Si no se procede con inteligencia y voluntad de diálogo, el conflicto va a seguir escalando, se va a salir de control, se va a extender a otras regiones –hoy pacíficas- y vamos a ingresar a la espiral del caos que los grupos radicales violentistas justamente anhelan (castillistas, perulibristas, Fenate-Movadef, narcotraficantes, mineros ilegales, infiltrados bolivianos, etc.) y que generaría un vacío de poder de tal envergadura que un pedido marginal, como es hoy la Asamblea Constituyente, de repente termina siendo central en el escenario político. Hay que evitar, a toda costa, llegar a ese escenario antidemocrático.
Se espera, por supuesto, que el Congreso entienda la urgencia de los tiempos. El país se está incendiando y no puede operar dentro de una burbuja, pensando solo en su mayor permanencia en el cargo. La crisis debe ser resuelta y eso va a suponer desprendimiento de muchas partes, entre ellas del Legislativo.