Corroborando lo que venimos diciendo desde hace semanas, la diferencia inicial entre Pedro Castillo y Keiko Fujimori se ha ido reduciendo paulatinamente. De acuerdo a la última encuesta de Datum, ésta pasó de 41-26% (15 puntos) el 22 de abril, a 44-34% (10 puntos) el 30 de abril, y ahora se reduce a 5 puntos (41-36%).

El punto de quiebre claro parece haber sido, sin duda, el debate de Chota, que los keikistas consideran en la interna una “gesta” por las circunstancias adversas en las que se libró, y que ello le habría otorgado a Keiko la imagen de arrojo y valentía necesaria para proyectar un talante presidencial.

Keiko sube en casi todos los segmentos en que se divide la encuesta (hombres, mujeres, edades 18-24, 25-34, 35-44, 45-54, Norte, Centro, Sur, Oriente, A/B, C y D (solo cae un punto en el E y dos puntos en Lima). En cambio, Castillo cae en todos, menos en el Norte que crece 3 puntos.

De hecho, el parteaguas ha sido el debate. Según la propia encuesta de Datum, un 44% considera que Keiko Fujimori lo ganó y un 32% que lo hizo Castillo. Allí se puso en evidencia una prueba de carácter, pesando ello más que el contenido mismo del debate.

A sabiendas de las tendencias, Castillo ha intentado una jugada ansiosa con este pacto mostrenco con Juntos por el Perú, que no se sabe siquiera en qué consiste y nuevamente pone en evidencia la absoluta falta de tino y criterio político de Verónika Mendoza (con justicia bautizada como la “Lourdes Flores de la izquierda”).

Si se mantiene la tendencia de Datum, la próxima semana, aún a tres semanas de la elección, estaríamos hablando de un empate técnico entre ambos candidatos, con la ventaja para Keiko de la imagen proyectada de ir en ascenso frente a un Castillo estacionado o en plan descendente.

Está funcionando la estrategia keikista de conquistar primero el reducto derechista propio (de allí el mensaje “peruanos versus comunismo”) y empieza a rendirle frutos la inclusión de una narrativa disruptiva antiestablishment que la haga mejorar en los sectores populares. Lo que aún no se aprecia es la profusión de gestos necesarios para reducir el antivoto, considerando que en verdad lo que la presencia de los mendocistas en la campaña de Castillo le va a brindar es la facilitación de equipos publicitarios especializados en el antifujimorismo (por allí van a venir las balas de la izquierda en esta fase final).

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Datum, Encuestas, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Es difícil saber aún si el pacto de Perú Libre con Juntos por el Perú tendrá un impacto electoral significativo. Por lo pronto, ya el 59.5% (según encuesta del IEP) de los votantes de Verónika Mnedoza se habían inclinado por Castillo y solo el 4% por Keiko. Pero había un 19.8% que pensaba votar en blanco y un 15.4% que aún no decidía. Este bolsón podría ahora inclinarse por Castillo, pero si uno recala en que Mendoza apenas sacó el 6.39% de los votos emitidos se da cuenta que no será superlativo el caudal de votos que le pueda aportar.

La jugada, que es inteligente, apunta más a los indecisos en general, aquellos que no votaron por ninguno de los dos finalistas y eventualmente por ninguno en la primera vuelta (el 12% votó en blanco), y además busca obtener los cuadros técnicos de los que Castillo carecía.

Castillo mueve el tablero y obliga a que Keiko medite sus siguientes pasos. Por lo pronto, ya sabemos que con esta “contratación” de cuadros técnicos lo más probable es que Castillo ahora sí acepte los cuatro debates planteados y que en ellos le vaya algo mejor.

Por supuesto, es mejor un gobierno de Dancourt y Francke que uno lleno de psicópatas leninistas cerronistas, pero queda el sinsabor de que la izquierda moderna o que pretendía serlo se haya puesto a disposición por un plato de lentejas (es como si en el otro lado, el partido Morado hubiese firmado un pacto con Fuerza Popular basado tan solo en la promesa de que Keiko no buscaría la reelección).

Y lo más probable es que si Castillo llega al poder los trate como Fujimori a los evangelistas y encaramado -luego de dictar las medidas demagógicas que anuncia- en un 70 u 80% de aprobación popular simplemente vuelva a su redil ideológico, aplique el plan de disolver el Congreso y convoque una Constituyente que le permita realizar sus sueños chavistas de copar todo el poder y perpetuarse en él. Y Mendoza y compañía solo habrán servido de maquillaje electoral.

