Si ello no se corrige, tendremos a Antauro Humala en la segunda vuelta y allí cualquier cosa puede ocurrir, porque primarán los factores emotivos y particularmente los ánimos antisistema, antiestablishment, antilimeños, anticentralistas, que ya le permitieron a un pésimo candidato como Pedro Castillo, ganar las elecciones. En los tramos finales, los factores ideológicos pasan a un segundo plano.
Acaso no sería una idea peregrina que tanto el centro como la derecha organicen una suerte de elecciones primarias que definan quiénes serían los candidatos con mayores respaldos y posibilidades. Permitir que nuevamente la izquierda se haga del poder nos conduciría inexorablemente a un mayor y quizás irreversible deterioro de la democracia y de las libertades económicas.