El crítico literario Jose Carlos Yrigoyen dijo alguna vez que en las novelas de Santiago Roncagliolo se cumple «una regla donde lo trivial, lo frívolo y lo predecible se imponen». Y no es otra la impresión que he tenido al terminar de leer su última novela “Y líbranos del mal”.

La falta de originalidad del autor se evidencia desde el mismo título, usado tantas veces en otras obras que describen males presentes en el seno de la Iglesia católica, en especial el excelente documental “Deliver Us from Evil” (2008) de Amy Berg, que aborda el abuso clerical al hilo de una entrevista con el P. Oliver O’Grady, un pederasta en serie que actuó en la arquidiócesis de Los Angeles (California) y que se retiró a vivir a Irlanda después de purgar condena en cárceles de Estados Unidos.

El punto de partida de Roncagliolo es sospechosamente muy parecido al de “Sepulcros blanqueados”, otra novela inspirada en el Sodalicio y publicada el año pasado por el psicoterapeuta y ex-sodálite Gonzalo Cano, quien además es primo hermano del escritor. En ambas novelas, el hijo de un hombre que ha emigrado del Perú a los Estados Unidos regresa a Lima para averiguar sobre el oscuro y misterioso pasado de su progenitor. Mientras que en la novela de Cano el padre se suicida al principio, en la novela de Roncagliolo está vivo y se llama Sebastián Verástegui, pero por motivos desconocidos no quiere volver a pisar Lima en su vida y, cuando su madre (Mamá Tita) enferma gravemente, envía a su hijo a la capital peruana para que éste cuide de su querida abuela. En ambas novelas el pasado oculto y secreto del padre está vinculado a una orden religiosa de características sectarias, en las cuales él mismo habría cometido abusos sexuales.

Pero mientras que la novela de Cano se desarrolla como un thriller policíaco que sigue a tres personajes, sumidos en una atmósfera de miedo y angustia, en la novela de Roncagliolo el miedo no está tan presente, sino más que nada los silencios reveladores y el temor de quienes rodean al protagonista respecto a que éste descubra la verdad sobre su padre.

Durante los dos primeros tercios de la novela el autor nos da algunas pistas, algunos indicios, sugiere sospechas, pero poco llegamos a saber sobre la organización sectaria que está detrás del meollo. En una trama predecible, cansina y cargada de clichés literarios y lugares comunes, Roncagliolo nos narra las peripecias de Jimmy Verástegui en un ambiente burgués limeño de clase media acomodada, ubicado en una zona urbana entre San Isidro y Miraflores, donde conocemos a algunos personajes que le revelan información sobre la institución a la que perteneció su padre, antes de callar definitivamente. Aquí no llegamos a enterarnos de ningún abuso concreto que se haya realizado en la organización, no obstante que ya se nos adelanta que efectivamente habrían ocurrido.

Es en la tercera parte donde Roncagliolo busca poner la carne en el asador, pero la pone mal, pues lo que al final llegamos a saber parece sacado de un thrilller comercial hollywoodense o de un cómic barato de kiosko. Pues la organización religiosa descrita por Roncagliolo se parece poco o nada al Sodalicio en que se inspira. Los personajes basados en los abusadores Jeffery Daniels (Sebastián Verástegui), Luis Fernando Figari (Gabriel Furiase) y Germán Doig (Paul Mayer), las víctimas inspiradas en Rocío Figueroa (Marisa Vega) y Álvaro Urbina (Daniel Lastra), el periodista inspirado en Pedro Salinas (Julián Casas) no se asemejan a sus originales ni por asomo, al contrario de lo que ocurre en la novela de Gonzalo Cano, donde los personajes ficticios son retrato fiel de las personas reales en las que se basa. Roncagliolo, en cambio, se limita a poner en escena personajes planos sin mayor profundidad.

No le niego al autor, como novelista, su derecho a escribir las ficciones que le vengan en gana. Pero en una buena novela el escritor recurre a la invención literaria para profundizar mejor en una realidad que la pura documentación testimonial no logra reproducir plenamente. Además, Roncagliolo presenta como parámetro de su ficción realidades sociales que supuestamente existen. Sus descripciones de los ambientes neoyorkinos y de la burguesía limeña se mueven dentro del marco de una descripción naturalista que busca reflejar aspectos de la realidad. Pero yerra el blanco cuando intenta recrear los ambientes de esa orden que supuestamente tendría como modelo al Sodalicio. Más aún, traiciona la veracidad de los testimonios de abusos al hacer interpretaciones personales que resultan deshonestas y ofensivas para las víctimas. ¿Tiene sustento en la realidad presentar a quienes sufrieron abusos en el Sodalicio como una camarilla de compadres que se juntan solo entre ellos para contarse sus historias consumiendo cerveza y whisky hasta la ebriedad en reuniones parrilleras? ¿Existen fundamentos para presentar a Daniel Lastra —el avatar de Álvaro Urbina— como alguien que sólo busca figuración a través de sus denuncias, que es un homosexual que en cierto momento intenta seducir a Jimmy Verástegui y que anteriormente había tomado la iniciativa en la seducción de su padre Sebastián —avatar de Jeffery Daniels—, mientras que éste había intentado resistirse a los avances del joven muchacho, pero finalmente había cedido a la tentación? Sin contar con que el abuso sufrido por Marisa Vega —tomado del testimonio de Rocío Figueroa en “Mitad monjes, mitad soldados”— es narrado con tal ligereza y superficialidad, que el lector termina preguntándose si lo que se describe es verdaderamente un abuso o una exploración de la sexualidad en personas adultas.

Además, no llegamos a saber en concreto cuáles fueron los abusos sexuales, porque Roncagliolo simplemente no los cuenta ni detalla. Nada de nada. En ese sentido, la novela es casi pudorosa, decentemente burguesa, sin descripciones gráficas que puedan incomodar a la multitud de lectores dispuestos a pasar el tiempo con una novela de digestión fácil y complaciente.

