministros que no ofrecían respuestas a los problemas que atravesaban sus respectivos sectores lograron que el descontento con Boluarte se mantenga. Sin embargo, la estrategia para intentar torcer la curva de desaprobación del Ejecutivo podría comprometer seriamente a TV Perú y Radio Nacional.

DECISIONES INEXPLICABLES

Este jueves, Crisólogo Cáceres, quien condujo durante doce años “La Voz del Consumidor”, anunció que su programa había llegado a su final. Esta decisión tomó por sorpresa a Cáceres, que no dudó en resaltar en su publicación en redes sociales que el programa contaba con “alta sintonía y participación”. Sudaca se comunicó con el ahora exconductor de Radio Nacional para conocer los pormenores de una decisión que, a primera impresión, parecía inesperada.


“El sábado 26 de agosto me llamó la secretaria del señor Gilber Llapapasca Cunya, a quien a partir del 19 de agosto se le había encargado el puesto de gerente de Radio Nacional, para informarme que el programa “La voz del consumidor” que produje y conduje por 12 años, no iba más”, contó Cáceres a Sudaca y agregó que el actual gerente nunca se reunió con él para explicarle las razones detrás del final de su programa.

“Lo que quiero creer es que tanto la Presidenta Ejecutiva del Instituto Nacional de Radio y Televisión (IRTP) como la Ministra de Cultura, de quien depende dicha entidad, no estaban al tanto de los planes del señor Llapapasca y que, ahora que los conocen y están viendo el repudio que generan en la sociedad, tomarán las medidas correctivas necesarias. Recordemos que no sólo se canceló mi programa sino que, en simultáneo, se tomaron medidas similares contra otros de la mayor importancia. Una verdadera carnicería contra la programación”, señala Cáceres ante la ola de críticas que el IRTP está recibiendo a raíz de las cancelaciones de programas que incluso han llevado a que la congresista Susel Paredes le solicite a Leslie Urteaga, ministra de Cultura, que reconsidere la decisión del gerente de Radio Nacional.

Norma Yarrow, parlamentaria de Avanza País, también se ha pronunciado y, en el oficio dirigido a la ministra Urteaga, ha calificado como abuso de autoridad la decisión de Llapapasca Cunya y exhortó al IRTP no realizar acciones que puedan afectar los derechos laborales de los trabajadores.

“En los doce años que estuve en Radio Nacional, nunca se me dio una instrucción similar. Absolutamente todos presidentes de la república, ministros, presidentes del IRTP y gerentes de radio respetaron nuestra autonomía porque las críticas que hacíamos a las dependencias del Estado eran alturadas, documentadas y propositivas”, comentó Crisólogo Cáceres a Sudaca y lamentó que haya llegado a su final un programa que él describe como “sesenta minutos diarios para hablar exclusivamente de los problemas que agobian al consumidor. En el mundo entero no existe un espacio similar que haya durado tanto tiempo, que haya sido transmitido a diario en vivo y en directo y que haya contado con la participación activa del público oyente a través del teléfono y el WhatsApp”.

Pero el caso de Cáceres no es la única salida que se ha producido en las últimas semanas. El pasado viernes 25 de agosto, Cecilia Brozovich, quien conducía el programa “Nacional Play” en Radio Nacional, se enteró que no continuaría en dicho medio. “Mi productor me comentó que había tenido una reunión con Llapapasca. Me dijo que se habían reunido los productores y que entendía que luego se reunirían los conductores”, relata Brozovich a Sudaca.

Brozovich, quien también es cantautora, explica que nunca llegó a reunirse con el recientemente nombrado nuevo gerente de Radio Nacional y que, al igual que en el caso de Crisólogo Cáceres, tampoco le ofrecieron una explicación para que su programa sea dado de baja. “Mi programa reunía los diferentes temas de cantantes de todo el Perú. Era una plataforma donde presentábamos la música de géneros contemporáneos”, cuenta Cecilia sobre el programa que condujo.

“En la reunión de productores se hablaban de cambios. Ese mismo día en la noche le dicen a mi productor que me comunique que no iba más. Mi productor le dice a Llapapasca que él mismo me lo diga, pero le respondió que no es necesario”, expone Brozovich sobre los detalles de su salida de Radio Nacional.

