Keiko Fujimori ha recibido un claro impulso a su candidatura con la muerte de su padre y la imagen de reconciliación familiar que conllevó la buena relación entre ambos al final de la vida del exmandatario.

Según Ipsos, el recuerdo de Alberto Fujimori es altamente positivo. Un 44% siente pena por su muerte; 6% alegría. Preguntada la ciudadanía sobre el impacto de Fujimori en la historia, 61% dice que será más positivo y 31% más negativo. Un 56% se muestra de acuerdo con la rendición de honores, un 39% en desacuerdo.

Dependerá obviamente de Keiko Fujimori sacar partido de ese activo, porque, en principio, la mayoría estima que disminuirá la fuerza del fujimorismo, pero la lideresa de Fuerza Popular ya demostró saber sacarle manteca al albertismo en las elecciones del 2021. Probablemente haga lo propio para las del 2026.

Todo ello altera un poco la perspectiva electoral que de antemano existía (que dos candidatos de la izquierda radical pasen a la segunda vuelta) y recoloca a Keiko Fujimori en el partidor (ya las encuestas la colocan con alrededor de 10% de intención de voto, con lo cual pasa probablemente a la vuelta definitoria).

A ver si con eso, los candidatos de la centroderecha entienden que el rival a derrotar no es, en la primera vuelta, la izquierda, sino Keiko Fujimori. El antifujimorismo, habitualmente identificado con la izquierda, tendrá que pasar a ser una parte del arsenal político de la centroderecha.

Material de sobra tienen. El autoritarismo y corrupción de los 90 deberán ser traídos al presente. La irresponsabilidad macroeconómica del segundo mandato de Alberto Fujimori. La violación constitucional de querer una segunda reelección. Su postulación al Senado japonés. Su encubrimiento al grupo Colina. Etcétera, etcétera.

Una derecha liberal antifujimorista deberá ser el signo político que adquiera cualquier candidatura que pretenda encaramarse por encima de Keiko Fujimori y evitar que sea ella la que pase a la segunda vuelta y seguramente pierda la elección contra quien se le ponga al frente. Normalmente, el antifujimorismo se activa en la segunda vuelta. Será responsabilidad de la centroderecha (porque a la izquierda le conviene que su rival sea Keiko Fujimori), quien se encargue de ello.

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In Retail Farma y Loreal Perú vienen siendo investigados por Indecopi por colusión vertical y abuso de posición de domínio.

Después de haber incautado equipos y realizado varios interrogatorios a los funcionários de estas empresas, Indecopi no ha avanzado más ni informado nada sobre este grave atentado contra el libre mercado y competencia.

Siendo un tema de interés público que afecta directamente a los consumidores, vamos a seguir revelando nuevos detalles de esta COLUSIÓN CONTRA LOS PEQUEÑOS.

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Hacen muy bien precandidatos como Carlos Anderson, Rafael Belaunde o Rafael López Aliaga en ser muy críticos del gobierno de Dina Boluarte. Es más, deberían ser más radicales aún frente a un régimen incompetente e indolente como el que nos rige.

La narrativa opositora no puede ser monopolio de la izquierda radical. La centroderecha y la derecha tienen sobradas razones para cuestionar el establishment y de esa manera no ser barridos por el poderoso ánimo contestatario que anida en la población de modo absolutamente mayoritario.

Todas las encuestas, a través de diversas preguntas de sus cuestionarios respectivos, muestran que la ciudadanía está harta del sistema y que si no explota socialmente antes del 2026, se acercará a votar, cuando le toque hacerlo, con un tremendo malhumor, superior inclusive al que mantenía en las elecciones del 2021 y que nos trajeron, por eso, a un improvisado radical como Pedro Castillo.

La izquierda se ha lavado la cara con la caída de Castillo y hoy se presenta como una opción renovada, refrescante, inédita. El pacto derechista Ejecutivo-Legislativo la ayuda lamentablemente, aunque sea históricamente injusto que no asuman la responsabilidad por el desastre calamitoso que significó al paso del Atila chotano por la administración pública. Por eso es doblemente importante que haya voces de centroderecha que también marquen distancia radical del statu quo y le disputen esa narrativa a la izquierda.