Como resultado, los abusos sexuales parecen evaporarse en la incógnita del quién sabe, pues lo que se ve en la novela de Roncagliolo es una institución religiosa donde había relaciones homosexuales consentidas entre algunos de sus miembros. La manipulación psicológica —favorecida por la asimetría en las relaciones jerárquicas—, el control mental producto del lavado de cerebro, el miedo solapado inculcado en los miembros de la organización, todo ello está ausente del relato, probablemente porque el autor no entiende cómo ocurrieron esas cosas. Tampoco llegan a entenderse los daños que puede generar el abuso sexual en los afectados. En la novela, el personaje de Tony “El Vaquero” es presentado como aquel que mayor daño psicológico ha sufrido en lo personal por algo ocurrido cuando tenía como compañero de andanzas en el barrio a Sebastián Verástegui. Pero nunca llegamos a enterarnos de qué es lo que efectivamente le sucedió.

No puedo sino estar de acuerdo con lo que José Carlos Yrigoyen escribe en su columna de crítica literaria en El Comercio: «Más que ser una novela sobre el abuso sexual, la ligereza con que Roncagliolo asume sus materiales hace de “Y líbranos del mal” la crónica de un triángulo gay con música de denuncias de fondo. Se restringe a detallar los celos y venganzas de Sebastián, Daniel y Furiase; prefiere no ahondar en el infernal mundo que los rodea, el cual apenas podemos adivinar o imaginarnos, pues Roncagliolo, por razones misteriosas, ha escogido ocultarlo».

Al final, el autor no llega a profundizar en la temática del abuso. Su novela no sirve para entenderlo a mayor cabalidad, pues queda reducido a un acontecimiento impreciso, subjetivo y —por qué no decirlo— banal. Qué más se puede esperar de una narrativa que hace de la ligereza y la frivolidad su bandera, su estilo, su atractivo, su gancho para embelesar a lectores poco exigentes.

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Abuso, Literatura, Santiago Roncagiolo

En un espacio entre sus actividades diarias, Lida Farfán se coloca ante la computadora como cuando les habla a sus seguidores en Instagram y nos comenta cómo pasó de leer las etiquetas de los productos que consumía, cuando estaba embarazada a preguntarse si no debería también averiguar más sobre la toxicidad que podían esconder los productos cosméticos. “Ves lo que comes, pero ¿qué pasa con lo que te pones en la piel?”, se cuestionó.

Esa pregunta hizo que esta ingeniera en industrias alimentarias se animara a revisar los ingredientes de los productos que utilizaba, a tomar clases sobre cosmética natural y finalmente, se convenciera de lanzar su marca propia, Blossom-Floral Luxury. Al inicio elaboraba jabones y después fue atreviéndose a lanzar productos más complejos como cremas y ‘serums’. “No es mezclar ingredientes como en una cocina, es toda una ciencia”, explica.

En uno de sus videos más recientes explica, por ejemplo, lo beneficioso que resulta para la piel –que tiene una grasa natural- limpiar el cutis primero con un producto a base de aceites antes que solo lavarlo. “El agua y el aceite no se mezclan, entonces cuando nos lavamos solo con agua no estamos retirando toda la suciedad. Tiene más sentido limpiarse primero con un aceite, que va a eliminar inclusive la suciedad a prueba de agua”, indica.

Blossom 2

Sin recetas mágicas

Después de desarrollar entre 20 y 30 productos distintos y brindar asesorías para que cada clienta pueda tener su propia rutina de cuidado personal, no solamente ha cambiado su visión de los productos naturales, sino también de la estética. Con el tiempo se ha convencido cada vez más de que la piel perfecta de las revistas es solo un mito y, en realidad, la única fórmula mágica para envejecer con el mejor cutis está en el cuidado oportuno.

“Un producto cosmético ayuda externamente, es un tema externo que puede retrasar o hasta disminuir el impacto del envejecimiento, pero con el tiempo la configuración del rostro y la grasa del cuerpo empieza a cambiar. Si desde muy joven no te cuidaste la piel, usando protector solar, por ejemplo, el daño ya va a estar en la piel”, advierte.

A través de sus redes sociales, constantemente, habla no solo de la cosmética sino también de yoga facial, de cuarzos, tés relajantes y los necesarios minutos que uno debería de tomarse para cuidar la piel. “Se trata de cambiar el ‘chip’ porque igual tengo que alimentarme bien, hidratarme y utilizar productos naturales”, indica.

Transformarse a digital al 100%

Afortunadamente, considera que la industria en general de la cosmética natural está creciendo y las usuarias se animan cada vez más a probar estos productos. Antes de la pandemia sí tenía la página web lista, pero su mayor foco de atención no era necesariamente el comercio electrónico.

“Las ventas eran más en ferias y presencialmente. Con todo esto, el mismo consumidor ha cambiado muchos sus hábitos. Ahora las personas confían más en los negocios online porque les dices con qué plataforma de pago estás trabajando y se quedan más tranquilas”, precisa.

Junto a los canales de venta, las necesidades de las consumidoras en cuarentena han generado algunos cambios en los pedidos. “Desde que se creó, el más pedido es el ‘serum’ de contorno de ojos. Ahora, en la pandemia, como hay más acné por el uso de las mascarillas, se han sumado también los ‘serums’ hidratantes”, agrega, quién con sus productos, promueve un mundo más sostenible.

A pesar de que divide sus actividades entre un empleo estable y Blossom-Floral Luxury, donde ha logrado formar un equipo de trabajo, considera que tomar el riesgo de emprender le ha dado mucha confianza. “Es un empoderamiento, siento que he crecido como persona y como profesional”, asegura.

La segunda lección que resalta es el sentido de comunidad que ha encontrado en otras marcas que han ido surgiendo porque siempre se dieron la mano, y lo que más valora es el contacto que su negocio le ha permitido tener con el cliente. “Hay muchas historias que nos comparten de personas que recién empiezan a cuidarse y ven en su piel el cambio. Eso es invaluable”, comenta.

