Lo único cierto que tenemos hoy lunes 7 de junio es que no tenemos presidente. ¿Qué pasó en esta semana que no hizo posible la remontada de nadie? Tratamos de descifrar este acertijo.

Son las 6 de la mañana y al momento del cierre de este artículo la distancia por la que Fujimori separa a Castillo es de apenas 100,000 votos. El problema para Fujimori es que hace unas pocas horas era bastante más amplia la brecha. El problema para Castillo es que mientras más avance el ingreso de datos, más se normaliza y menos probable que la alcance.

¿Deja vu? Esto lo vivimos hace cinco años con la misma intensidad que ahora, solo que con mayor lentitud en el ingreso de los datos. En aquella ocasión PPK peleó con Fujimori voto a voto y se hizo de la elección con solo 42 mil votos de diferencia. ¿Pasará algo similar? ¿A favor de quién?

Esa predicción es complicada de hacer ahora mismo. Consideramos que por la dinámica de ingreso de datos y de lo cerradas de las cifras, recién al 95%-96% podremos tener un mejor panorama de quién será el presidente del bicentenario.  Por ahora, aterricemos como llegaron en esta última semana.

Las últimas encuestas publicadas daban cuenta de algo que no se había logrado visibilizar hasta este momento: Fujimori pasaba a Castillo. En empate estadístico feroz, pero la pasaba. Es decir, sin poder precisar la posición específica, la tendencia de los datos hacía que se pudiera presagiar una llegada más cómoda del fujimorismo al día D. Con debate no incluido en la evaluación encima, donde la mayoría de los analistas presagiaba que sería a favor de la candidata de Fuerza Popular, lo que le haría ganar un par de puntos adicionales.

Aparentemente así fue. Reportes de encuestas privadas dejan ver que no se detuvo la mínima pero creciente remontada fujimorista al menos hasta el jueves. A partir de allí parece que Castillo retomó algunos puntos perdidos y volvió a emparejar el conteo hacia el sábado. ¿Qué pasó?

A nivel simbólico, el remate de campaña de Fujimori no le jugó a favor. El último día de apariciones públicas, estar en los programas de magazine mientras que Castillo regresaba a su tierra generó -otra vez- un contraste innecesario de la fuerza mediática que acompañaba a Fuerza Popular. Incluyendo la aparición con su familia y sus hijas menores a las que ya había decidido incorporar en sus apariciones públicas (recordar el viaje a Chincha cuando se le vio con su hija mayor).  La incorporación además de la frase “palabra de mamá” fue extraña, contraproducente, pues fue la misma candidata la que metió en la campaña de una manera torpe el tema de las esterilizaciones forzadas. Otra vez la figura de David y Goliath se hizo presente.

Sumado a ello, la derrota aplastante de la selección peruana, un símbolo del que el equipo de campaña naranja se apropió, pudo haber generado una sensación de malestar y fastidio por el tema. Finalmente, la última de todas las juramentaciones que hizo, acompañada de Vargas Llosa, Cateriano, Leopoldo López, entre otros, nos genera la duda de si es que le sumó o restó.

En el aspecto simbólico, nos preguntamos si Fujimori no llegó al tramo final sumando negativos que al final le jugaron en contra. No logró recomponer la credibilidad que nunca llegó a tener y por lo tanto todos estos gestos se pudieron evaluar como falsos.

Desde el lado que -por como se planteó la campaña- tenían mejor desarrollado, también consideramos que tuvieron una parada en seco: la apelación al racional. Los últimos dos días fueron muy racionales y se metió en el debate la consideración de las implicancias del voto por Fujimori. Los endosos que algunos se animaron a hacer como Ed Málaga, también lograron acercar esa diferencia que Fujimori había logrado consolidar. La publicación de la encuesta del viernes con un evidente empate activó más aún la relevancia del voto antifujimorista.

En la vereda del frente después de un inicio de semana para el absurdo, con la presentación de un nuevo equipo técnico (?) y un “infiltrado”, le supieron poner paños fríos, aislaron al candidato y esperaron. La remezón de que era Cerrón el que dirigía el cierre de campaña parece que tampoco les afectó. No se aprovechó tampoco en suficiencia un discurso de cierre de campaña que tuvo varias “perlas”. Preferir darle toda la cobertura a Fujimori tuvo su consecuencia.

Lo que se viene es de pronóstico muy reservado. Nadie está en capacidad, salvo la ONPE, de dar un ganador de manera precisa. Anoche tuvimos tres resultados: el boca de urna, el conteo rápido (ambos de Ipsos) y los primeros resultados (ONPE).

EL boca de urna es una encuesta a la salida de los locales de votación. Tiene mucho error no muestral y suele ponderarse con el simulacro del día previo. En dicha encuesta, Fujimori ganaba por 0.6%.

El conteo rápido es levantamiento de información sobre la base de actas de mesas. Se muestrea, por lo tanto mesas y es información más confiable. En este indicador, Ipsos dio empate también, aunque con Castillo adelante por un muy ligero margen. Y los primeros resultados de ONPE daban ganadora a Fujimori como era predecible.