Para completar la tarea de “posicionamiento” ideológico, sería importante que líderes como los mencionados al inicio de esta columna sean también ácidos críticos de la actuación política del fujimorismo y del acuñismo. Tanto Fuerza Popular como Alianza Para el Progreso están jugando un rol deleznable en su sostenimiento interesado del gobierno de Dina Boluarte. Le dan sus votos en el Congreso a cambio de prebendas políticas. Tan claro como el agua.

Se va a necesitar nuevos líderes de la centroderecha el 2026, capaces de sacar al país del pasmo en el que se encuentra, que lancen buenos candidatos, armen equipos tecnocráticos y políticos, preparen un buen plan de gobierno, pero que, antes que eso, se coloquen en el lugar correcto del espectro, en este caso, marcando distancia no solo de Boluarte sino también de sus sostenedores.

[PIE DERECHO] El gobierno ha lanzado un plan rimbombante para combatir la inseguridad ciudadana. No va a funcionar. De estados de emergencia, patrullaje militar y demás parafernalia ya estamos cansados en el Perú. Se han hecho antes y no han resuelto nada.

El ministro del Interior, Juan José Santivañez ha dicho que si su plan no funciona dará un paso al costado. Que se vaya preparando para hacerlo porque de hecho lo que propone no va a funcionar.

No sorprende, en todo caso, que el gobierno revele que no tiene la más remota idea de qué hacer frente al problema más grave que hoy nos afecta. Ya es resabido el nivel de inopia que el régimen demuestra frente a los principales problemas nacionales.

Lo que sorprende más es el silencio absoluto de la oposición o los partidos que aspiran a suceder a Dina Boluarte en el poder. Salvo algunas iniciativas congresales para considerar terrorismo urbano a la delincuencia organizada, no se escucha absolutamente ningún plan al respecto.

Solo Antauro Humala y Carlos Álvarez hacen del tema de la seguridad ciudadana el eje de sus narrativas políticas. ¿Han escuchado algo de Keiko Fujimori? ¿De César Acuña? ¿De Rafael Belaunde? ¿De Alfredo Barnechea? ¿De Hernando de Soto? ¿De Guido Bellido?

El silencio es ostentoso, porque pone de manifiesto de que no hay planes al respecto. Lo terrible es que si toca en suerte que alguno de ellos llegue al poder, recién entonces pergeñarán alguna idea al respecto, con los enorme costos de la improvisación frente a un tema que ya amerita un esfuerzo de concertación nacional.

La delincuencia no solo tiene inmensos costos económicos sino que golpea la línea de flotación de la gobernabilidad democrática. En un país donde el 87% de los ciudadanos se siente inseguro cuando transita por las calles de noche, no es dable exigir civismo democrático y lo más probable es que ese ciudadano opte por alternativas autoritarias o populistas que mellarán aún más el ya raído tejido democrático del país.

La del estribo: gran expectativa por María Estuardo, de Dacia Maraini, bajo la dirección de Alberto Isola y las actuaciones principalísimas de dos grandes del teatro actual, Alejandra Guerra y Jimena Lindo. Va en el ICPNA de Miraflores desde esta semana hasta el 8 de diciembre. Entradas en Joinnus.

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pie derecho, Saavedra

La Segunda Fiscalía Suprema ha solicitado 18 meses de prisión preventiva para el conductor Andrés Hurtado, Chibolín, la fiscal Luz Elizabeth Peralta y el empresario Augusto Javier Miu Lei, a raíz de una investigación por el presunto tráfico de influencias y cohecho pasivo en perjuicio del Estado.

Házle un favor a la patria, Chibolín. Acógete a la colaboración eficaz y contribuye a desbaratar la enorme red de influencias malhabidas que tenías entre fiscales, jueces, policías, autoridades diversas, alcaldes, periodistas, ministros, etc.

Tú has forjado esa red con tenacidad y paciencia. Te ha tomado largo tiempo armarla y opera desde hace años. Nadie mejor que tú conoce los entresijos y alcances de una red corrupta, entre las tantas que existen en el país, y que, por lo entrevisto, es amplia, poderosa y compromete a decenas de personajes.

Líbrate de la dura carcelería y contribuye a la profilaxis del país, de una nación que, junto a la inseguridad ciudadana y la crisis económica, tiene a la corrupción entre sus principales males, según señalan, inequívocas, todas las encuestas.

Queremos ver desfilar a autoridades en ejercicio de sus funciones, que actúan corruptamente en secreto y cuyos nombres tú conoces, ya que has tenido tratos venales con ellos. Tu palabra servirá para abrir las correspondientes investigaciones fiscales que ayudarán a encontrar culpables entre tantos sepulcros blanqueados que abundan en el Estado peruano.