Dato:

Pueden saber más sobre la marca en: blossomperu.com

 

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Quienes participamos en marchas de protesta pacífica desde los años noventa y hasta ahora -no considerar, en el inevitable recuento mental, el desubicado muestrario de camionetones convocado hace una semana por Beto Ortiz, que más parecía un banderazo futbolero, con grupitos de gente conversando, mascarillas abajo y latas de Pilsen en mano-, sabemos que las consignas son elementos infaltables, que dan vida y sentido a cualquier movilización política ciudadana, tanto como los bosques de banderas, los carteles hechos a mano y, desde hace relativamente poco tiempo, los muñecones gigantes, las representaciones alegóricas, las vuvuzelas y los enérgicos conjuntos de tambores que acompañan con estruendosas batucadas el paso firme de los marchantes.

Una de esas consignas, probablemente la más universal y antigua, es título y coro de una canción que condensa mejor que ninguna otra el espíritu combativo y a la vez solidario de toda lucha social. El pueblo unido jamás será vencido (la canción) recorrió el mundo entero gracias a las dos agrupaciones más importantes del movimiento conocido como la Nueva Canción Chilena: Quilapayún e Inti Illimani.

Ambos conjuntos de folklore latinoamericano fueron activos propagandistas de los ideales de la izquierda socialista de Chile entre finales de los sesenta e inicios de los setenta y participaron en muchos eventos de apoyo a Salvador Allende, tanto en la campaña que lo llevó a la presidencia como en los difíciles tiempos que siguieron al golpe de Estado que lo depuso aquel funesto 11 de septiembre de 1973, en que las huestes del dictador Augusto Pinochet se hicieron del poder a patada y balazo limpio.

Precisamente, en uno de aquellos recitales de activismo cultural y político fue que nació este himno que, con solo una frase, resumió la decisión popular de hacer a un lado la pasividad cuando las cosas rebasan ciertos límites. En agosto de 1973, en una manifestación por los derechos de la mujer en Santiago, el septeto Quilapayún estrenó este cántico ronco cuya letra ha sido incluso traducida a idiomas tan disímiles como finés, egipcio, ruso o francés.

Tras el batacazo de la satrapía pinochetista, muchos artistas tuvieron que huir de Chile para evitar ser encarcelados y/o asesinados. Entre ellos, los músicos de Quilapayún e Inti Illimani, quienes se exiliaron en Europa, desde donde prosiguieron sus carreras con conciertos y grabaciones orientadas a apoyar la recuperación de la democracia en su país. Desde entonces, El pueblo unido jamás será vencido saltó de los teatros a las calles para instalarse, de manera inquebrantable, en el imaginario colectivo, inclusive en aquellos sectores para nada interesados en la cosa política ni en las reivindicaciones sociales. Dicho en sencillo: hasta los más indiferentes o los más ignorantes reconocen la frase y la forma de entonarla, la misma que usaron los Quilapayún cuando la presentaron por primera vez, hace ya 48 años.

La canción fue escrita por el pianista y compositor chileno Sergio Ortega Alvarado (1938-2003), militante de izquierda y conocido por su trabajo como gestor cultural y director artístico de un canal de televisión estatal. Aunque no fue nunca miembro de Quilapayún, Ortega estuvo siempre en contacto con esa generación de músicos –en la cual también destacaron Víctor Jara, Isabel Parra o los ya mencionados Inti Illimani- y compuso varios himnos de Unidad Popular, la coalición que llevó a Allende al Palacio de la Moneda. Ortega era un experto pianista clásico, de conservatorio. De hecho, la melodía de las estrofas de El pueblo unido…, las que nadie escucharía jamás en una marcha, poseen una estructura influenciada por el alemán Johannes Brahms, con esas progresiones que conducen al climático grito coral.

La primera versión registrada en vinilo del tema apareció en 1973, en el álbum en vivo Primer Festival Internacional de la Canción Popular Chile ’73, publicado por el sello Discotecas del Cantar Popular (DICAP). En ese entonces, los Quilapayún eran ya un conjunto establecido en el panorama de la Nueva Canción Chilena, integrado por Eduardo Carrasco, Hernán Gómez, Rodolfo Parada, Carlos Quezada, Rubén Escudero, Hugo Lagos y Willy Oddó, quienes se presentaban en plazas y universidades con sus característicos ponchos negros y sus espesas barbas –de hecho, el nombre del grupo es una palabra mapuche que significa “tres barbas”.

Como es usual en este tipo de agrupaciones, todos sus integrantes cantaban e intercambiaban guitarras, charangos, bombos, zampoñas y quenas, con impecable versatilidad. Carrasco, líder y director musical del grupo hasta hoy, recuerda cómo nació El pueblo unido…: “Esa canción se gestó en un momento de amistad, digamos. Estábamos en una fiesta íntima, con la gente del grupo, en la casa de Sergio. Él tuvo la genialidad de hacer que la canción condujera a un lema, utiliza el lenguaje de la música para generar una tensión que llega al grito de El pueblo unido. Por eso es muy apropiada para las marchas”.

Esta consigna se ha escuchado en diversas manifestaciones a nivel mundial, algunas de ellas multitudinarias. Por ejemplo, en octubre del 2019 en la manifestación que reunió a más de un millón de personas en Santiago, tras las revueltas sociales que estuvieron a punto de provocar la renuncia de Sebastián Piñera y revelaron al mundo las mentiras del “milagro económico chileno”. También ha sido parte de importantes momentos históricos como la Revolución de los Claveles en Portugal, realizada por el ejército luso en 1974; o la Primavera Árabe del 2010, en diversas marchas para sacar del poder a dictadores como Hosni Mubarak (Egipto), Bashar Al Assad (Siria) o Zine El Abidine Ben Ali (Túnez).

