El debate técnico del domingo fue ganado por Fuerza Popular en líneas generales. No fue una goleada, pero en los rubros importantes marcó la diferencia, especialmente en el tema económico (¡qué broncas debe haber al interior de Perú Libre que no permitieron la participación de los economistas de Juntos por el Perú, Oscar Dancourt, Pedro Francke o Alan Fairlie, que de hecho hubieran desempeñado un mejor papel que un deslucido Juan Pari, apabullado por Luis Carranza).

Patricia Juárez perdió con Dina Boluarte (ésta la llevó al terreno político y la vocera de Fuerza Popular no supo cómo responder); José Recoba fue más claro que Hernando Zevallos, pero podemos suponer un empate en este segmento; Fernando Rospigliosi apabulló a Avelino Guillén; Carlos Bruce tuvo más oficio que Andrés Alencastre; y, finalmente, si bien Nano Guerra García estuvo poco inspirado, le ganó por walk over a Celeste Rosas, quien nunca entendió de qué trataba este debate.

Fue, como se esperaba, más un debate político que técnico. Y en esa medida habrá que ponderar su impacto en la campaña electoral. El leve triunfo de Fuerza Popular puede ayudar a revertir la diferencia que le ha sacado Castillo a Keiko Fujimori en las últimas encuestas.

Fue visto masivamente. Han sido como 33 puntos sumando todos los canales de señal abierta. Actualizando valores, 1 punto = 25,000 familias (que representan 3.5 personas por cada una): igual 2’887,500 ciudadanos. A ello hay que sumarle los canales de cable, las radios nacionales (RPP y Exitosa), las radios regionales (que son líderes en sus respectivas localidades) y todos los portales digitales que lo transmitieron.

En total deben haber sido alrededor de cinco millones los espectadores, más que los que vieron el de Chota, el cual marcó un punto de inflexión en la campaña y le permitió remontar la gran diferencia inicial que Castillo le llevaba a Keiko Fujimori.

Pero sin duda, la gran definición va a ser el próximo domingo en el debate presidencial. Allí la audiencia seguramente se duplicará y considerando la estrecha diferencia que existe entre los candidatos, puede ser el factor decisivo para marcar la tendencia final en la última semana. Ya en otras elecciones, los debates inclinaron la balanza a favor de un candidato en desmedro del otro. Esta vez, probablemente no sea la excepción.

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Debate, Elecciones 2021, Perú

Según la última encuesta de Ipsos, en simulacro de votación, Castillo crece de 43.6% a 45%. Keiko cae de 41.7% a 40.7%. Un ligero aumento de la diferencia. Le llevaba 1.9 en la penúltima encuesta, ahora le lleva 4.3. En términos reales, casi podemos hablar de un empate técnico.

Donde más crece Castillo es en Interior urbano (4.6), Norte (5), Centro (5.4) y oriente (6.2). Keiko donde más cae es en Interior urbano (3.2) y Centro (9.5). Cae en todo, en verdad, menos en Lima metropolitana, que sube 2.3.

Datos relevantes: En Lima, Keiko le llevaba 26.5, ahora le lleva 31.5. En el interior, Castillo le llevaba 16.8, ahora 23.2. En interior urbano, le llevaba 8.9, ahora 16.7. En interior rural, le llevaba 34.7, ahora 38.1.

En el norte, Keiko ganaba por 1.2, ahora gana Castillo por 4.9. En el centro, Castillo ganaba por 20.8, ahora por 36.7. En el sur, Castillo le llevaba 40.2, ahora 40.8 (casi no se ha movido). En el oriente, Castillo le llevaba 11 puntos, ahora 19.6.

Si uno recuerda las elecciones del 2011 y el 2016, verá que, según el propio Ipsos, en la encuesta de la tercera semana de mayo de tales años, Keiko ganaba por 4 puntos a Ollanta Humala y por tres puntos a Kuczynski y al final terminó perdiendo.

Keiko ha cambiado de narrativa. Creo que se demoró en hacerlo. “El Perú versus el comunismo” le sirvió para reconquistar el voto derechista (a pesar de que aún no ha sido conquistado a plenitud), pero su tarea esencial era sintonizar con los sectores populares, cuyo ánimo hay que entenderlo en función del apocalipsis social por el que han pasado producto de la pandemia. A ellos hay que ofrecerles un cambio y esa narrativa recién la ha estrenado Keiko.

