A propósito del día internacional del orgullo LGTBIQ (lesbiana, gay, trans, bisexual, intersexual y queer) celebrado este lunes en el mundo y en nuestro país, cabe manifestar sincera preocupación por la proliferación de futuros parlamentarios conservadores en el próximo Congreso de la República.

Por lo pronto, los de la bancada de Perú Libre sumados a los de Renovación Popular ya constituyen un número significativo (37 más 13, suman 50), a los que se sumarán, sin duda, parlamentarios de bancadas como Avanza País, Podemos, Alianza para el Progreso, del keikismo o de Somos Perú, y que a la postre seguramente harán mayoría congresal.

Ello nos hará ir a contramarcha de la tendencia mundial a favor de las libertades morales e individuales concomitantes al desarrollo del capitalismo liberal, que en líneas generales ha permitido que el feminismo o el arte contemporáneo, como expresiones contestatarias, se sumen a la causa de la diversidad sexual como elementos propios de una cultura moderna.

El erotismo humano tiene cada vez más libertad de expresar y manifestar su inmensa complejidad y variedad, que paulatinamente hará que, inclusive, la heterosexualidad excluyente sea minoritaria. Los seres humanos, liberados de las ataduras biológicas del instinto animal, hemos logrado desplegar un erotismo saludable fuera de los imperativos genéticos.

Es absolutamente normal en términos psíquicos la multiplicidad de fórmulas eróticas que se despliegan en las sociedades liberales. No hay patología ni motivo de discriminación alguno.

Se espera, en consecuencia, que la legislación respectiva de los países que acogen el reino de las libertades se adecúe a esa realidad y supere atavismos excluyentes y discriminatorios.

Mal pronóstico tiene esta causa de la libertad con el nuevo Congreso próximamente entrante. Será necesario movilizar a la sociedad civil, a los colectivos activistas y a los líderes de opinion liberales -sean de derecha o de izquierda- para impedir que se retroceda en una lucha esencial, tan importante como la defensa de las libertades políticas o económicas.

No hay sociedad liberal ni democrática que se pueda preciar de serlo si no incorpora en su orden establecido el más profundo respeto y tolerancia por las hoy minorías eróticas que pronto serán predominantes. Es una causa de la modernidad que se debe mantener en ristre.

 

El anuncio de Pedro Castillo y su posterior efectivización, de invitar a Julio Velarde a que se mantenga como presidente del Banco Central de Reserva, ha generado turbamulta al interior de Perú Libre y de su bancada, y muestra que el camino de la eventual moderación del presidente electo no estará libre de turbulencias y zozobra.

Pero lo interesante de reflexionar es si acaso, el acceso al poder por parte de la izquierda, con la dosis de realismo y pragmatismo a la que está obligado un gobernante que no sea un desquiciado (como lo fue el primer Alan García), termina por generar la edificación de una izquierda moderna, capaz de aceptar que es perfectamente posible construir una opción de políticas públicas de izquierda junto al respeto a los principios básicos de una economía de mercado.

Esta elección tan polarizada va a producir un decantamiento tanto en la derecha como en la izquierda. Ya en la derecha, el keikismo ha empezado a tomar distancia de las posturas maximalistas de la ultraderecha (ojalá lleve al keikismo a recuperar el centrismo liberal-populista de sus orígenes y abandone el nicho de la ultraderecha que tanto daño le hizo en los últimos cinco años).

Lo mismo puede suceder en la izquierda si Castillo rompe con los sectores cerronistas radicales y decide seguir el camino de la sensatez macroeconómica y si, además, abandona, así sea solo por pragmatismo, la idea de convocar a una Asamblea Constituyente. Puede terminar siendo el germen de una izquierda moderna. Castillo, por su arraigo popular, lograría lo que el elitismo de la izquierda mendocista no pudo hacer en sendas ocasiones.

Al Perú le convendría que se fortalezcan posturas de izquierda y derecha relativamente liberales, que permitan trazar en perspectiva un escenario de eventual rotación en el poder sin que eso suponga que el tablero de la gobernabilidad estalle en mil pedazos cada cinco años.

Sería bueno que el final de la transición post Fujimori dé pie a un escenario democrático a la chilena, y no a la entronización de opciones extremistas de ambos lados, que lo único que harían, a la postre, sería destruir los cauces democráticos en los que nos venimos moviendo, a pesar de todo, hace más de veinte años.