En todos los casos, independientemente de sus resultados o motivaciones, El pueblo unido jamás será vencido es reconocido como un cántico genuino de la gente que sale a manifestar su indignación. Ningún partido político o conglomerado empresarial podría utilizarla. ¿O ustedes se imaginan al directorio de la Sociedad Nacional de Minería o de la Confiep, con los brazos entrelazados, gritando por las calles «El pueblo unido…”? Uno de sus más recientes usos se dio el pasado 27 de marzo, en el Teatro Odeón de París, Francia, donde cientos de músicos de orquestas sinfónicas se unieron para tocar El pueblo unido jamás será vencido, como un acto de protesta ante el abandono estatal a las comunidades artísticas que quedaron sin ingresos a causa del COVID-19. Y, por supuesto, ha estado presente en estos días en todo el Perú, en las marchas de rechazo a Keiko Fujimori, y en el cierre de campaña de Pedro Castillo, hace dos días, en la Plaza Dos de Mayo.

Pero volviendo a la canción, existen varias versiones de El pueblo unido jamás será vencido. Una de las más difundidas es la que grabó, el año 2004, el grupo chileno de rock Pettinellis (aquí, en vivo, en Viña del Mar), proyecto de corta vida liderado por el cantante y guitarrista Álvaro Henríquez, recordado por su trabajo con Los Tres. En un registro totalmente distinto, el colectivo norteamericano de DJs Thievery Corporation incluyó la canción en su disco Radio retaliation (2008), con sonidos cercanos al chill-out y la música latina, cantada por el colombiano Verny Varela. Cómo olvidar que el cuarteto mexicano Molotov incluyó este grito de guerra callejera en Gimme tha power, poderoso single de su álbum debut ¿Dónde jugarán las niñas?, tema que los dio a conocer allá por 1997. También existen versiones en inglés (The people united will never be defeated!), en ruso, en iraní, en filipino, entre otros.

En cuanto a Quilapayún, la ha publicado decenas de veces, tanto en estudio como en vivo, a lo largo de sus cincuenta años de carrera discográfica, y la siguen interpretando, por supuesto, en cuanto recital ofrezcan alrededor del mundo. En 1974 apareció el LP Yhtenäistä kansaa ei voi koskaan voittaa, editado en Finlandia, con una versión acompañados por la banda local Agit-Prop. Poco después, El pueblo unido jamás será vencido (DICAP, 1975) le dio título al décimo cuarto álbum de los chilenos, grabado en los estudios Pathe Marconi de Francia. Por su parte, Inti Illimani lanzó su primera versión de El pueblo unido… como Lado B de su famoso single Alturas, en 1976. Aquí podemos verlos, en el año 2014, en el programa argentino Encuentro en el estudio, cantando esta emblemática canción que, seguramente, seguirá acompañando cada manifestación frente a las injusticias y corrupciones que buscan desinformar y someter a la ciudadanía.

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Los dos candidatos ya firmaron documentos reafirmando su compromiso con ciertos principios democráticos, ¿a quién le cree menos?

Yo no le creo a ninguno de los dos. Creo que sus compromisos democráticos son bien endebles. Lo que sí creo es que la ciudadanía se va a movilizar para recordárselos. Creo mucho más en el poder de movilización popular que en los candidatos. Y espero que nos pasemos cinco años vigilando que estos compromisos se cumplan.

Cree más en los contrapesos de la calle que en los institucionales.

Hoy por hoy, sí. Creo que han dado mejor resultado.

Usted dijo cuatro meses antes de la primera vuelta que creía que Keiko Fujimori, “pese a todos los problemas, puede ser la mejor candidata de la derecha”. Pero a pesar del apoyo mediático, puntualmente del Grupo El Comercio, no ha logrado superar al profesor en las encuestas. ¿Qué cree que pasó?

De lo que produjo la derecha, ella era la mejor candidata [de la primera vuelta]. Como creía que la mejor candidata de izquierda era Verónika Mendoza. Porque López Aliaga no era un candidato viable para el Perú, era un candidato que postula un fascismo con el que no estoy, en absoluto, de acuerdo. Y creo que Hernando de Soto, en una segunda vuelta contra Verónika Mendoza, hubiese naufragado. Creo que la única que podía dar pelear, si es que optábamos por los extremos, era Keiko Fujimori. Han ganado dos extremos. Y el voto de la derecha encontró en Keiko Fujimori, pese a que la derecha la rechaza también, una mejor candidata. Si Hernando de Soto o López Aliaga enfrentaban a Pedro Castillo, les hubiese ido mucho peor, porque no tienen base popular.

Por lo que escucho en su programa, para usted el peligro de un gobierno del señor Castillo pasa más por su plan de gobierno, que usted describe como “el hambre”, que por un gobierno autoritario. ¿Es así?

Creo que el gobierno autoritario de Pedro Castillo, si se da, que se va a dar, tiene al frente un Congreso que lo va a parar. Pedro Castillo no tiene 80 congresistas, tiene 42. Entonces sí hay posibilidad de poner límites. Recordemos que no está postulando a dictador o a virrey. Está postulando a presidente. Pero en la ejecución de presupuesto, que sí es una atribución presidencial, tiene una mayor libertad. Y la capacidad de hacer daño ahí es inmensa. El presidente de la República tiene la facultad de fijar aranceles por sí mismo, sin pasar por el Congreso, y eso implica un impacto en toda la política de comercio exterior. Un candidato que ha anunciado alegremente que va a sustituir importaciones es un candidato que le está diciendo a la población que los precios se van a encarecer. Y eso es el hambre: precios más caros.

Ahora, la gente ya tiene hambre. Leo hoy una columna de El Comercio [de Norma Correa] que señala que el 2016 se ha detenido esta disminución de la pobreza y en los últimos años se ha disparado.