Anoche en el debate -que considero que ganó el equipo de Fuerza Popular-, y luego en sendas entrevistas, Fuerza Popular ha empezado a hablar de cambios en salud, educación, programas sociales, etc., que deberían contribuir a asentar ese mensaje de cambios en el modelo en los sectores D y E castillistas y, sobre todo, en los indecisos.

El partido todavía no ha terminado y no es hora para triunfalismos tan exaltados como los que hemos visto en estos días por parte de algunos seguidores de Perú Libre. Tampoco es hora para la resignación de parte de los keikistas. En dos semanas se puede voltear un partido que las encuestadoras más serias arrojan con una diferencia dentro del margen de error.

Según la última encuesta del IEP, la diferencia a favor de Castillo se acrecienta. En la anterior medición, le llevaba 6.9 puntos, ahora la brecha se ha ampliado a 10.4 puntos.

Lo llamativo es que ambos candidatos suben en casi todos los segmentos (salvo la caída de Castillo en el oriente y la de Keiko en el Perú rural). La clave está, al parecer, en la reducción de los indecisos: los blancos/nulos se reducen de 23.6% en la anterior medición a 12.8% en la actual, y ese margen lo habría cosechado con creces el candidato de Perú Libre, consonantemente con el aumento simultáneo de los antivotos. Castillo pasa del 35 al 37% de gente que definitivamente no votaría por él y Keiko trepa de 47 a 50%.

Donde más crece Castillo es en el sector rural (13.2 puntos), norte (10.2), sur (12.9) y D/E (10.7). La candidata de Fuerza Popular, por su parte, lo hace en Lima metropolitana (7.4), Perú urbano (8), centro (13.7) y también en el D/E (5.7).

Castillo le llevaba en el norte 8.3 puntos, ahora la supera a Keiko por 18 puntos. En el sur la diferencia era de 29.7 puntos, ahora es de 42.2; en el sector C se distanciaban por 3.1 puntos, ahora por 9.2; en el D/E le llevaba 19.4, ahora 24.4. Solo en el centro se ha reducido de 19.9 a 14.9 y en el Perú urbano, de 13.8 a 11.2 (sin contar Lima metropolitana o el A/B, únicos segmentos donde gana Keiko).

Estaría funcionando la estrategia estilo Frepap que Castillo desplegó en la primera vuelta (mítines relámpago, trabajo en redes sociales y evitamiento de la prensa tradicional) y ha reiterado en la segunda. Keiko, por su parte, no logra enganchar un discurso antisistema con su defensa del modelo (la mayoría de gente quiere cambios en el modelo, aun los que quieren mantenerlo).

Por cierto, es impresionante el voto duro castillista, refractario a cualquier contracampaña. No hay denuncia que lo toque ni error que lo afecte. Tiene un teflón de titanio. En esa línea, si se le quiere ganar la elección, ello, al parecer, no pasa por atacarlo o golpear sus flancos débiles sino, más bien, por enfilar las baterías hacia el bolsón de indecisos o dudosos que todavía no se inclinan por uno u otra.

Todavía no está definida la elección. En el 2010 y en el 2016, a estas mismas alturas de la contienda Keiko le ganaba la elección a Ollanta y Kuczynski respectivamente, con relativa holgura, y al final los resultados le fueron adversos. Pero hay tarea por hacer. Y mucha, para las dos semanas que restan, donde hay dos debates cruciales en el medio (hoy el de equipos técnicos y el próximo domingo el definitorio entre ambos candidatos).

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

La encuesta de Datum ha sorprendido, porque todo hacía suponer que las tendencias eran que Keiko se siguiese acercando a Castillo y no ha ocurrido así. En el simulacro de Datum, el candidato de Perú Libre pasa de 44.4 a 45.5% y la candidata de Fuerza Popular cae de 40.8 a 40.1%, una ligera caída. En la encuesta, Castillo sube de 42 a 44.9% y Keiko de 40 a 40.1%.

Lo significativo en términos estadísticos es el crecimiento de Castillo en el centro (sube de 61 a 70% y Keiko cae de 25% a 18.6%), pero lo más incidente es el movimiento en el sector E, donde Castillo pasa de 51 a 55.1% y Keiko se desploma, de 34 a 26.5%. Como dato adicional, según la encuesta es en el E donde hay mayor número de blanco, viciado, no sabe, llegando al 18.4% de este sector poblacional.