Como presentíamos, llegamos al final con más dudas que certezas. No hay un ganador claro. Nadie logró dispararse. Tenemos que esperar los resultados oficiales sí o sí. El resto es especulación. Lo que falta contarse en el Perú es mucho rural y en el extranjero casi todo. De esas sumas y restas saldrá el o la presidente del Perú.

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Antifujimorismo, Elecciones 2021, ONPE

 

Infografía sobre las elecciones peruanas 2011-2021

 

Son muy pocas las regiones que han mantenido su apoyo a un candidato entre la primera y segunda vuelta de los años 2011 y 2016. De hecho, la costa norte parece ser la única: en ambos procesos se impuso el fujimorismo.

Por otro lado, la mayor parte del sur suele votar en bloque por el mismo candidato, ya sea que este cambie o no para la segunda vuelta. En el 2011, mantuvieron su voto por Ollanta Humala en ambas instancias. Mientras que en el 2016, luego de haber apostado por Verónika Mendoza, quien no alcanzó a pasar a la segunda vuelta, apoyaron masivamente a PPK.

Finalmente, en la década pasada, cuatro regiones pueden considerarse las más volátiles, al haber cambiado al candidato más votado en su territorio en ambos procesos. Estas son Loreto, Lima, Cajamarca y Pasco.

En la capital, por ejemplo, el fujimorismo se impuso el 2016 en primera vuelta. Y en la segunda, la victoria fue para PPK. Pero es el caso de Pasco en el que pondremos el foco.

Pasco es la única región que ha acertado, en los dos años de elecciones, al vencedor de la segunda vuelta a nivel nacional con un porcentaje sumamente similar al que se obtuvo en el recuento nacional. Varía solo en milésimas. ¿Podría considerarse a Pasco un reflejo representativo de la elección general y valdría analizarlo más a fondo?

Fuente: Twitter José Luis Bacigalupo (@Pepe_Bacigalupo)

José Luis Bacigalupo profundiza un poco más en esta población a la que llama “votante mediano”.

 

No se sabe qué pueda ocurrir en estas elecciones, sin embargo, los resultados que se obtengan podrían confirmar a Pasco como una región de referencia frente al voto a nivel nacional. No tendrá la población de Lima para ser una región totalmente decisiva, pero sí podría orientar hacia dónde se dirigiría el voto total en una segunda vuelta. Esperemos.

 

 

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Reporte Mensual de Fondos Mutuos Mayo 2021, de la Asociación de Administradoras de Fondos Mutuos del Perú. Infografía: Leyla López

El reporte de la asociación indica que el desempeño de mayo estuvo marcado por la coyuntura local y las expectativas de los inversionistas respecto al posible ganador de la elección presidencial. 

“Gran parte de ese dinero, según las divisiones de los bancos, que son los administradores más grandes, se cambió de soles a dólares y muchos de estos se enviaron afuera. En mayo [el retiro de fondos mutuos] se ha acentuado y lo vemos en el tipo de cambio. Hubo días en que el Banco Central de Reserva [BCR] tuvo que vender muchos dólares o intervenir con ‘forwards’ [operaciones de política monetaria para aliviar la subida del tipo de cambio]. Eso es bastante demanda, y no solo de compañías, sino también de inversionistas chiquitos”, explica Rojas. 

Movimientos como estos parecen haber asustado a los directivos de bancos como el BBVA Perú, que ayer cubrió con paneles protectores las fachadas de 35 oficinas a nivel nacional. El mensaje de temor se concentró principalmente en el centro y sur del país: las ciudades con agencias que colocaron la protección son Lima, Arequipa, Madre de Dios, Puno, Juliaca, Tacna, Ayacucho, Pasco y Moquegua, según detalló a Sudaca la oficina de prensa del banco. 

“Se trata de una medida preventiva de protección a nuestros empleados y clientes en algunas zonas sensibles donde en otras ocasiones las oficinas bancarias se han visto afectadas por hechos relacionados a protestas o manifestaciones. Son 35 oficinas de 320 a nivel nacional. Las oficinas atenderán con normalidad el lunes, pero se debe dar seguridad a los empleados o clientes por si se presenta algún disturbio. Más de 280 oficinas bancarias no tienen esa protección. Con disturbios, nos referimos a marchas”, explicaron. 

Refugiados en el dólar

También ha habido un claro movimiento hacia la divisa de refugio por excelencia. De acuerdo a las cifras del Banco Central de Reserva (BCR), entre marzo y abril de este año, los depósitos en soles del sistema financiero peruano han caído entre 1.5% (depósitos a plazos) y 6.4% (dinero de libre disponibilidad), y las cuentas en dólares se incrementaron entre 5.5% y 5.8%, respectivamente frente a marzo. Pero aún más: S/4.709 millones -su equivalente en moneda nacional o extranjera- han sido retirados del sistema. 

Hugo Perea, economista jefe para el Perú del BBVA Research, explica que lo usual en un proceso electoral es que personas y empresas opten por dolarizar sus portafolios de manera preventiva, pero que la incertidumbre ahora ha sido más alta de lo común. “Mi impresión es que en este proceso electoral la dolarización ha sido más acentuada. Creo que es básicamente una demanda vinculada a un factor precautorio”, comenta. 