Igual, sea moderada o radical, la propuesta económica de la izquierda peruana es un desastre. Mayor si primaban las ideas castillistas, menor si priman las mendocistas (eso está por verse). Lo que el Perú necesita es capitalismo a la vena para poder salir de la recesión pandémica y poder construir el Estado de bienestar que la población reclama. Y esa opción está negada si gana Perú Libre.

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Juntos por el Perú, Perú Libre

Si el mentado acuerdo entre Perú Libre y Juntos por el Perú no pasa por la exigencia de un mínimo de moderación de los postulados económicos de Castillo-Cerrón, la aceptación de los requisitos democráticos para el cambio constitucional (no forzar la disolución del Congreso, como ha sugerido el presidente de Perú Libre), y una vigorosa agenda de respeto a los derechos sociales y políticas de género, habremos asistido al suicidio de una opción de izquierda moderna en el país.

Desde esta columna nunca nos hemos sumado al terruqueo de Verónika Mendoza, ni siquiera a su chavistización (que nos ha parecido siempre absurda y reaccionaria), porque entendemos que la suya era una propuesta de izquierda más sensata y democrática (aunque igualmente equivocada en materia de orientación económica).

Por ello, debemos suponer que su acercamiento a Perú Libre pasa por el establecimiento de algunos acuerdos mínimos y no por una entrega incondicional de cuadros y votos. Si JPP se suma al proyecto radical de Castillo, que es un claro programa marxista leninista de copamiento autoritario del poder político, económico y social, esa izquierda veronikista jamás podrá volver a presentarse bajo un rostro de supuesta modernidad y moderación.

Mientras no conozcamos los resultados finales de las conversaciones entre ambas agrupaciones estaremos especulando, pero cabe hacerlo en la medida que lo único que se escucha de las canteras de Perú Libre es claramente un proyecto bolivariano, de destrucción de la democracia formal, de la economía de mercado y de los mínimos derechos liberales que tanto trabajo ha costado conquistar.

Ojalá llegase el día en que la izquierda peruana acepte el lecho rocoso de la economía de mercado y entienda que puede y debe hacer mucho en materia de redistribución y de políticas de equidad, sin que el libre mercado sea un obstáculo para ello, sino, por el contrario, su condición necesaria. Si a ello le suma un talante democrático (que pasa, sobre todo, por el respeto a la alternancia democrática y no por la perennización en el poder, a lo Chávez, Correa o Morales), el Perú habrá ganado mucho.

Si nada de ello figura en la agenda explícita del pacto que se cocina entre Perú Libre y Juntos por el Perú, habremos asistido a la autoeliminación política e ideológica de la izquierda moderna y liberal en el país.

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Pedro Castillo, Perú Libre, Vladimir Cerrón

Es una buena fórmula verbal la empleada por Keiko Fujimori para expresar su diferencia respecto del cambio radical que propone Pedro Castillo. Según la última encuesta de Ipsos, 86% de la población quiere un cambio del modelo (32% radical, 54% moderado), de modo que mal puede estacionarse como una simple defensora del modelo.

Pero cualquier narrativa antiestablishment que quiera desplegar la candidata de Fuerza Popular tiene que ser respaldada por los hechos y por los gestos. Y en esa medida, poco o nada ayuda que presente un equipo técnico conformado por los rostros gastados de Carmen Lozada, Martha Moyano, Jorge Baca y Patricia Juárez!!! Eso es más de lo mismo. No es renovación. ¿No tenía a nadie más que mostrar? Si la idea era reforzar el albertismo, es un esfuerzo absurdo porque ese voto ya lo tiene consigo.

Es verdad que el antivoto keikista viene disminuyendo (de 70% en marzo a 50% en la última medición), pero si Keiko de verdad quiere aliviar esa mochila va a tener que mostrar algunos propósitos de enmienda respaldados en nombres frescos, independientes, no fujimoristas.