Aunque su programa se enfocaba en la música, la exconductora cuenta que en sus redes no tenía inconvenientes en manifestar su sentir y cuenta a Sudaca que, con motivo de las pasadas Fiestas Patrias, expresó su desazón por injusticias que padecen algunos peruanos producto de la ambición de personas por las que señala no sentirse representada. Al respecto, Cecilia considera que “esto no le puede haber gustado a alguien” y agrega que “de manera interna se escuchaba que tengamos cuidado con lo que publicamos en redes”.

ANTECEDENTES QUE ALARMAN

Pero las salidas de los medios del Estado no empezaron estas últimas semanas. Tal como lo reportó detalladamente Sudaca en el informe DECISIONES CUESTIONADAS: IRREGULARIDADES EN EL GOBIERNO DE DINA BOLUARTE publicado en febrero de este año, el criterio para prescindir de trabajadores en medios como TV Perú parecía estar más ligado a qué tanto se alineaban con el discurso que favorecía al gobierno de Dina Boluarte. En aquella oportunidad, el periodista Carlos Cornejo fue retirado de su programa en la televisión estatal tras referirse a la muerte de Víctor Santisteban durante las manifestaciones contra el gobierno y cuestionar las acciones de la policía.

A ello se le suma que, meses atrás, también se produjo la salida de otros trabajadores, como fue el caso de la periodista Leah Sacín. En declaraciones a Sudaca, Sacín tampoco se realizó de forma clara y fue inesperada. “Siempre cuando hay cambios de gestión se piden reportes y nosotros teníamos un reporte muy bueno porque se había logrado mayor interacción. Nunca se nos dijo que no estaban conformes con el trabajo realizado”, contó Leah, quien se desempeñaba como productora general y, además, estaba a cargo del contenido que se subía a redes sociales.

El inicio de una nueva gestión suele estar acompañado por cambios. Sin embargo, lo que se ha visto en medios como Radio Nacional son una serie de cambios que no parecen tener sustento ni estar relacionados al desempeño de sus trabajadores y, por el contrario, cada vez despiertas más sospechas sobre las verdaderas motivaciones que pueden haber detrás y ponen en riesgo la credibilidad de medios que le pertenecen a todos los peruanos y no deberían responder a los intereses de un gobierno de turno.

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[EL DEDO EN LA LLAGA] No siempre se puede esta mejor, pero siempre se puede estar peor. Es lo que se conoce como saltar de la sartén al fuego. Ésta es la lección que nos han dado los partidos extremistas o ultras, sean de izquierda o de derecha, a lo largo de la historia. Una lección que los pueblos no parecen haber aprendido, pues la historia amenaza con repetirse o ya se está repitiendo en diferentes latitudes del globo.

Así parece confirmarlo en el caso de Alemania un reciente estudio del Deutsches Institut für Wirtschaftsforschung (Instituto Alemán de Investigación Económica) con sede en Berlín, la más importante institución especializada en este campo en todo el país germano. Su presidente, el renombrado y premiado economista Marcel Fratzscher, ante el creciente apoyo —alrededor de 20% de los votantes, según encuestas recientes— que encuentra el partido populista de ultraderecha Alternative für Deutschland (Alternativa para Alemania), conocido por sus siglas AfD, se ha preguntado si los objetivos del partido están en consonancia con los intereses de sus posibles votantes. El estudio llega a una conclusión paradójica: los primeros afectados por las políticas de la AfD —en el hipotético caso de que llegara al poder— serían sus mismos votantes.

Según Fratzscher eso está relacionado con una falsa autopercepción de los votantes de la AfD y con una valoración errada de la realidad social alemana. ¿Cómo llega a esta conclusión?

El estudio realizado se basa sobre el análisis de las posiciones políticas del partido, no según una interpretación sino según enunciados que el mismo partido ha dado y que están contenidos en el Wahl-O-Mat, una ayuda online existente desde el año 2002 que recopila las propuestas políticas de los diferentes partidos para que los electores, sobre todo jóvenes, puedan comparar sus propias opiniones con estas propuestas y tomar decisiones electorales. Está página es operada por la Bundeszentrale für politische Bildung (Central Federal de Formación Política), que depende del Ministerio Federal del Interior.

Esta método presenta la ventaja de que el partido no podría afirmar que se la ha malinterpretado, pues los enunciados provienen del mismo partido, según un catálogo de preguntas que presenta el Wahl-O-Mat, dejando que sean los mismos partidos los que respondan.