No se disparó. El Perú llegó a tener un porcentaje altísimo de la población por debajo de la línea de pobreza [en 1990]. Hacia el 2016, casi el 20% de la población estaba por debajo de la línea de pobreza. El avance más rápido se dio del 2006 al 2011, el ciclo se empieza a estancar a partir del 2013, pero se sigue creciendo, poco. Y ahí se estanca hacia el 2016, pero no deja de ocurrir. Pero a partir del 2019 veníamos mal y el 2020 es un frenazo que hace que esto retroceda 10 años. Entonces tú tienes gente que había dejado la línea de pobreza y ha regresado. Y en vez de darle la oportunidad de sacarla de la línea de pobreza, la vas a hundir con más. [Castillo] es peor que una pandemia. Porque además son recetas económicas que en el Perú ya se aplicaron y no funcionaron. Son recetas que en la región se están aplicando y no funcionan. Fue lo que llevó a Ollanta Humala a cambiar su plan económico. Entró con las mismas ideas y, cuando entendió que eso era el hambre, simplemente retrocedió. No porque fuera un traidor a sus principios, sino porque no quería hacerle daño a la población.

Y usted no cree que Castillo pueda seguir esa vía.

El problema de Castillo es que hay conceptos económicos básicos que no conoce y que ha empezado a aprender en la campaña. Por ejemplo, no distinguía el PBI del presupuesto nacional. Espero que aprenda rápido.

¿Pero para eso no está el equipo técnico?

Es que no es poca cosa no saber qué es el PBI y querer ser presidente de un país. Es un asunto muy serio, eso no es que te lo va a enseñar el equipo económico. Son cosas elementales. El presidente de la república es quien finalmente firma la ley de presupuesto. Si él dice que va a destinar el equivalente de 10% del PBI a la salud y otro 10% a la educación, es un gasto del presupuesto nacional. Si él en una entrevista dice que un monopolio es Ripley, el concepto monopolio no lo ha aprendido. Y es muy importante que un presidente que va a combatir el monopolio sepa qué cosa es. Sus prejuicios contra la inversión extranjera no se sustentan en nada que no sea prejuicios, xenofobia, no hay más que eso, no entiendo yo por qué el capital extranjero es pecaminoso, es malo.

Hoy el exministro Castilla escribe en El Comercio una crítica al elevado costo que van a tener ambos planes. Pero también apunta a las propuestas de Fuerza Popular. ¿A usted le parecen razonables estas propuestas?

Lo que tiene que estar claro es de qué forma se va a financiar. ¿se va a financiar con tesoro público? El programa bono oxígeno, un programa muy ambicioso, ¿se va a entregar a todas las personas que tengan un fallecido o a aquellas familias que hayan quedado en situación de pobreza a raíz del fallecimiento de su familiar? Con lo cual acotas completamente el programa. Una cosa es anunciar que vas a duplicar Pensión 65 y otra incorporar 500.000 más cada año sin financiamiento. El caso de Pedro Castillo también es muy caro por varias razones. Primero, poner un equipo de resonancia magnética en cada establecimiento de salud… yo estoy segura de que no tiene idea de cuánto cuesta. Es carísimo, un equipo normalmente se pone en un establecimiento de tercer nivel, no los de primer nivel. No hay ni siquiera cómo mantenerlos. Hay muchísimo más populismo que en las propuestas de Keiko Fujimori. Y hay otro problema: cuando tú expropias capital extranjero, vas a pagar tarde o temprano. Y la cuantificación de Camisea, por ejemplo, va más allá del presupuesto anual. Estamos hablando de inversiones gigantescas. ¿Cómo vas a pagar esto? Es carísimo. Esto es el programa económico de Maduro y de Chávez, que al principio, con toda la riqueza que tienen, sí te alcanza para todo, pero poco a poco se va deteriorando.

Aterrizando entonces su lectura, a unas horas de las elecciones, ¿ya decidió su voto?

Yo no digo por quién voy a votar, porque considero que es un derecho constitucional. Y que debemos proteger a mucha gente, con mi ejemplo, que se ha sentido muy maltratada por decir por quién va a votar. De los dos lados ah.

Hablaba en uno de sus recientes programas sobre los grupos de amigos o familiares que se han peleado por expresar o no expresar su posición política…

De esos chats donde ya se mete mucha gente salgo corriendo.

¿No le han insistido a usted que diga por quién va a votar?, ¿no le han dicho que necesitan su apoyo?

Un sector de mi familia cree que soy comunista. Aunque tú no lo creas. No sé por qué, probablemente por no decir ‘Keiko, te amo’, o algo por el estilo. Y otro sector cree que soy demasiado de derecha, ¿cómo es posible? Te juro. Nunca vas a satisfacer a todos. Además, porque hay veces en que creo que no se entiende nuestro trabajo. Mi trabajo no es hacer campaña por un candidato, mi trabajo es llevar información a la gente que le permita tomar una decisión. Yo no soy neutral frente a un programa económico, no soy neutral frente al conservadurismo de Keiko Fujimori o de Castillo, porque en eso son tal para cual. No soy neutral frente a las ideas, pero sí soy imparcial frente a las personas. Y considero que ambos han llegado a la segunda vuelta y merecen un trato justo.

¿Esa es una de las razones por la cual no se ha sumado usted a la campaña de Mario Vargas Llosa y compañía a pesar de compartir con él una posición liberal?

Pero comparto su nobleza. Me parece que ha sido un gesto muy noble, sobre todo de Pedro Cateriano, porque él ha sido perseguido judicialmente por estas personas. Lo que él está haciendo es decir: ‘miren, a pesar de que Becerril y compañía me citaban al Congreso todos los días, me creaban comisiones investigadoras’… Porque lo llevaron al Poder Judicial varias veces, se pasó tres años defendiéndose de apristas y fujimoristas. A pesar de eso, es una persona tan noble que entiende perfectamente que el plan de Pedro Castillo es muy malo para el Perú.