Perea segura que las cifras de mayo -que aún no han sido publicadas- reflejarán la misma tendencia, sobre todo por el lado de las personas naturales, ya que las empresas se han movido primero porque suelen ser más rápidas. Por el lado de las personas, recordó que esta vez algunos han podido acceder al 100% de sus cuentas CTS, que tradicionalmente han estado en soles. y podrían haber hecho la conversión a dólares.  

Si la tendencia se acentúa después de las elecciones, el economista consideró que el sistema financiero tiene suficiente liquidez para afrontarlo. “Ante la eventualidad de que las cosas sean más complicadas, el BCR también tiene herramientas para proporcionar apoyo transitorio de liquidez en dólares. Tiene disponibilidad de reservas internacionales, más de US$7 mil millones, por ese lado creo que hay un cierto “colchón” que va a permitir enfrentar episodios de volatilidad intensos”, afirmó.

Para Rojas, existe un segmento de la población que siempre confía más en el dólar y ante la incertidumbre hay un efecto de contagio. “La gente se desespera pensando que ya perdió su oportunidad y creo que hay esa sensación de contagio donde lo poco que tengo lo mando a dólares. Hay un tema de emoción en este momento en el que todos estamos muy sensibles y que te incentiva a tomar decisiones emocionales”, afirma. 

De momento, el nerviosismo ha servido para multiplicar las operaciones en las casas de cambio digitales. Según Matías Maciel, Co-Founder & CFO de Rextie, entre abril y mayo su ritmo de captación de nuevos clientes se duplicó. 

“En estos contextos de volatilidad el precio es como un llamado a operar porque el que cree que está caro, vende, el que cree que va a seguir subiendo, compra. Las personas, normalmente, operaban un monto promedio de US$1.000 a US$1.200 dólares por operación y ahora [desde abril] el promedio subió a US$1.500. Los volúmenes claramente aumentaron”, detalla. 

Servicios migratorios con alta demanda

Y así como el dinero se puso en marcha en los últimos días, algunas personas han retomado planes de viaje, incrementando la demanda de pasaportes. La Superintendente Nacional de Migraciones, Roxana Del Águila Tuesta, explicó que antes de la pandemia se entregaban 800 pasaportes por día. Cuando se empezaron a reanudar los viajes, se repartían 300. Actualmente, en cambio, se entregan 2.000 diarios a nivel nacional.

“Dada la inmensa cantidad de solicitudes se han cubierto las citas hasta septiembre. Vamos a trabajar en Breña de lunes a sábado y así vamos a poder entregar 4.000 pasaportes por día a nivel nacional. En Tumbes antes entregábamos 10 pasaportes por día, ahora son 150 por día”, indicó a Sudaca durante la inauguración de una nueva oficina en el Jockey Plaza.

Del Águila se excusó de pronunciarse sobre temas políticos, pero precisó que este incremento de la demanda se registra desde marzo, antes incluso de la primera vuelta, por lo que lo vincula más al aumento de las frecuencias aéreas o a la posibilidad de vacunarse en Estados Unidos. No hay, sin embargo, una medición formal de los motivos detrás del fenómeno de la renovación de pasaportes. 

“El 2020 nadie viajaba y por eso, de pronto, no se dieron cuenta que sus pasaportes vencieron. Podemos apreciar que son grupos familiares. Con esta apertura y estas decisiones esperamos que las citas lleguen solo hasta julio y podamos atender a los que ya sacaron cita”, agregó. Según los vuelos directos que han contabilizado, unos 117,000 peruanos han viajado a Estados Unidos desde febrero hasta los primeros días de junio. Allí muchos buscan una dosis del antídoto contra la Covid-19. 

*Fotoportada: Leyla López

 

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Ahorros, BBVA, Dólar, Dólares, Elecciones 2021, Migración

Oscar Galarza es psicólogo, tiene 60 años y recientemente ha tenido que bloquear de su Facebook a su mejor amigo de la juventud. La razón, explica, son los ataques que recibía de este por hacer pública su decisión de votar por Perú Libre. “Yo me pregunto: si psicólogos pierden la amistad por cosas que no valen la pena, por una señora Fujimori que nos dice que va a cambiar, por un señor Pedro Castillo que dice que no va a ser totalitario, ¿qué podemos esperar?”, comenta Galarza, presidente de la Asociación de Psicólogos de Lima.

 

No es el único. La periodista Victoria Pineda contó el pasado 3 de junio en su cuenta de Twitter: “En serio, es increíble las cosas que tengo que ver y responder por WhatsApp. Estas elecciones estoy perdiendo a varios «amigos», pero no me arrepiento”. Y acompañó su mensaje con el pantallazo de la discusión.

En una reciente entrevista para Sudaca, la también periodista Rosa María Palacios contó un pasaje similar acerca de las interacciones que tiene con sus conocidos por redes sociales. “Un sector de mi familia cree que soy comunista. Aunque tú no lo creas. No sé por qué, probablemente por no decir ‘Keiko, te amo’, o algo por el estilo. Y otro sector cree que soy demasiado de derecha, ¿cómo es posible?”, apuntó.