La corrupción es una tara republicana de la que debemos librarnos si queremos construir prosperidad. En las últimas décadas, el presupuesto público se ha multiplicado por cinco, pero no hay obra ni inversión relevante. Todo se lo lleva la corrupción. Conviértete en un patriota. Pasa a la historia no como un proxeneta que fue ampliando su radio de acción, sino como un deshollinador de la suciedad inmensa que existe en la nación fallida que somos.

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andres hurtado, Chibolín

La incompetencia extrema de este gobierno para resolver los principales problemas que aquejan a la sociedad peruana ha sido pocas veces vista. Pedro Castillo salva a Dina Boluarte de ser la peor gobernante de los últimos lustros y el primer gobierno de Alan García el de toda la historia republicana.

Ya supera todo entendimiento la indolencia presidencial y ejecutiva frente a la inseguridad ciudadana, el pasmo económico o el grado de avance de la corrupción en todos los estamentos de la burocracia estatal.

No pasa nada para el gobierno, al parecer. Siguen en sus actividades protocolares, dando declaraciones vacías de contenido, realizando inauguraciones rimbombantes, sin fundamento, y, por supuesto, viajando a la primera de bastos, que ese parece ser el pasatiempo favorito de ministros y subalternos.

Aparentemente, ya se están percatando de ello los principales partidos del Congreso, en especial Fuerza Popular (de Alianza para el Progreso no se puede esperar nada), y quizás podría producirse un realineamiento de los astros y animarse el Legislativo a hacer lo que corresponde desde hace meses: vacar a Boluarte y convocar a elecciones para echar las cartas políticas de nuevo y ver cómo reiniciamos el desastre.

Es lo mejor que le podría pasar a un país atribulado por la mediocridad ostentosa y onerosa de un régimen que llegó por el azar del destino y que ha demostrado ya hasta la saciedad que no da la talla para administrar el gobierno. Dina Boluarte ni siquiera podría presidir con eficacia un organismo público, mucho menos lo hará, pues, con Palacio de Gobierno.

Un argumento adicional, de gran peso, es el referido al daño enorme que esta mediocridad reinante dejará como consecuencia política. El malestar popular y la furia contra el establishment es hoy inmensa en todo el territorio nacional y eso nos va a estallar en la cara el 2026. Un año y medio más en este plan, de acá a las elecciones asegura que el sillón presidencial lo ocupe, el próximo lustro, un disruptivo radical. Eso se puede cortar por lo sano.

 

 

¿Pueden surgir nuevos outsiders en las elecciones del 2026? ¿No se ha agotado ya el gusto del peruano de votar por joder y tendremos por fin una elección “normal”?

Por el contrario, hoy, como nunca antes en la historia republicana, los astros se han alineado tanto a favor de candidatos antiestablishment como ahora. La crisis social, económica y política no pasará desapercibida y el malestar enorme de la ciudadanía hará que cuando se acerque a las urnas termine de elegir a alguien que se salga de la caja. Es lo más probable que suceda.

¿Y quiénes tienen el rostro que identifica ese perfil? Por el lado de la izquierda claramente Antauro Humala, Guido Bellido, Guillermo Bermejo y tal vez Aníbal Torres o Lucio Castro, del Sutep (va a depender mucho de cómo le vaya en la huelga nacional convocada para octubre). Por la derecha, Carlos Álvarez y Phillip Butters. De lado del establishment, Keiko Fujimori tiene una base electoral propia y quien, si logra levantar la inhabilitación que pesa contra él, aparecerá, sin duda, será Martín Vizcarra (da como para un estudio cómo un personaje tan taimado como el exgobernador de Moquegua mantiene altos rangos de simpatía popular).

¿Los nuevos candidatos de la centroderecha que abundan no tienen ninguna posibilidad? Sí la tienen, pero tendrán que ingeniárselas para no aparecer como parte del statu quo, marcar fuerte distancia del régimen actual y, sobre todo, proponer ideas disruptivas, que se salgan de lo establecido, además, claro está, de hacer una buena campaña recorriendo el país, aglutinando buenos cuadros políticos y tecnocráticos y preparando un correcto y vendedor plan de gobierno. Esa es la ruta que les queda abierta a a los múltiples candidatos de centroderecha que lamentablemente han decidido no unirse e ir cada uno por su cuenta (si se unieran en un gran frente podrían aparecer desde ya como una figura protagónica).

