[ENTRE BRUJAS: FEMINISMO, GÉNERO Y DERECHOS HUMANOS] La defensa de los derechos de las mujeres no es un camino fácil en sociedades tan conservadoras, machistas, con un sistema educativo precario, diseñado así para evitar el pensamiento crítico, y, con operadores políticos en el poder de los sectores antiderechos. Mantener lo avanzado es una tarea titánica y plantear avances es casi imposible.
Desde hace algunos años se alertaba de la presencia de sectores fundamentalistas con una agenda contraria a la igualdad de género y estrategias comunicacionales (Con mis hijos no te metas) para diseminar el odio y seguir apoyando su poder en las desigualdades y la exclusión.
Ataques a las feministas, a las defensoras de la igualdad, a los/as defensoras/es de derechos humanos son situaciones con las que lidiamos cotidianamente. Cada día se agenda un nuevo Proyecto Legislativo aparentemente inocuo, pero que realmente está orientado a controlar el cuerpo de las mujeres, limitar los derechos sexuales y reproductivos y asentar la discriminación.
Actualmente los Proyectos Legislativos como los PL 1520 y PL 785 que buscan dotar de derechos absolutos al concebido o el PL 1229 que tiene por finalidad cambiar el nombre del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables por el de Ministerio de Familia y Poblaciones Vulnerables, plantean retrocesos y atentan contra el principio de igualdad y no discriminación, así como contra los derechos sexuales y reproductivos.
Mientras tanto, Proyectos Legislativos que recogen propuestas a favor de los derechos de las mujeres como el PL N° 2735 que propone el reconocimiento del Derecho al Cuidado y la Creación del Sistema Nacional de Cuidados intentan ser archivados. De la pandemia no aprendimos nada.
Hay sectores que no quieren que la violencia hacia las mujeres cese, que no se conduelen con la exclusión de gran parte de la población, a quienes los 137 feminicidios del 2022 y los más de 35 de este año, no les importa. Es simplemente una cifra.
Son amplios los sectores que aún culpan a las mujeres de la violencia, que buscan justificar las agresiones sexuales y blindar a los agresores. A estos, las más de 7614 niñas y adolescentes violadas el año pasado no les importan. Tampoco les conmueve los 1624 embarazos forzadas de niñas registrados el mismo año. Son estadísticas.
Quienes se dicen llamar “pro vida”, utilizan el término para empatizar con la población, pero en realidad su bienestar no les importa. A estos actores que diseminan mensajes de odio en todo el país, los llamaría “pro muerte” o “pro discriminación”, son quienes tienen voz cuando se trata de sancionar a las mujeres en su autonomía, cuando se trata de defender un modelo, pero no piensan en el bienestar ni de las mujeres ni de las niñas. A estos sectores, la vida no les interesa, siempre precarizar la misma.
Estas líneas escritas con algo de cansancio, de ver en el cotidiano la insistencia por retroceder, son un llamado a los/las jóvenes, a las mujeres, hombres y a toda persona que quiera el bien, a rechazar a quienes en base al odio promuevan una sociedad violenta y excluyente que nuestros hijos/as no merecen.
Si las normas retroceden, si las autoridades corruptas y cucufatas se apoderan de un país con una débil democracia, que el cambio venga por la ciudadanía y su rechazo a todo aquello que representa discriminación.