“Bruno” (22), por ejemplo, es un estudiante del último año de psicología de la Universidad de Lima. Utilizamos un seudónimo porque el entrevistado no quiere revelar su identidad por temor a quedar expuesto a reacciones hostiles. Pero cuenta su experiencia con su entorno universitario. “Más [me han afectado] las reacciones que tienen otras personas que el mismo resultado de las elecciones. Creo que se ha cerrado bastante el diálogo al menos en varios grupos sociales limeños. El que no tiene tu opinión es el enemigo […] Muchos están totalmente decididos a irse del país”, dice. 

Y si en grupos privados la polarización es notoria, redes públicas como Twitter son un verdadero caldero. “Mucha gente esta semana ha renunciado a Twitter. ‘Esta semana he decidido no abrir Twitter’ es como la frase de la semana. Como Twitter puede ser anónimo y la gente habla sin reparos. Veo cosas tan fuertes de los dos lados, ‘mi amiga tal y mi amigo tal se han dicho esto’, me cuentan. Qué difícil será volver a hablarte con el enemigo”, dice Graciela Cardó, vicepresidenta de la Sociedad de Peruana de Psicoanálisis.

¿Qué hay detrás de estas interacciones? “Es el famoso pensamiento binario”, sostiene la especialista. “En los momentos de crisis, de cambio, tendemos a pensar de nuevo así: los buenos, los malos; los míos, los otros; el nativo, el extranjero; hombre, mujer; yo, tú. Y el pensamiento binario implica dominación, implica que uno es mejor que otro, siempre es así”, añade. 

Óscar Galarza coincide y se anima a poner un ejemplo personal. “El ‘yo-tú’, que es una relación humanizante, se empieza a transformar en un ‘yo-ello’. Por ejemplo, a los que vamos a Pedro Castillo nos están llamando ignorantes, brutos, comunistas, que queremos un país como Venezuela o Cuba. Y los de esta parte llaman a los que van a votar por Keiko Fujimori: delincuentes, autocráticos, corruptos. Al final, ¿qué tengo que ver yo, que voto por Pedro Castillo, con un comunista? ¿Qué tienes que ver tú, que votas por Keiko Fujimori, con una corrupta? La consecuencia es un mecanismo muy violento. Es: yo soy bueno, tú eres malo”, explica.

Óscar Galarza, presidente de la Asociación de Psicólogos de Lima, en conversación con Sudaca vía Zoom.

«Todo es defensa acérrima de su posición, ni siquiera del candidato o candidata, todo es lo que tú quieres, son tus ideales, tus esperanzas, son procesos psíquicos complejos», complementa Graciela Cardó.

La distancia que los separa

Hoy, a menos de nueve horas del flash, la preocupación por la situación del país va alcanzando su pico y pueden surgir algunos síntomas. “Hay bastante insomnio, ansiedad, somatizaciones como dolores de cabeza, de cuerpo. Mucha gente ha estado definitivamente más ansiosa, preocupada, fastidiada, irritada, y es que si estás peleando todo el tiempo…”, dice Cardó.

La familia Taboada vive algo similar a lo que describe la psicóloga. Lucía Taboada (23), una estudiante de derecho en la Universidad del Pacífico, dice que ella y su hermana -que estudia la misma carrera en la Universidad Católica- viciarán su voto. Los actos de corrupción y violación de derechos humanos cometidos por el fujimorismo han sido decisivos para ambas.

Pero sus padres, de 60 y 52, votarán por Fuerza Popular. El recuerdo del terrorismo que vivieron durante las década del 80 fue una de las razones. Y llegó a su momento más álgido luego del atentado en el VRAEM. “Así era todos los días”, recuerda Lucía que dijo su papá evocando aquella época. “El medio televisivo que mi papá más consume es Willax y es notoria la campaña de miedo [de ese canal]”, apunta.

Su madre, por otro lado, insistía en lo peligrosa que era la opción de Perú Libre para la economía. “He invertido tanto en ustedes para que al final se queden sin trabajo”, le escuchó decir a su mamá, quien, preocupada, recordaba que durante el primer gobierno de Alan García ganaba el equivalente a S/20 al mes. “Sí, estaba triste al punto que se puso a llorar”, comparte Lucía.

En medio de la polarización, algo que apunta Graciela Cardó parece pasar desapercibido: “Los dos intentan proponer mejoras. Obviamente. Nadie va a proponer destruir el país. Pero la gente lo vive así. [A los ojos de ambos bandos], los dos candidatos están proponiendo destruir el país”.

Graciela Cardó, psicoterapeuta y vicepresidenta de la Sociedad Peruana de Psicoanálisis (SPP). Foto: Crecedu.

Desde su consultorio en San Miguel, Oscar Galarza ha advertido un paralelo quizás más profundo. “En todos los años, nunca se ha visto una polarización tan fuerte y, por lo tanto, lo que veo en muchos hogares es que los hermanos se están distanciando, padres e hijos pelean por situaciones electorales, amigos que están perdiendo la amistad, y ciertamente [esto] va a traer como consecuencia demasiados problemas en las interrelaciones familiares. Ello aunado al Covid-19, que ya por sí solo es un problema”, apunta. La votación empieza y acaba hoy. ¿Habrá futuro para las relaciones rotas que deja?

 

Fotocomposición de portada por Leyla López.

