No se explica de otro modo esta amenaza a un programa periodístico que no ha hecho más que cumplir su labor mínima, sin faltar a la verdad y cumpliendo los rigores que el caso ameritaba.
El presidente está mal asesorado y su amenaza al programa Panorama solo revela desesperación. El Congreso tiene que estar atento a cualquier despropósito que una persona en ese estado nervioso pueda cometer (por lo pronto, haría bien en ya no darle autorizaciones de viajes al extranjero) y, desde ya, debería dedicarse a dejar sin efecto los desmanes legislativos que recientemente este gobierno ha cometido (contra la Derrama Magisterial y los dos misiles laborales que afectan la buena marcha empresarial) y los que pueda cometer en el futuro. Un presidente desesperado, con poder incólume, es un peligro para la sociedad.