[PIE DERECHO] El gobierno no puede confiar en su frágil alianza con el Congreso para permanecer incólume hasta el 2026. La precariedad de los propios grupos políticos que componen el Legislativo hace que esa apuesta sea de alto riesgo. Apenas se den cuenta en el Parlamento de que su simbiosis de intereses con el Ejecutivo arruinaría las posibilidades electorales futuras de los partidos que conforman esta suerte de alianza tácita, se producirá un quiebre que, si coge al Ejecutivo pasmado, se lo llevará de encuentro.

Muchos en el gobierno, particularmente el premier Otárola, parecen convencidos de que haber superado relativamente airosos la confrontación social violenta que aconteció al poco de tiempo de haber asumido la transición post Castillo, ya los blinda frente a cualquier otro escenario de aparente menor intensidad, y ello quizás sea el motivo por el cual su gestión brilla por su medianía y ausencia de objetivos de trascendencia.

Se equivoca garrafalmente el Ejecutivo si comparte esa hipótesis. Más que ninguno otro, el actual régimen está obligado a hacer dos o tres cosas bien (entre ellas, resolver la crisis económica y el lacerante problema de la inseguridad ciudadana) si quiere mejorar en sus niveles de aprobación en las encuestas y obtener así capital político que eventualmente le dé sostén, desalentando al Congreso a enfrentársele.

El inefable Vizcarra, sin bancada, pero con una inmensa aprobación, fue capaz de tumbarse un Congreso adverso, pero sin ese respaldo ciudadano no lo hubiera podido hacer. Esa lección debe ser extraída por Boluarte. Si ella no eleva dramáticamente sus índices de popularidad, hoy tan ralos, no tendrá parapeto alguno frente a un Legislativo que empiece a ponerse arisco conforme se acorten los plazos electorales.

La única manera de que el gobierno dure hasta el 2026 no será en base a astutas jugadas de intercambios políticos con el Congreso, porque éste no dudará un segundo en vacar a Boluarte si así lo considera conveniente para sus intereses. En cambio, si el gobierno crece en su aprobación popular, será difícil que un Legislativo que anda casi a la par en impopularidad, se atreva a destronarlo (al gobierno emergente de esa situación le pasaría algo semejante a lo que le pasó a Merino).

La dupla Boluarte-Otárola está obligada a gobernar superlativamente mejor si quiere llegar hasta el final de su mandato constitucional. Si no lo hace, seguirá siendo un factor de inestabilidad, desconfianza y precariedad política, causando un efecto perverso de obstaculización de las propias expectativas de mejora.

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Congreso, Estabilidad Política, Gobierno peruano, Popularidad Gobierno

-Que Alianza le renueve contrato a Carlos Zambrano y a Christian Cueva.

-Que en la U, Alex Valera no falle tantos goles, en desproporción de las oportunidades que él mismo contribuye a generar. Si acertara un 30% las que se encuentra, nos garantizaría el bicampeonato anhelado.

-Que a Fossati, a pesar de no haberle jugado correctamente a la U, le vaya bien con la selección y que su esquema 3-5-2 (del cual no se mueve ni aunque lo amenacen de muerte) encuentre los jugadores para desplegarse con éxito.

-Que Vargas Llosa acabe pronto su libro de ensayos sobre Sartre, a ver si en una de esas se anima y saca fuerzas para entregarnos una nueva novela.

-Que a las librerías les vaya bien y no se vean obligadas a cerrar.

-Que se acaben las mafias que aprisionan nuestro mayor imán turístico, Machu Picchu.

-Que Francisco I tenga el vigor de hacer la purga masiva que la iglesia católica necesita, dada la abrumadora cantidad de casos de pedofilia.

-Particularmente, que las autoridades eclesiásticas tomen la decisión de disolver el Sodalicio, incautar sus bienes y ponerlos a disposición de alguna otra orden o de alguna institución social de la propia iglesia.

-Que acabe la persecución judicial a los colegas Pedro Salinas y Paola Ugáz.

