El gobierno, aparentemente, disfruta de la algarada callejera. No parece darse cuenta que ahora está del lado del orden público y de la defensa de la paz social, no de atizador que mira con simpatía encubierta estas protestas delictivas que se ven por todo el país, sin control ni remedio.
Corresponde al Legislativo citar al titular del Interior, Alfonso Chávarry, y exigirle explicaciones prontas. Y si las que eventualmente brinda no resultan satisfactorias, cabe que, sumariamente, se le censure. No se puede permitir que el vandalismo se apodere del país. La ineptitud de este gobierno está destruyendo el orden social y democrático del Perú, y no se puede ser cómplice de ello.