 

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Elecciones 2021, Flash electoral, Fuerza Popular, Perú Libre, relaciones familiares, Voto

Es curiosa la manera tan distinta que tiene cierto sector de la izquierda para juzgarse a sí misma y para hacerlo con los de la otra orilla. Ella sí es capaz de tragarse los sapos de votar por un candidato que difiere radicalmente de sus propuestas más moderadas, soslayar las barbaridades conservadores que ese candidato ha esbozado en materia de políticas de género, pasarse por alto la pavorosa improvisación demostrada en la campaña y que no augura un buen gobierno, y llama a su voto por él voto vigilante y crítico. Un voto límpido y digno.

Pero cuando desde la derecha, los sectores más liberales y progresistas, no fujimoristas, expresan igualmente un sentido crítico y vigilante respecto de su voto por Keiko Fujimori, a sabiendas de sus pasivos históricos (de los 90 y de los últimos cinco años), pero evalúan que dadas las circunstancias es imposible que se reedite un escenario autoritario, allí los militantes de la izquierda solo ven cinismo y complicidad.

Por supuesto, importa poco la intolerancia de un sector que se ha desnudado en su verdadera opción apoyando sin cautelas reales a un candidato como Castillo, pero es importante anotarlo y subrayarlo, para dejar expresa constancia de las inconsecuencias y acomodos intelectuales que han debido hacer para justificar su voto.

Es mucho menos grande el abismo moral e intelectual que un derechista liberal debe saltar para expresar su voto por una candidata que propone la manutención del modelo económico que tanto éxito ha tenido en el Perú, que el que trasponen los izquierdistas dizque moderados para inclinarse por un candidato que promete llevarnos a la deriva socialista autoritaria (que al final no vaya a poder hacerlo es otro cantar) y que no ha dado muestra de enmienda alguna durante la campaña.

La única manera de construir un país desarrollado pasa por seguir la senda del capitalismo competitivo y por la construcción de un Estado eficaz e inclusivo en cuatro materias básicas: salud, educación, seguridad y justicia. A la vez, el camino de la estatización de la economía, la sobrerregulación de los mercados, la reversión del libre comercio y la erección de un Estado empresario, no solo será un fracaso económico que llevará a millones de peruanos a la pobreza, sino que, consustancialmente, necesitará de la disposición creciente de un Estado políticamente autoritario para poder perpetrar sus propósitos.

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6 de junio, Elecciones 2021

Gratifica y motiva ver proyectos culturales apoyados por centros estatales culturales. Es el caso de Petroperú y su editorial Copé, con el libro 21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la Independencia del Perú, con selección y prólogo de José Donayre Hoefken. Tuve el placer de presentarlo esta semana.

La originalidad de la propuesta se encuentra en la gran creatividad de diversas narradoras contemporáneas que dan voz a muchas heroínas que se manifestaron en contra de las injusticias y apoyaron la causa noble de la libertad.

El número en el título del libro se refiere a la “Colección Siglo 21” de la editorial y recoge 22 textos de escritoras contemporáneas con personajes femeninos de bagaje histórico. Estos personajes se ficcionalizan a partir de tres referentes históricos: la rebelión organizada por José Gabriel Condorcanqui y Micaela Bastidas (1780), las insurgencias ocurridas entre el grito de Tacna con las acciones de los hermanos Angulo (1814-15) y, por último, la Independencia propiamente dicha, desde el desembarco de Paracas por el general San Martín (1820) hasta las batallas de Junín y Ayacucho (1824).

Las veintidós escritoras desarrollan a sus personajes desde cuentos que tienen que ver con prendas íntimas de vestir hasta alusiones a referencias públicas e históricas, pasando por ficcionalizaciones de entrevistas que muestran la vitalidad de los personajes, su astucia y sobre todo su convicción moral, emocional y libertaria. 21. Relatos sobre mujeres que lucharon por la Independencia del Perú celebra en este Bicentenario a quienes ocuparon un rol fundamental en nuestra emancipación. Asimismo, cabe destacar que el orden de los relatos es según el suceso histórico que se evoca.

El libro incluye textos de Carolina Cisneros, Jessica Rodríguez, Rossana Sala, Andrea Rivera, Bethsabé Huamán, Yeniva Fernández, Rocío Qespi, Micky Bolaño, Alejandra P. Demarini, Marissa Bazán, Rosalí Leon-Ciliotta, Victoria Vargas, Lucía Noboa, Karen Luy de Aliaga, Marie Linares, Lucy Fernández, Sophie Canal, Ángela Luna, Leslie Guevara, Claudia Salazar, Kathy Serrano y Angelita Velásquez.

Cada uno de los relatos nos lleva por distintas esferas, diálogos entre personajes históricos y ficcionalizados y constituye la voz de muchas de estas mujeres que han sido de alguna u otra manera silenciadas, calladas y ninguneadas. 

 Conocemos así a estas heroínas mediante la creatividad de las autoras, al desplegar mundos imaginarios en los cuales las mujeres ocupan un rol protagónico y son las pioneras, las guerreras y las forjadoras de una nueva visión de mundo donde la libertad y la emancipación son el motor y motivo de la existencia.

 Juana Moreno, Micaela Bastidas, Tomasa Tito Condemayta, Gregoria Apaza, Cecilia Túpac Amaru, Marcela Castro Puyucahua, Margarita Condori y Manuela Tito Condori, Manuela Sáenz, entre otras, lideran una causa a fin de mejorar nuestra calidad de vida. Estas heroínas ayudan en la independencia de nuestro país; desde sus espacios remotos encaran el objetivo de liberarse de la colonización.