-Que vuelvan César Hildebrandt y Rosa María Palacios a la televisión abierta.

-Que Hildebrandt en sus trece resista y no deje de salir, aun cuando a veces los valientes y acuciosos colegas que lo componen le agreguen demasiado barullo a sus notas.

-Que acabe la campaña alcanterillesca contra un periodista honesto y corajudo como Gustavo Gorriti.

-Que los directores de diarios entiendan de una vez por todas que ya no pueden ofrecer noticias como producto central de sus impresos. Si siguen haciéndolo, van a desaparecer. Los kioskos no pueden convertirse en bodeguitas ambulatorias.

-Que retorne la paz a Medio Oriente, bajo la asunción de que se reconozca al Estado israelí, pero también al Estado palestino y su territorio originalmente asignado.

-Que a Putin lo saquen del poder como sea y acabe la prepotente invasión a Ucrania, que tanto daño le ha hecho a la economía mundial.

-Que a Milei le vaya bien en Argentina. Si ocurre ello, será un envión anímico para las derechas liberales de la región.

-Que se produzca un milagro y fenezcan las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y que sus conductores acaben en la cárcel por tiranos y por corruptos.

-Que el fiasco de Boric en Chile sirva de lección continental.

-Que se empiecen a construir las líneas 3 y 4 del Metro de Lima, sin esperar a que acabe la 2.

-Que se contrate a una consultoría especializada y, sin necesidad de construir puentes o bypasses, se resuelva el problema del tránsito en la capital peruana.

-Que saquen a los ministros de Economía y del Interior, una nulidad para resolver los dos más grandes problemas del país: la recesión económica y la inseguridad ciudadana.

-Que se entienda que la ola delincuencial que sufre Lima no es producto de la bienvenida migración de compatriotas venezolanos. Que no suframos de la xenofobia que en otros países ha sido el caldo de cultivo para el surgimiento de derechas autoritarias y extremadamente conservadoras.

-Que el centro y la derecha peruanas no cometan el suicidio de ir con más de veinte candidatos y este año se empiecen a consolidar alianzas.

-Que el país madure políticamente y se aleje de las narrativas radicales de los Aníbal Torres, Antauro Humala o Guido Bellido.

-Que en Barranco vuelva la bioferia, punto de encuentro colectivo que le hacía mucho bien a la vida cívica del distrito.

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Alianza Lima, Deseos 2024, Economía Perú, seguridad ciudadana

[PIE DERECHO]  -Que saquen al ministro de Economía, que no da pie con bola, que no sabe qué hacer frente a la recesión, que confía en que el gasto público sea determinante, que no aporta un gramo en la recuperación de la confianza inversora, que nos hará crecer –si se queda en el cargo el año entrante- solo por rebote estadístico y no por una robusta recuperación de la economía. Ojalá Dina Boluarte o Alberto Otárola, el poder detrás del trono, sepan calibrar el lugar que ocupa, según todas las encuestas, la crisis económica, en el sentir de los peruanos.

-Que el otro gran problema que asola el territorio nacional, el de la desbordada inseguridad ciudadana, sea aliviado de alguna manera. Estamos aburridos de “soluciones a largo plazo” o de “planes multisectoriales”. Lo que se quiere es acción efectiva, una policía menos corrupta y más eficiente, un Ministerio Público y un Poder Judicial liberados de la amenaza de las bandas delincuenciales, de un ministro del Interior con horizonte para salirse de la caja y con capacidad, por ende, de resolver el mayor problema de violencia civil que hemos vivido desde la caída del terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA.

-Que se encuentre algún remedio a la metástasis de corrupción que agobia a los ciudadanos y empresarios del país, en beneficio de burócratas o funcionarios llanos a extorsionar a los primeros a cambio de licencias, permisos o autorizaciones que deberían obtenerse porque así lo dispone la ley, pero que, puestas entre sus manos, se convierten en puerta de acceso a dinero sucio. Igual que con el tema de la delincuencia, se necesita de alguien que salga de la caja y encuentre una solución que implica desde el paje hasta el rey de nuestra precaria democracia.

