¿Lo hará el gobierno? ¿Estaría dispuesto a ello? Por supuesto que no. Está en el ADN palaciego el modo de gobernar que ha desplegado desde el 28 de julio del 2021. No va a cambiar si no es para peor. No hay, en consecuencia, nada que dialogar. No tiene sentido y desgastaría una formalidad política que en circunstancias reales de compromiso democrático puede ayudar a salir de una situación de entrampamiento.
Pero aquí la responsabilidad principal de la crisis recae en el Ejecutivo, no en el Congreso. Por el contrario, si éste peca de algo es de obsecuencia, no de obstruccionismo. Es la oposición ideal para un gobierno mediocre y corrupto como el de Castillo. De un diálogo en las alturas entre ambos poderes no va a salir nada bueno mientras el Ejecutivo no corrija sus entuertos.