Es tal la penetración de las economías ilegales en la política peruana, generada con mayor impunidad desde el gobierno de Pedro Castillo, pero mantenida y acentuada por el régimen actual, que recuperar el país de esas mafias le va a costar al gobernante que emprenda esa tarea una resistencia violenta y sangrienta.
De por sí, que no sorprenda si durante la campaña algún candidato que ponga especial énfasis en ello pueda ser víctima de un atentado. Los miles de millones de dólares que mueven la minería legal, la tala de maderas, el narcotráfico, la trata de personas, el contrabando, el transporte informal, los sindicatos mafiosos de la construcción civil, las bandas extorsivas de cupos, los ha empoderado al punto de animarse a infiltrar la política y las principales instituciones del país.
¿Se ha preguntado por qué no hay “operaciones Walquiria” contra estas mafias? ¿Por qué no hay megaprocesos judiciales? ¿Por qué no hay operativos policiales o recursos de inteligencia destinados a capturar a los cabecillas de estas verdaderas organizaciones criminales? ¿Por qué en el Congreso se dictan normas recurrentes a su favor? ¿Por qué los gobiernos regionales no mueven un dedo por tocar sus intereses y más bien conviven “armoniosamente” con ellas?
El país que, con sus terribles defectos y ausencias reformistas, padecimos entre el 2001 y el 2021, ya lo hemos perdido. La transición no fue hacia una mejor democracia, más arraigada y sólida, sino hacia la conformación de una sociedad cercana a la categoría híbrido criminal que portales de investigación como Insight Crime le asignan a regímenes como el de Maduro, en Venezuela.
Va a costar sangre romper ese statu quo. Laresistencia de estos grupos criminales será violenta. Ocurrirá como en México cuando el presidente Felipe Calderón decidió darle lucha frontal al narcotráfico (nunca México tuvo tantos muertos como en esa época). No vienen tiempos fáciles para el país, sobre todo, si nos toca en suerte un gobernante democrático decente, decidido a acabar con estas mafias.
Pero queda claro que esta es la primera tarea gubernativa por desplegar si se quiere que la democracia y la economía de mercado sigan siendo los ejes vitales sobre los cuales se mueve el carromato de la nación peruana.
-La del estribo: una recomendación insoslayable. ¡Acudan a ver Como una uva seca al sol, de Lorraine Hansberry, que dirige magistralmente Ebelin Ortiz, con actuaciones de primer orden de un elenco mixto, de experimentados y noveles! Es, de lejos, lo mejor que se ha puesto en teatro este año en la cartelera limeña. Va en el Centro Español del Perú hasta el 7 de octubre. Entradas en Teleticket.
–Siguiendo con la saga: a leer Crónicas con garra, del gran periodista Rubén Marruffo. No es la historia del centenario del equipo más grande del Perú, sino un conjunto de anécdotas interesantísimas, muy bien narradas y con solvencia de datos. Como dice su autor, es el “detrás de cámaras” con historias desconocidas para la mayoría de hinchas cremas.