El de Luis Carranza es, por ejemplo, una buena muestra de lo que debe mostrar. Carranza es un economista que garantiza un manejo macroeconómico serio y fue él el artífice del boom económico del segundo gobierno de Alan García. Pero a la par se necesita conocer una baraja de potenciales Premier o, muy en particular, de probables ministros de Educación, considerando que las mayores rabias y furias keikistas de los últimos cinco años se asentaron en ese sector (teniendo como víctimas a Jaime Saavedra y Marilú Martens).

Keiko tiene el camino cuesta arriba. Debe recuperar el sector AB derechista (empeño que ya está casi logrado), debe conquistar los sectores D y E (aún en proceso), debe asegurarse algún porcentaje significativo en el arisco sur antifujimorista (lo más complicado), y debe aminorar el antivoto (tarea que parece haber olvidado).

Todo ello requiere de una estrategia fina, múltiple, de varios frentes de batalla simultáneos. Pero no puede cometer errores tan ingenuos como el del anuncio de su “equipo técnico” de la vieja guardia. Le resta, no le suma.

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Elecciones 2021, Fuerza Popular, Keiko Fujimori

Se acerca poco a poco Keiko Fujimori a Pedro Castillo, según la última encuesta de Ipsos. El 16 de abril estaba el candidato de Perú Libre en 42% y la candidata de Fuerza Popular en 31% (le llevaba 11 puntos). Ahora, el 30 de abril, están en 43-34 (9 puntos de diferencia). Si sigue la tendencia, la final será de fotografía.

Algunas cifras relevantes de la encuesta: en Lima Keiko pasa de 43 a 51%; en la región Centro, Castillo cae de 68 a 55% (la dura campaña contra Cerrón parece estar surtiendo efecto); en el sur Castillo sube de 58 a 64%; en el oriente Keiko sube de 29 a 36%.

En el sector A, Castillo cae de 17 a 11% y Keiko arrasa, subiendo de 52 a 81%; en el B, Keiko sube de 39 a 45%; en el D Castillo cae de 50 a 46% y Keiko sube de 25 a 28%; en el E sube Castillo de 56 a 60%.

Entre los jóvenes de 18 a 25 años se ha producido un vuelco: Castillo cae de 42 a 39% y Keiko sube de 29 a 38%. Finalmente, entre la población femenina, Keiko crece de 32 a 38%.

Viene funcionando, al parecer, la estrategia keikista de ir primero conquistando el A, B y C y luego pasar al D y E. Por ello, la narrativa antiestablishment estrenada en el debate y que seguramente veremos repetirse a lo largo de la campaña.

La candidata de Fuerza Popular tiene aún tarea pendiente en zonas del país que le son adversas (básicamente el sur y aún el centro), pero sobre todo tiene que ganar la batalla en el E.

Otro dato relevante es que el antivoto keikista ha venido disminuyendo de 70% en marzo, a 55% el 16 de abril y ahora 50% a fines de abril. El antivoto de Castillo sube, en cambio de 30 a 33% (en marzo no se le medía porque no aparecía en las encuestas). Al parecer, conforme se le va conociendo va perdiendo adeptos.

La encuesta de Ipsos no mide el debate, el mismo que creemos ganó Keiko y que vieron cuatro millones de personas. La encuesta referida es, sin embargo, reveladora de tendencias y promete una final ajustada.

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Antivoto, Encuestas, Keiko Fujimori

Fue un triunfo ajustado el que obtuvo Keiko Fujimori en el debate de ayer sábado en Chota. En el intercambio formal, estuvieron casi a la par, Castillo no es tonto y sabe desenvolverse. Pero no fue en ese terreno que se logró la victoria.

Hay que ver el debate en sentido estratégico, como parte de las respectivas campañas electorales. Y en esa medida, de arranque, que Keiko le haya arranchado el debate a punta de presionarlo y que además haya estado dispuesta ir a jugar de visitante le juega a su favor en el imaginario popular (en la provincia de Chota Perú Libre sacó el 66.48% de los votos en la primera vuelta). La candidata de Fuerza Popular está perdiendo y tiene mucho más que ganar que Castillo, quien anda arriba en las encuestas.

Pero el triunfo efectivo pasa por las narrativas empleadas durante el debate. Keiko Fujimori, como ya adelantamos en un informe en Sudaca (https://n9.cl/843gm) pasa del anticomunismo inicial al despliegue de estrategias antiestablishment, populistas, dirigidas a conquistar los sectores D y E. Así, su planteamiento del canon directo a las poblaciones, la reactivación de los recordados programas sociales de los 90 (Pronaa, Foncodes, Pronamachas, Caminos Rurales), la duplicación de ingresos de Pensión 65, etc., apuntan directamente a ese bolsón.