¿Y qué es lo que quiere la AfD? Según el análisis de Fratzscher, propone una política económica y financiera de liberalismo extremo —conocido en otra latitudes como libertarismo—. Quiere reducir los impuestos en casi todas las áreas, incluido el impuesto a la herencia. Está en contra de del impuesto a las grandes fortunas. Quiere abolir totalmente el impuesto de solidaridad, que actualmente sólo pagan las personas de ingresos elevados. Quiere recortar el rol del Estado e incrementar el poder del mercado. Según Fratzscher, en Alemania ningún partido rechaza sistemáticamente las medidas para proteger el medio ambiente y el clima como sí lo hace la AfD.

En cuanto a política social, no hay ningún partido que desee recortar tanto las prestaciones sociales del Estado. Por ejemplo, la AfD se opone a un fortalecimiento de los derechos de los inquilinos. En 2021 votó en contra de subir el salario mínimo a 12 euros la hora. Asimismo, quiere recortar las subvenciones que otorga el Estado a personas desempleadas o impedidas de trabajar por razones válidas y en estado de vulnerabilidad, y quiere obligar a los desempleados crónicos a trabajar gratuitamente en actividades comunales, contraviniendo lo que dice el artículo 12 de la constitución alemana (Grundgesetz), que establece que todos los alemanes tiene derecho a elegir libremente su profesión u oficio, su lugar de trabajo y sus centros de formación, sin que se pueda obligar o forzar a nadie a realizar un trabajo determinado.

En cuanto a política de sociedad, la AfD de se diferencia de los demás partidos representados en el Bundestag (parlamento alemán) en que quiere recortar derechos y libertades, sobre todo de las minorías. Incluso en lo que respecta a la democracia y a la política interna, el partido estaría dispuesto a restringir libertades. Y en cuanto a política externa, es el único partido que propone abolir la Unión Europea o restringirla masivamente.

¿Y quienes son los votantes de este partido? Mayoritariamente son varones entre los 45 y 59 años de edad, con ingresos y formación en los niveles más bajos o intermedios. Con frecuencia son desempleados quienes votarían a favor de la AfD. La insatisfacción con el propio nivel de vida y con la situación económica y social es mayor que en el promedio del resto del electorado. Y con frecuencia esos mismos votantes tienen una participación social y política muy reducida. A la AfD le va mejor en distritos electorales donde la falta de perspectivas es grande, las oportunidades para los jóvenes son pocas y el éxodo de habitantes es constante. También en regiones con una gran vulnerabilidad económica y poca diversidad poblacional —donde menos inmigrantes o hijos de inmigrantes hay— encuentra este partido de extrema derecha su mayor popularidad.

¿Y cómo se compaginan los objetivos de la AfD con las condiciones de vida de quienes la apoyan? Fratzscher señala que las contradicciones entre los intereses de sus votantes y las posiciones del partido no pueden ser mayores, señalando que nos hallamos ante una paradoja.

Las reducciones de impuestos a los que más ganan, salarios más reducidos para las personas en la escala inferior de ingresos y el recorte de las prestaciones sociales, a quienes mas afectarían serían a los mismos votantes de la AfD antes que a los votantes de otros partidos. Si se implementaran las políticas de la AfD, se eliminaría la redistribución de los ingresos tal como existe actualmente en Alemania y que no sólo permite que la brecha entre ricos no sea tan grande, sino que mantiene sana y en funciones la economía del país. En su lugar, habría una redistribución de los ingresos desde los votantes de la AfD hacia los votantes de los demás partidos, cuyo perfil es más de clase media y alta. Y el daño económico y político que implicaría el debilitamiento de la Unión Europea y la suspensión de medidas contra el cambio climático afectaría antes que nada a los sectores socialmente vulnerables de la sociedad, y entre ellos a muchos votantes de la AfD.

Como señala Fratzscher, una posible explicación de esta paradoja de que electores voten por un partido que los perjudicaría está en que los votantes de la AfD tienen una falsa percepción de sí mismos y del contexto social en el que viven. En los últimos 70 años en Alemania no ha habido ningún partido que haya marginado y discriminando tanto a grupos vulnerables como la AfD. A través de una campaña de difamación y discriminación en perjuicio de extranjeros y personas con trasfondo migratorio, el partido habría logrado convencer a sus seguidores de que les iría económica, social y políticamente mejor si a esos grupos se les restringe las prestaciones sociales o los derechos fundamentales. Muchos de estos seguidores no entienden que una política de discriminación y marginalización les afectaría enormemente, pues ellos mismos pertenecerían a los niveles de más bajos ingresos, disfrutarían de menores privilegios, tendrían menos oportunidades que otros y dependerían en mayor medida de prestaciones financieras del Estado. Y los votantes de la AfD serían los más afectados por la pérdida de puestos de trabajo, una peor infraestructura y menores ayudas estatales.

