Sofía le dice a Lucho: “Lucho, ve a comprar un asado para el almuerzo, pero recuerda… deben cortarle las tapas, es muy importante que lo recuerdes”. A lo que Lucho le contesta: “No hay problema Sofía, yo voy a comprar el asado, pero quisiera que me expliques por qué hay que cortarle las tapas, por qué eso es tan importante”. Y Sofía le responde: “Lucho, haz lo que te digo, compra el asado y que le corten las tapas, así es como debe ser, no preguntes tanto, solo ve y hazlo”.
Lucho que no le funcionaba, que no le gustaba hacer las cosas sin saber o sin entender porque las debía hacer de una u otra manera, insiste y vuelve a preguntar: “¿por qué le debe cortar las tapas?”.
Sofía ya bastante molesta y contrariada, le contesta: “Lucho, las tapas se le deben cortar porque así me enseñó mi mamá. Así se hace y punto. Deja la preguntadera y ve a comprar el asado”.
Lucho se entusiasma y le responde: “entonces tu mamá sí sabe porque se le cortan las tapas…” y antes de que Sofía pudiera decir algo, Lucho ya estaba delante de la mamá de Sofía, preguntándole por qué se cortan las tapas al asado.
Cuando Lucho le pregunta a la mamá de Sofía por las famosas tapas y por qué debían de cortarse, la respuesta no fue nada amable: “las tapas se cortan porque así ha sido, así es y así será… ¡punto!, no preguntes tanto y ve. ¡Haz lo que mi hija ya te dijo que hicieras!”.
Lucho no se quería quedar con esa sensación de no saber y, a pesar de todo, insiste y le pregunta nuevamente a la mamá de Sofía, ya con miedo de cómo le iba a contestar. Por qué cortar las tapas. Esta vez la respuesta fue: “porque así me enseñó mi mamá y así es como se hace”.
«¡Ah!», exclamó Lucho. «Entonces la Sra. Domitila sí sabe»; y antes de que nadie pudiera moverse, Lucho tenía el celular en la mano y le estaba marcando a la señora Domitila. Finalmente, después de unos minutos logra comunicarse y le pregunta por las tapas del asado, a lo que ella le responde: “ay hijito, te explico, es muy sencillo: cuando yo me casé y comencé a aprender a cocinar, no éramos muy ricos, y tampoco teníamos muchos lujos, así que el horno que teníamos con mi difunto esposo Jacinto era muy pequeño, así que para que el asado entre, había que cortarle las tapas”.
Esta historia puede sonar chistosa, quizás, por lo necio que fue Lucho al querer saber por qué se le deben cortar las tapas al asado. O por lo intransigentes de Sofía y su mamá, que simplemente le decían que haga lo que se le pedía.
Pero vayamos al fondo de la historia. Por un lado, la resistencia de hacer algo porque “se supone que así es cómo se ha hecho siempre”; y por otro lado, el hacer las cosas sin saber o cuestionar el por qué se deben hacer de una u otra manera. Cuántas veces te has preguntado ¿por qué hago lo que hago? ¿Por qué lo hago de la manera en que lo hago?
No se trata de si una u otra posición es correcta o no. De lo que se trata es de preguntarnos, basado en los resultados, cuál de las dos posiciones, en general, nos puede dar mejores resultados. Por un lado, si siempre haces las cosas, como se supone se deben hacer sin cuestionar nada, vas a obtener los mismos resultados: ni bueno, ni malo. Es lo que es y el resultado, lo más probable, es que siempre sea el mismo de siempre. Por otro lado, si te cuestionas porque haces las cosas que haces y por qué las haces de la forma en que las haces, quizás existan posibilidades de que encuentres otras maneras, otras formas, otros caminos para obtener el resultado. Nuevamente ni bueno, ni malo. Como todo en la vida es una elección, y esa elección estará basada en tus creencias y paradigmas, o puede estar basada en los resultados.
Si está basada en tus creencias y paradigmas, lo más probable es que optes por hacer lo de siempre, porque es más cómodo, es más seguro, es más predecible, es más conocido. No requiere cambios de tu parte. Si está basado en tus resultados, es posible que quieras probar soluciones nuevas, nuevos métodos, nuevas formas, sobre todo si no estás conforme con el resultado o crees que podrías mejorarlo.
Entonces, si quieres tener mejores resultados, si quieres lograr lo que hasta ahora no has logrado, debes comenzar a cuestionar. Si la manera en que haces las cosas y, sobre todo, si las cosas que haces te van a generar el resultado que esperas o deseas. Albert Einstein decía: “la locura más grande del ser humano es hacer las cosas de la misma manera, y esperar resultados distintos”.
“Una vida que no permite ser cuestionada, es una vida que no vale la pena vivir”.
Sócrates.
Vamos a vivir una vida plena, cuestionando por qué hacemos lo que hacemos y sobre todo el para qué. Ver de qué manera esto nos puede acercar a nuestras metas, a nuestros sueños. No lo hagamos porque está bien o mal, no lo hagamos con carga o con peso, hagámoslo con la intención de vivir nuestra vida al 100% con dirección y propósito.
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