EL PODCAST DIARIO DE OPINIÓN DE JUAN CARLOS TAFUR.

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Izquierda, Presidente Castillo

La izquierda cree que ha ganado la elección gracias a sus postulados ideológicos y que, por ende, puede desplegar a su antojo, sin ningún consenso de por medio con otras fuerzas políticas, cualquier acción pública. Por lo que se ve, estima que puede hacer lo que le venga en gana desde el poder.

El primer gran error es de interpretación. Castillo ganó gracias a la pandemia, que generó un estado de zozobra social, política y económica de tal envergadura (solo el drama de que exista un millón de deudos, podría explicar el desenlace), que facilitó la aparición de un candidato disruptivo, antiestablishment, que, además, no encontró un rival que siquiera se interesase en explotar ese perfil, como ocurrió con Keiko Fujimori, quien lo que hizo de bueno en la primera vuelta, lo tiró por la borda en la segunda por pura terquedad.

El 51% del país no es de izquierda y si votó por esa opción fue por las razones señaladas. Las encuestas siguen mostrando que el perfil ideológico mayoritario de la ciudadanía peruana es de centro y de derecha. Castillo no tiene, pues, el mandato social y político para zurrarse en los dos tercios del país y querer hacer, desde el poder, lo que el manual ideológico de Cerrón o del Movadef le sugiere.

Producto de esa arrogancia y soberbia, la historia le va a cobrar una factura grande a la izquierda. Es improbable que se perpetúe en el poder, sea legal o ilegalmente. Hay demasiada mediocridad y estupidez en el tinglado plurideológico del régimen (cerronismo, filosenderismo, caviarismo y demás perlas), como para atribuirles la habilidad de generar un respaldo popular masivo, que aplaste cualquier resistencia institucional, sobre todo de un Congreso opositor.

Se va a ir a los cinco años dejando un país sumido en una crisis política, social y económica gigantesca, que hará muy difícil que el electorado vuelva a inclinarse por una opción semejante. Así como el recuerdo de Susana Villarán y su pésima gestión hacen imposible que alguien de izquierda gane las elecciones ediles limeñas, pronto, el ingratísimo recuerdo del desastre de Castillo, alejará al ciudadano de a pie de cualquier alternativa semejante.

-La del estribo: qué placer encontrar publicaciones extraordinarias como Imaginario y memoria: 200 años de la Biblioteca Nacional del Perú. Una historia escrita y gráfica de una institución significativa del devenir nacional en nuestra República y que ha sido capaz de sobrevivir a tragedias enormes. Bajo la coordinación general de Natalia Ames y Kristel Best, la coordinación editorial de Gracia Angulo, la edición general de María Luisa del Río y la edición gráfica de Cecilia Larrabure, el libro es de colección imperdible.

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Izquierda, Presidente Castillo

¿Cabe la posibilidad de que las derechas peruanas se unan bajo un solo techo? Es casi imposible. A ello están abocados algunos tratando de crear una nueva agrupación partidaria. Las diferencias ideológicas no son pocas, sin embargo, y hacen difícil esa unión.

Lo que sí cabe, sin duda, es que los partidos de derecha con representación en el Congreso actúen de modo coordinado (Fuerza Popular, Avanza País y Renovación Popular), cosa que ni siquiera ocurrió a la hora de presentar una lista común a la mesa directiva del Legislativo.

Pero es demasiado prematuro tratar de conformar una suerte de Frente Democrático con tamaña anticipación y sin saber siquiera, a ciencia cierta, qué rumbo político tomará el mediocre gobierno que hoy nos rige.

Claramente, si Castillo decide no seguir el camino de la moderación programática, mantiene su alianza con Cerrón y el Movadef, y además hace cuestión de Estado el despliegue de una Asamblea Constituyente, la unidad ya no solo será imperativa sino que deberá incorporar no solo a la derecha sino también al centro. Ya estaríamos en otro escenario.

Debe quedar claro, no obstante, que el problema no es de demanda política. Según todas las encuestas, el país sigue siendo de centroderecha mayoritariamente, salvo las zonas andinas, y si Castillo está sentado en Palacio es por el voto antikeikista, antifujimorista y antiestablishment que la pandemia atizó. Aún así, si López Aliaga renunciaba a su candidatura, como sugerimos en plena segunda vuelta (debido a su gran cantidad de anticuerpos, en la definición electoral perdía de todas maneras), quien pasaba a la segunda vuelta era De Soto, no Keiko, y no sería Castillo el Presidente de la República.

Lo que se requiere es mejorar la oferta. Botar al elenco estable y plantear nuevos nombres. Desde el centro a la derecha conservadora hay rostros frescos que podrían renovar el ambiente. Dimos algunos en una reciente columna. Los reiteramos y agregamos otros: en el centro, Salvador del Solar, Flor Pablo, Marianella Ledesma, Jorge Nieto, Alberto de Belaunde, Richard Acuña, Carolina Lizárraga; en la derecha, Roque Benavides, Carlos Añaños, Enrique Ghersi, Norma Yarrow, Carla García, Úrsula Letona, Patricia Chirinos.