¿No cree que ha sido muy apresurado este apoyo? Castillo pudo haber tenido algún margen para convencerlos.

Ni Vargas Llosa ni Cateriano son periodistas. Ellos pueden decidir sus tiempos. Yo hubiera esperado un poco más, para sacarle más cosas a Keiko Fujimori. Ahora, creo que le han sacado bastante. Le han sacado el pedido de perdón, que ella reconoce que los maltrató, le han sacado un compromiso democrático, porque el talante autoritario de ella no le viene solo del legado del padre, sino de su conducta del 2016 en adelante. Yo hubiese esperado primero los compromisos y después hubiese dado el respaldo. Pero esa es una cuestión estratégica, ya cada uno lo decide. Pero sí aprecio la nobleza de los dos. Porque el fujimorismo se ha dedicado a hablar pestes de Mario Vargas Llosa. A Cateriano no le costaba nada liderar “Fujimori nunca más”, “Keiko no va” y hubiese sido un éxito. Razones tenía de sobra, pero no es su conveniencia lo que les importa. Si el público no lo sabe apreciar, bueno….

Organizar un evento en Ecuador, planear un cóctel después y decir que Keiko Fujimori representa la libertad, ¿no es una posición demasiado acrítica?

No creas. Es bastante crítica, porque para que ella haya llegado a ese punto ha tenido que tener compromisos bien claros. Mira, Vargas Llosa le pidió a la gente que vote por Alan García, frente a Humala por la misma razón, porque Humala salió abrazado de Hugo Chávez el 2006 y ahí arruinó su campaña. Vargas Llosa ha sido siempre consistente no con las personas, sino con las ideas, que es lo más difícil de ser. Siempre ha apostado por un régimen democrático y liberal. Entonces, entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala, apoyó a Humala porque Keiko Fujimori representaba un autoritarismo que aquel se comprometió a cambiar.

¿Cree que Keiko Fujimori perdonará una nueva derrota? Teniendo en cuenta sus antecedentes…

Yo creo que se retiraría de la política y eso es lo que más incentiva, en mi opinión, a la izquierda. Porque tres derrotas en segunda vuelta… yo creo que ya te retiras. Presumo.

O haces una campaña de venganza, como el 2016.

Ya no puede hacer eso. No tendría el poder con 24 congresistas. ¿Qué va a conseguir? Nada.

Su partido aún es una institución fuerte.

Ya no. Si ella pierde las elecciones, no. 24 congresistas en un congreso de 130 pueden ayudar a cualquiera, al mejor postor, pero no para una campaña de venganza.

¿Y Cerrón, él que es tan intransigente, cree que soporte perder?

Va a tener que soportarlo. Yo estoy cada vez más convencida de la tesis de tu jefe [Tafur], yo creo que Fujimori va a ganar. Es que el programa económico de Castillo es muy malo, porque nadie se juega al final del día su futuro así nomás. Me preocupa más eso y que la izquierda acepte que ha perdido. Y eso va a ser muy duro para la izquierda. Yo espero que sea cual sea el resultado ambas partes acepten el resultado.

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Todos los días, de lunes a viernes, Alexandra Ames, David Rivera y Paolo Benza discuten los temas más importantes del día por Debate. En nuestro episodio número 146: Los últimos análisis antes de la elección, una de las más polarizadas y parejas de la historia reciente. Y crucial, determinante: abastecerse de alcohol para el flash ante la ley seca.

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Las personas que pasan demasiado tiempo comparándose con otras personas suelen tener un mayor grado de inseguridad en sí mismas, indica el psicólogo Andrés Carrillo. El experto explica que compararse puede servir para aprender y tomar ciertos aspectos positivos de otros, pero esto empieza a convertirse en un hábito tóxico cuando nos comparamos de manera obsesiva.

¿Qué podemos hacer para evitar caer en este mal hábito? Aquí algunas claves para enfrentarlo:

Reconoce que te comparas con los demás

Parece algo sencillo, pero cuando existe un hábito, puede ser complicado darse cuenta rápidamente que estamos cayendo nuevamente en compararnos. Una vez que tomas conciencia en pleno momento puedes empezar a tomar acciones al respecto. En ese momento intenta concentrarte en las cosas positivas que tú puedes aportar a las personas alrededor tuyo.

Concéntrate en lo que tienes y eres

Piensa en la manera en que puedes contribuir a la vida de los demás. Esfuérzate en hacer cosas positivas que te hagan sentir bien contigo mismo, para empezar a fortalecer tu seguridad múltiples aspectos de tu vida.

Sé consciente del daño que te causas

Compararte con alguien te causa dolor, y este es generado por ti mismo. La persona con la que te comparas está dirigiendo su vida a su manera e ignora que constantemente te estás comparando con ella.

Enfócate en aprender y no en competir

Sentirte mal al compararte con los demás es signo de que no estás aceptando que puedes aprender de alguien más. Procura ver a las otras personas desde una perspectiva de aprendizaje. Utiliza la comparación para inspirarte. Si sientes malestar al compararte es probable que te enfoques en competir y no en aprender.

Limita tu tiempo en redes sociales

Muchas veces lo que vemos en redes es el mejor ángulo de la vida de las personas. Podríamos tener la impresión de que estas personas no tienen problemas ni dificultades. Sin embargo esto es falso, pues fuera de lo que mostramos al mundo, todos tenemos dificultades, defectos y frustraciones. Limita tu tiempo en las redes sociales pues te expones a ver situaciones que no son reales y pueden debilitarte.

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compararse, éxito, Fracaso

Un estudio de Cisco Visual Network Index indica que el video representó cerca del 80% del tráfico en Internet en el 2020. Este dato, que revela la potencia de este formato, engloba todos sus canales de distribución.

Además, el 66% de leads (o potenciales clientes) se generan gracias a que las personas vieron un video de la marca. Aproximadamente el 50% de las personas afirman que buscan un video para conocer las características de un producto en particular.