Va a ser una ruleta rusa esta elección. Los candidatos subirán y bajarán hasta los últimos días de la elección. En ese sentido, se repetirá, de modo acentuado, lo que pasó el 2021.

Ya quiero ver lo que va a pasar cuando a los millones de peruanos independientes les cobren en sus recibos de honorarios un porcentaje para las AFP. Porque eso es lo que dispone la ley que acaba de promulgar el Congreso. La bancada de Fuerza Popular, impulsora del proyecto de marras, les ha regalado a las AFP ingresos superlativos, que seguirán abonando en el drenaje de rentabilidades de las clases medias a favor de cuatro grupos de poder económico.

Hoy se impone que los gremios empresariales impulsen una vuelta al libre mercado imperante hasta el 2011, que nos permitió crecer superlativamente y sacar de la pobreza a millones de peruanos. Pero no, tales asociaciones empresariales han decidido optar por el mercantilismo puro y duro aprovechando la porosidad de un Congreso mediocre y que se vende al mejor postor.

Es el caso por ejemplo de la Sociedad Nacional de Industrias, que debería cambiarse el nombre a Sociedad Nacional de Mercantilistas, y que insiste, tozudamente, en una ley de promoción industrial que solo consiste en beneficios tributarios que nadie más tiene en la economía nacional. La SNI ha vuelto a los tiempos en los que se oponía a la liberalización del comercio exterior que se impulsó en los 90, siendo hoy en día uno de los gremios más retardatarios y proteccionistas que existen. Hay que estar atentos a que su poderoso lobby congresal no derive en la aprobación de un mamarracho proteccionista, equivalente al nuevo sistema pensionario que el lobby de las AFP ha logrado consagrar.

Ojalá la Confiep se logre distinguir de estos graves retrocesos ideológicos de los gremios citados y sea un motor de presión para que los candidatos el 2026 tengan claro que el norte al que debemos dirigirnos es el de la contrarreforma liberalizadora que libere el país de las sobrerregulaciones que empezaron a edificarse desde la gestión de Ollanta Humala.

Lo otro es mercantilismo y proteccionismo puro y duro que debe ser cuestionado severamente porque al final del día los que pagan las consecuencias de su puesta en marcha son los millones de peruanos de a pie y no los ricachones que se aposentan en los directorios gremiales.

 

¿Creen ustedes que el 90% de peruanos que estima que en el Perú gobiernan unos pocos en beneficio de ellos mismos, va a tender, naturalmente, a votar por un candidato del statu quo? Somos, en ese sentido el país de Latinoamérica con la peor percepción de equidad social y económica.

Tendría que surgir un candidato de derecha lo suficientemente disruptivo para lograr que esa percepción sea soslayada por otras razones. De lo contrario, la izquierda radical, que denuncia sistemáticamente el “régimen neoliberal”, se la llevará al galope.

El establishment peruano, sin embargo, en lugar de andar pensando en cómo presentar una opción electoral disidente del modelo, que lo modernice o reverdezca -mejor dicho-, se regodea en la urgencia de que el Congreso legisle para impedir que Antauro Humala pueda postular. Allí coloca todas sus expectativas creyendo que así resuelve el problema y que, ¡zas!, la gente va a votar por la centroderecha en automático, porque no le queda otra.

A quien escribe le parecen diez veces más potentes que Antauro como candidatos Guido Bellido o Guillermo Bermejo. Son más articulados y no tienen tantos anticuerpos como el etnocacerista. En una segunda vuelta, Keiko Fujimori le puede ganar a Antauro. Con Bellido o Bermejo pierde sin lugar a dudas.

La centroderecha no está midiendo a cabalidad el embalse de furia popular que despierta el statu quo, que ya no se centra solo en el sur andino sino en todo el país. Ni siquiera la inseguridad ciudadana, que debiera despertar simpatías por opciones derechistas de mano dura lo está haciendo, sumando más bien fuego al descontento general con el establishment en el que insertan a todo candidato de centro y de derecha.

No pinta bien el panorama electoral para el 2026. La coalición Ejecutivo-Legislativo ha corroído desde sus bases las opciones de centroderecha y va a ser muy difícil que un candidato surgido de ese lado del espectro ideológico rompa las resistencias que se le antepondrán. Tendrá que contratar a un genio del marketing para lograrlo.

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