Lo que demostraría esta encuesta es que Keiko tiene una tarea urgente en el sector E (al centro se ha dirigido hoy desafiando a Cerrón), y al respecto parece quedar claro que no basta con mensaje vinculados a programas sociales o con respaldos aparentemente populares como los de los jugadores de la selección de fútbol.

El mensaje de las encuestas es claro. La mayoría está a favor del modelo, pero quiere cambios. Según la medición de Ipsos, el 54% quiere mantener el modelo, pero con cambios, y solo el 32% quiere cambios radicales.

Pues hasta el momento no se le oye a Keiko Fujimori decir qué cambios propone al modelo. Y encuestas anteriores se veía que la población identificaba los cambios al modelo, no desde el punto de vista económico, sino que lo atribuía a temas como corrupción, educación y salud. No se escucha un claro plan de ambos sobre la materia, pero la urgida de mostrarlos es Keiko, que todavía está abajo en todas las encuestas.

Keiko está obligada a realizar un milagro del marketing político, como es lanzar el mensaje de que defiende el modelo y a la vez desplegar una narrativa antiestablishment, que le permita llegar a los sectores D y, sobre todo, E, que es el que menos se ha beneficiado del modelo, además ha pasado por el apocalipsis de la pandemia, tiene toda la razón del mundo para estar irritado por el statu quo, y está dispuesto a dar el salto al vacío y respaldar a alguien como Castillo que propone un cambio radical.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

Es aún alto el número de gente que dice que votará en blanco, que viciará su voto o que no precisa una respuesta. En la última encuesta de Ipsos suman blancos 7%, viciados 7% y no precisan 9%, un 23% del electorado que no se inclina por ninguno de los candidatos.

En la primera vuelta de abril último, los blancos fueron el 12.3% del total y los viciados 6.34% (18.7% en total), pero supuestamente esas cifras se reducen en una segunda vuelta. Así ocurrió el 2016, cuando los blancos fueron apenas el 0.82% y los viciados el 5.67%. Hay concolón en la olla electoral.

Si se mantiene la misma lógica, habría aproximadamente un 17% del electorado aún por conquistar de parte de dos candidatos con altísimo antivoto. Keiko, según la propia Ipsos, tiene 46% de gente que definitivamente no votaría por ella y Castillo un 42%.

Sorprenden algunos resultados particulares. El 10% del A vota viciado, 9% del B lo mismo, 13% del D no precisa, 10% en Lima no precisa, 11% del norte vota en blanco, 12% del norte vota viciado, 9% del centro no precisa, 10% del sur lo mismo, y 14% del oriente vota viciado. El D, el norte y el oriente son las regiones y segmentos más reacios a tomar una definición, sumando blancos, viciados y no precisa (27%, 28% y 27% respectivamente).

Al parecer, los dos mayores anticuerpos que ambos candidatos generan son de índole distinta. En el caso de Castillo preocuparía su radicalidad económica y en el caso de Keiko su vinculación a un esquema autoritario corrupto. Tarea política gigantesca de parte de ambos para remontar esa pendiente.

Restan aún diecisiete días para el 6 de junio. Es mucho tiempo en un país como el Perú. Castillo mismo no existía dos semanas antes de la elección y terminó pasando a la segunda vuelta. Las campañas gruesas ya cumplieron su papel. Es tiempo de mensajes teledirigidos, ajustados a públicos objetivos específicos, ofertas puntuales y muy claras.

Veo difícil que se arrebaten votos entre sí. Eventualmente, como hoy vemos en Datum, habrá movidas hacia arriba o abajo, muy leves. En el simulacro Castillo crece 1.5 puntos y Keiko cae 0.9; en la encuesta, Castillo sube 2.5 puntos y Keiko crece 0.1 puntos (el mayor movimiento se ha dado en el centro, donde el candidato de Perú Libre sube de 63% a 70%) de alguno de ellos, pero la batalla decisiva está en ganarse las consciencias de ese grueso número de electores que se anda con remilgos y no se anima a darle su apoyo a ninguno de los dos.

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Elecciones 2021, Encuestas, Perú

Los escenarios congresales que se le abren a Castillo, candidato de Perú Libre, son muy acotados. No tiene mucha capacidad de fuego. Dificultaría enormemente su capacidad de sobrellevar un gobierno efectivo.