En ese sentido, las marcas y generadores de contenido buscan crear videos con la duración perfecta para lograr más clientes. Estas son algunas de las claves a tomar en cuenta:

Instagram

Esta red cuenta con 4 formatos de video: feed, stories, reels e IGTV. Cada una con una duración específica. Las stories y los reels son videos cortos en vertical con un máximo de 15 y 30 segundos respectivamente. En el caso de las stories tienes la oportunidad de hacer que tu público interactúe con tu contenido y recolectar datos para siguientes campañas.

Sobre los videos del feed, estos tienen como límite de duración 1 minuto, pero la ideal es de 30 segundos, pues Instagram es una plataforma visual y de consumo rápido. Los videos publicados en el feed suelen ser más formales que los que se suben en los reels o las stories.

YouTube

En el caso de las marcas, la duración ideal son 2 minutos, pero la plataforma admite videos de hasta 12 horas para las cuentas verificadas.

La particularidad de esta plataforma es que no se cuenta con un copy (texto creativo que se coloca para presentar una publicación en redes sociales), por lo que la imagen y título del video deben estar cuidadosamente planificados para ganar la atención del usuario sobre el universo de contenidos en YouTube.

Facebook

Similar a Instagram, el usuario busca información al hacer scroll por su feed. Esta plataforma ofrece hasta 4 horas por video, pero lo ideal es que oscilen entre 1 y 3 minutos.

Toma en cuenta que el 85% de las personas ven los videos de Facebook sin sonido, por lo que el uso de subtítulos o texto en las imágenes es una buena opción para llamar la atención de las personas.

Twitter

La plataforma más inmediata de todas permite subir videos de hasta 2 minutos y 20 segundos. Igualmente la duración recomendada es de 45 segundos. El uso de esta red se da principalmente en dispositivos móviles por lo que la información también debe de ser en cápsulas para que el usuario lo pueda verlo rápidamente.

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¿Por qué un candidato presenta tres equipos técnicos pero casi no promociona las propuestas que estos elaboran para él? Pedro Castillo Terrones llena mítines, canaliza el sentimiento popular de inequidad y representa un conjunto de voces que han sido dejadas de lado. Sin embargo, tiene unas falencias clamorosas cuando se trata de comunicar sus propuestas técnicas -con las que deberá gobernar- a través de los medios. 

 

Y esto, pese a que sí tiene documentos, elaborados por sus distintos equipos, que detallan decenas de medidas que implementaría en un eventual gobierno, aunque él parezca no haberse enterado. En el sector salud, por ejemplo, el miembro de su equipo técnico Antonio Quispe difundió hace unos días el «Plan para controlar la pandemia y repotenciar el sector salud», con 100 propuestas iniciales.

Entre las medidas están, para citar solo algunas, la creación de un viceministerio de regulación sectorial para la salud, implementar más plantas de oxígeno en establecimientos de salud I-4, sistemas de vigilancia y rastreo según la carga viral que arrojan las pruebas moleculares, instalar 3 mil camas con cánulas de alto flujo y generar un Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) destinado a la comida chatarra y las bebidas azucaradas. 

Además, este medio publicó recientemente documentos internos del equipo económico de Juan Pari, que detallan sus planes en materia tributaria y para la nacionalización de los hidrocarburos. ¿Por qué Castillo no ha mencionado nada de esto en el debate?

Sudaca conversó con cinco integrantes de los círculos más cercanos del profesor chotano para responder a esta pregunta. 

Decisiones propias

En el último debate entre los dos candidatos presidenciales, cuando tocó hablar sobre salud, Castillo preguntó abiertamente: “¿por qué no un ‘razonador’ magnético en cada centro de salud para detectar a tiempo las enfermedades de los compatriotas?”. No es el error en la palabra ‘razonador’ -que en realidad es ‘resonador’- lo que importa, sino la propuesta. 

Hay una idea concreta detrás de lo que dijo Castillo: la implementación de resonadores magnéticos -que permiten tener una visión clara del interior del cuerpo a través de la construcción de imágenes por campos magnéticos- en todos los centros de salud del país. Esto, sin embargo, no es compatible con el concepto mismo de atención primaria. No en términos prácticos, al menos.

Así se lo hizo saber al candidato una fuente vinculada a su equipo técnico en salud en una reunión con el candidato, de la que Sudaca pudo enterarse, cuando este consultó si sería correcto lanzar la propuesta de los resonadores. En la reunión estuvo también Hernando Cevallos, jefe del equipo de salud. Los técnicos le dijeron al profesor que no era buena idea vincular la atención primaria con estos dispositivos, porque son demasiado caros y su demanda no justifica que estén en cada posta. 

En cambio, le dijeron, los resonadores deberían ubicarse en los centros de referencia más grandes. La atención primaria es, por definición, accesible y esencial. Todo lo que reviste mayor complejidad debe ser derivado. Castillo asintió, pero igual lanzó la propuesta en el debate. Es decir, escuchó, pero no hizo caso. «Castillo escucha a todo el mundo, pero casi no le hace caso a nadie», dice una fuente cercana al equipo de salud de Perú Libre. 

Otra fuente, con llegada directa a los círculos más íntimos de Castillo, confirma lo dicho. El ‘profe’ toma apuntes, pero no hace mucho caso, asegura. No confía en los equipos que ha presentando, ya que su confianza responde a entornos más familiares y amicales, de sobrinos y hermanos, explica.

Al ser consultado sobre cómo preparó su participación en el debate, Cevallos reconoció que Castillo “ya tenía una visión [propia] de los problemas” y que los equipos técnicos solo “puntualizaron algunos aspectos”. 

Quispe ensaya otra explicación. Para él, es urgente que el candidato complete su media training. En comparación a Fujimori, asegura, tiene dos campañas menos. “Es su primera campaña y errores ha cometido y seguirá cometiendo”, lamenta.