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izquierda moderna, Julio Velarde, Perú Libre

Si Keiko Fujimori continúa su distanciamiento de la ultraderecha peruana, puesto de manifiesto en su reticencia a acudir al mitin convocado en el Campo de Marte este último sábado y en el señalamiento en su propio mitin de que aceptaría los resultados del Jurado Nacional de Elecciones, puede mirar con perspectiva política optimista su futuro.

Gran parte de las desgracias del keikismo se han debido al proceso de derechización y conservadurización de los últimos cinco años, distorsionando el fujimorismo heredado, construyendo una plataforma ultra que, como consecuencia de ello, se dedicó a sabotear a un gobierno como el de PPK al que, de no haber sido por esa derechización extrema, debió haber apoyado sin ambages. Hoy Keiko sería presidenta si eso hubiera hecho.

En estos momentos, lo que le corresponde es aceptar su derrota apenas el JNE proclame a Pedro Castillo, dejar de interponer recursos dilatorios, y cuando ello ocurra acercarse a saludarlo cortésmente como corresponde en una democracia decente.

No está obligada a fungir de comparsa del gobierno de Castillo. Debe ser oposición. Eso es lo que esperan los que votaron por ella. Su opción de centroderecha está reñida con los postulados de un gobierno de izquierda como el que quiere hacer realidad Castillo y frente a la convicción de que eso no es lo que le conviene al país en estos momentos, lo natural es que el keikismo sea un dique de contención de cualquier arrebato populista y extremista del nuevo régimen.

Pero esa oposición debe ser leal, sin trampas. Frontal, pero transparente. Recia cuando se trate de defender los fueros parlamentarios y, más aún, cuando Castillo pretenda llevar al país al camino de la zozobra con su terca insistencia en convocar a una Asamblea Constituyente.

Keiko debe tener paciencia. Su destino judicial no es inexorable. Se espera que en instancias superiores o supremas se calibre el despropósito de tildar de organización criminal a Fuerza Popular y a ella de cabecilla por haber recibido aportes en negro durante anteriores campañas. Consagrada su inocencia podrá recuperar aún más del capital político que sorprendentemente logró reconstruir en esta última campaña.

El antikeikismo ha disminuido notablemente. Empezó la campaña con 70% de la población contraria. Ipsos, en encuesta de ayer, pregunta sobre las razones de los votantes de Castillo para haber marcado el lápiz: solo un 27% señala que fue por evitar que el fujimorismo llegue al poder. Keiko tiene futuro político y debe calcular con esa perspectiva los pasos que da.

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Keiko Fujimori, Pedro Castillo

-Pedro Castillo: invitó al economista Julio Velarde a mantenerse como presidente del Banco Central de Reserva. Velarde, quien ha hecho una extraordinaria gestión al mando del instituto emisor, había insinuado su retiro, imaginamos que para evitar anticipadamente algún maltrato del gobierno entrante. Con este mensaje Castillo ratifica el camino de moderación que muchos vemos como altamente probable y que supondría un rompimiento con la línea radical de Vladimir Cerrón contenida en el ideario original de Perú Libre.

Castillo persiste, no obstante, en la idea de la Asamblea Constituyente (así lo dijo en reciente evento en Cusco y en un medio marxista norteamericano), pero el pragmatismo que revela con la invitación a Velarde, quizás podría conducirlo paulatinamente a darse cuenta de que bien puede desplegar una política económica de izquierda sin necesidad de cambiar la Carta Magna, haciendo los cambios tributarios que le son tan caros y construyendo un Estado inclusivo en salud y educación, que son, en verdad, los pilares fundamentales de su propuesta de gobierno. Su mensaje, en todo caso, genera gran tranquilidad en los mercados.

-Keiko Fujimori: anoche rompió con la DBA. No se sumó al mitin convocado por Erasmo Wong en el Campo de Marte y que tenía como principal propósito erigir a Rafael López Aliaga como líder de la oposición los años venideros y que se basa en el no reconocimiento, bajo ninguna circunstancia, del triunfo de Castillo.

