El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las mujeres. Esta es una fecha emblemática en la que, a nivel global, se alza la voz para exigirle a los Estados y a la ciudadanía acciones concretas orientadas a prevenir, atender, sancionar, reparar y erradicar la violencia por razones de género, que afecta a las mujeres en su amplia diversidad, así como a la personas trans y de género no binario.
La conmemoración de esta fecha se inicia en 1981, durante el primer Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe; como acto simbólico para recordar y reconocer a las hermanas Mirabal, quienes fueron torturadas y asesinadas en República Dominicana durante la dictadura de Rafael Trujillo. Desde entonces, cada 25 de noviembre las mujeres nos oponemos a la violencia que se ejerce contra nuestros cuerpos y vidas, pero además lo hacemos demandando una sociedad democrática e igualitaria.
Las reflexiones en torno a la violencia han ido evolucionando, a la fecha se reconoce que si bien la categoría género es fundamental para comprender las raíces de esta grave vulneración a los derechos humanos; las experiencias de las mujeres no son iguales. No somos un universo único y homogéneo Factores como los constructos étnico-raciales, la situación socioeconómica, así como los contextos y condiciones específicas de las diversas mujeres influyen en la profundización de la violencia y la discriminación que sufren.
Por lo tanto, se necesitan políticas integrales, que, a la vez, reconozcan esas diferencias y contextos culturalmente diversos. Tarea nada fácil.
La complejidad del problema reta al Estado. Lamentablemente, estamos asistiendo a una serie de retrocesos que ponen en riesgo lo avanzado.
Tanto desde el Ejecutivo como desde el Legislativo se ha evidenciado en el último año: resistencias frente a la igualdad, falta de voluntad política para hacer frente a la violencia de género, así como un retroceso en la comprensión del problema. Los discursos misóginos que enarbolan autoridades tienen su correlato en normas y propuestas absurdas que solo nos hacen retroceder.
A la par tenemos el incremento del odio hacia las feministas y defensoras de los derechos de las mujeres. Sectores contrarios a la igualdad quieren invisibilizar las raíces estructurales del problema y quitarle especificidad. Lo más fácil es restarle seriedad a una lucha que es global, buscando estigmatizarla. A falta de razones para sustentar sus propuestas, producen discursos de odio que calan profundamente en una sociedad escindida por las desigualdades.
En este complejo escenario, las feministas y defensoras de derechos perseveramos.
En el marco de este día emblemático, el 26 de noviembre, diversas expresiones del movimiento feminista vienen organizando una serie de acciones públicas, además de una movilización. Esta partirá del Parque Washington en el centro de Lima, a las 4:00 pm. Con el lema: “Perú Machista, nos violan, nos matan y desaparecen”; se quiere llamar la atención de la ciudadanía, para que se comprometa con esta lucha y rechacen los retrocesos que se vienen dado. A la vez, se les recuerda a las autoridades que, garantizar el derecho a una vida libre de violencia de género es su obligación.