Si Castillo gana la elección del 6 de junio y ejerce un gobierno moderado, más guiado por los equipos técnicos de Juntos por el Perú que por el ideario original, se expone a que la facción radical de su propia bancada se le vaya en contra. Y de los 37 congresistas, Cerrón controla al menos 22. Se quedaría con 15 propios, 4 de Juntos por el Perú, eventualmente 12 de Acción Popular, 4 del partido Morado y quizás 5 de Somos Perú. Es decir 39 congresistas, zarandeados por una oposición simultánea de la izquierda radical desgajada y una mayoritaria oposición de la derecha.

Si, por el contrario, Castillo gana y ejerce más bien un despliegue de propuestas radicales, también tendría problemas para generar mayoría en el Congreso. Solo sumaría los 37 congresistas propios más los 4 de Juntos por el Perú, es decir 41 congresistas en total, en absoluta minoría respecto de la oposición.

En ambos casos, Castillo sería un gobernante jaqueado por la posibilidad de la vacancia. Necesita 44 votos para asegurar que no la vaquen, pero, sea moderado o sea radical, no estará libre, además, de interpelaciones y censuras a ministros, o derogatoria de leyes surgidas del Ejecutivo.

Por ello es que él pretende saltarse a la garrocha al Congreso, planteando de facto un referéndum y la convocatoria posterior a una Asamblea Constituyente, que le reste juego político a un Parlamento adverso. No interesa reiterar ahora que ese camino es abiertamente inconstitucional y rompería los cánones legales del orden jurídico peruano, pero al parecer, el equipo de Castillo entiende que lo único que le queda es seguir esa ruta de colisión de poderes y de llevar al Perú a la deriva autoritaria.

Claramente, Keiko Fujimori no es un ejemplo de respeto a la democracia ni mucho menos, y lo suyo es una propuesta liberal autoritaria, pero el juego que le queda a Castillo es solamente el del caos autoritario, del que eventualmente sería muy difícil salir.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Perú

La convocatoria del equipo técnico de Keiko Fujimori tiene una evidente connotación política. Se trata de reconquistar el voto derechista que aún -increíblemente- le es esquivo.

Si uno suma la votación en primera vuelta de Fuerza Popular (13.4%), Renovación Popular (11.7%), Avanza País (11.62%), Alianza para el Progreso (6.02%), Victoria Nacional (5.65%) y PPC (1.98%), Keiko debería haber empezado la segunda vuelta con un nivel de votación del 50.37%, muy por encima de la cifra que maneja hoy (y a ello habría que sumarle una parte de la votación de Somos Perú y de Acción Popular).

Norma Yarrow (Renovación Popular), Francisco Tudela (Avanza País), Carlos Bruce (Alianza para el Progreso), Andrea Lanatta (PPC), entre los convocados de ayer, claramente apuntan a consolidar nichos partidarios que naturalmente no le deberían ser ajenos.

Ya se había estado produciendo esa migración. El IEP pregunta a la gente que se autodefine como derechista por quién va a votar y pasa de 39.5% a 54.6% la que se inclina por Keiko (no han incluido esa pregunta en la última medición, pero el porcentaje debe haber ido incrementándose). Pero en anterior encuesta se apreciaba que un sorprendente 23.6% de los votantes de López Aliaga se habían ido con Castillo y un 18.3% de los que se habían inclinado por De Soto hacían lo propio.

Las primeras líneas de acción de Fuerza Popular han pasado por esa tarea política y el proceso continúa. Como se ve, hay todavía concolón en la olla. A la par, se marcha a la disminución del antivoto y finalmente a la conquista del D y E y los indecisos, donde también el panorama se le muestra más propicio que a Pedro Castillo, quien si bien tiene un piso duro, infranqueable a toda contracampaña, parece haber llegado a su techo. No ha subido nada en ninguna de las mediciones efectuadas por las diversas encuestadoras desde que empezó la segunda vuelta.

Va a ser una batalla estratégicamente fina la que corresponderá a estas tres semanas restantes. La diferencia fundamental, sin embargo, entre ambos candidatos, es que Keiko Fujimori sigue al pie de la letra un guión trazado, y Castillo confía más en su instinto, navegando en una radicalidad de la cual -como ha quedado demostrado esta semana- no puede desprenderse, y que si bien le asegura un nicho irreductible, le puede costar -como ya lo han advertido diversos analistas de izquierda-, la elección.

Castillo no se ha moderado ni se va a moderar. Sabe que a la gente no le importa que tenga vínculos con grupos filosenderistas, que no tenga plan de gobierno orgánico, que tenga un equipo técnico improvisado a última hora, que aparezca a su lado un psicópata ideológico como Cerrón (o su deslenguado congresista Guillermo Bermejo, quien ha mostrado las reales intenciones totalitarias de Perú Libre en audio difundido anoche).