Keiko efectuó un mitin paralelo, más concurrido, en la Plaza Bolognesi y allí anticipó que sí reconocerá el fallo del Jurado Nacional de Elecciones. La excandidata de Fuerza Popular habría tomado consciencia de que no es un cadáver político y que necesita, en consecuencia, mover con perspectiva sus fichas en el tablero de ajedrez en el que se halla inmersa. Si ecualiza la conversión del keikismo en una opción de centroderecha liberal, divergente de la línea ultraconservadora del grupo de la Coordinadora Republicana (aupada anoche en el Campo de Marte), puede aspirar a un futuro político de mejor porvenir.

Los astros parecen estar alineándose para que la crisis política por la que pasamos, se recomponga, las aguas vuelvan a su nivel, la turbamulta se encauce y nos enfrentemos a los desafíos del bicentenario en mejor pie de lo que parecía luego de las primeras turbulencias post 6 de junio.

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Asamblea Constituyente, DBA, Julio Velarde

Se trata de desconocer a la mala el triunfo de Pedro Castillo en las urnas. El juego está claro y la cancha está trazada. Felizmente, predominan en nuestras Fuerzas Armadas sectores racionales e institucionalistas que han puesto rápido coto en la interna a los llamados golpistas de sus ex compañeros de armas.

Pero ahora toca que los magistrados del Jurado Nacional de Elecciones apuren su trabajo y eviten, de su parte, el golpe blando que los sectores más recalcitrantes de la derecha quieren perpetrar para postergar e impedir la juramentación de Castillo, en el peor de los casos, o para teñir su gobierno de ilegitimidad social cuando finalmente asuma, en el mejor.

Y le corresponde también a los partidos de centro marcar distancia de las pretensiones de la derecha cada vez más bruta y cada vez más achorada (hasta Montesinos se ha sumado a la conspiración) que es incapaz de reconocer a la democracia como un sistema superior a cualquier voluntad propia. Acción Popular, Alianza para el Progreso, básicamente, pero también Somos Perú, Podemos y los morados, debieran pronunciarse claramente contra el propósito golpista y ejercer opinión en el sentido favorable al camino de moderación que todavía con timidez despliega el candidato ganador.

La ultraderecha  va a terminar por hacer que su profecía se cumpla. Arrinconando de la forma en lo que está haciendo a Castillo no solo lo obliga a radicalizarse sino a no despegarse de quien le puede asegurar alguna capacidad de movilización social de defensa política, como es el inefable Vladimir Cerrón.

Corresponde estar alertas y vigilantes. La democracia no puede verse interrumpida por un grupo minoritario aunque poderoso, que no acepta su derrota electoral y es capaz de hacer lo que sea para evitar la legal proclamación del ganador.

No soy de los que se alegra por el triunfo de Castillo. Ojalá me equivoque respecto de mis pronósticos de un desmadre gubernativo (esperemos que Castillo entienda que su ruta debe ser la que la marca Pedro Francke y la renuncia a la Asamblea Constituyente), pero aún ese mal pronóstico no es argumento que permita justificar el trasiego político que se pretende para impedir que Castillo sea el Presidente del bicentenario.

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JNE, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

A propósito del fallo del Cuarto Juzgado Constitucional de Lima, declarando nulo el contrato de compraventa de las acciones de Epensa al Grupo El Comercio, es menester discutir sobre algunos problemas serios que subsisten en el mercado periodístico peruano, además del tema puntual citado.

En prensa escrita, más allá de la concentración refutada, hay barreras que impiden la libre competencia y acceso de nuevos competidores. ¿Sabía usted que a cualquier diario nuevo, los canillitas le cobran 5% más de comisión que a los diarios antiguos? Eso no debería estar permitido. Es como que los restaurantes nuevos paguen 23% en lugar de 18% de IGV por el solo hecho de serlo. ¿Sabía usted que la anterior empresa responsable de medir la lectoría no medía a los diarios nuevos si no recién después de su segundo año por un acuerdo en el que, felices ellos, participaron los grupos periodísticos más importantes, obligando así a cualquier diario nuevo a transitar por el desierto publicitario durante ese lapso? ¿Indecopi no tiene nada que decir respecto de ambos temas? Al parecer, el tema de la medición de lectoría acaba de cambiar, enhorabuena, pero hay que estar vigilantes para que no se reedite esa barrera de ingreso al mercado.