-Por último y no menos importante, que la U obtenga el bicampeonato en el año de su centenario y que quien finalmente sea su entrenador, sepa mantener el estilo de juego que históricamente ha caracterizado al plantel merengue: técnica, velocidad, pundonor, juego vertical y garra, que es el que este año ha hecho que se bata el récord nacional de asistencia a los estadios en el Monumental de Ate. De paso, que Fossati repita con la selección el éxito obtenido con el cuadro de Odriozola y permita que el seleccionado nacional tenga un papel protagónico en la Copa América y que se vuelva a colocar en el partidor de posibilidades clasificatorias para el siguiente Mundial.

-¡Feliz Año para todos!

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corrupción, Deportes, Desafíos 2024, Economía, seguridad ciudadana

[PIE DERECHO]  El 27 de marzo de este año Sudaca publicó un informe donde revelaba que el fiscal encargado de la Tercera Fiscalía Corporativa de Santa Rosa, Abelardo Caycho Ramos, había redactado un acta fiscal, elevada a la secretaría general del Ministerio Público, en la que daba cuenta de presiones indebidas de los fiscales Andy Rodríguez y Max Castro para archivar un caso contra el sentenciado Walter Ríos, cabecilla de Los Cuellos Blancos.

A renglón seguido, Sudaca no recibió una carta aclaratoria, no sufrió una querella por difamación ni ningún desmentido por parte de los imputados. ¿Qué hicieron? Violentando todo el orden legal vigente y abusando de su poder, incluyeron al suscrito, junto al periodista César Romero de La República, en una investigación reservada, bajo la hipótesis absurda de pertenencia a una presunta organización criminal, y en base a ello ordenaron el seguimiento, reglaje, chuponeo telefónico y videovigilancia de los mencionados desde el 5 de abril hasta fines de noviembre, cuando el caso es archivado por la inexistencia de indicio alguno que probara una imputación antojadiza, utilizada como excusa legal para espiar a periodistas y descubrir sus fuentes informativas.

Al respecto, se han pronunciado IPYS, la Sociedad Interamericana de Prensa y el Consejo de la Prensa, condenando un hecho escandaloso y que podría estar afectando en estos momentos a otros colegas de prensa, inadvertidamente, porque se hace bajo la ladina figura de “investigación reservada”.

La Junta Nacional de Justicia debería actuar de oficio en este caso y proceder a evaluar la conducta procesal de los fiscales mencionados, quienes siguen en funciones, y son un peligro para la normalidad jurídica de cualquier democracia que se precie de serlo.

No es posible que se violente el derecho a la intimidad, en función del abuso de poder de un par de fiscales denunciados por haber cometido irregularidades en un proceso como el de Los Cuellos Blancos, teñido de sombras, como ha denunciado Sudaca en reiteradas ocasiones.

Nos reafirmamos en que el Ministerio Público, en general, necesita ser acotado en sus prerrogativas legales, puesto que, en manos de fiscales inescrupulosos, se convierte en una chaira que no se arredra en violentar la libertad de prensa con tal de lograr sus turbios propósitos.

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Espionaje Abuso de Poder, Libertad de prensa, Los Cuellos Blancos, Ministerio público

[PIE DERECHO] Hace un par de días escribí una columna señalando que la única manera de que el país recupere la confianza perdida en su mejoría, pasaba porque adviniese un régimen de derecha o de centroderecha y que la eventualidad de un triunfo de la izquierda nos llevaría a un hundimiento mayor en la crisis multisectorial que transitamos.

Varios amigos de izquierda que mantengo desde hace décadas me llamaron a recriminarme mi sectarismo y a mostrarme decenas de ejemplos de administraciones de izquierda que habían logrado prosperidad y desarrollo para sus países (muy puntualmente, fue mentada la experiencia de la Concertación en Chile).