Este fatal caldo de cultivo sólo sería posible debido a una percepción distorsionada de la realidad o debido a la creencia en teorías de la conspiración —a las cuales es muy afecta la ultraderecha populista alemana—, siendo así que los votantes de la AfD se percibirían a sí mismos como víctimas de la política y de la sociedad, y creerían que ellos constituyen una mayoría.

No pocos votantes de la AfD estarían convencidos de que la cancelación de la globalización, un nacionalismo cada vez más fuerte así como políticas económicas, financieras y sociales neoliberales les traerían mejores puestos de trabajo, más seguridad y mejores oportunidades. En realidad, ocurriría lo contrario: más desempleo, mas inseguridad y violencia, menos oportunidades.

Si el caudal electoral se mantiene, la AfD podría convertirse en la segunda fuerza política de Alemania. Pero sería muy difícil que llegue a formar parte del gobierno, pues en Alemania existe una democracia parlamentaria, y solo puede formar gobierno quien obtiene mayoría de votos en el Bundestag. Por el momento, no hay ningún partido que esté dispuesto a formar una coalición con la AfD, porque en el fondo se considera que es una fuerza política que no cree en la democracia y que pretende valerse de ella sólo para alcanzar cuotas de poder y socavarla desde dentro.

Y como todos los populismos habidos y por haber, sólo es una ilusión de sirena que encandila a sus electores para luego hacerlos naufragar, estrellados contra los peñascos de su verdadero rostro y de la inexorable realidad.

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Un liberal auténtico debería reaccionar con entusiasmo frente a la andanada de críticas que viene recibiendo el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, por haberle estampado un beso, contra su voluntad, a una de las jugadoras de la selección española, durante las celebraciones por haber ganado el Mundial.

Las luchas feministas, aunque en muy contados casos pequen de excesos y caigan en la cultura de la cancelación, son una de las batallas culturales e ideológicas más importantes del último siglo y suponen el triunfo moral de la mitad de la población frente a al predominio de una cultura machista, antigualitaria y segregacionista.

En general, las luchas feministas, aún las radicales (perfectamente entendibles y atendibles), la prédica antirracista, la batalla por la equidad de género y la permisión de las experiencias vitales de todos los géneros (incluyendo en esta batalla la conquista de derechos como el matrimonio gay), la libérrima y contestataria manifestación del arte contemporáneo, son síntomas de la inmensa libertad cultural y social que acompaña el desarrollo de las democracias capitalistas liberales.

Son signos de su desarrollo no de su decadencia, como pregonan los conservadores a ultranza -de la mano con las izquierdas anquilosadas-, que quisieran que nada se mueva y todo de mantenga incólume, como si los vientos del tiempo no transcurrieran y las cuestiones morales no hayan cambiado a lo largo de los siglos del crecimiento cultural de Occidente.

En esta batalla, los auténticos liberales tienen un sitio claro en la trinchera de la justicia y la libertad. Quien no lo entienda así, pues simplemente no es liberal. Es un conservador más, incapaz de leer los signos de los tiempos postmodernos y la impresionante capacidad del basamento capitalista democrático para asimilarlos y hacerlos parte de su bagaje valorativo.

Occidente no está en decadencia. Está en medio de un profundo cambio, es verdad, pero al menos en los temas culturales y morales, avanza a pies agigantados hacia la mayor libertad. Es cuestionable el mercantilismo corporativo que lo lastra y merecerá una acción política en algún momento para evitar que haga metástasis, pero en lo concerniente a los temas morales, se muestra robusto y saludable.

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[MÚSICA MAESTRO] Desde mediados de los años noventa, con la llegada de la tecnología digital y el boom de los almacenes por departamentos, centros comerciales y supermercados, trabajar en una tienda de discos se convirtió en una especie de condena, un subempleo que contaba para su existencia con la pasiva resignación de enormes cantidades de jóvenes que, atraídos por la posibilidad de estar en contacto permanente con la música que les apasionaba (además de la necesidad de trabajar), terminaron aceptando condiciones laborales en empresas con horarios asfixiantes, sueldos ínfimos, tratos desconsiderados y una serie de desórdenes que impiden el desarrollo personal, anulan la vida social, no ofrecen línea de carrera, etc.