En el tema de la radio y la televisión, el mayor problema es que los gobiernos últimos vienen postergando una y otra vez el apagón analógico, que al abrir las señales al campo digital permitiría transitar de los actuales siete canales de señal abierta a que hubiese por lo menos cien. Y en el caso de la radio (que debió empezar el 2004 con la digitalización de la AM), multiplicaría por seis el número de estaciones vigentes.

El lobby de los actuales canales de señal abierta y de los “cableros” ha impedido que se produzca el apagón analógico mencionado, el cual permitiría la democratización del espectro radioeléctrico, al coadyuvar al ingreso en igualdad de condiciones de nuevos actores empresariales sin necesidad de tener que pagar fortunas por las señales ya existentes, que son pocas.

La libertad de empresa es condición necesaria para que haya libertad de prensa, pero si el propio Estado permite o dispone restricciones serias a la libre competencia en este sector empresarial, restringe la posibilidad de acceso de los ciudadanos a un mercado informativo libre y democrático.

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Indecopi, Libertad de prensa

Tiene razón Pedro Francke cuando señala que no se necesita cambiar la Constitución para cambiar de política económica, por lo menos aquella que el equipo económico de Pedro Castillo encabezado por él plantea desplegar.

El único punto donde señala divergencia es en el tratamiento equitativo a la inversión nacional y extranjera. No resulta muy racional que se les distinga, pero si, en fin, quiere hacerlo, pues que proponga la reforma del artículo correspondiente y abandone la peregrina idea de llevar al país, a pie forzado, a la larga marcha de una Asamblea Constituyente.

Podría convencer a Acción Popular (17 congresistas) y Alianza para el Progreso (15) que se sumen a esa iniciativa y con los 42 que ya tiene (37 de Perú Libre más 5 de Juntos por el Perú) lograría 74 votos, el número suficiente para aprobar una reforma constitucional en primera instancia que luego sea aprobada en un referéndum.

En cambio, insistir en una Asamblea Constituyente es un suicidio político. Ni la ciudadanía lo quiere ni la realidad congresal lo permite. La única forma de llevarla cabo pasa por conducir al país al reino absoluto de la incertidumbre política por lo menos durante dos años, en desmedro de la estabilidad que justamente el eventual gobierno de Castillo va a necesitar para aplicar su nueva política económica.

Solo podría hacerlo disolviendo el Congreso, con lo cual el horizonte político pasaría por una nueva elección congresal. Si allí consigue al menos los 65 votos para aprobar el cambio del artículo 206 que agregue la potestad al Ejecutivo de convocar a un referéndum para elegir una Asamblea Constituyente, recién tendría que convocar a un primer referéndum para aprobar esa reforma.

Luego de ello, si ese referéndum le resulta favorable, tendría entonces la capacidad legal de convocar al segundo referéndum esta vez para preguntarle a la ciudadanía si está de acuerdo con convocar a una Constituyente. Si gana esa consulta popular, recién entonces podrá convocar a elecciones para conformarla. Y solo si gana a su vez esa elección y logra mayoría en la Asamblea, podrá cambiar la Constitución a su antojo, en un proceso deliberativo que no durará menos de nueves meses.

Todo ello supondrá al menos resignar dos años de gobierno en medio de absoluta zozobra política, a la espera del resultado final. Inversiones paralizadas, agentes económicos en suspenso, consecuencias negativas para la economía, que más bien debería fluir aprovechando el super ciclo de precios de materias primas que se avecina. Ojalá Francke entre en razón y consiga lo propio con el maestro Pedro Castillo.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo, Pedro Francke

Según la última encuesta del IEP, un 66% de la población considera ganador de las elecciones del pasado 6 de junio a Pedro Castillo. Eso quiere decir que al menos un 16% de los votantes de Keiko Fujimori cree que el ganador fue su adversario.

A la vez, según la misma empresa encuestadora, un 69% desaprueba la actuación de la candidata de Fuerza Popular después del día de las elecciones. Eso quiere decir también que al menos casi un 20% de los votantes de Fuerza Popular no está de acuerdo con el modo en que su candidata se ha venido comportando, alegando fraude e impugnando el resultado de la ONPE.