De hecho, sí es factible admitir que puede haber gobiernos de izquierda económicamente exitosos, pero en todos los casos que ello ha ocurrido, ha sido porque han admitido previamente la vigencia de una economía de mercado, matizada, en el caso de los gobiernos de izquierda, por políticas institucionales y sociales más progresistas o liberales, pero que la mantenían como lecho rocoso.

Eso, lamentablemente no sucede en el Perú. Acá, un sector de la izquierda fue evolucionando favorablemente cuando, primero, abandonaron las tesis revolucionarias referidas a la captura violenta del poder, y reconocieron a la democracia como la única vía de ascenso al poder. Ello aconteció hace ya décadas. Pero ese proceso político no ha venido acompañado de un proceso equivalente en lo económico, donde superviven posturas populistas o estatistas, sin rubor ni empacho.

Ni siquiera el sector moderado de la izquierda peruanas admite políticas de mercado, pro inversión privada, pro empresa, pro libertades económicas. Y ello saltó más a la vista cuando esa izquierda se prestó, dócil y solícita, a los devaneos gubernativos del nefasto régimen de Pedro Castillo. Allí se le vio el verdadero calzón a la izquierda peruana.

Y junto a ello se aprecia también una involución de su progreso político, cuando se llena de remilgos para condenar las tropelías antidemocráticas de regímenes como el cubano, el venezolano y el nicaraguense. Se cimbran hasta el paroxismo para no llamar a las dictaduras en esos países como lo que son, poniendo de manifiesto -y ese es el problema- que no le harían ascos a la eventualidad de seguir los mismos rumbos en el Perú de acceder al poder.

Por todo ello es que la posibilidad de que la izquierda realmente existente en el país vuelva al poder el 2026, constituye una seria amenaza a la viabilidad política, económica y social del Perú.

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Crisis Multisectorial, economía peruana, izquierda peruana

[PIE DERECHO] Ahora que por arte de la edad, la maduración (uno nunca deja de hacerlo), o haber ingresado a un perentorio círculo de lectura (el de Alonso Cueto), he recuperado el hábito de leer, que lamentablemente había perdido por falta de tiempo, sobre todo, aun cuando no haya llegado a los niveles febriles de dedicación a los libros que tenía en mi juventud, en razón del fin de año y la habitual puesta en blanco y negro de una lista de propósitos, expongo una lista de libros que he intentado leer, pero cuya finalización ha naufragado por desmotivación, o por no haberme sentido atrapado por el libro.

La guerra del fin del mundo, de nuestro orgullo nacional, Mario Vargas Llosa. No sé por qué razón, pero no me capturó y lo dejé, aunque según los entendidos sea una de sus obras maestras. La enfrentaré este año entrante. Es uno de los pocos libros que me falta de la vasta producción de nuestro narrador arequipeño.

Ulises, de James Joyce. Tengo que sacarme ese clavo. Quizás me ocurrió que lo empecé a leer de adolescente, porque estaba en los anaqueles de la biblioteca de mi padre, y me resultó incomprensible dada mi orfandad literaria.

Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. Tarea mayúscula porque su dificultad no habrá variado cuando lo vuelva a abrir. Es el castellano del inicio del siglo XVII, disonante con el actual, y que exacerba la dificultad de su lectura.

Guerra y paz, de León Tolstoi, el monumental novelista ruso que no es de lectura difícil, hay que señalarlo, pero es la extensión del libro la que desalienta a quienes poco a poco nos vamos acostumbrando a textos cortos (las fiestas me cogen leyendo a uno de mis autores favoritos, el francés Éric Vuillard, su novela Una salida honrosa, sobre la guerra de Indochina, donde el párrafo corto y el capítulo breve, son su sello distintivo).

El Capital, de Karl Marx. Tuvimos con un grupo de amigos un intento fallido de formar un grupo estudios marxistas este año que concluye. Me propongo reanimarlo y, obviamente, parte esencial de ese grupo será leer la obra prínceps del filósofo alemán.

Moby Dick, de Herman Melville. Tuve el infortunio de leerla de niño en versión resumida e ilustrada. Entonces cuando hace poco la compré para leerla como corresponde, me desalentó su tamaño. Está en la lista de pendientes.

