Juan Carlos Tafur

Pacto con el centro

"No se trata de arreglos o enjuagues de poca monta con el solo afán de sumar votos en el Congreso que impidan su vacancia".

Pedro Castillo cometería un grave error si despliega una estrategia de acercamiento al centro en base a prebendas cuestionables. Hemos visto, felices de la vida, a los representantes de Podemos (el partido de José Luna) visitar al presidente electo y ofrecer todo su apoyo. ¿A santo de qué?
Por cierto, con ese respaldo le alcanzaría para librarse de una eventual vacancia. Tiene 37 votos propios, 5 de Juntos por el Perú y con los 5 de Podemos sumaría 47, necesitando 44 para estar a salvo.

El problema es que los apoyos que se aprecian se están cocinando entre gallos y medianoche. Sería inadmisible, por ejemplo, que a los pocos meses del nuevo gobierno una flamante Sunedu decida otorgarle permiso de funcionamiento a la clausurada universidad Telesup u otorgarle el permiso a otro grupo universitario vinculado a Alianza para el Progreso para operar en el sur (sumando otros 15 votos a la bolsa parlamentaria).

Lo que se espera es un pacto con el centro congresal, que suma en total 44 votos, que incluya varios compromisos explícitos: primero, la no convocatoria a una asamblea constituyente; segundo, respaldo a las modificaciones tributarias que Castillo quiere hacer en el sector minero; tercero, protección contra cualquier pedido de vacancia; cuarto, eventual apoyo a algunas reformas constitucionales muy puntuales (bicameralidad, acotamiento de la vacancia y las cuestiones de confianza, quizás regulación sobre los oligopolios, etc.); quinto, apoyo en la elección de los magistrados del TC y directores del BCR; sexto, alguna participación de representantes de los partidos del centro en el Ejecutivo. Y así.

De eso se trata un pacto político. Pero Castillo sabe que tiene que dar algunas concesiones y la más importante de todas es que se comprometa a no pretender disolver el Congreso en base a cuestiones de confianza y, por ende, que renuncie a la idea polarizante y confrontacional de convocar, a las buenas o a las malas, a una Asamblea Constituyente.

La polarización del país y la fragmentación del Congreso obligan a que el gobierno entrante establezca pactos políticos de primer orden para asegurar la gobernabilidad. No arreglos o enjuagues de poca monta con el solo afán de sumar votos en el Congreso que impidan su vacancia. Eso no sería alta política. Sería el despliegue de jugarretas encubiertas, de politiquería barata.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo, TC

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