Frente a ello, Castillo luce paralizado. Ni siquiera aprovechó el debate para arremeter en los flancos débiles de su rival, como son el recuerdo del autoritarismo corrupto de los 90 y la virulencia irracional de la bancada fujimorista de los últimos cinco años. Castillo tiene que alimentar al antivoto fujimorista y antikeikista, pero no lo hizo. Al parecer, juega instintivamente esta segunda vuelta y no tiene una estrategia diseñada.

No tendrá poca incidencia este debate. Solo en señal abierta superó los dos millones de telespectadores, a ello hay que sumarle los canales de cable, las radios nacionales, las radios regionales (poderosa sumatoria de audiencias) y los portales digitales que se sumaron a la transmisión. Debe haber habido cuatro millones de peruanos escuchando en vivo el debate de Chota. De a pocos, Keiko parece írsele acercando a Castillo.

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Chota, Debate, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

No encuentro las condiciones autoritarias predisponentes que Steve Levitsky halla en el proyecto fujimorista actual. Nadie duda, por cierto, del gen autócrata que anida en una candidata que, inclusive, basó su estrategia de primera vuelta en resaltar la “mano dura”.

Pero no le sería posible emprender esa ruta, reeditando los parámetros autoritarios de los 90, así lo quisiera. ¿Puede controlar el Poder Judicial y el Ministerio Público? No puede. Hay una flamante Junta Nacional de Justicia que ha reemplazado al corrupto Consejo Nacional de la Magistratura y la JNJ está blindada constitucionalmente. Para tumbárselo necesitaría controlar siete poderes del Estado.

¿Puede tumbarse el Tribunal Constitucional y lograr así una última instancia que avale sus eventuales devaneos autoritarios? Es imposible. Es cierto que toca cambiar a seis de los siete magistrados del TC que ya cumplieron su mandato, pero para hacerlo, se requiere de 87 votos que no tiene.

Keiko Fujimori podría lograr en el Parlamento una coalición de 65 parlamentarios a lo sumo, sumando los propios de Fuerza Popular, Alianza para el Progreso, Renovación Popular, Avanza País y hasta los de Somos Perú. Con ese número apenas logrará aprobar leyes, evitar que la vaquen o que le censuren ministros a cada rato. No más que eso.

Levitsky no le da relieve a que el experimento autoritario de los 90 fue posible gracias a un golpe respaldado por las Fuerzas Armadas y a una elección posterior del Congreso Constituyente Democrático donde Fujimori obtuvo mayoría absoluta. Y Montesinos labró el control de ciertos circuitos del Poder Judicial en labor de años, con el objeto paralelo de administrar la autoridad electoral.

¿Eso puede o quiere hacer Keiko? Es imposible. Los poderes fácticos que supuestamente la podrían respaldar están muy venidos a menos. Los gremios empresariales, los medios de comunicación y la tecnocracia liberal -la trenza derechista- no pesa hoy ni la mitad de lo que podía hacerlo hace diez años. Y las FFAA de hoy están dirigidas por quienes eran jóvenes oficiales que vieron la podredumbre del montesinismo y la cárcel de sus superiores. ¿Se sumarían graciosamente a un proyecto autoritario?

Keiko va a tener una oposición fuerte en el Congreso por más que Perú Libre se parta en tres si Castillo pierde. Y tendrá además una calle antikeikista dispuesta a movilizarse al menor atisbo de autoritarismo. Y ya vimos cómo bastaron algunos miles para tumbarse a un gobierno.

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Encuestas, Keiko Fujimori, Pedro Castillo

Keiko Fujimori recorta la distancia con Pedro Castillo, según encuesta de Datum. De los 15 puntos que le llevaba en la medición anterior, ahora se reduce a 10. De seguir la tendencia, lo alcanza en dos semanas.

Datos interesantes de la encuesta es que el mayor crecimiento de la candidata de Fuerza Popular se da en los sectores D y E. En el D crece de 20% a 33% y en el E, de 21% a 27%. Crece, además, de manera significativa en Lima, pasando de 34% a 50%. Otro dato relevante es la reducción de los blancos/viciados e indecisos. Los blancos/ viciados pasan de 15 a 11% y los indecisos de 18 a 11%.