El disco -de carbón en los años treinta, de vinilo entre los cuarenta y ochenta/noventa, y los discos compactos que se comercializaban masivamente hasta hace diez o quince años- como producto comercial, siempre causó fascinación porque combinaba dos aspectos marcadamente diferentes, pero complementarios para efectos del desarrollo de la industria discográfica: la música como expresión artística y el soporte en el que venía almacenada, un objeto concreto, manufacturado, producido en serie.

El valor de un disco no solo estaba determinado por la obra de arte grabada en audio que contenía sino también por cómo venía presentada. Los empaques de vinilos cuidaban cada detalle de su diseño, con mucha creatividad e imaginación -casos excepcionales son las carátulas preparadas por los diseñadores de Hipgnosis, equipo gráfico comandado por el inglés de padres noruegos Storm Thorgerson (1944-2013), responsable de icónicas portadas para Pink Floyd, Led Zeppelin, Black Sabbath, Genesis y un larguísimo etcétera que llega hasta los años dos miles; las oníricas tierras fantasiosas que creó su colega y amigo Roger Dean (1944) para álbumes de Gentle Giant, Uriah Heep y Yes, principalmente. O las imaginativas escenas caballerescas que elaboró durante años el neoyorquino Ron Levine, para LPs de Fania Records y, particularmente, La Sonora Ponceña.

Esta tradición, que aun es proseguida por varios artistas con raíces en las guardias viejas -pienso, por ejemplo, en bandas como The Mars Volta, Tool, Howlin’ Rain o tantísimos otros que buscan trascender a la subcultura moderna del mp3 y ven cumplidos sus sueños con el renacimiento de la industria fabricante de vinilos -un tema fascinante en sí mismo. Ni hablar de géneros como el heavy metal en todas sus vertientes -los encartes de Iron Maiden, por ejemplo, diseñados por el legendario Derek Riggs- que son extremadamente pródigas en iconografías que van de lo mitológico y monstruoso a lo pesadillesco y satánico. Lo mismo ocurre con los cultores del rock progresivo y bandas de shoegaze que incluyen tipografías, colores y diseños con especial dedicación. Por ello, entrar a una discotienda en sus años dorados era, en muchos aspectos, como entrar a una verdadera galería de arte.

Hoy en día, que las opciones musicales orientadas a públicos masivos son cada vez más superficiales y que tanto productores como artistas colocan en segundos y terceros planos conceptos como valor artístico, calidad musical, trascendencia para darle preponderancia a la masificación, el éxito instantáneo, la sobre exposición de la imagen, la fama, la exposición en redes sociales, etc., la oferta de productos musicales es inmensa pero, al mismo tiempo, descuidada en lo relacionado a empaques y presentaciones. Con todo ello, a pesar de que la tecnología ha convertido a los coleccionistas de vinilos y CDs en una especie minoritaria y en riesgo de extinción, pareciera que, primera vista, el negocio de las tiendas de discos aun podría ser realmente fascinante y rentable, tanto para empresarios como para trabajadores. Y lo es, por supuesto que sí. No en nuestro país.

El music business involucra dos aspectos a menudo contrapuestos: a) la subjetividad asociada a la naturaleza artística de la actividad musical, sea cual sea su género o procedencia y b) la objetividad que rige en todo negocio comercial y sus variables, tales como tendencias, modas, atractivos, proyecciones, índices de rentabilidad, estrategias de marketing, etc. Por ende, así como lo ideal para un estudio legal es estar manejado por abogados; para un medio de comunicación, estar al mando de un comunicador/periodista; para un hospital, ser dirigido por un doctor en medicina; o para un restaurante, tener como jefe a un maestro de cocina; para una tienda de discos lo ideal sería tener, en la dirección/administración, a personas que, además de dominar el campo de los negocios, y que -atendiendo a las tendencias actuales- posean una buena capacidad de adaptación a los nuevos formatos, tengan una sensibilidad y una pasión especial, fuera del promedio, por la música.