Se me quedan varios libros más en el tintero, Armas, gérmenes y acero, de Jared Diamond, terminar El infinito en un junco de Irene Vallejo, recomenzar alguno de los de Oliver Sacks (los tengo todos, debido a mi pulsión de comprar libros que sé que no voy a leer en el momento, y que me viene de la época juvenil, cuando no había importación de libros y si uno veía cualquiera en un estante debía adquirirlo porque si no, podía pasar buen tiempo para reencontrarlo), Los mitos griegos, de Robert Graves, sobre quien pesa una sensación culposa, porque de estudiante universitario vendí la edición de Losada que mi padre tenía y luego me tomó décadas volverla a conseguir en esa misma edición, para saldar esa deuda simbólica con mi progenitor.

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Clásicos, Desafíos Literarios, Libros, Propósitos Literarios

[PIE DERECHO] Gran parte del desasosiego generalizado de la ciudadanía, puesto de manifiesto en la encuesta de Ipsos que revela que el 75% de peruanos considera que estamos empeorando, se debe a razones psicológicas, como señalamos en nuestra columna de ayer.

Correspondería a los “jefes de familia”, la clase dirigente, enrumbar el camino. En esa línea interpretativa, se debe exigir de nuestras élites y dirigencias, la recuperación de una perspectiva futura, de una mirada país, que aliente las expectativas de que la cosa no viene para peor, aun cuando, si no se desalinean los astros políticos, todo apunta a que el hoyo se haga más grande.

Por lo pronto, queda claro que la única manera de que el Perú recupere la senda del desarrollo y de una relativa estabilidad política pasa por asegurar que el 2026 gane una opción de centroderecha o de derecha monda y lironda. Que sea capaz de remontar la pendiente, de atender los problemas de inseguridad, crisis económica y crisis política.

Que nuevamente gane la izquierda supondría un retroceso grave para el país y nos llevaría al caos, como ya sucedió con Pedro Castillo a nivel nacional o, como ya ocurrió, a nivel regional y municipal, cuando administraciones de ese perfil ideológico han tomado el poder.

Ello pasa, sin embargo, en primerísimo lugar, porque los partidos que van del centro a la derecha se aglomeren y no que haya más de veinte candidaturas, como hasta ahora todo hace suponer. Si eso termina ocurriendo, lo más probable no es solo que pase a la jornada definitoria un candidato radical de izquierda sino que, de repente, lo hagan dos.

El Perú sigue siendo un país mayoritariamente centrista y derechista, más que izquierdista, como corroboran las regulares mediciones que efectúan Ipsos y el IEP. Debería haber, pues, terreno fértil para el sembrío de planteamientos ideológicos de ese perfil. Pero si la derecha se aconchaba con el establishment, como viene sucediendo respecto del régimen de Dina Boluarte, a la par, se desperfila ideológicamente (parece tener miedo de decir lo que piensa) y, lo que es peor, presenta una baraja tugurizada de candidatos, le tenderá la cama a quienes nunca más deberían ocupar el poder, mientras no se modernicen y no reculen de ideas autoritarias y populistas.

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Crísis, elecciones 2026, Estabilidad Política, IPSOS, Pesimismo

[PIE DERECHO] La última medición de Ipsos respecto del optimismo/pesimismo de la ciudadanía es pavorosa, pero al mismo tiempo sorprendente. Hoy, el 75% de peruanos considera que el Perú está retrocediendo, una cifra superior al 73% que lo consideraba así en junio del 91, hasta ahora la cifra más alta, históricamente hablando, de pesimismo colectivo.

Objetivamente hablando, a inicios de los 90, cuando aún no cedía la hiperinflación heredada del primer alanismo, y Abimael Guzmán todavía no había sido capturado, la situación del país era peor, y por ello la fuga al exterior de casi dos millones de peruanos.