No hay hasta el momento, reiteramos, prueba fehaciente o indicio poderoso e irrebatible de que la jornada electoral haya estado teñida de irregularidades en masa que hayan hecho que el conteo rápido de Ipsos o el oficial de la ONPE hayan sido tergiversados, otorgándole un triunfo ilegítimo al candidato de Perú Libre.

Por cierto, hacemos votos para que el JNE acepte revisar todos los recursos de impugnación, inclusive los presentados después de la hora, y hacemos lo propio para que el hábeas data presentado por abogados allegados a Keiko Fujimori prospere y hagan que la ONPE muestre los padrones electorales y así permitan a cualquier veedor ciudadano o político confirmar o desmentir la tesis del fraude.

En tanto eso no ocurra, sin embargo, la reacción política que disputa los resultados está siendo interpretada por la ciudadanía como una pataleta picona de la perdedora. Y eso le resta inmensa legitimidad opositora a la derecha aupada detrás de la excandidata de Fuerza Popular.

La derecha congresal tiene 44 votos en el Legislativo, los suficientes para bloquear cualquier reforma constitucional, la elección de magistrados del Tribunal Constitucional o de directores del Banco Central de Reserva. Tiene un poder inmenso que un sector de la ciudadanía espera que ejerzan con rigor y al mismo tiempo con inteligencia.

Si la derecha parte del no reconocimiento del triunfo de Castillo y lo considera ilegítimo, sin pruebas de su creencia, lo más probable es que los siguientes años (los que dure el nuevo Congreso), la labor de este segmento ideológico de la clase política peruana sea una dedicada al sabotaje antes que a una oposición recia y democrática.

En esa línea pueden terminar haciendo realidad su propia profecía: la radicalización reactiva de Castillo y su confrontación total con el Legislativo que probablemente lleve a su cierre para llevar adelante la tesis máxima de la Asamblea Constituyente.

La derecha radicalizada ha construido una narrativa irresponsable de fraude que lamentablemente ha calado en la opinión pública. Con fake news, dudosos especialistas, cobertura grandilocuente de los medios televisivos de señal abierta y complicidad de buena parte de la clase política, han asentado ese lugar común.

Y en ello también tiene responsabilidad la gente de Perú Libre. Según la última encuesta de Datum, un 65% del país considera que hay indicios de fraude; 85% de los que votaron por Keiko y 50% de los que votaron por Castillo lo piensan así. Un desastre político desde donde se le mire, que teñirá de ilegitimidad de base al inminente triunfo de Castillo en las urnas.

Mecha corta va a tener el candidato de Perú Libre para gobernar. No solo desplegará su gestión bajo las mencionadas sombras de la sospecha sino que pronto deberá lidiar con otra realidad incontrastable: el voto detrás suyo ha sido un voto anti establishment, no uno ideológico activista ni comprometido con su ideario radical de origen.

Según la propia Datum, un 69% está en desacuerdo con prohibir importaciones (entre ellos, nada menos que un 47% de los propios votantes de Castillo); 78% está de acuerdo con que se mantengan los tratados de libre comercio (73% de los que votaron por Perú Libre); 67% considera inadecuado el control de precios (65% entre los que votaron por el lápiz); solo 20% considera que se debe hacer un cambio total de la Constitución y un mayoritario 63% que solo algunos cambios (un similar 63% de los que votaron por Castillo considera que solo debe hacerse algunos cambios y apenas un 30% cambios totales). La mayoría contra el ideario de Cerrón.

Más razones para que Castillo entienda que su mandato está obligado a contemporizar si no quiere provocar un descalabro mayúsculo en el país y eventualmente poner en riesgo su propia estabilidad y permanencia en el cargo.

El país no quiere modelos estatistas, antimercado, ni radicalidades constitucionales. Ni siquiera los propios votantes de Castillo. Si éste soslaya esta realidad y se deja seducir o intimidar por el chantaje cerronista, cavará su propia tumba política, porque pronto caerá en niveles altos de desaprobación, las bancadas congresales le darán la espalda a un mandatario impopular y no logrará sostenerse con sus apenas 42 congresistas (sin considerar que los 12 incondicionales de Cerrón también podrían volteársele). En cambio, tiene el camino de la gobernabilidad a la vista. Es cuestión de que se guíe por la sensatez y el pragmatismo.

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Extrema derecha, Fraude electoral, Perú Libre
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