Apoyos y ministerios

Para entender la escasez de propuestas pese a que sí están puestas sobre un papel, Sudaca también se comunicó con el economista Pedro Francke, quien ha cobrado mayor relevancia mediática recientemente, pues antes el encargado del tema económico era Pari. “Como todo equipo vamos intercambiando funciones y vemos qué funciona mejor”, afirma.

Francke asegura que estuvo trabajando para ayudar a Castillo de cara al debate, pero destaca que el discurso es del propio candidato. Reconoce que no se reúnen a diario, aunque afirma que el trabajo con él se da a “un ritmo bien fuerte”. “Nuestro rol es de asesoramiento y tenemos un ritmo con Castillo, pero no me parece correcto comentarlo”, señala.

Para Cevallos, Castillo sí planteó varias propuestas en salud. Pero se trata de tópicos generales. Por ejemplo, impulsar la atención médica primaria -con la ya explicada contradicción de los resonadores magnéticos- o el acercar la salud al ciudadano. El excongresista asegura que el profesor no es un experto en el sector salud, y que “el tema es explicarlo para que la gente sencilla lo entienda. Tiene una forma de comunicarse que es andina, no es político, pero es inteligente”.

Pero el trastabilleo parece ir incluso más allá. El jueves, tras la tercera presentación de técnicos del lápiz en la Casa del Maestro, a una cuadra de la base principal de su contrincante Keiko Fujimori, Sudaca conversó con Gonzalo Alegría, parte del equipo en materia económica. 

Alegría aseguró que no haber pulido las propuestas para el debate de candidatos fue ‘casi culpa suya’. La explicación, dijo, es que quiso incorporar diversas propuestas de sindicatos y grupos sociales, y por eso el planteamiento final en materia económica no se habría culminado a tiempo. También reveló que internamente ya se está conversando sobre quiénes asumirían las carteras ministeriales de ganar el profesor. Señaló a Sudaca que Pedro Francke probablemente asumiría la cartera de Economía y Juan Pari, “al menos va a ayudar” en el Ministerio de la Producción.

“Se está conversando a la interna. El único que decide finalmente es el presidente. Castillo tiene mucho tacto, porque ya va insinuando qué podría ser útil, pero no se compromete hasta ganar las elecciones y ver las comisiones de transferencia”, anotó. Francke prefirió deslindar del tema. “No se ha hablado nada del tema de carteras ministeriales y me parece que es lo correcto. No corresponde hablar de eso hasta que llegue ese momento”, indicó.

Aquel día también hubo un episodio extraño que ya ha sido retransmitido a nivel nacional. Al ser presentado como responsable del área de transportes, el abogado Julián Palacín aseguró que la obra del bicentenario que haría Perú Libre sería la construcción de un teleférico en Lima de 100 kilómetros, “10 veces más grande que el de Bolivia”. 

Como reacción inmediata, Luis Gutiérrez, supuesto miembro del equipo que estaba a menos de un metro de Palacín, calificó lo propuesto como ‘penoso’. «Soy parte del equipo técnico y estoy absolutamente en contra de esa propuesta. No ha consultado con el equipo. Estoy pensando votar nulo, porque eso es pura cutra», afirmó a ATV. Perú Libre, a través de su oficina de prensa, negó que Gutiérrez sea parte del equipo técnico, pero no supo explicar qué hacía el señor en la presentación del mismo.

En términos técnicos, la candidatura del ‘profe’ parece armarse cada día con algo nuevo. Y así, en la improvisación, llega a su recta final.

 

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Elecciones 2021, Keiko Fujimori, Pedro Castillo, Perú Libre

Es altamente peligrosa la estrategia común que vienen desplegando los sectores ultras de la derecha y de la izquierda, denunciando una presunta voluntad de fraude por parte de los organismos electorales a favor de uno u otra de las candidaturas.

Es absolutamente imposible que el sistema produzca un fraude. El Jurado Nacional de Elecciones no tiene vela en el entierro (salvo para revisar eventualmente actas impugnadas), y la ONPE ha dado hasta el momento pruebas fehacientes de seriedad técnica y solvencia profesional.

Es clara la estrategia subalterna. De la derecha, que si gana Castillo haya pretextos argumentativos para que algún entorchado militar decida tomar cartas en el asunto y dar un golpe de Estado. A eso conduce tanta alharaca. Y del lado de los castillistas a justificar la turbamulta callejera que pueda desatar si los resultados le son adversos.

Ambos deben ser denunciados por irresponsables, más aún en una elección que será tan ajustada que probablemente no bastará ni el resultado a “boca de urna” ni el de “conteo rápido” dominicales para asegurar el triunfo de ninguno de los dos candidatos y habrá que esperar al conteo oficial de la ONPE que podría demorar dos o tres días.

No hay que hacer eco de las voluntades antidemocráticas de los termocéfalos de ambos sectores. Gane quien gane las elecciones, el resultado debe ser respetado y apuntar a que se produzca la quinta sucesión electoral consecutiva en el país, algo inédito en nuestra historia republicana (lo más cercano a esa circunstancia fue en el llamada República Aristocrática, de finales del siglo XIX e inicios del XX).

La democracia peruana, a pesar de su precariedad, ha sido puesta a prueba en el último lustro, y a pesar de los contratiempos, ha logrado salir airosa, como lo pudo hacer también en los tiempos turbulentos del régimen de transición de Valentín Paniagua. Confiemos en la resistencia institucional de la democracia para hacerle frente a los golpistas de ambos bandos, a quienes solo parece preocuparles su interés político menudo por encima del valor supremo del sistema democrático.

Las elecciones del bicentenario recibirán el mejor homenaje republicano si son aceptadas consensualmente por ambas partes, como corresponde. Esperemos, por ello, que al final predomine la sensatez y la racionalidad.

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Democracia, Elecciones 2021, ONPE
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