Si las marchas meritoriamente organizadas por el empresario Erasmo Wong, en contra de la amenazante deriva antidemocrática del gobierno, no amplían su convocatoria, van a terminar pareciéndose a los blanquecinos mítines del Movimiento Libertad o a los corsos miraflorinos que antaño el hombre de empresa organizaba.

Es preciso, por ejemplo, convocar a Hernando de Soto, quien luego de algunos devaneos inexplicables ha terminado por definirse de manera clara e inteligente frente al régimen dominado por Vladimir Cerrón y ha entendido que la beligerancia opositora es el mejor camino si, en el fondo, aún fuera posible reconducir a Pedro Castillo.

Debe participar él y sus congresistas en los mítines por la democracia. Y ampliar su convocatoria a los movimientos sociales con los cuales tiene relación, por ejemplo la federación nacional de ronderos y comités de autodefensa con la que se ha reunido hace pocos días en Ayacucho y cuyo presidente ha expresado claramente su rechazo al proyecto cerronista.

Tienen que estar los congresistas más representativos de la resistencia al oficialismo. Roberto Chiabra, los morados, el fujimorismo, etc. La protesta callejera -importantísima en esta coyuntura- debe involucrar a mayores protagonistas que los de la Coordinadora Republicana, la mayoría de cuyos integrantes, sea dicho, están desgastados o no tienen mayor arraigo ni capacidad de convocatoria. Se les agradece los servicios prestados, pero no es solo con ellos que se va a lograr contener las pulsiones colectivistas del régimen.

Debe teñirse, además, de choledad organizada la calle opositora. Debe estar presente el Sutep, quien ya soporta la embestida de un gobierno que quiere imponer a toda costa al profesorado filosenderista del Fenate, en desmedro del gremio histórico del magisterio nacional. Llame usted Erasmo Wong a Lucio Castro, secretario general del Sutep, quien seguramente gustoso aceptará la invitación si entiende que se trata de una convocatoria amplia y no solo de la ultraderecha.

Reconvoque a Keiko Fujimori, pero dele, pues, el papel protagónico que su participación en la segunda vuelta y su peso congresal ameritan. No pretenda usted meter una agenda encubierta de lanzar a Rafael López Aliaga como líder de la oposición en desmedro de ella, que si persiste en ese afán, va a fracasar en su loable propósito de mantener el activismo callejero al tope.

Frente a la claudicación congresal, la calle movilizada recupera su protagonismo, pero no puede derivar en una algarada sectaria, contraria a su propia convocatoria.

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Hernando De Soto, Keiko Fujimori

A ver si el centro, que claudicó en la cuestión de confianza, extendiéndosela sin ninguna condición al peor gabinete ministerial conformado en nuestra historia republicana, escala su chato nivel de estrategia política, le hace un upgrade, y convierte una traición a sus electores en una oportunidad positiva para el país.

El presidente Castillo estuvo a punto de romper con el cerronismo. Así ocurrió en una reunión de la que Sudaca dio cuenta (http://ow.ly/4pK130rSs6M) y que luego ha sido confirmada por el titular de Justicia, presente en ella. Si no fuera por el lamentable papel de Verónika Mendoza a favor de Cerrón, probablemente hoy estaríamos frente a un gabinete recompuesto, con Castillo fuera de Perú Libre y con el camino a la moderación sin Constituyente en curso. Mendoza, por cierto, nunca más tendrá autoridad moral para arrogarse la voz y el rostro de una izquierda moderna y moderada.

El centro puede ayudar a que ese tránsito presidencial ocurra, tendiéndole un puente de plata y haciéndole ver que si rompe con Cerrón y éste lo amenaza con disponer de sus congresistas para hacerle una oposición brutal que conduzca a su vacancia, los votos del centro estarán allí para ayudarle a superar el impasse.

Pero eso pasa porque los líderes de Acción Popular, básicamente Lescano, quien controla la mayoría de su bancada, César Acuña, José Luna Gálvez y quien lleve la voz cantante de Somos Perú, se apresten a reunirse con el propio Presidente y no con el impresentable de Bellido, y le hagan saber explícitamente de ese potencial acuerdo.

La posibilidad de que Castillo entienda que el camino de la radicalización, su consecuente confrontación, el intervencionismo antiempresarial y el devastador impacto de una Asamblea Constituyente, no solo destruirían al país sino a su propio gobierno, es factible. Va a depender en gran medida de que la oposición sea capaz de tenderle una alternativa, que, de paso, corrija moralmente la claudicación de haberle brindado la confianza al gabinete Bellido sin ninguna condición política previa.