Lamentablemente, eso no ocurre en el Perú desde hace, por lo menos, treinta años. Cuando no existe una combinación equilibrada de ambos aspectos, se produce la desnaturalización del negocio en cuestión y se comienza a distribuir mal las prioridades, llevando una actividad tan rica en matices y en posibilidades de desarrollo tanto comerciales como culturales, en un simple y llano puesto de mercado y, en extremos peligrosos, en pantalla para cubrir otra clase de actividades, menos santas. En un mundo laboral como el nuestro, tan carente de oportunidades, en el cual el 80% de empresas que ofrecen empleo son informales o que siendo formales, viven obsesionadas con optimizar sus ganancias invirtiendo lo menos posible, la mayoría de empresarios peruanos dedicados a la venta de música de las últimas tres décadas mantuvo sus tiendas sobre la base de una dinámica bastante pobre, sin llegar nunca a posicionarse como establecimientos comerciales ligados al mundo del arte, la cultura y el entretenimiento de alto nivel.

Los empresarios peruanos que decidieron continuar con las tiendas de discos tras la debacle de la legendaria cadena Discocentro -con una o dos excepciones a la regla- nunca tuvieron ese perfil que representó, en su momento, el hoy magnate Richard Branson quien inició su imperio -que incluyó en su momento el sello discográfico Virgin Records- con una pequeña tienda de discos en 1971, en Londres. Por el contrario, se alejaron de la intención humanista y ligada al arte para apegarse a lo peor de nuestra idiosincrasia empresarial clasista y explotadora. Disfrazados de jefes gamonales, con los ojos puestos únicamente en sus ganancias individuales, comenzaron a medir su éxito en su capacidad de ventas por volumen mas no en el potencial impacto social y educativo que tenía aquel rubro que atrajo, durante dos décadas y media, a fuerza de trabajo joven, con ansias de crecer y dar a poyo a sus familias.

Esto podía verse, por ejemplo, en la concentración de beneficios que obtenían los dueños frente a las estáticas condiciones laborales del personal de las tiendas, sin importar ni su producción, ni sus capacidades individuales, ni sus años de experiencia en contacto directo con aquellos clientes que sentían nostalgia por aquellos tiempos en que coleccionar discos no era, como lo es ahora, placer de minorías sino un acto de amor por las canciones con las que musicalizaban su vida diaria y que una discotienda no era, como es ahora en nuestra ciudad, un lugar semiclandestino destinado al eterno perfil bajo. Quienes alguna vez laboramos en algunas de estas cadenas vemos, con una combinación de nostalgia y tristeza, cómo aquellos locales, que podrían ser reductos de cultura musical en medio del caos sonoro que contamina nuestros distritos, sirven hoy para peluquerías, zapaterías, venta de cosméticos o videojuegos.

A nivel internacional, siempre hubo dos clases de tiendas de discos formales: las megatiendas estilo Virgin Records, Tower Records, Musimundo, etc. y las tiendecitas escondidas, esos huecos en los que, por lo general, uno puede encontrarse con personas extremadamente conocedoras, capaces de conseguir las rarezas discográficas más alucinantes. Las primeras son, hoy más que nunca, inimaginables en nuestro país: establecimientos inmensos que uno podría tardarse días en recorrer. Pisos y pisos en los que se vendían desde simples y llanos cassettes hasta instrumentos musicales, partituras, colecciones enteras de CDs y DVDs de cualquier artista o género. Cabe destacar que en pleno siglo XXI, esta situación ya es global. Por ejemplo, si uno entra al impresionante local de Barnes & Noble en Union Square (14th Street en el Bajo Manhattan, New York), hallará cinco pisos de libros, revistas y afines, pero su área de vinilos, CDs y DVDs no alcanza el área de un piso siquiera. Y las mencionadas Virgin o Tower Records simplemente ya no existen. En el documental All things must pass: The rise and fall of Tower Records (Colin Hanks, 2015) se aborda la historia de esta recordada cadena de discotiendas.

Las segundas son, más bien, parecidas a la que muestra la película High Fidelity (Stephen Frears, 2000) y que todavía pueden encontrarse por algunos recovecos de ciudades grandes de los Estados Unidos y Europa. En esta aclamada película, adorada por los melómanos de ayer, hoy y siempre, el actor John Cusack encarna a un apasionado coleccionista de discos que además, es dueño de una de esas tiendas pequeñas, que mantiene a flote debido a la exquisitez de sus conocimientos musicales, capaces de satisfacer las exigencias del cliente más especial y en diversidad de géneros, estilos y épocas. Aunque sus compañeros -representados por Jack Black y Todd Louiso- no se muestran tan amables con el público y presentan características y formas de comportamiento algo marginales, también poseen extremados conocimientos y un innegable amor por la buena música, lo cual asegura una atención esmerada cada vez que los clientes les demuestran estar «a su altura» en cuanto a sus elevados niveles de apreciación. Ellos no venden cualquier cosa. No señor. Ellos venden arte.