Cinco años de izquierda mediocre e incompetente, como parece tendremos, menguará la posibilidad de candidatos como Antauro Humala o Indira Huillca, que son los que se asoman en ese segmento ideológico. El 2026, si no antes, será ocasión de la centroderecha de recuperar el país y volverlo a enrumbar a la senda del desarrollo y la democracia plena.

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Derecha, Presidente Castillo

Según ha trascendido, el presidente Castillo no hará cambios en el gabinete ministerial hasta el día 100 de su gobierno. Una vez más cede ante Vladimir Cerrón, quien ya le ganó la pulseada cuando conformó el gabinete (que, en principio, tenía otros nombres convocados), y luego con el intento de Castillo de cambiar a Bellido y alguno más, en la famosa reunión en la casa del titular de Justicia, Aníbal Torres.

Cerrón lo ha vuelto a hacer. Supuestamente, Castillo, a su retorno del periplo que lo llevó por México y Estados Unidos, venía con el sable desenvainado dispuesto a tomar varias decisiones: alejarse de Cerrón, sacar a Bellido, Maraví y varios otros del gabinete, romper con el Movadef y amenguar los ímpetus de una Asamblea Constituyente. Al parecer, eso se ha postergado, sabe dios por qué extraña razón política.

Lo cierto es que este hecho nos ratifica en la percepción de que estamos en medio de la peor de las situaciones políticas: con la de un Presidente incapacitado para tomar decisiones difíciles o controversiales, si ello le va a suponer algún costo. Un holograma nos gobierna.

Entre tanto, el país se ve sumido en la creciente desesperanza. A la crisis política permanente que vivimos se sumará pronto la económica. El BCR ha pronosticado un crecimiento de 0% en la inversión privada el próximo año. Algunos economistas estiman que podría, inclusive, ser negativa. Y a ello pronto se le agregará un grado ascendente de conflictividad social, producto de la frustración de las sobreexpectativas generadas entre sus propios votantes.

En tales circunstancias, se espera que el Congreso tome las decisiones correctas pronto y las sepa ratificar, más adelante, si el proceso social, político y económico del país se deteriora en medio del pasmo presidencial.

Por lo pronto, sería extremadamente grave que el Legislativo no censure a un ministro denunciado por filosenderista como Iber Maraví, primero, y que luego no vaya a la carga contra otros impresentables (léase, por ejemplo, el ministro de Cultura, autor del papelón internacional que hemos hecho como país en un evento como la Feria del Libro de Guadalajara).

Y luego, el Parlamento deberá estar atento, si es que la degradación política del gobierno continúa y nos lleva a una situación de ingobernabilidad, que empiece a complicar los principios mínimos básicos de convivencia social. No se pueden tolerar cinco años de destrucción impune del país.

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Congreso de la República, Iber Maraví, Presidente Castillo

Este 30 de setiembre acude al Congreso, a ser interpelado, el ministro de Trabajo, Iber Maraví. Su caso, sin embargo, es tan contundente, que el desenlace a anticipar es que el Legislativo lo censure y lo saque del gabinete, tarea que en verdad debió ejecutar el propio Presidente, pero ya conocemos de las deficiencias de carácter de las que adolece nuestro primer mandatario.

No es admisible ni un milímetro de concesión al filosenderismo que exhiben algunos miembros allegados al gobierno y, en este caso, un ministro de Estado, que ha sido denunciado en sinfín de ocasiones por medios como La República o Beto a saber, mostrándose serias denuncias de haber sido partícipe de Sendero Luminoso y de haber perpetrado, directa o indirectamente, atentados terroristas. Figura su nombre, en ese sentido, en atestados policiales de la época.

No se puede normalizar la presencia de exsenderistas activos o filosenderistas, como los del Movadef, en el entorno del gobierno. Puede llegar a ser, inclusive, causal de vacancia por incapacidad moral que un Primer Mandatario nombre o se vincule a gente con ese pasado o presente.

Ojalá no seamos testigos en esta ocasión de la claudicación moral de las bancadas del centro, en particular, las de Acción Popular y Alianza para el Progreso, quienes le extendieron el voto de confianza a un gabinete impresentable, el peor consejo de ministros que se recuerde en toda nuestra historia republicana, por lo menos desde los 80 hasta la fecha.

Frente a un gobierno, que hasta que no se defina internamente, conforme lo trascendido (sin Bellido, Cerrón, Maraví, Constituyente, ni Movadef), lo correcto, en términos de la oposición, es ser intransigente, dura y enérgica, sin concesiones ni contemporizaciones, que lo único que hacen es envalentonar al régimen y reforzarlo en su idea, si acaso la tiene, de que puede gobernar los cinco años restantes albergando en su seno la morralla descrita.

La censura a Maravi, sobre quien, parece, el gobierno no hará cuestión de confianza, es una prueba de moralidad del Congreso. La primera valla no la pasó, al darle la confianza al gabinete Bellido. Esta segunda, si la transita con probidad y consecuencia, debería ser el inicio de una tendencia de fiscalización extrema a un régimen que, probado está, solo parece funcionar a punta de ajustes y presiones.

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exsenderistas, filosenderistas, Iber Maraví, Movadef
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