El Perú, bajo esa perspectiva, podría tomar otro rumbo, infinitamente más llevadero y tolerable que aquel que el exgobernador de Junín le ha puesto al frente al profesor chotano. Nadie tiene investidura para exigirle a Castillo que se convierta en un Humala II y haga del suyo un gobierno de derecha, pero sí corresponde anhelar que asuma que es perfectamente posible hacer un gobierno de izquierda, inclusivo y transformador del país, sin necesidad de caer en la paporreta leninista que el inflamado sentenciado por corrupción, Vladimir Cerrón, cree que está en potestad de imponerle al país y al propio Presidente.

La del estribo: extraordinario el Club del Libro de Alonso Cueto. Va por su segunda sesión este sábado 18 de setiembre. La primera fue sobre la fenomenal Madame Bovary, de Gustave Flaubert (se entiende por qué Mario Vargas Llosa se enamoró de la protagonista) y esta segunda ocasión toca Cumbres Borrascosas de Emily Bronte. ¡Suscribirse vía Patreon!

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Cuestión de confianza, Guido bellido, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

El Congreso de la República ha tenido una de las jornadas más vergonzosas de las últimas décadas al otorgarle ampliamente la confianza al que debe ser el peor gabinete ministerial presentado jamás ante el Legislativo.

Ya después de la jornada de ayer, mejor que se elimine la cuestión de confianza y se la den automáticamente al Ejecutivo. Porque si no interesa la calidad moral y profesional de los ministros, si no es relevante la solvencia programática del consejo ministerial, entonces mejor que se descarte ese filtro democrático.

La claudicación del centro político (Alianza para el Progreso, Acción Popular, Podemos y Somos Perú), desplegada supuestamente en aras de la gobernabilidad, va a traer consecuencias negativas para ella, al abrirle la puerta al desmán ideológico que ha supuesto que el presidente Castillo elija el gabinete que finalmente ha elegido y al cual, a pesar de las múltiples y probadas denuncias, se ha aferrado.

Si alguno de los claudicantes cree que su voto amainará las fuerzas radicales que anidan en el gobierno y que, por ende, atemperará su objetivo final de refundar constitucionalmente la República, al antojo de la ideología maximalista de Cerrón, se equivoca groseramente.

Veremos los pasos siguientes. Se ha anunciado la interpelación individual de los ministros impresentables. Si AP, APP, Podemos y Somos Perú le vuelven a conceder la gracia de sus votos a tales ministros, ya implicará no un cálculo político o la desenvoltura de una estrategia light de contención, sino una deleznable concesión que permitirá sospechar que seguramente hay detrás algún beneficio colectivo o particular a favor de tales agrupaciones o de sus líderes y sus intereses empresariales.

Mientras el gobierno, en boca de Castillo, no anuncie que se ceñirá a la autónoma decisión congresal respecto del intento de reforma del artículo 206 de la Constitución -que tiene la intención de permitirle al Ejecutivo la convocatoria a un referéndum que lo faculte a llamar a una Asamblea Constituyente- y que no hará cuestión de confianza por ese proyecto de reforma, el gobierno seguirá siendo un potencial peligro antidemocrático.

Y si eso se plasma, como todo lo hace suponer, entonces los centristas claudicantes que ayer le han dado graciosamente su respaldo al gabinete Bellido, tendrán que responderle al país por su ignominia política y su irresponsabilidad. Ayer, la gobernabilidad democrática del país ha perdido una batalla.

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Congreso, Cuestión de confianza, Guido bellido

Bastaría la mediocridad del discurso de presentación del Premier Bellido ante el Congreso, como suficiente motivo para no darle la confianza solicitada ayer ante el Pleno legislativo.

Pocas veces se ha visto un mensaje tan generalista, sin precisiones de políticas públicas, detallado solo en las dádivas populistas que entregará, sin ninguna invocación a los motores de la reactivación económica como son los agentes privados, trayendo a colación un rol más activo del Banco de la Nación y Petroperú, creyendo que el mejor destino económico pasa por un mayor rol del Estado, etc.