Castillo no se va a poner el polo blanco. No se va a “ollantizar”. La izquierda en el Perú considera lo de Humala una traición imperdonable. Y lo demuestra con la publicación de su plan de gobierno “Perú al Bicentenario libre de corrupción”, que no hace si no ratificar el esquema estatista e intervencionista acorde a su pretensión final: aumento de la inversión social estatal, economía mixta, subsidios temporales (agua, luz e internet), no competencia desleal de importaciones, crédito barato a agro y pymes a través del Banco de la Nación, disminuir la importación de alimentos, revisar el “acaparamiento” de tierras (golpear los grandes proyectos agroexportadores), nuevas reglas e impuestos y regalías a las “sobreganancias”, renegociación de los contratos de estabilidad tributaria, la construcción de elefantes blancos como los gasoductos estatales en el sur, etc.

Y la cereza del postre, la convocatoria abiertamente inconstitucional a un referéndum y a una posterior Asamblea Constituyente. Castillo juramenta ante la Conferencia Episcopal, la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos y Transparencia que va a respetar los cauces constitucionales para cualquier reforma y a renglón seguido anuncia en su plan de cien días zurrarse en la Carta Magna y en la práctica proponer un autogolpe constitucional.

Allá quienes se quieran creer el cuento de que el de Castillo es un proyecto de izquierda transformadora y democrática. Estamos ante una amenaza autoritaria que conducirá al país el caos, y que conllevará la destrucción de todo lo bueno que se ha avanzado en estos años de vigencia del modelo económico, y en el agravamiento de los problemas subsistentes.

No se viene una alternancia a la chilena, si gana Castillo. Estamos ante un proyecto de control total del poder, de perennización en él y de descalabro de la economía nacional y el empobrecimiento masivo de la población, entre ella la que irracionalmente expresa su intención de votar por él, proyecto al que increíblemente se ha sumado un sector de la izquierda dizque moderna y profesionales independientes cuya ingenuidad linda con la complicidad.

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Elecciones 2021, Pedro Castillo, Perú Libre

Según la encuesta de IEP, Castillo trepa de 36.2 a 36.5 mientras Keiko baja de 30 a 29.6, ampliándose la diferencia de 6.2 puntos a 6.9. Controvertida, sin duda, porque difiere de las otras encuestadoras, que le dan menos margen a Castillo (Ipsos le da 3, Datum 2 y CPI 1.8), pero igualmente atendible por su seriedad.

Lo relevante, sin embargo, es que esta encuesta confirma, junto con las otras, la existencia de un voto duro a favor de Castillo, que oscila entre 34.4% (CPI) y 42% (Datum). El candidato de Perú Libre se ha estacionado, habiendo llegado aparentemente a su techo, pero al mismo tiempo demuestra tener un piso duro inafecto a la contracampaña.

A un sector importante, por ahora mayoritario, de la ciudadanía le importa poco la vinculación de Castillo con sectores filosenderistas, la improvisación de su plan de gobierno, el desmadre de sus equipos técnicos, la turbamulta interna por los pactos informales firmados o la radicalidad extrema de su plan de gobierno. Igual, tienen intención de votar por Castillo.

Es un mensaje fuerte al país respecto del descontento e irritación que un sector ciudadano enorme tiene respecto del statu quo o del modelo económico, y que siente haber sido excluido de los indudables beneficios que el mismo ha generado en los últimos 25 años.

Ese sector va a merecer, en cualquier circunstancia, especial atención. Con mayor razón si gana Keiko. Rápidamente va a tener que emprender programas sociales de compensación de la recesión, además de políticas institucionales agresivas en salud, educación y seguridad interna.

Y prepararse para una eventual asonada popular por “quítame estas pajas”, a lo Chile o lo Colombia, frente a la cual va a tener que desplegar un trabajo preventivo y luego una labor de contención represiva inteligente y no a la bruta, con saldo de muertos y heridos, que podrían conducir al final abrupto de su gobierno.

Hay un 40% del país que está protestando y ha encontrado como vehículo de ella a un candidato feble, por debajo de las circunstancias críticas que vive el país, pero que simboliza ese ánimo contestatario que el país entero haría bien en escuchar, sea cual sea el resultado electoral el 6 de junio.

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