Pero si algo caracterizaba a la vez al periodo democrático post Fujimori era el de la eficiencia macroeconómica y la excelencia de algunas entidades públicas. Había un terrible déficit en educación y salud públicas, además del tema de la seguridad ciudadana, pero subsistían algunos bolsones acreditados de la administración estatal.
Pues bien, esa pátina de eficiencia la ha borrado de un plumazo este gobierno. Cada día que pasa, la democracia se desprestigia a ojos del pueblo que ve afectados sus ingresos y sus derechos cívicos en medio del caos y la crisis permanente.
Es peligroso el actual estado de cosas. La inconmensurable torpeza del régimen y la particular medianía del presidente dan pie a sinfín de burlas y memes, pero no es broma el daño gigantesco que le están produciendo al sistema democrático, el gran activo político de estas décadas, y que a pesar de las pavorosas crisis políticas por las que hemos transitado, ha logrado mantenerse en pie. Castillo le regala municiones todos los días a los sectores antidemocráticos de la sociedad peruana.