 Gracias a publicaciones como esta podemos conocer más de lo nuestro y acercarnos a la historia depurando visiones y mostrando de manera más humana y reivindicadora la situación de las mujeres. Cada uno de estos relatos nos abre una realidad poderosa, donde las protagonistas son mujeres valientes y rebeldes, pero también trabajadoras humildes. Además de celebrar a cada una de estas autoras en el libro, quiero reconocer el aporte del crítico José Donayre Hoefken.

 Ojalá que el destino político de nuestro país que se juega hoy siga apoyando este tipo de publicaciones y que se continúen visibilizando los aportes que nos enriquecen como nación en camino al Bicentenario.

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Historia, Literatura

Un domingo como hoy, hace 31 años, a las 4 de la tarde, las empresas encuestadoras anunciaron por televisión lo que ya se avizoraba semanas atrás: el outsider de origen japonés, Alberto Fujimori, un ilustre desconocido, derrotó cómodamente al célebre escritor Mario Vargas Llosa, representante de la derecha neoliberal, quien contaba con el respaldo del poder económico y había sido ungido como “salvador del Perú” en circunstancias en las que el país atravesaba por la peor crisis económica y política de su historia republicana.

Muchos hemos reparado en las similitudes entre aquella segunda vuelta y la que transcurre el día de hoy. También esta vez, hemos visto enfrentarse a una candidata que cuenta con el respaldo de los poderes fácticos a otro salido de la nada; también está vez, la estrategia de dichos poderes ha sido la demolición política del adversario y el país se ha dividido, en el imaginario y en la realidad, de la misma manera como lo separaron, hace siglos, los virreyes peninsulares: una república para los españoles y otra para los indios.

Existen, además, algunas paradojas notables entre ambos procesos. La principal es cómo el apellido Fujimori ha modifica su rol, desde el sorprendente outsider, protagonizado por papá Alberto en 1990, una suerte de candidato de los desvalidos, hasta la implacable candidata de los poderosos que hoy personifica su hija Keiko. También es paradójico ver a Mario Vargas Llosa sumido en el limbo de la ambigüedad y apoyar al fujimorismo que siempre deploró por corrupto y autoritario, so pretexto de combatir el comunismo. El novelista, 31 años después, parece situarse en la misma posición ideológica ¿lo está realmente?

Luego llaman la atención ciertas diferencias entre una circunstancia y la otra. En 1990 no hubo cuco comunista y el racismo antijaponés, chino y anti todo lo que no sea blanco fue mucho más explícito -31 años después algo se le disimula, después de todo- como si los defensores de Vargas Llosa desconociesen las reglas matemáticas más sencillas. Esta vez se instauró el terruqueo general, no solo en contra del provincianísimo candidato de un partido de izquierda radical, sino en contra de todo aquel al que se le ocurriese anunciar en sus redes que eventualmente votará blanco o nulo el día de hoy.

Una diferencia fundamental, entre ambos procesos, es que hace 31 años no era tan malo ser de izquierda; al contrario, fue por eso que la victoria de Alberto Fujimori estuvo cantada desde el 8 de abril de 1990, tras conocerse los resultados de la primera vuelta. El APRA y las dos izquierdas de entonces, juntos, habían obtenido 30% de los votos, los que se endosaron completos al outsider japonés para evitar que triunfe el proyecto neoliberal de Vargas Llosa. Fue la última trinchera victoriosa de la izquierda -cuando el PAP todavía se situaba dentro de su espectro y el muro de Berlín mantenía de pie buena parte de su trazo- pero fue inútil, días después de asumir la presidencia, Fujimori adoptó el modelo del vaquero Reagan, George Bush padre y la Dama de Hierro Thatcher.

Al anochecer del 10 de junio de 1990, hace 31 años, con el gesto afligido, Vargas Llosa se dirigió a las masas frenéticas en Miraflores. Como nunca las clases acomodadas se habían movilizado políticamente y habían convertido a “Mario” en un líder casi mesiánico, lloraban, gritaban y clamaban por un golpe de estado. Pero “Mario”, al fin y al cabo, era un demócrata cabal y adhería a las libertades políticas tanto como a las económicas. Entonces hizo un llamado a la calma, al civismo, al respeto de la voluntad popular expresada en las urnas e instó a las miles de personas congregadas en el frontis del local del Fredemo a volver a casa, en orden y tranquilidad, así lo hicieron.

En pocas horas tendremos resultados y un ganador o ganadora; por eso es fundamental que los actores políticos de hoy actúen, al momento de saberse los resultados, como lo hicieron sus pares de 1990. La voluntad popular se está expresando en estos momentos. No solo debemos respetarla, también debemos otorgarle al candidato o candidata triunfador/a la oportunidad de superar todos los miedos que nos han infundido en una campaña para el olvido y ejercer el periodo de gracia que todo gobierno requiere para organizarse y merece en virtud de nuestro contrato social. Solo después debe activarse la vigilancia ciudadana para continuar defendiendo y construyendo una democracia como la nuestra, que nos cuesta la calle, en largas jornadas de lucha y resistencia civil.