Pero no es solo un mensaje anodino lo que debería llevar al Parlamento a negarle -insistimos- la confianza al gabinete, sino el prontuario judicial, penal y político de la mayoría de integrantes de ese gabinete (en muchos casos con vínculos probados con organizaciones filosenderistas), y por la mostrada incompetencia de muchos de ellos para manejar asuntos gubernativos. Eso no ha cambiado de ayer a hoy. ¡En otros tiempos hubiese bastado uno solo de esos personajes en un gabinete para que el Congreso le negase la confianza!

No se trata siquiera de discrepancias ideológicas con los radicalismos de izquierda que alberga este gabinete. Reiteramos, ganó un gobierno de ese perfil y está en el legítimo derecho de desplegar políticas en esa línea. Lo que se pone en entredicho es la idoneidad del gabinete presentado, a todas luces carente de ella.

La oposición congresal cometería un grave error si se queda prendada de las impostadas buenas maneras del Premier Bellido y se olvida de que estamos ante un gabinete plagado de allegados a un pasado violentista que cobró miles de víctimas y veinte años de horror en el país (empezando por el propio Premier), un gabinete pleno de personajes incompetentes para el cargo que ocupan, un gabinete remendado que solo busca ganar tiempo para hacer realidad la agenda máxima del gobierno, como es convocar a una Asamblea Constituyente corporativista que asegure la construcción de una patria socialista y chavista, sin importar que la mayoría del pueblo peruano no votó por ello.

El gobierno está ganando tiempo. Sabe que ha cometido groseros errores que le han costado la desaprobación al propio presidente Castillo, a su premier Bellido y al factótum partidario Vladimir Cerrón. Ir al Parlamento con afectaciones falsamente educadas solo busca que el Congreso, incauto, caiga en el juego y le extienda un manto de confianza a un régimen que claramente no se va a contentar con hacer los siguientes cinco años, los pobres planteamientos presentados ayer ante el Pleno. Si el Congreso le da la confianza será cómplice del desastre que anuncia este régimen.

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Congreso, Cuestión de confianza, Guido bellido

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Cuestión de confianza, Guido bellido, Pedro Castillo

La consolidación de la alianza radical Castillo-Cerrón se expresa fundamentalmente en el gabinete Bellido. Por esa sola razón, el Congreso debería negarle la confianza. No puede avalar un pacto espúreo. Lo que se consolidaría con ese gabinete sería un proyecto refundacional socialista que conllevará una agenda de confrontación paulatina hasta lograr la destrucción de la democracia formal y la economía de mercado.

El juego político que se pretende, pasa por suavizar los modales, evitar los temas conflictivos -la Asamblea Constituyente, por ejemplo-, a la espera de que el Congreso le termine dando la confianza y así poder empezar a desplegar la agenda encubierta.

La abrumadora presencia de ministros con prontuariado político, judicial o penal, o con demostrada incompetencia técnica para el cargo al que han sido nombrados, ya de por sí también constituye un factor político suficiente para que el Legislativo le tire un portazo bien merecido al Ejecutivo.

La presentación generalista de Bellido, sin ninguna precisión programática ni claridad respecto de políticas públicas, no puede engañar al país sobre las reales intenciones radicales de su entorno y del influyente Cerrón. A eso van.

Y eso, más temprano que tarde, pasará por confrontar con el Congreso, con los medios de comunicación o con los grupos empresariales. Y una vez que logre recuperar alguna popularidad gracias a esa estrategia de choque y al despliegue de medidas populistas, arremeterá para lograr su cometido de convocar a una Asamblea Constituyente que nos lleve a la deriva chavista tan cara a la ideología del gobierno (en ese talante, la presencia de ministros moderados es solo una concesión temporal para poder desplegar la estrategia subalterna a la primera de bastos).

El gabinete Bellido no merece la confianza. El efecto político de no dársela será inmensamente benéfico para el país, porque obligará a Castillo a recomponer su círculo de poder y ojalá a entender que el camino que Cerrón hasta el momento ha logrado imponerle solo lo llevará a la ruina.

Las balas de plata están para usarse. El Congreso debe usarla. Y si luego de hacerlo, el gobierno declara la guerra y atiza el conflicto haciendo cuestión de confianza por cualquier cosa, en venganza por la negada a Bellido, se espera que en esa tesitura, el Legislativo se comporte a la altura de las circunstancias y simplemente decida ejercer sus fueros y proceda a vacar a un Presidente que demostraría, con su tozudez, que no está moralmente capacitado para ejercer la primera magistratura de la República.

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