Las megatiendas de discos eran, como indica el prefijo, empresas gigantescas, obligadas a cumplir con estándares de atención y rendimiento. Y aunque es probable que su personal tuviese los niveles de automatización que podríamos encontrar en Lima en un vendedor de, por ejemplo, almacenes especializados como Saga/Ripley o Sodimac, nunca he escuchado que sus conocimientos musicales fueran limitados o que su capacidad de respuesta no haya sido óptima al momento de satisfacer los requerimientos de potenciales compradores, desde los más convencionales hasta los más extravagantes y rebuscados. Aun cuando sus vendedores no fueran todos expertos en música, sin duda alguna estas cadenas contaban con un sistema computarizado que ubicaba los productos a la velocidad del rayo y con una actualización permanente.

Y también era una regla que ese personal en aquellas megatiendas hoy desaparecidas trabajara en horarios rotativos y recibiera capacitación a cada momento -como seguramente pasa hoy en establecimientos gigantescos estadounidenses dedicados a otros rubros como Home Depot (construcción) o Whole Foods (alimentos)- y además estaban en contacto directo -por razones de mera ubicación geográfica- con el interesantísimo mundo de la industria musical que se desarrollaba a su alrededor. Aunque sería iluso pensar que no practicaron diversos niveles de explotación en su momento, no las imagino tan mal administradas como lo estuvieron aquí cadenas como Discocentro -en sus últimas dos décadas-, Music Box y (((Phantom Music Store))).

En Lima, las tiendas de discos fueron administradas por personajes a quienes difícilmente podríamos identificar con el que interpretó Cusack. Empresarios que nunca tuvieron esa conexión emocional, visceral con la música y, si la tuvieron alguna vez, fue tan superficial que desapareció cuando vieron que los números comenzaron a subir -para ellos- y terminaron dejando de lado esa naturaleza casi mística que existe en el círculo conformado por el COMPRADOR-PRODUCTO MUSICAL-VENDEDOR, utilizándola únicamente cuando podía servir como instrumento de marketing.

A pesar de esa desidia, esos empresarios tuvieron la suerte de que aquel círculo místico posee una profunda raíz que resulta muy difícil de quebrar. En muchos casos, vendedores y clientes desarrollaron amistades que trascendieron la existencia de las tiendas mismas. En ese entonces, los puntos de venta estuvieron llenos de personas que buscaron ingresar a esos subempleos por necesidad y por su afición por la música. Jóvenes aspirantes a melómanos, coleccionistas de cassettes y discos piratas, fanáticos de ciertos géneros, iban y se presentaban a las convocatorias para captar personal nuevo y al ingresar, se autocapacitaban. En muchos casos, los niveles de atención especializada en las cadenas musicales de Lima fueron altísimos pero aquello no fue, en ningún caso, mérito de los dueños, sino una casualidad de la cual se aprovecharon y que jamás valoraron debidamente.

¿Por qué pasó esto? Por la necesidad, por supuesto. La mayoría de aquellos jóvenes no contaba, al momento de empezar a trabajar en cualquiera de las cadenas mencionadas, con estudios superiores y aunque no eran del todo marginales, provenían en muchos casos de medios socioeconómicos que evidentemente no eran los mejores. Este es el esquema clásico que los expertos en problemática laboral denominan «mano de obra barata» y que, casi sin ninguna modificación, rige en el mercado laboral del Perú con enorme vitalidad y fuerza, en desmedro de las masas trabajadoras. La necesidad produjo un cuerpo de vendedores (una «fuerza de ventas») que terminó convirtiéndose en una cuadrilla homogénea que espera las directivas de quienes «más saben», los empresarios, los dueños. Como hoy ocurre en otros ámbitos de servicios, los horarios completos hacían imposible seguir estudios o tener una vida más normal. Porque para esos empresarios, hoy olvidados o metidos en vergonzosos líos legales, manejar una cadena de discotiendas era como vender ropa, seguros, celulares o papas. Pero no es así. No señores. Vender música es vender arte. Y eso fue lo que nunca comprendieron.

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