¿Por qué hoy existe tamaña desesperanza, cuando también objetivamente hablando, estamos mejor que hace un año, cuando nos gobernaba Castillo, o que hace tres, cuando nos azotaba la pandemia y sufríamos el peor manejo político del mundo de la misma? Entre el 2022 y el 2023, ya se deben haber ido del país millón y medio de peruanos. El 2022 se entiende, de alguna manera, ¿pero el 2023?

Según la misma encuestadora, los principales problemas del país son la delincuencia/inseguridad, el costo de vida, la corrupción y la falta de empleo. Pero igual, reiteramos, no hay punto de comparación entre esa conjunción de males con la que había en los 80.

Lo que está sucediendo, al parecer, es un fenómeno más psicológico que sociológico. Venimos de casi treinta y cinco años de crecimiento económico, de reducción de la pobreza, de disminución de las inequidades, y ya varias generaciones de peruanos no habían sufrido una crisis como la que hoy transitamos (aunque la encuesta señala que es entre los peruanos mayores de 43 años que cunde la mayoritaria percepción de que su situación económica ha empeorado este año).

Es el equivalente a la comparación de expectativas de alguien que viene del mundo de la pobreza respecto de las de alguien que, habiendo vivido en bonanza durante su infancia y niñez, de pronto ve a su familia caer en la miseria. La sensación de catástrofe es mayor.

Algo así parece estar ocurriendo en el país. La desesperanza se amplifica porque muchos peruanos, la mayoría, nunca han vivido una crisis y recién ahora sienten que se derrumba su castillo de expectativas.

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Crisis Psicológica, desesperanza, IPSOS, Pesimismo

[PIE DERECHO]  En estas fechas comienzan las elucubraciones de quién podría ser el peruano que mejor ejemplifique el año. De arranque, debe decirse que ninguna autoridad política, económica, empresarial, judicial lo merece.

Sí, en cambio, una persona ilustre con la que el país ha guardado siempre una relación ambigua de amor-odio, nuestro escritor Mario Vargas Llosa, que este año ha recibido el alto honor de ser admitido en la Academia Francesa, pero que, más allá de honores a los que ha estado acostumbrado toda su trayectoria, ha decidido poner fin a su carrera de una manera digna y propia, como siempre ha sido su línea de vida.

Vargas Llosa ha renunciado a escribir más novelas, a redactar sus columnas periodísticas quincenales y a conceder entrevistas. Consciente del paso del tiempo, reposará seguramente ensimismado en el mayor de sus placeres, la lectura, y en culminar el libro de ensayos que ha anunciado sobre Jean Paul Sartre (si hubiera podido imaginar el cierre redondo de su ciclo vital, no lo podría haber hecho mejor que rindiendo homenaje a su paradigma de juventud).

Vargas Llosa ha llevado una vida ejemplar. Celoso de su propia consecuencia ha sido capaz de enfrentar grandes adversarios en aras de sus convicciones, empezando con su enfrentamiento al establishment cultural de izquierda cuando decidió denunciar, antes que nadie, las tropelías dictatoriales del régimen de Fidel Castro, en Cuba.

Nos ha demostrado -y ojalá los jóvenes estudien su vida- que las pasiones vitales acompañadas de una inmensa vocación de trabajo y dedicación, puede hacer realidad los sueños más difíciles (aún hoy, es una temeridad querer ser escritor en el Perú). Es realmente digno de admiración.

Su vida es una gran aventura intelectual, preñada de compromisos, desvelos y actitudes valientes para defender sus convicciones. En ristre, sin cálculos subalternos, se ha comprometido con las causas de la modernidad de su tiempo y siempre lo ha hecho sin medir otra cosa que no sea la consecuencia con su verdad.

Este año, que marca su retiro, el país le debe rendir homenaje a uno de sus hijos más ilustres y que hasta el final de sus días (léase la extraordinaria novela Le dedico mi silencio) no ha cejado en rendirle tributo a su patria natal, a pesar de ser ciudadano del mundo, en el cabal sentido del término.

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Compromiso, Homenaje, Literatura, Mario Vargas Llosa, retiro
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