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Alberto Fujimori, Elecciones 2021, Mario Vargas Llosa

“Nos han ignorado olímpicamente”, dice Jorge Chávez, director ejecutivo del Movimiento Homosexual de Lima (MHOL). Le acabamos de preguntar cómo ve el futuro de la comunidad LGTBIQ+ en los próximos cinco años, sea quien sea el ganador de las elecciones generales de mañana 6 de junio. “Vemos un futuro poco esperanzador”, añade con resignación.

“Pensamos que en los próximos cinco años podíamos avanzar un poco más [en temas de derechos hacia nuestra comunidad], pero gane quien gane, la tendremos difícil. Lucharemos para no retroceder en lo avanzado”, insiste.

 

La preocupación de Chávez no se basa en especulaciones. En estas elecciones, los peruanos tendremos que elegir entre dos opciones que tienen planteamientos totalmente opuestos en sus planes políticos, sociales y económicos, pero con una gran coincidencia: ambos son conservadores y se han manifestado abiertamente en contra, por ejemplo, de la unión civil y el enfoque de igualdad de género.

“Este último proceso electoral ha sido muy triste. Han salido quienes están más en contra de nosotros”, reclama Chávez al recordar los vínculos de Keiko Fujimori con grupos evangélicos y el respaldo que Pedro Castillo le dio, en el 2019, al movimiento ‘Con mis hijos no te metas’. Se trata de grupos que se han encargado de obstruir temas como la Unión Civil.

“En el siguiente gobierno, seguro, recibiremos ataques de congresistas. Tal vez querrán desaparecer la Mesa de Trabajo para promover los derechos de Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales GTBI trans en el Ministerio de la Mujer. Seguro que esto se irá diluyendo”, señala.

Recordemos que varias de bancadas tienen propuestas conservadoras y juntas harían que iniciativas que apoyen a las minorías no prosperen en el próximo Congreso. Perú Libre (37 congresistas); Fuerza Popular (24); Acción Popular (15) y Renovación Popular (13); por mencionar las más resaltantes.

Todo eso -afirma Chávez- sin contar que es muy probable que no se haga nada por crear políticas de estado que eduquen contra la discriminación que sufre la comunidad LGTBIQ+ en nuestro país. “Estas elecciones demuestran que en el Perú nos odian», dice de manera categórica Leyla Huerta, activista trans y coordinadora del proyecto Féminas.

Cuando uno revisa cifras, llega a comprender la contundencia con la que ella se expresa. Según la primera Encuesta Virtual para Personas LGBTI realizada en el año 2017 por el INEI, el 63% de los encuestados manifestó haber sido víctima de algún acto de discriminación y violencia.

Otro informe de la Universidad Peruana Cayetano Heredia del 2016 indica que un 70% de las mujeres trans en Lima se ven obligadas a ejercer el trabajo sexual por falta de oportunidades laborales.

“Muchos medios de comunicación nos quieren hacer ver como prostitutas. Otros sectores buscan hacernos creer que no tenemos los mismos derechos. Debemos aspirar a un país que nos mire por igual y no fomente los discursos de odio”, señala Huerta.

Ante un eventual gobierno de Fujimori o Castillo, la comunidad LGTBIQ+ seguirá luchando por la Ley de Identidad de Género, el reconocimiento de las parejas del mismo sexo, ya sea a través de la unión civil o el matrimonio igualitario; así como el compromiso de las instituciones de estado para hacer campañas por un país más inclusivo y menos violento.

Naturaleza en riesgo

El pasado domingo 30 de mayo, Vanesa Escobar Marcavillaca, participó en el bloque ‘Pregunta Ciudadana’ del segundo debate presidencial. La joven cusqueña lanzó una consulta sencilla a los candidatos Castillo y Fujimori: ¿Qué medidas tomarán para garantizar los derechos humanos de los defensores ambientales? Su pregunta -además- recordaba que el Perú, según la organización internacional Global Witness, es el cuarto país más peligroso del mundo para un defensor ambiental.

Fujimori respondió que respetaría el cuidado del medio ambiente y luego habló sobre la desnutrición infantil. Castillo, en tanto, recordó su lucha como rondero en la defensa de nuestra naturaleza y -de manera enfática- señaló: “Me ratifico: Tía María y Conga no van”.

Después mencionó a los extranjeros que delinquen en nuestro país. Ninguno de los dos contestó la pregunta y la incógnita se instaló. ¿Qué peso le dará -sea quien sea el ganador- a la defensa del medio ambiente y el cambio climático?

“Es evidente la orfandad del tema ambiental [en ambos candidatos]. Nos encontramos con dos opciones cortoplacistas, populistas y que expresan bastante bien la crisis de nuestra sociedad”, dice Diego Saavedra, especialista del Programa Gobernanza y Gestión Ambiental de la Asociación Civil DAR (Derecho, Ambiente y Recursos Naturales).