Confirma, en todo caso, que la tendencia es a que se acerquen y la final termine siendo muy ajustada, una final de fotografía. En términos de marketing electoral viene funcionando, aparentemente, la estrategia del keikismo, de zanjar la cancha entre la peruanidad y el comunismo, que habría podido contrapesar la de pobres versus ricos del candidato de Perú Libre, que era muy potente.

A la estrategia de Keiko contribuye la no estrategia de Pedro Castillo, quien ha decidido rehuir las definiciones programáticas y el contacto con los entrevistadores de prensa. Ello, más el affaire del debate, de hecho le generan un perjuicio y lo muestran como un candidato huérfano y huidizo, a pesar que desde el otro lado -el keikismo-, fuera de la buena designación de Luis Carranza como vocero económico, la verdad es que los otros “cuadros técnicos” mostrados (Lozada, Moyano, Juárez, etc.), no es que aporten mucho (más bien, restan).

El problema de Castillo es que está atrapado en su radicalidad. No puede dejarla de lado porque perdería el núcleo duro de su votación y se diluiría el talante antiestablishment que es el que la ha permitido empezar esta segunda vuelta tan arriba (la sumatoria de los votos de los candidatos derechistas en la primera vuelta -López Aliaga, De Soto, Acuña, Forsyth y Beingolea- más bien deberían haber colocado a Keiko allí).

No hay nichos impermeables detrás de cada candidato. Esa es la principal conclusión de esta y otras encuestas. El tablero se va a seguir moviendo. La partida de ajedrez aún no ha concluido.

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Debate, Encuesta

Uno entiende que entre los votantes de Verónika Mendoza termine por primar una identidad de izquierda y al final voten por Pedro Castillo. Lo vemos claramente, por ejemplo, en el caso de Patria Roja, archienemiga magisterial del sector castillista, pero que, sin embargo, ha expresado su respaldo al candidato de Perú Libre.

Pero que no se esmeren en desplegar piruetas argumentativas y defensas rocambolescas de su voto, porque claramente están optando por una opción autoritaria. Se están tragando un sapo con plena conciencia. Si sobre Keiko Fujimori existe el temor -bastante acotado, porque no tiene control del Congreso- de que cope las principales instituciones, de Castillo, de acuerdo a sus propias declaraciones, ya hay certezas.

Quiere desactivar el Tribunal Constitucional, el Congreso, la Defensoría del Pueblo, la Sunedu, tirarse abajo la reforma magisterial, desmontar el enfoque de género de las aulas escolares, tumbarse la autonomía del BCR, etc., etc. Y todo dicho por él y sus allegados directos, no inventado por sus enemigos o la prensa.

Solo a Hernando de Soto lo puede engañar declarando que no es comunista a la salida de una reunión sostenida entre ambos. Castillo representa una opción de extrema izquierda, marxista leninista, según su propio ideario, que como tal, tiene como propósito copar todos los espacios de poder existentes en la sociedad.

Cuando eso ocurra -porque ocurriría si Castillo llega al poder-que los verolovers no se hagan luego los desentendidos. En la ecuación democracia-autoritarismo, no hay superioridad moral o política de ninguno de los candidatos.

La conducta del fujimorismo en los 90, y la beligerancia y tozudez antidemocrática de la bancada keikista el último lustro dan pie a las sospechas que desde el centro y la derecha existen sobre la candidata de Fuerza Popular. Pero ese riesgo se acota enormemente porque no tiene la mayoría aplastante que tenía en el Congreso en el 2016 y hay, además, un explícito propósito de enmienda (aunque se entienda a quienes no le creen ni siquiera eso). Pero en todo caso, vale reiterar, sobre Castillo hay certezas, y sobre Keiko dudas.

La democracia formal, aquella que nos da cobijo, a pesar de la terrible crisis política del último lustro, corre el riesgo de saltar por los aires si prima la opción ideológica y política que representa Castillo. Bajo argucias legales se dará maña para convocar a una Asamblea Constituyente y luego hará lo propio con el modelo económico. Es un proyecto el suyo, no es una aventura de última hora. Estamos avisados.

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Keiko Fujimori, Pedro Castillo
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