Hace algunos años, durante una clase magistral, en una prestigiosa universidad, un psicólogo llegó al salón de clases con una gran maleta. Esperó a que hubiera silencio y, de la maleta sacó un vaso, el cual colocó sobre la mesa que estaba frente a la clase. Luego, de la misma maleta, sacó un termo y procedió a verter el agua en el vaso.
Inmediatamente todos los asistentes comenzaron a comentar que ya sabían, que ahora les iban a preguntar, si estaba medio lleno, o medio vacío, que ellos ya sabían la respuesta, que eso no era nada nuevo, etc. Nuevamente, el psicólogo sin inmutarse, esperó que hubiese nuevamente silencio y les dijo: “la primera lección que deben aprender es, que no necesariamente porque algo se parezca a lo que ya conoces, es necesariamente lo mismo. Yo no les voy a preguntar si esta medio lleno o medio vacío, eso sería insultar vuestra inteligencia, yo les pregunto – cuanto pesa este vaso con agua”.
Uno a uno, fueron dando sus respuestas, las cuales fluctuaron entre los 200 y 250 gramos. Cuando todos ya habían dado su opinión sobre el peso, el psicólogo les dijo: “Deben entender algo muy importante, el peso total de este vaso con agua no es lo importante. Lo que realmente deben preguntarse es, por cuanto tiempo lo podrías sostener a pesar de que su peso es tan pequeño. Quizás lo puedan sostener un minuto, y eso no sería un problema. A lo mejor, lo podrían sostener por una hora, en ese caso, podría comenzar a dolerte el brazo. Pero si lo quieres sostener durante un día entero, lo más probable es que tú brazo se entumecerá y se paralizará del dolor. Debes darte cuenta de que el peso del vaso no cambia, se mantiene constante, siempre es el mismo. Sin embargo, lo que debes tomar en cuenta es que, cuanto más tiempo lo sostienes en tú mano, este será cada vez más difícil de soportar.
Luego, agregó: este vaso es como las preocupaciones, los rencores, los resentimientos, los sentimientos de venganza, es como la parte de tú pasado que no te funciona, que no te sirve. Si piensas, los traes al presente por un rato, como recuerdos momentáneos, no pasará nada. Si no solamente los traes momentáneamente, sino que estás pensando y enfocado en ellos todos los días, es más que seguro que te comiencen a lastimar. Pero si estás pensando en ellos, por una semana, por un mes, o quizás durante meses o años, es más que seguro que acabarás sintiéndote paralizado, aplastado e incapaz de tomar acción y poder hacer algo.
Entonces te pregunto: ¿Cuánto pesa el agua?, ¿Cuánto pesan tus preocupaciones?, ¿Cuánto pesan los rencores y resentimientos?, ¿Cuánto pesa tú pasado?
Y como vimos en la historia, no solo se trata de cuanto pesan, se trata de por cuanto tiempo los vas a cargar, incluso preguntarte: por cuánto tiempo estás dispuesto a cargarlos. Por un momento piensa en algún evento que te incomode, que te disguste, que te haya dolido. Ahora te pregunto: “¿Cuál es el único espacio, donde ese evento aun existe?, ¿Cuál es el único lugar donde esa información está guardada? Sí, es correcto: el único lugar donde está guardado y existe ese evento, ese recuerdo, es en tu mente. No hay en ningún otro lugar donde exista. Entonces, quizás ya te estás dando cuenta, como es que se puede “soltar” ese peso. Nuevamente estás en lo correcto, se trata de soltar el recuerdo y preguntarte: “¿Por qué lo quisiera seguir guardando?”.
Muchas veces sucede que no soltamos el pasado, no porque no podamos, es que en muchos casos “no nos conviene soltarlo”. Y tú preguntarás: ¿Cómo no me va a convenir? claro que me conviene… y yo te diré: “sucede que en muchos casos, no soltamos el pasado porque es una muy buena excusa para no hacer algunas cosas en nuestra vida”. Tranquilo, ya te explico.
Te doy un ejemplo para que lo veas super claro. Imagínate a este chico o chica, que tenía a su pareja, pero por “x” motivos terminan con él o ella. Entonces, inconscientemente, se queda con ese recuerdo de como le dolió cuando terminaron con él o ella. Y cada vez que se presenta la posibilidad de comenzar nuevamente, el recuerdo del evento pasado viene, con el dolor, el sufrimiento y todo lo demás, lo cual genera que rechace revivir la experiencia. Pero en realidad, el dolor, el sufrimiento, ya no existen, son parte del pasado, pero al aferrarme al recuerdo, también me aferro a las emociones que me dañan.
Entonces si quieres que tu pasado no te pese, deja tu pasado en donde debe estar: en el pasado. Y recuerda: el único lugar en donde existe es en tus pensamientos. Tú puedes soltarlos, si te decides a hacerlo.
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