Saavedra recuerda cuando oyó la pregunta de Vanesa Escobar y luego cómo la consulta fue toreada por los postulantes al sillón de Pizarro. “Me generó frustración e indignación. Sensación de quienes tratamos de sumar con un grano de arena a que esto cambie. Con Keiko Fujimori la posibilidad de diálogo será limitada y Pedro Castillo, seguro, tendrá una estrategia de reacción permanente. Seguro va a meter la pata y tendremos que salir a hacer nuevas propuestas técnicas y reforzar la defensa de la gestión sostenible de los recursos naturales. Habrá muchos desafíos en la agenda”, señala el ambientalista.

Según DAR, uno de esos desafíos es el fortalecimiento del Sistema Nacional de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA), con la incorporación de la opinión técnica previa del sector Salud que sea vinculante a los Estudios de Impacto Ambiental (EIA). Además, el nuevo gobierno debe responder al pedido de las organizaciones indígenas de impulsar la consulta previa de los EIA de los proyectos de inversión.

También pierden…

“Ideología de género” es el término que usan los candidatos Castillo y Fujimori para referirse con desprecio al enfoque de igualdad de género del Currículo Nacional de Educación Básica, implementado por el Ministerio de Educación desde el 2017.

Durante la campaña, la candidata de Fuerza Popular aseguró que “eliminará” la “ideología de género”; mientras que el postulante de Perú Libre dijo estar “en contra” del enfoque de género. Aunque lo avanzado todavía es incipiente, ¿se retrocederá? Le consultamos a Diana Miloslavich Túpac, vocera del Centro de la Mujer Peruana Flora Tristan.

“Nosotros seguiremos insistiendo en levantar nuestra agenda de los derechos sexuales y reproductivos, el derecho a vivir libres de violencia”, insiste Miloslavich Túpac, ante el panorama incierto. “Estaremos vigilantes a quién gane, para que los avances que hay en el Ejecutivo, donde están las políticas de igualdad de género en los ministerios de la Mujer, Salud y Educación, continúen y no haya retrocesos y más bien tengamos avances”, añade.

De algo está segura la activista: con Fuerza Popular ya tienen experiencias desagradables. En el 2018, por ejemplo, desde la sociedad civil se inició la campaña ‘Déjala decidir’, que promovía la despenalización del aborto para los casos de violaciones y malformaciones congénitas. Pero la iniciativa fue sepultada por el Congreso de ese año, cuando los naranjas tenían la mayoría parlamentaria.

En una columna publicada en la web Pata Amarilla, Miloslavic, en una reflexión más íntima escribió: “Quiero imaginar un Congreso que dialogue y un Estado cuyo centro sean las personas, las mujeres, nuestros pueblos olvidados, la comunidad LGTBI. Quiero imaginar un lugar de diferentes en diálogo permanente. Lo que hemos vivido las últimas semanas es una guerra entre peruanos y peruanas”.

Al cierre de esta edición, el candidato Pedro Castillo, que recientemente ha tenido frases misóginas y transfóbicas, se reunió con organizaciones y activistas de diversos espacios sociales, entre ellos la comunidad LGTBIQ+. Rechazó ser machista, pero no se conoce compromisos concretos hasta ahora.

 

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Debería quedar claro, a partir de esta elección, que los sectores populares necesitan algo más que solo ingresos económicos. Si solo fuera ello, bastaría la disminución de la pobreza monetaria de 58.7% a 20.2% de la población entre el 2004 y el 2019, o de la extrema pobreza, en el mismo lapso, de 16.4 a 2.9%, para suponer que habría pleno consenso respecto del establishment.

Es verdad que en el último año, producto de la pandemia, la pobreza general ha crecido a 30.3% y la extrema a 6.3%, un retroceso de casi diez años, pero no basta ello como factor explicativo del descontento ciudadano que ha impregnado esta elección y que explica en gran medida el voto duro detrás de Pedro Castillo.

Hay un reclamo por ciudadanía. Y ello pasa por sentirse incluido en la sociedad formal, por sentirse parte del colectivo. Y no hay manera de que eso ocurra mientras subsistan las groseras desigualdades que hay en materia de salud, educación, seguridad y justicia. En términos económicos, en las últimas décadas se ha reducido la desigualdad económica, pero la desigualdad institucional que se menciona en los cuatro criterios señalados, debe haber aumentado de manera considerable.

Es tarea del próximo gobierno reducir esa brecha lacerante de ciudadanía. No podemos llamarnos república en formación si no atendemos, con carácter de prioridad, esos elementos básicos de la vida social. Jamás seremos país desarrollado mientras un pobre no reciba atención médica de primer orden, educación competitiva, mínima seguridad vital y acceso a un sistema judicial que no lo discrimine por no tener recursos económicos.

Todo ello no pasa por destruir el mercado, sino por apoyarse en él para construir un Estado mínimamente eficaz y transparente. En los últimos 20 años, la recaudación fiscal ha crecido cuatro veces y la burocracia lo ha hecho 10 veces -señala un informe de Lampadia-, y no se considera en ese aumento de personal un solo profesor, médico, enfermera, policía o militar. Son burócratas de escritorio que han engrosado las filas del aparato estatal seguramente en base al clientelaje político de los distintos últimos gobiernos. No ha crecido el Estado sino que ha engordado, siendo incapaz de brindar servicios ciudadanos de calidad. Ese Estado debe ser disuelto y construir uno moderno e inclusivo, cabalmente democrático.

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Desigualdad, Elecciones 2021, Pobreza
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